CAPÍTULO I
Demasiadas cosas ocurridas en muy poco tiempo...... La mañana se presentaba fría pero eso no parecía importarle al caballero. Caminaba con paso firme y decidido, necesitaba alejarse de todo y todos por un tiempo......sobre todo necesitaba alejarse de él, de Milo.
Se dirigía a la casa que Saori tenía en una playa privada y que había acondicionado para uso y disfrute de sus caballeros. Nadie podía usarla salvo ellos por lo que la mayor parte del tiempo estaba vacía. Llevaba meses pensando en la posibilidad de pasar un tiempo en ella, solo tranquilo.......por lo que esperó el momento en el que estaba completamente seguro de que nadie iría a molestarlo.
Desde que la Diosa resucitó a todos los caballeros caídos Kamus había sido más Kamus que nunca. Su porte no perdió la elegancia de los maestros del hielo pero sus movimientos eran lentos y pesados, no aquejaba ningún malestar físico, ninguna dolencia...salvo en el alma.
Mientras que Saga y Shura desechaban su dolor y frustración por loas acciones pasadas mediante entrenamiento y meditación, Kamus era incapaz de dormir más de dos horas seguidas. Nada más cerrar los ojos se veía a sí mismo haciendo uso de la técnica prohibida, alzando la mano contra sus compañeros y amigos, contra la diosa a la que juró proteger. De nada servían las palabras de consuelo, el echo de que todo fuese por salvarla a ella. En sus pesadillas era él y no Saga quien alzaba el puñal que terminó con la vida de Atenea.
Se alejó de todos, tan solo toleraba brevemente la compañía de Shaka, el tiempo justo que duraban sus meditaciones. Tan solo en este tiempo de recogimiento su alma encontraba algo de sosiego.
Milo era quien peor lo pasaba con su actitud. Al escorpión nunca le importaron sus palabras y miradas frías, su aparente indiferencia.....no, nunca le importaron mientras al final del día obtuviese una de sus maravillosas sonrisas. Nunca le importó hasta que perdió su sonrisa, sus caricias, su cálida compañía.
Kamus sabía que se estaba comportando de forma muy egoísta, que le estaba haciendo daño al único hombre que amó en toda su vida pero su corazón se negaba a latir de nuevo por él. El amor que una vez le profesó murió en el mismo instante en que juró lealtad a Hades traicionando así todas sus creencias, murió cuando murieron sus ideales.
Al fin divisó la casa a lo lejos, se erguía elegante y orgullosa al frente del mar, tal y como una vez fuera el caballero de acuario. Se dirigió al agua sin parar, con urgencia, soltó todo su equipaje sobre la fina arena y se despojó de su ropa hasta quedar completamente desnudo. Se adentró en el oleaje lentamente, dejando que el mar purificase su cuerpo.
Andó hasta quedar completamente sumergido, el mar taponó sus oídos dejándolo a solas con su culpa, el pecho se le encogía cada vez más, el silencio se le hizo insoportable pues en él retumbaban sus propias palabras tachándolo de traidor. Propulsándose con todas sus fuerzas salió de nuevo a la superficie al tiempo que un grito ronco y desgarrado emergía de su garganta.
ATENEAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA ¡!!!!!!
El sudor cubría su frente, caía lentamente marcando cada una de las facciones de su cara, el pelo se le pegaba incómodamente quedando atrapado entre sus labios. Caminaba con ligereza a pesar de llevar a cuestas una enorme caja ornamentada con dibujos representativos de la constelación del unicornio.
Un año duraba ya su viaje en busca de sí mismo. Siempre fue una persona bastante competitiva y por eso cuando concluyó la batalla contra Hades pidió audiencia con la Diosa para pedirle su autorización y poder marchar lejos para entrenar. Atenea consintió y Jabu no tardó en marchar en busca de....ni él sabía qué andaba buscando; y ahora se encontraba de vuelta después de recorrer miles de kilómetros, buscando, conociendo, entrenando.....pero seguía sin encontrarlo.
