Todos los personajes pertenecen a la jefa, Stephenie Meyer , yo sólo escribo.
Capitulo 1: La llamada.
Lo que tú me das pero yo no tomo.
Era otra mañana temprano en Forks. Como siempre había llovido un poco por la noche, y la húmedad del ambiente era una buena prueba de ello. Me vestí rápidamente y me puse los cascos, ni siquiere tuve la decencia de peinarme un poco.
Salí ha arreglar el Volvo, el motor se había venido abajo trás pasar por un gran charco llegando de la universidad y estaba hechado un vistazo por si por alguna remota casualidad había alguna temporal solución a la catástrofe, pero parecía que no. Genial, pensé.
Había empezado a caer suaves gotitas, como un aviso de una futra tormenta
Autorecreándome en mi agonía escuche a mi madre llamarme.
- Edward Cullen no te vuelvo a decir que vengas - Dijo acercándose de manera desafiante a la escaleras del porche. No subió la voz, por eso supe que estaba enfadada de verdad y eso me preocupó.
Las siete de la mañana y ya está de un humor de perros. Sólo se me ocurría que me hubiera llamado un millón de veces más y yo no me hubiera enterado hasta sentir su presencia en mi espalda.
En el salón estaban mis dos hermanos, Alice y Emmet.
Alice tenía veinte años, dos menos que yo y era pequeña y esbelta. Era muy caprichosa, y desde los quince le había dado por hacerse la enigmática. Supongo que le fue bien con su nuevo rasgo de personalidad porque en esas sigue. Hablaba mucho ,pero nunca de algo relacionado con ella o de la gente que quería por lo que a veces llegaba a pensar que podía esta en alguna banda secreta del gobierno y yo viviendo con ella sin enterarme.
Emmet, por su parte, era alto y robusto y tenía justo 11 meses más que yo, por lo que siempre estuvimos en la misma clase, hasta la bendita universidad. No es porque me cayese mal, ni mucho menos, si no que con sólo verlo me agotaba. Era muy maleducado, y eso era una de las cosas que más me gustaba de él. También era muy abierto y comprensivo, nunca buscaba bronca a pesar de su vocabulario construido a base de eructos y palabrotas, cosa que mi madre (a diferencia de mi) odiaba.
Llegue y me sente. Sonreí a Alice que estaba haciendo algunos proyectos de forma apresurada para la universidad encima de la mesa. Emmet miraba la tele aún con los párpados pegados y el pijama puesto. Mi madre corría de un lado a otro hablando por teléfono con mi tía. En una de sus idas y venidas puso una caja de Cheerios en la mesa y siguió hablando de lo mal que iba a acabar una tal Anne. Mientras desayunábamos me preguntaba que le había ocurrido a Esme para estar susceptible. Entonces caí.
Ayer Carlisle volvió tarde a casa seguro.
Desde hace unos diez años mi padre anda desatado. Cuando termina de estar en el hospital se dedica a ir a bares con sus colegas de trabajo y beber para ver cual de ellos tiene más hombría. Era como una segunda juventud por así llamarlo. Mi tía solía decirle a mi madre que tan sólo era una fase, "ya sabes, los cuarenta no son algo que todo el mundo lleve bien". Y tanto vaya, acababa de cumplir cuarenta y ocho y se cogía unas cogorzas tan gordas que se pasaba toda las mañanas vomitando en el váter. El olor a alcohol rancio y las broncas plagaban mi casa unas cuantas veces por cada mes.
Sin embargo, lo peor no era eso. Lo peor fue cuando mi madre descubrió que le había sido infiel, y más de una vez con mujeres más jovenes que ella. Desde entonces sólo está empeñada en perder peso y comprarse cremas anti-age. Esme estaba empeñada en ser todo aquello que mi padre quería que ella fuese, y con esto pasó lo mismo. En cuanto mi padre vio que mis hermanos y yo éramos lo suficientemente maduros como para no electrocutarnos accidentalmente o sucesos similares volvió a los veinte, y a sus veinte de soltero.
De camino a la universidad, mientras Alice se pintaba en el espejo del retrovisor y mi hermano me comentaba alegre lo que iba a hacer el fin de semana yo conducía el Jeep.
Hacía dos días que no recibí ningún mensaje de Tanya, mi amiga especial como lo llamaba Emmet. Aunque era bastante reservado en estos temas, Emmet nos pilló un día mientras estabamos especialmente cariñosos. Realmente sentía algo por ella, nunca hemos sido nada más que sexo casual pero eso de el roce hace el cariño es cierto, y estaba preocupado porque solía dirigirme unas cuantas palabras todos los días sobre temas sin importancia.
