¡Bienvenidos!
Antes de leer la historia tengo que aclarar ciertos puntos que me parecen importantes destacar. La historia es un AU, pero no de los que usualmente se adapta a nuestro mundo moderno, sino que ésta historia sigue ambientada en el mundo ninja, el único cambio que posee son las edades invertidas. En este caso, Sakura es mayor que Kakashi.
Sin nada más que agregar, espero que lo disfruten.
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Los personajes han sido creados por Kishimoto Masashi. No me pertenecen en lo absoluto.
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Otra misión finalizada. Otra cara contenta por el resultado, palabras de aliento, consejos, un "¡que increíble eres, Kakashi!", un gracias, el reporte entregado, el detalle de la situación y el dinero de compensación.
Todo eso ocurría en menos de ciento ochenta minutos, tres horas… incluso para un shinobi la vida podía llegar a ser una rutina, incluso la misión en sí. Vaya contradicción. Sale de la torre del Hokage y camina por el pueblo, interrumpiendo su andar en alguna vitrina de los locales que aún estaban abiertos.
¿Qué libros estarán a la venta?, piensa ensimismado en los aburridos panoramas de un día libre. En una semana si es sincero consigo mismo, tendría mucho en qué divertirse.
El cielo de Konoha se extendía al igual que un gran lienzo, atiborrado de manera irregular, pero sin dejar ser hermoso, de colores rojizos; diluidos y abrazados de naranjos y amarillos, que se entremezclaban los unos a los otros. En una armonía de tonalidades que era digna de ser apreciada.
Ella lo apreciaba.
Detuvo su andar.
Kakashi la encontró sentada en una banca a mitad del parque de juegos. Columpiaba sus piernas y apoyada de ambas manos se inclinaba ligeramente hacia atrás para observar el crepúsculo otoñal.
El cabello rosa, corto desde hacía tres semanas, se mecía suavemente ante la gélida brisa que atisbaba algo del invierno.
Entonces no habrá temperaturas tan bajas, como en la guerra.
Sakura sonreía con tristeza y alegría a la vez, Kakashi lo percibió tan pronto al contemplarla. Y de repente se vio sacudido por esa ansiedad que ella, inconscientemente, provocaba. Desde que él tenía doce años.
Con el tiempo esa admiración en secreto que le profesaba se había adormecido. No. Seguía allí, activa. Lo único que cambió fue el ingenioso método que usó para retirarla de sus pensamientos; porque continuaba admirando su convicción y valentía, seguía admirándola y el respeto hacia ella aumentaba.
No se había dado cuenta cuándo dejó de caminar, hasta que Sakura lo pilló. La mujer levantó su mano y la agitó a modo de saludo.
—¡Kakashi-kun!
El ninja abrió ligeramente los ojos con sorpresa, al verse encontrado en esa situación tan vergonzosa de estar observándola sin pestañear. Sacó su mano derecha del bolsillo de su pantalón y la levantó moviéndola con ligereza, pero se detuvo. Bajó la mano y caminó hasta ella.
—Hola, Sakura-sensei.
Ella sonrió—. Hola, ¿qué tal?
Se corrió a un lado y dio palmaditas para que el joven se sentara.
—Hum, todo bien. —le respondió sin mucho ahínco en la voz y situándose en su lugar, cedido amablemente por la maestra.
—¿Eeh?, ¿cómo puede estar todo bien?
El aludido frunció ligeramente el ceño al no comprender las palabras de la mujer que estaba junto a él. Notó que le miraba fijamente y Kakashi desvió la cabeza hacia el frente, perturbado por la cercanía.
—Estás muy desanimado.
—Soy así —suspiró.
—No —refuta Sakura, alzando el dedo índice como si estuviera dando una lección—. Tienes el semblante dormido, eso no lo discuto, pero algo me dice que estás…
Se llevó un dedo al mentón para buscar la palabra.
—… ¿Decaído? Creo que no tienes ánimos de nada.
Él nunca tenía ánimos de nada…
Kakashi apoya sus manos en la banca y se echa hacia atrás, la luz del ocaso baña sus cabellos despeinados. Analiza la suposición de la rosada.
—Hmm…
—¿Hmm? —repite Sakura, atenta a cada movimiento de él.
—Acabo de terminar una misión.
—Ya veo…
Un segundo después Kakashi tiene frente a sus ojos un caramelo con envoltorio de rayas blancas y rosadas.
—Para tener energías.
Kakashi se quedó en silencio un momento, mirándola por el rabillo del ojo—. Ya estoy crecidito para que me dé dulces, ¿no cree?