Cansado de vagar sin rumbo decidió volver a la Mansión con sus compañeros aunque antes pasaría unos días de reposo en la playa. Se había acostumbrado a la soledad y deseaba saborearla un poco más antes de integrarse en el bullicio formado por Seiya y que era prácticamente imposible de ignorar. Sonrió al pensar en el Pegaso, después de tantos años de pelear entre ellos ahora le reconocía su valía y en verdad casi le apreciaba como amigo.
Seiya fue una de las principales causas por las que comenzó aquel viaje, se sentía demasiado inútil e impotente cada vez que se quedaba atrás en vez de ir a la batalla. Era consciente de que no tenía el poder de los cinco caballeros de bronce y por eso no protestaba, hasta que se cansó y decidió entrenar por su cuenta en distintos tipos de clima y condiciones a fin de ganar en resistencia y velocidad.
Durante el transcurso del año conoció a muchas personas que le enriquecieron personalmente y lo ayudaron a madurar aunque seguía siendo el mismo chico entrometido y dulce de siempre. Una sonrisa era su firma, nunca dejaba de mostrarla....incluso cuando las cosas no iban bien se enfrentaba a la vida con ella como escudo. Si algo no tenía remedio no lo iba a arreglar preocupándose y si lo tenía no valía la pena pasar un mal rato.
Levantó la vista cuando sus pies se hundieron en la arena, el sol hirió sus ojos por los que puso una mano sobre ellos a modo de visera. El lugar era tremendamente exótico, la casa alta y majestuosa contrastaba con la fiera naturaleza que la rodeaba. Al frente un mar de infinita extensión y a la espaldas un bosque tupido y salvaje. Pensó que el lugar era bastante bueno para entrenar y que de esa forma no perdería el tiempo haciendo el vago.
Acomodó mejor las correas que ataban la caja a su espalda y se encaminó a la puerta trasera, la que daba a la cocina y que siempre le pareció mucho más íntima que la elegante y recargada puerta principal. Aún después de sus vivencias seguía siendo un chico bastante sencillo en maneras y costumbres.
Sacó una llave del bolsillo de sus vaqueros y entró sin problemas, tomó un gran vaso de agua y dejó la caja con la armadura encima de la mesa de la cocina para dirigirse al baño a darse una refrescante ducha. El calor del día unido a la larga caminata le habían cubierto de sudor y suciedad y como buen unicornio que era no soportaba ninguna de estas dos circunstancias.
Después de pasar casi toda la mañana corriendo y haciendo ejercicio lo único que necesitaba era una ducha de agua fría y relajante. Se mantuvo un buen rato bajo la ducha disfrutando de la sensación que le provocaba sentir el agua recorriendo su magnífico cuerpo, pasado un buen rato salió poniéndose una toalla en la cintura. Abrió la puerta del baño y casi se dio contra la pared al encontrarse allí con Jabu que lo miraba entre asombrado y divertido por la situación.
-Tú....qué haces aquí?
-Pues me temo que buscaba un poco de paz y soledad....no pensé que fuese a haber alguien aquí.
-Ya ves que sí así que coge tus cosas y lárgate.
La actitud de Kamus le sorprendía bastante, jamás esperaría de él una bienvenida y un abrazo pero el aguador era más que conocido por su educación......educación que no aparecía por ningún lado en esos momentos.
-No pienso irme a ningún lado Kamus.....estoy cansado y deseo darme una ducha para limpiarme, no te molestaré.......-una sonrisa divertida asomó a sus ojos- Acaso interrumpo algo caballero? Quién es el afortunado que comparte vuestro baño?
-Cómo osas dirigirte de esa manera ante un caballero de rango superior al tuyo? Háblame con más respeto si no quieres que te congele esa enorme bocaza que tienes.....y no, nadie me acompaña así que si vuelves a insinuar tan siquiera algo parecido yo.....