Trataba de decir alguna palabra suelta de vez en cuando para que Emmet viese lo mucho que me estaba interesando su nueva equipación de fútbol hasta que en su móvil saltó una notificación del juego al que estaba enganchado y se puso a ello. Alice me miró de reojo y sonrió ante lo sucedido. Que lista era.
Los dejé en el metro y llegué a la universidad. Tyler me esperaba en el aparcamiento.
- Dime que tú tampoco has estudiado para el examen de sociología de hoy - Dijo con sobreactuada preocupación.
- No he estudiado para el examen de sociologia de hoy - Respondí impasible mientras andaba a clase.
- Ahora dime la verdad - Dijo con una sonrisa vacilona.
- Eso es muy relativo - Respondí sarcástico. Me encantaba ver la cara que se le quedaba cuando le hablaba de lo que podía ser o no real y de todas esos pensamientos filosóficos que Tyler siempre esquibaba como si fuesen una olla de agua hirviendo.
- ¿Tanto cómo tu relación con Tanya o más? - Mierda, el burlador burlado.
En clase las horas pasaban lentas y me entretenía haciendo garabatos en los márgenes del cuaderno. Nunca fui muy buen hablador, pero ese hecho ha jugado un buen punto a mi favor casi siempre. Quien no me conoce suele pensar que soy interesante o un antipático, normalmente lo primero para mujeres y lo segundo para hombres. Era la viva imagen de la hipótesis, pero al contrario que mi hermana, no era una pose forzada. Ni era antisocial, ni mucho menos el rey de la universidad.
A la hora de almorzar Tyler devoraba una hamburguesa a mi lado mientras yo comía con ansias mi almuerzo. El sueño americano era esto definitivamente.
Mientras comiamos me contaba como el otro día vio en un bar a un tio le daba un infarto por comer demasiado.
- ¡Como en ese episodio de los Simpsons! - Dijo. Se estaba riendo tanto al recordarlo que la comida se le caía a trozos por toda la mesa. No podía evitar reirme y también sentir una gran vergüenza ajena al verle. La gente de las mesas cercanas miraba curiosa a la estridente risa de tyler, compensada por su gran voz grave. Algunos se sonreían y yo sólo pensaba que faltaba alguien sacando un móvil para hacer un video y colgarlo en Youtube, porque se haría viral, eso de seguro.
Vinieron a comer con nosotros Anthony y Ethan que disfrutaban del espectáculo, The Tyler's show. Si lo pensaba bien nos estábamos riendo de la trágica muerte de una persona en un bar, pero había algo en ese concepto que me hacía aún más reirnos nosotros, hicimos que se riése aún más gente, sin saber esta el sentido de nuestra risa. ¿Qué clase de humor negro rancio era ese?
Anthony y Ethan eran hermanos pero por regla general se fastidiaban en todo y cuanto podían. En muchas fiestas habían llegado a pegarse palizas delante de todo el mundo por la tonteria más simple.
Anthony era rubio con el pelo corto, fibroso y muy humilde y servicial. Era el típico buen chico pero cualquiera que le conociera podría darse cuenta de lo inseguro que era. Salía con Carol desde los quince. Yo siempre he pensado que era por miedo de no encontrar a otra persona que le quisiera y eso me apenaba. Carol solía tener a una gran ristra de chicos detrás de ella con los que coqueteaba a temporadas, cuando Anthony ya no le parecía del todo interesante.
Ethan era su contrario. Llevaba un corte asimétrico y algunos tatuajes repartidos por su cuerpo. Solía reírse de todo y no se tomaba en serio ni su propia vida. Su mirada era la misma que la de un psicópata. Tenía sobrevalorado el concepto de fidelidad en los amigos y en la familia y era un estudiante brillante.
Cuando las clases acabaron y recogí a mis hermanos del metro, llamé a Tanya, pero no me lo cogió ella.
- ¿Si? - Dijo una voz áspera.
Que cojones. Me recompuse y respondí.
- ¿Está Tanya? - Oía cuchicheos y susurros al otro lado del teléfono. Al cabo de un largo rato el desconocido se dignó a decir:
- No para ti - Y colgó. Me quede como un imbécil sosteniendo el telefóno en la puerta de mi casa.
Hola a todos los chicos y chicas vayáis a leer esta historia (y a los que no, también). Es mi primer post, estará colmado de fallitos pero es un gran historia que merece ser leída. Intentaré ser lo más constante que pueda subiendo los capítulos ya que los exámenes y demás me tienen un poco agobiada.
Esto era algo que quería hacer desde hace un tiempo. Hace unos tres años que leo muchas historias de FanFiction, y he ido notando que cada vez hay menos historias "buenas" sobretodo por la forma en que se están escribiendo. Soy una apasionada de la lectura (de ahí ese carácter tan crítico que veréis siempre en mi) y me estoy destrozando la cabeza en crear una buena historia, espero que os guste. Un beso, Lola.