Una pequeña gotita de sudor baja por la frente de Sakura, incómoda.
—Tienes unas ojeras terribles…
—Estuve en una misión.
Sakura seguía con su brazo extendido, enseñando el caramelo frente al muchacho.
—Lo sé, lo sé —gruñó fastidiada—. El punto es la poca energía que llevas…
—¿Tiene algo malo?
—¡Claro que sí! Podrías hacer como Gai-kun, él lleva el aura de la juventud consigo, tú siempre tienes cara de…
El rostro dormilón de Kakashi la irrita aún más—. ¡Aaah! Olvídalo.
Y suspiró, bajando el brazo.
Kakashi podría llegar a hacer bastante exasperante.
—Está rara hoy.
Dijo de golpe.
Sakura se giró hacia él con escasa paciencia, dispuesta a responder. Pero algo la detuvo, sentir la mano cálida del joven sobre la suya.
—¿Qué haces…
Le quitó con suavidad el caramelo oculto entre sus dedos, sonriendo y cerrando sus ojos a la vez. Esa era la clara muestra de una sonrisa proveniente de Kakashi
—Gracias.
—¿Lo comerás ahora?
Un brillo suspicaz recorrió los ojos verdosos de Sakura.
—No —respondió—. Pero si desea puedo comérmelo ahora.
—Claro, claro, sigue con lo tuyo.
Sakura entrecerró sus ojos, expectante. Quizá a la vista de cualquiera pudiera ser algo infantil su notable curiosidad por ver el rostro de quien alguna vez fue su alumno por dos semanas, pero era algo que de verdad, verdadera y verdaderamente quería saber.
¿Es que nadie sentía ganas de saberlo?
Hasta Naruto, que fue su sensei desde el inicio, era aguijonado por la curiosidad.
Kakashi desenvolvió el dulce para después aproximarlo a su boca cubierta por la máscara, sus dedos rozaron apenas el borde de ésta antes de introducir el caramelo y empujarlo, por encima de la tela obscura hasta su boca.
—Hmmm…
Sakura suspiró.
—¿Pasa algo?
Ella negó con la cabeza, alejando su mala suerte y decepción. Éste día no podía ser peor.
—Nada, ¿te ha gustado? Es de limón.
Kakashi le respondió encogiéndose de hombros.
—¿Sientes la energía por tus venas?
—¿No me ha dado drogas o sí?
—¿¡QUÉ!? —Kakashi se cubre los oídos con ambas manos, ante semejante grito—. ¡NO, NO, NO, NOOO! ¿Cómo crees que yo…
—Espere, Espere —la tranquiliza, tomándola de un brazo y soltando unas carcajadas que no pasan desapercibidas por Sakura.
—Eh… Te has reído.
—¿Eh?
—Que te has reído —sonrió con una calidez que removió las fibras sensitivas de su oyente—. Ya no tienes esa cara triste.
Él suspiró aún sin dejar de soltarla.
—Supongo —la miró fijamente—. Y no estaba triste.
—Mientes —se burla Sakura, inconsciente de que el muchacho aún sostenía con delicadeza su brazo derecho—. Te ha pillado la nostagia, eres muy joven aún para…
—Usted también está triste —la interrumpió con tranquilidad.
—¿Ves? Estabas triste —asegura Sakura, ladeando su cabeza para mirarlo como si no prestase atención a la suposición de él—. Y lo estoy sólo un poco.
Sobrevivo un silencio que Kakashi no pudo descifrar. No lograba ver más allá del semblante ligeramente entristecido de la mujer. Aún en silencio retiró su mano del brazo de ella.
Pasaron unos minutos que se volvieron eternos.
—¿Qué pasa? —pregunta Sakura, al notar las miradas de reojo de su ex alumno.
—¿Puedo preguntar algo?
—Claro que puedes —murmura con una sonrisa que se forma en sus labios de manera inconsciente—. ¿Qué pasa?
—¿Está todo bien?
La rosada abrió ligeramente sus labios, y sin soportar la idea de que Kakashi descubriera su congoja, desvió la mirada hacia el atardecer que estaba en el culmine de su belleza. No quería verlo, porque sentía que sus emociones tomarían un peso terrible en su pecho, haciéndola fallar otra vez.
—Me has pillado…
Sólo se limita a decir eso, nada más ni nada menos.
Otro silencio.
A diferencia del anterior, éste estaba saturado de incomodidad. Luego de unos instantes la mujer parecía emitir señales de vida.
—Son penas de amor... —dijo Sakura en una inaudible voz, Kakashi logró atrapar sus palabras antes de que fueran enviadas por el viento hacia el olvido.
