Teen Titans no me pertenece
Detrás de una sonrisa
Se despertó sobresaltado. Su cuerpo temblaba y estaba empapado en sudor. Miró a su alrededor intentando reconocer su habitación. Todo estaba en tinieblas. El silencio le hubiera taladrado los oídos de no ser por su agitada respiración y los latidos de su corazón.
Soltó un gruñido al mismo tiempo que dejó caer los brazos contra el colchón. Mantenía los dientes apretados, se preguntó si tal vez podrían llegar a quebrarse. Con un brinco bajó de la cama y avanzó tambaleante hacia la puerta del cuarto que se abrió ante su presencia. Afuera, la oscuridad reinaba y apenas, si prestaba atención, podía distinguir la respiración tranquila de sus compañeros. Todos estaban dormidos. Tal y como se suponía que debía ser.
Sus pasos perturbaron la calma. Poco a poco se acercó hacia el elevador. Buscaba llegar al último piso. Necesitaba respirar aire fresco, pero más que otra cosa, deseaba que su mente se despejara.
Al llegar a la azotea vio la ciudad iluminada a sus pies. El sonido de algunas ambulancias llegaban desde la lejanía. Dejó que el sonido que producían las olas al chocar contra las rocas de la isla lo tranquilizara un poco. Nada era suficiente. No lograba arrancar de su cabeza la mirada de su padre y la sonrisa de su madre. Era eso lo que les había heredado ¿no? Bajó la mirada y esbozó una sonrisa mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.
Le dio la espalda a la ciudad y se dirigió hacia el otro extremo del lugar, en donde lentamente se sentó en el borde. Miró al cielo y cerró los ojos con fuerza. Era el día. Era el aniversario luctuoso de sus padres. Un año más en el que no recibía un beso de su madre o una palmada amistosa de su padre. Se preguntó si algún día el dolor se iría.
—¿Te encuentras bien?
La voz de su compañera lo sacó de su ensimismamiento.
—Claro —se giró para responder dibujando en su rostro su mejor sonrisa. Ya estaba acostumbrado.
Ella enarcó una ceja, como si no le creyera. Esperó que en sus ojos no quedara rastro de las lágrimas que acababa de derramar. La chica dio un paso al frente.
—¿Puedo sentarme?
La pregunta lo sorprendió.
—Claro.
El joven se recorrió un poco para permitir que Raven se sentara junto a él. No fue hasta que la vio envolverse en su capa y abrazarse a sí misma que se dio cuenta del frío que estaba haciendo.
—¿Y tú? —preguntó Chico Bestia —¿Todo en orden?
La chica esbozó una sonrisa casi imperceptible, tenía la mirada clavada en el mar. En el fondo, había pocas cosas que le gustaran tanto como mantener una conversación seria con su compañero de equipo. Podía ver cómo cada día se esforzaba por ser fuerte. Sentía como su alma estaba dolida pero él siempre se olvidaba de sí para darlo todo por el equipo.
—Escuché ruidos en el pasillo —respondió.
—Lo lamento.
—No es un reproche.
Ambos estuvieron en silencio por largos minutos. Bestia luchaba contra el sentimiento y las ganas de abrazar a su compañera y echarse a llorar. Agradecía que estuviera ahí, pero eso lo complicaba todo. Por otro lado, Raven podía sentir que algo lo molestaba. Con cautela miró en su dirección y contempló los puños apretados del chico.
Raven estuvo a punto de hablar cuando él la interrumpió.
—Lo siento, solo quería despejarme un poco, me iré a la cama.
Se alejó rápidamente con la cabeza gacha y sin decir nada más. Siguió sus pasos de regreso a su habitación. Subió a su cama y golpeó las almohadas con toda su fuerza una y otra vez hasta que quedó exhausto. Se acostó mirando al techo y abrazó una de sus almohadas con fuerza mientras las lágrimas volvían a brotar de sus ojos. No notó cuando se quedó dormido.