-Si...si.....ya se –le hizo un gesto aburrido con la mano- me congelarás la boca y bla...bla...bla.....ahora si me disculpas....-le hizo a un lado para entrar al baño y cerró la puerta tras él-
-Kamus tenía el rostro rojo de ira- Maldito mocoso......pero ya verá como le bajaran pronto esos aires que se da.....
Se fue a su cuarto murmurando insultos en francés y haciendo espavientos con las manos. Realmente ya no era el mismo hombre de antes, ahora las emociones, o la falta de estas, dominaban su vida y cada movimiento que realizaba. Nada quedaba del frío y sereno caballero de acuario.
Ese día no volvieron a verse pues ninguno de los dos deseaba la compañía del otro y la casa era lo suficientemente grande como para vivir en ella sin tener que cruzarse siquiera. Aún así se encontraban inevitablemente un par de veces al día cuando iban a la cocina para comer algo o beber un poco de agua. En esos encuentros siempre saltaban chispas, ninguno de los dos podía hacer nada sin que el otro le sacase alguna puntilla comenzando así mil batallas verbales. Sin percatarse de ello comenzaron a acudir a la cocina o al baño al mismo tiempo, casi siempre a la misma hora. Parecía que inconscientemente se buscaban el uno al otro aunque fuese tan solo para pelear.
-Oye! Caballo con cuerno......hasta cuando piensas estar aquí? Ya me estoy hartando de tu continua presencia.
-Siento molestar a Copito de Nieve pero no tengo ninguna intención de irme de aquí antes que tú así que o te acostumbras a mí o te vas.
Kamus ni siquiera contestó, lo miró con un gesto de absoluto desprecio e indiferencia, cogió la radio y salió a correr por la playa. Segundos después Jabu lo imitó pero se dirigió en la dirección opuesta. La rutina de la mañana había concluido y ya no volvería a encontrarse hasta la noche. Cuando el unicornio regresó estaba bien entrada la tarde pues comió en la playa para poder aprovechar mejor las horas de entrenamiento. No había signos del aguador y le extrañó, alegre pensó que quizás al fin optó por marcharse pero desechó la idea cuando vio que todas sus pertenencias seguían en el mismo lugar de siempre. No le dio más importancia, tomó una ducha y se acostó temprano, ya lo vería a la mañana siguiente y podría recuperar el tiempo perdido para meterse con él.
A la mañana siguiente Kamus seguía sin dar señales de vida y Jabu comenzó a ponerse nervioso. Sería posible que le hubiese ocurrido algo? Se tranquilizó pensando que no era tan fácil derrotar al caballero dorado y que ya era mayorcito para cuidar de sí mismo. De todas formas esa mañana no tomó su camino habitual sino que corrió en la dirección en que solía hacerlo Kamus. Pasados unos veinte minutos divisó frente a él un enorme y profundo hoyo, curioso como era por naturaleza se acercó a ver si había algo dentro de él y cual fue su sorpresa al encontrarse con.......
-Kamus!!!! Qué haces ahí? No me digas que estás esperando el autobús.........
Al aguador le invadieron la ira y la vergüenza por igual y sin encontrar algo mejor con lo que vengarse formó en la palma de su mano una gran bola de nieve y se la lanzó certeramente a la cara.
-Ya no te ríes graciosillo? Vete de aquí, no necesito tu ayuda........
Jabu se estaba limpiando aún la cara cuando escuchó el desprecio implícito en sus palabras. Tremendamente sereno le respondió.
-Si no me equivoco aún no te he ofrecido mi ayuda caballero.....y en vista de que no pareces necesitarla me retiro.....
Se alejó tan solo unos pasos, los suficientes para que el dorado no pudiese verlo y ocultó sus cosmos. No se escuchaba nada, el orgullo de Kamus era más fuerte que él y aunque muriese en aquel inmundo agujero no le pediría jamás ayuda a aquel mocoso.