Penas de amor…, repite intrigado en su mente, ¿por quién?
—No tienes que preocuparte—dijo ella.
—¿Es por Naruto-sensei? —preguntó por inercia.
—¿Por Naruto? —Exclama ella, riéndose estrepitosamente—. Él es sólo mi amigo, y entre amigos no se tienen penas de amor.
Kakashi había supuesto que el rubio no tenía nada que ver con las tristezas de la rosada, pero preguntó de todos modos. Sino, pensaba él de manera analítica, se debía a un tercero que quizá no conocía.
—¿Quién es?
Sakura se sorprendió un poco por la pregunta; no era de las personas que solían decirle a los demás sus inquietudes y malestares.
—Es por alguien, quizá no lo conozcas en persona —Sakura sonríe apenada—. Me es difícil hablar de éste tipo de asuntos contigo.
Dice intentando peinar sus cabellos rosados, cual niña avergonzada.
No se había equivocado.
—Ya tengo diecinueve años —sonríe Kakashi.
—Pues claro, es por-
—Ya dejé de ser un niño —interrumpe.
Sakura le queda mirando, como si recién en ese momento pudiera apreciarlo bien.
—Has crecido mucho desde que te conocí —asiente, concordando con él—. ¿Has estado alguna vez enamorado, Kakashi?
—¿Eh? —titubea como un idiota. Como un bebé que no sabe nada.
La mujer ríe enternecida por su reacción.
«¡Que cruel eres! La pregunta lo pilló desprevenido»
—Tal vez —responde, pero no da más detalles.
Sakura pestañeó un tanto sorprendida—. ¿De verdad?
Ésta vez le pica nuevamente la incontrolable curiosidad. Pero no insistió, por respeto a él. Una parte de Sakura le advertía que esa persona de la que alguna vez Kakashi pudo haber estado enamorado: era su compañera de equipo. Rin. Se cumplían alrededor de cuatro años desde su muerte.
—No te preguntaré quién es, pero no te librarás de contármelo después —dice Sakura, socarrona. Tiembla ligeramente por la brisa que le despeina los cabellos—. Y es cierto, ya no pareces un chiquillo. Incluso estás más alto que yo.
Termina de decir soltando unas carcajadas.
—Si quieres saber…
—Quiero saber —le dice Kakashi.
Sakura observa al muchacho un minuto y sus ojos se desbordan de amor hacia él, pero se detiene y busca un punto de apoyo que pueda utilizar apropiadamente.
—Lo extraño, extraño a Sasuke —dijo al fin. Con dolor en la voz.
Un dolor que se siente en el timbre de voz, y en el esfuerzo que ejerce la garganta al decir verdades muy hirientes. Que el portador se niega a reconocer.
La confesión deja tieso a Kakashi y, a su vez, enmudecido.
Extrañamente se sintió dolido.
—Pero —volvió a tomar la palabra Sakura—. Cada vez que lo recuerdo siento amargura.
Ella suspiró, mirando los colores azulados que adquiere el cielo en señal de despedida del sol y bienvenida a la luna.
—¿Por qué?
—No lo sé —ella levanta los hombros—. ¿Es muy absurdo? —ríe nerviosa.
Kakashi la observa un momento y se acomoda en su lugar, de manera sutil se acerca a ella.
Conocía perfectamente a Uchiha Sasuke. ¡Cómo no saber de su existencia!
Sin embargo, rara vez se le veía en la aldea.
—Si ama esa persona, no suena absurdo.
La serena voz de Kakashi, el semblante adormecido y demasiado relajado para un chico desconciertan a la mujer. Sakura siente descolocarse ante lo que oye.
—Cuando lo dices así lo haces sonar tan obvio.
Nuevamente se admira de la sencillez del ninja, lo que había dicho era casi una obviedad, como una verdad universal.
—Es la verdad.
—¿Y cómo explicas el sentimiento de amargura?
—¿Se refiere al resentimiento?
—No estoy resentida —reprocha, arrugando su nariz. Irritada.
—Lo está.
Sakura puso sus manos sobre su regazo, pensativa.
—Entonces…
Kakashi suspira casi por cuarta vez en un día.
—Tiene el orgullo herido, porque lo extraña, y al extrañarlo se da cuenta de cuánto afecta su presencia y la falta de ésta en su diario vivir.
Sakura frunció el ceño ligeramente al oírlo.
—Está resentida por él, por lo afectada que se encuentra y…
—… y me pregunto si él también me extraña o no. —Completa Sakura.
Kakashi asiente con la cabeza y no dice nada más al respecto. Ya no había ni una sola alma en el parque, a excepción de ellos dos; la gente que pasaba por la calle les observaba curiosos. Sakura comenzó a columpiar sus piernas, tan ensimismada en ella que no se percató del tiempo que estuvieron en silencio.
Después de un largo rato, Kakashi le tocó el hombro y recién en ese momento desembocó a tierra.
—¿Dije algo malo?
—No —respondió ella—. Me diste mucho en qué pensar.
El ninja hizo una mueca de disconformidad ante la respuesta, sintiéndose culpable.
—Comprendo.
Ya era de noche. Uno de los focos que iluminaba el parque les daba de lleno a las dos figuras que estaban sentadas en la banca. De por sí la situación ya era extraña, pensaba Kakashi, nunca dio consejos amorosos.
—Hmm… Eres bueno escuchando.
—No es cierto —se apresura a decir él, rascándose la mejilla.
—Sí que lo es. Pasaré toda la noche despierta pensando en lo que dijiste.
—Lo siento, le causaré insomnio.
—No, Kakashi. Éste insomnio será del bueno.
Sakura pone una de sus manos en la rodilla del joven de manera afectuosa, con una sonrisa angelical que contrarresta los pensamientos de él. Desconfiado de sus sentidos, Kakashi siente ponerse tenso al tacto.
—¿A qué se refiere? —preguntó un tanto impresionado.
—¡Tú sabes!
Él parpadeó, sintiendo su mandíbula desencajar.
—¿Eh?
—A pensar. Ya sabes… esos momentos en los que uno crece internamente. Uno nunca deja de crecer, Kakashi.
Sakura retiró su mano y la puso sobre su propio regazo, levantando la mirada hacia el cielo.
—Ah… eso —respira aliviado el ninja.
—Creo que he llegado a una conclusión —dijo Sakura de repente, poniéndose de pie.
—¿Cuál sería? —preguntó Kakashi, aún sentado, mirando cómo Sakura se estiraba luego de estar más de una hora sentada.
Se sentía un poco, solo un poco dolido.
Después de ver la sonrisa de Sakura, descubrió que se mentía a sí mismo. Que la palabra poco no era del todo sincera; un agente, bien retirado de su zona de confort, estaba afectando algo dentro de él. Algo que precisaba de palabras para lograr controlarse y evitar ser descubierto.
Y ese estado nublado de su mente se materializa en la forma de contemplar a Sakura, atento a cada detalle de su rostro delicado.
—Creo que confundimos demasiadas cosas con el amor.
La frase quedó suspendida en el aire y Kakashi bajó la cabeza. Sin ser capaz de ver a la mujer frente a sus ojos.
Lo más probable es que así sea.
—¿Está dudado de sus sentimientos?
Ella se llevó un dedo hacia su mentón, pensativa.
—No puedo explicarlo con palabras. Pero sí estoy segura de algo: después de hablar contigo el resentimiento se fue.
Kakashi no quiso escucharla, pero su voz con tinte de alegría llenó sus oídos como una suave música, que luego de unos instantes se volvió pesada y reveladora. Porque le mostraba frente a su nariz algo de lo que no quería ser expectante.
—Me alegro —murmuró, llevándose una de sus manos a la nuca. Nervioso.
—Vamos, te acompañaré a casa.
Asintió sin palabras y se puso de pie.
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No era tarde, pese a obscuridad del cielo. Al estar en otoño era normal que la noche anidara sobre Konoha más temprano.
La vida en las calles de la aldea aún no se apagaba, vibraba de actividad y bullicio, y las luces de las farolas de papel iluminaban la masa de cabezas que se dirigían a diferentes direcciones. Sakura y Kakashi caminaban a la par, en silencio y esquivando los cuerpos de los niños que jugaban correteándose de la mano de sus padres. El ambiente estaba invadido por el aroma a comida, que invadía las fosas nasales y atraían a nuevos comensales para degustar exquisiteces. Sakura estuvo a punto de invitar a Kakashi a comer, pero algo la detuvo: el semblante del ninja estaba levemente opacado.
—¿Por qué esa cara?
El joven levantó la mirada hacia ella, sin saber qué responder.
—Estoy algo cansado —opta por decir, llevándose una mano a la nuca.
—Entiendo —Sakura sonrió sintiendo pena por él—. A los ninjas ANBU se les exige más. Me imagino la carga que debes llevar.
Kakashi bajó el brazo y metió su mano dentro del bolsillo de su pantalón—. Algo así, algo así.
Sakura le extendió otro dulce con envoltorio marrón.
—Toma.
—¿Otro?