Demasiadas cosas ocurridas en muy poco tiempo...... La mañana se presentaba fría pero eso no parecía importarle al caballero. Caminaba con paso firme y decidido, necesitaba alejarse de todo y todos por un tiempo......sobre todo necesitaba alejarse de él, de Milo.
Se dirigía a la casa que Saori tenía en una playa privada y que había acondicionado para uso y disfrute de sus caballeros. Nadie podía usarla salvo ellos por lo que la mayor parte del tiempo estaba vacía. Llevaba meses pensando en la posibilidad de pasar un tiempo en ella, solo tranquilo.......por lo que esperó el momento en el que estaba completamente seguro de que nadie iría a molestarlo.
Desde que la Diosa resucitó a todos los caballeros caídos Kamus había sido más Kamus que nunca. Su porte no perdió la elegancia de los maestros del hielo pero sus movimientos eran lentos y pesados, no aquejaba ningún malestar físico, ninguna dolencia...salvo en el alma.
Mientras que Saga y Shura desechaban su dolor y frustración por loas acciones pasadas mediante entrenamiento y meditación, Kamus era incapaz de dormir más de dos horas seguidas. Nada más cerrar los ojos se veía a sí mismo haciendo uso de la técnica prohibida, alzando la mano contra sus compañeros y amigos, contra la diosa a la que juró proteger. De nada servían las palabras de consuelo, el echo de que todo fuese por salvarla a ella. En sus pesadillas era él y no Saga quien alzaba el puñal que terminó con la vida de Atenea.
Se alejó de todos, tan solo toleraba brevemente la compañía de Shaka, el tiempo justo que duraban sus meditaciones. Tan solo en este tiempo de recogimiento su alma encontraba algo de sosiego.
Milo era quien peor lo pasaba con su actitud. Al escorpión nunca le importaron sus palabras y miradas frías, su aparente indiferencia.....no, nunca le importaron mientras al final del día obtuviese una de sus maravillosas sonrisas. Nunca le importó hasta que perdió su sonrisa, sus caricias, su cálida compañía.
Kamus sabía que se estaba comportando de forma muy egoísta, que le estaba haciendo daño al único hombre que amó en toda su vida pero su corazón se negaba a latir de nuevo por él. El amor que una vez le profesó murió en el mismo instante en que juró lealtad a Hades traicionando así todas sus creencias, murió cuando murieron sus ideales.
Al fin divisó la casa a lo lejos, se erguía elegante y orgullosa al frente del mar, tal y como una vez fuera el caballero de acuario. Se dirigió al agua sin parar, con urgencia, soltó todo su equipaje sobre la fina arena y se despojó de su ropa hasta quedar completamente desnudo. Se adentró en el oleaje lentamente, dejando que el mar purificase su cuerpo.
Andó hasta quedar completamente sumergido, el mar taponó sus oídos dejándolo a solas con su culpa, el pecho se le encogía cada vez más, el silencio se le hizo insoportable pues en él retumbaban sus propias palabras tachándolo de traidor. Propulsándose con todas sus fuerzas salió de nuevo a la superficie al tiempo que un grito ronco y desgarrado emergía de su garganta.
ATENEAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA ¡!!!!!!
El sudor cubría su frente, caía lentamente marcando cada una de las facciones de su cara, el pelo se le pegaba incómodamente quedando atrapado entre sus labios. Caminaba con ligereza a pesar de llevar a cuestas una enorme caja ornamentada con dibujos representativos de la constelación del unicornio.
Un año duraba ya su viaje en busca de sí mismo. Siempre fue una persona bastante competitiva y por eso cuando concluyó la batalla contra Hades pidió audiencia con la Diosa para pedirle su autorización y poder marchar lejos para entrenar. Atenea consintió y Jabu no tardó en marchar en busca de....ni él sabía qué andaba buscando; y ahora se encontraba de vuelta después de recorrer miles de kilómetros, buscando, conociendo, entrenando.....pero seguía sin encontrarlo.