—Es chocolate, iba a comerlo yo, pero de verdad que me preocupas, tienes el rostro pálido. Tal vez no estás comiendo de manera saludable.
No había comido nada, en realidad; simplemente llenó su estómago con los complementos alimenticios que traía consigo en cada misión, sólo píldoras sin sabor.
Lo recibió sin protestas y retiró el envoltorio: sacando un trozo para él y uno para ella.
—Tenga.
Sakura negó con la cabeza, mientras evadía a tiempo a un hombre que iba tambaleándose de una posible pasada de copas. Doblaron hacía la derecha, alejándose de la masa de gente y bullicio. Al negarse, Kakashi prefiere guardar el chocolate en el bolsillo de sus tejanos para más tarde.
Cuando divisaron el departamento de Kakashi ambos se detuvieron al mismo tiempo.
—Estás pálido, ve a descansar.
Sonó como una orden. Kakashi levantó una ceja, cuestionando la razón de que le haya dicho eso.
—Te lo digo como médico, mi prioridad es mantener el cuerpo sano de las personas.
—Si es de ser así, no debió darme dulces.
—Estabas muy pálido, necesitabas azúcar —afirma y de paso le reprocha—. ¿No estás descansando bien?
Kakashi la contempló en medio de la obscuridad, la luz de la luna se derramaba como agua sobre el rostro de Sakura, delineando sus finos rasgos y ojos; verdes y rebosantes de vida silvestre.
Detestaba que se preocupara por él.
—Más o menos.
Sakura frunce el ceño y mira a su alrededor, comprobando que nadie estuviese cerca de ellos.
—Lo comprobaré yo misma —dijo de pronto, acortando la distancia que había entre ellos. Sakura, sin ningún titubeo, adosa ambas manos al rostro de Kakashi, analizándolo.
Él apenas y retrocedió un paso, que no resulta percibido por Sakura, hasta que ella sintió la incomodidad del hombre frente suyo.
—¿Tanto miedo le tienes a los chequeos médicos? —bromeó, dejando escapar una risita.
—No es eso.
Sakura, afortunadamente, no encaminó el tema hacia aguas más profundas, porque ahora su atención estaba enfocada en el rostro de su ex alumno. Sus dedos fueron rápidamente hacia el ojo izquierdo de Kakashi, que inmiscuían por debajo del párpado inferior; en busca de tonalidades extrañas que permitieran encontrar la razón del decaimiento del joven. Luego de unos segundos que a Kakashi le parecieron eternos, Sakura bajó sus dedos para examinar el tono de su piel.
—Sólo tienes bajas las defensas, no te aseguro nada, pero existe la posibilidad de que enfermes.
Terminó de decir, retirando sus dedos del rostro del ninja ANBU.
—Entonces me iré.
Todavía estaba cerca, tanto que podía oler el aroma de su perfume.
—Bebe algo caliente…
—No hagas esto —le pidió, de golpe, demasiado serio para ser cierto.
Sakura casi se sorprendió de que le tuteara, sin embargo lo que la dejó aún más desconcertada fue el tono empleado por Kakashi.
Se enojó.
—¿Q-qué?
—No quiero tu preocupación por mí.
—¿Por qué lo dices? Estoy dando…
No le dejó terminar, se hizo a un lado y se marchó a su hogar. Molesto e irritado.
Sakura se quedó con las palabras en la boca, aún sin poder digerir lo suficiente la situación. Viendo cómo se iba sin decir un solo adiós, enfadado por algo que ella–incluso ni él mismo– no lograba comprender…
… Casi sin darse cuenta le grita a todo pulmón con voz aniñada:
—¡PORQUE ERES ALGUIEN PRECIADO PARA MÍ, TONTO!
Kakashi se detiene un segundo y reanuda su marcha. Dándole la espalda.
Queriendo huir de una verdad que él no quería aceptar.
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¿Les a gustado? ¿O les pareció soso, bobo y absurdo? XD
Como ya había hecho un escrito de la pareja, sentí la impulsividad de escribir más.
Es un three-shot, que se divide en un antes, durante y después. Como dice el título. El segundo está completamente listo y el tercero en escritura aún. Si han llegado hasta aquí, muchas gracias, me siento feliz cada vez que veo que alguien lee mis historias. Me animo a seguir :')
Lamento si ha quedado OoC, me esforcé por mantener la actitud de Sakura ya siendo más madura y la de Kakashi cuando era más joven.
Siguiente capítulo: "Durante la lluvia"
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Soy todo oídos para aceptar criticas mañosas xD
¡Muchas gracias! Abrazos llenos de amor.