Cansado de vagar sin rumbo decidió volver a la Mansión con sus compañeros aunque antes pasaría unos días de reposo en la playa. Se había acostumbrado a la soledad y deseaba saborearla un poco más antes de integrarse en el bullicio formado por Seiya y que era prácticamente imposible de ignorar. Sonrió al pensar en el Pegaso, después de tantos años de pelear entre ellos ahora le reconocía su valía y en verdad casi le apreciaba como amigo.
Seiya fue una de las principales causas por las que comenzó aquel viaje, se sentía demasiado inútil e impotente cada vez que se quedaba atrás en vez de ir a la batalla. Era consciente de que no tenía el poder de los cinco caballeros de bronce y por eso no protestaba, hasta que se cansó y decidió entrenar por su cuenta en distintos tipos de clima y condiciones a fin de ganar en resistencia y velocidad.
Durante el transcurso del año conoció a muchas personas que le enriquecieron personalmente y lo ayudaron a madurar aunque seguía siendo el mismo chico entrometido y dulce de siempre. Una sonrisa era su firma, nunca dejaba de mostrarla....incluso cuando las cosas no iban bien se enfrentaba a la vida con ella como escudo. Si algo no tenía remedio no lo iba a arreglar preocupándose y si lo tenía no valía la pena pasar un mal rato.
Levantó la vista cuando sus pies se hundieron en la arena, el sol hirió sus ojos por los que puso una mano sobre ellos a modo de visera. El lugar era tremendamente exótico, la casa alta y majestuosa contrastaba con la fiera naturaleza que la rodeaba. Al frente un mar de infinita extensión y a la espaldas un bosque tupido y salvaje. Pensó que el lugar era bastante bueno para entrenar y que de esa forma no perdería el tiempo haciendo el vago.
Acomodó mejor las correas que ataban la caja a su espalda y se encaminó a la puerta trasera, la que daba a la cocina y que siempre le pareció mucho más íntima que la elegante y recargada puerta principal. Aún después de sus vivencias seguía siendo un chico bastante sencillo en maneras y costumbres.
Sacó una llave del bolsillo de sus vaqueros y entró sin problemas, tomó un gran vaso de agua y dejó la caja con la armadura encima de la mesa de la cocina para dirigirse al baño a darse una refrescante ducha. El calor del día unido a la larga caminata le habían cubierto de sudor y suciedad y como buen unicornio que era no soportaba ninguna de estas dos circunstancias.
Después de pasar casi toda la mañana corriendo y haciendo ejercicio lo único que necesitaba era una ducha de agua fría y relajante. Se mantuvo un buen rato bajo la ducha disfrutando de la sensación que le provocaba sentir el agua recorriendo su magnífico cuerpo, pasado un buen rato salió poniéndose una toalla en la cintura. Abrió la puerta del baño y casi se dio contra la pared al encontrarse allí con Jabu que lo miraba entre asombrado y divertido por la situación.
-Tú....qué haces aquí?
-Pues me temo que buscaba un poco de paz y soledad....no pensé que fuese a haber alguien aquí.
-Ya ves que sí así que coge tus cosas y lárgate.
La actitud de Kamus le sorprendía bastante, jamás esperaría de él una bienvenida y un abrazo pero el aguador era más que conocido por su educación......educación que no aparecía por ningún lado en esos momentos.
-No pienso irme a ningún lado Kamus.....estoy cansado y deseo darme una ducha para limpiarme, no te molestaré.......-una sonrisa divertida asomó a sus ojos- Acaso interrumpo algo caballero? Quién es el afortunado que comparte vuestro baño?
-Cómo osas dirigirte de esa manera ante un caballero de rango superior al tuyo? Háblame con más respeto si no quieres que te congele esa enorme bocaza que tienes.....y no, nadie me acompaña así que si vuelves a insinuar tan siquiera algo parecido yo.....
-Si...si.....ya se –le hizo un gesto aburrido con la mano- me congelarás la boca y bla...bla...bla.....ahora si me disculpas....-le hizo a un lado para entrar al baño y cerró la puerta tras él-
-Kamus tenía el rostro rojo de ira- Maldito mocoso......pero ya verá como le bajaran pronto esos aires que se da.....
Se fue a su cuarto murmurando insultos en francés y haciendo espavientos con las manos. Realmente ya no era el mismo hombre de antes, ahora las emociones, o la falta de estas, dominaban su vida y cada movimiento que realizaba. Nada quedaba del frío y sereno caballero de acuario.
Ese día no volvieron a verse pues ninguno de los dos deseaba la compañía del otro y la casa era lo suficientemente grande como para vivir en ella sin tener que cruzarse siquiera. Aún así se encontraban inevitablemente un par de veces al día cuando iban a la cocina para comer algo o beber un poco de agua. En esos encuentros siempre saltaban chispas, ninguno de los dos podía hacer nada sin que el otro le sacase alguna puntilla comenzando así mil batallas verbales. Sin percatarse de ello comenzaron a acudir a la cocina o al baño al mismo tiempo, casi siempre a la misma hora. Parecía que inconscientemente se buscaban el uno al otro aunque fuese tan solo para pelear.
-Oye! Caballo con cuerno......hasta cuando piensas estar aquí? Ya me estoy hartando de tu continua presencia.
-Siento molestar a Copito de Nieve pero no tengo ninguna intención de irme de aquí antes que tú así que o te acostumbras a mí o te vas.
Kamus ni siquiera contestó, lo miró con un gesto de absoluto desprecio e indiferencia, cogió la radio y salió a correr por la playa. Segundos después Jabu lo imitó pero se dirigió en la dirección opuesta. La rutina de la mañana había concluido y ya no volvería a encontrarse hasta la noche. Cuando el unicornio regresó estaba bien entrada la tarde pues comió en la playa para poder aprovechar mejor las horas de entrenamiento. No había signos del aguador y le extrañó, alegre pensó que quizás al fin optó por marcharse pero desechó la idea cuando vio que todas sus pertenencias seguían en el mismo lugar de siempre. No le dio más importancia, tomó una ducha y se acostó temprano, ya lo vería a la mañana siguiente y podría recuperar el tiempo perdido para meterse con él.
A la mañana siguiente Kamus seguía sin dar señales de vida y Jabu comenzó a ponerse nervioso. Sería posible que le hubiese ocurrido algo? Se tranquilizó pensando que no era tan fácil derrotar al caballero dorado y que ya era mayorcito para cuidar de sí mismo. De todas formas esa mañana no tomó su camino habitual sino que corrió en la dirección en que solía hacerlo Kamus. Pasados unos veinte minutos divisó frente a él un enorme y profundo hoyo, curioso como era por naturaleza se acercó a ver si había algo dentro de él y cual fue su sorpresa al encontrarse con.......
-Kamus!!!! Qué haces ahí? No me digas que estás esperando el autobús.........
Al aguador le invadieron la ira y la vergüenza por igual y sin encontrar algo mejor con lo que vengarse formó en la palma de su mano una gran bola de nieve y se la lanzó certeramente a la cara.
-Ya no te ríes graciosillo? Vete de aquí, no necesito tu ayuda........
Jabu se estaba limpiando aún la cara cuando escuchó el desprecio implícito en sus palabras. Tremendamente sereno le respondió.
-Si no me equivoco aún no te he ofrecido mi ayuda caballero.....y en vista de que no pareces necesitarla me retiro.....
Se alejó tan solo unos pasos, los suficientes para que el dorado no pudiese verlo y ocultó sus cosmos. No se escuchaba nada, el orgullo de Kamus era más fuerte que él y aunque muriese en aquel inmundo agujero no le pediría jamás ayuda a aquel mocoso.
