Su Alteza Real Renesmee Carlie Cullen Swan. Princesa de Luna Rosa. Duquesa de Luna Verde y Condesa de Luna Azul, traicionada por Alec, su hermano adoptivo, es condenada a vivir en la peor prisión del universo conocido: el tercer planeta de la estrella dorada. El planeta que los prisioneros llaman Tierra.

Aterrorizada por haber sido exiliada en el planeta mas salvaje, feo y maloliente que haya visto y con su memoria intacta -parte de su condena-, ataca a las dos personas que la encontraron en medio del bosque: Alice y Jacob. Mientras cumple su condena y se adapta a su nueva vida, se da cuenta de que los humanos no saben que están en una prisión... y que Jacob Black no es quien él cree que es.


Prefacio

Miré las paredes plateadas de mi pequeña celda y una lagrima resbaló de mi mejilla, hasta caer en mis pantalones de dormir color lavanda. Me sorprendió que aun pudiera llorar; ya había llorado mi alma entera la ultima semana. Hace siete días mi vida había dado un giro de 180 grados de lo mas enfermizo.

Mi nombre es Renesmee, Princesa del planeta Iddén, Princesa de Luna Rosa mi verdadero hogar, mi futuro reino. Soy considerada una de las princesas mas bellas de la Unión Planetaria: piel blanca y suave, mejillas color durazno, labios rojos, grandes ojos color marrón pestañas largas, espesas y negras, cabello largo, rizado y color cobre. Soy heredera de un trono rico, productivo, pacifico, hermoso...

Por derecho, mis padres son los reyes de la luna rosa que gira alrededor del planeta, por obligación lo son de Iddén. Mi tararabuelo, Carlisle I, era el virrey de Iddén, cuando el rey Ephraim y su esposa Martha desaparecieron de la noche a la mañana dejando descendencia alguna; el senado, apoyado por los embajadores de nuestro planeta nombraron a Carlisle el nuevo rey. Al morir el, su hijo -mi bisabuelo- heredó ambos tronos, al igual que lo hizo mi abuelo y mi padre... Tal y como lo debí haber hecho yo, al casarme con algún príncipe de la Luna Verde o Luna Azul de Iddén, o incluso con alguien del planeta Romn, Egitius, Holads, Rusd, Azt, Kahale, o cualquier otro planeta que firmó el Tratado de Paz que mi bisabuelo Carlisle II originó -naciendo así la Unión Planetaria-. Pero ahora...

Ahora mis ojos jamas se tornaran color rosa.

Ahora nadie quiere poseer mi mano, ahora nadie quiere siquiera haber cruzado palabra conmigo alguna vez. Se me acusa de traición, de fraternizar con el enemigo, de ser parte importante de la Resistencia que no firmó el Tratado de Paz y ademas de ser la autora intelectual del intento de asesinato de mi propio padre, el rey Edward II.

Hace una semana exactamente, fui sacada de mis aposentos privados de mi palacio en Luna Rosa, yo dormía, era la mitad de la noche. Mi madre me había enviado fuera de Iddén, para que estuviera a salvo en caso de otro atentado. Los guardias reales, mis guardias reales, me sacaron a rastras de la cama recitando los cargos de los que era acusada.

En principio pensé que me estaban despertando de esa manera por que estaban atacando el palacio y tenían que llevarme a un lugar seguro en una de las torres.

Nada mas alejado de la realidad.

Me sacaron del palacio en medio de una turba, donde mi propio pueblo me lanzó rocas. Rocas! Como si estuviéramos en el planeta Viknot, un planeta desértico, salvaje y nada civilizado, con reglas extrañas donde la mujer es nada; claro que el no es parte de la Unión Planetaria. Los guardias me subieron a una plataforma de transportación y aparecí en la celda en la que me encuentro ahora, en alguna cárcel de Iddén.

Mi celda es pequeña, de techos y paredes redondeadas. Parece una burbuja, los barrotes al lado izquierdo de mi incomoda cama son de láser rojo, dándole a mi burbuja un aspecto siniestro. El láser rojo es el mas mortífero; si lo tocas te corta la mano tan fácil como si fuera tela.

Mi madre, la reina Isabella, ataviada con una discreta capa negra, vino a visitarme dos días después de mi encarcelamiento. En cuanto la vi, se me partió el corazón en mil pedazos. Ella me creía culpable. No tuvo que decirme nada, sus grandes y expresivos ojos marrón -iguales a los míos- me lo dijeron como si me lo hubiera gritado. Yo me dedique a llorar de alegría por que había ido a verme -y probablemente a liberarme- y después me deje caer de rodillas en el piso, totalmente destrozada al ver su mirada.

-Solo quería que supieras que tu padre se ha recuperado. El sigue siendo el rey de Iddén y de Luna Rosa y el líder principal de la Unión... Tu juicio sera el primer día de la semana, al alba -miré a la hermosa reina, tras los lásers a través de mis lagrimas, hincada frente a ella-. Que el Creador se apiade de tu alma, Renesmee - me miró con tanto odio. Como si yo fuera el ser mas despreciable de todo el universo. Como si fuera un ser repulsivo y mal oliente... y no su hija. Su única y verdadera hija.

-Pero madre... - fue todo lo que le pude decir a su silueta que se marchaba a toda prisa, tratando de incorporarme.

Me acerqué a los barrotes rojos gritándole que regresara, que me dejara defenderme de tales acusaciones que eran falsas. Pero no tenia caso, ella se había marchado sin mirar atrás.

-Hola, hermana - la voz de mi hermano adoptivo, me sacó del recuerdo de la visita de mi madre.

-Alec! - me levanté a prisa de la cama y me dirigí a los lasers de mi celda, deteniéndome a escasos y peligrosos centímetros de ellos.

Alec había sido adoptado por mis padres luego de que el planeta Vulturi perdiera la guerra y fuera sometido, uniéndose así -por fin- a la Unión Planetaria. Aro, su padre, al igual que el resto de su familia había muerto en la toma del planeta, dejando huérfano a Alec. Mi hermano tenia un año de edad, cinco años después nací yo, la heredera legitima.

-Como estas?

-De maravilla - respondí con sarcasmo, cruzándome de brazos.

-Mañana es tu juicio - murmuró bajando la mirada a sus relucientes botas negras, altas hasta la rodilla.

-Pero que juicio?! Yo no he hecho nada, Alec! Eso que dicen no es cierto! Como voy a querer derrocar al rey para tomar su lugar? Ni siquiera creo estar lista para contraer matrimonio y comenzar a gobernar Luna Rosa, mucho menos voy a ser parte importante de la Resistencia!

-Lo se...

-Pero es que yo no he hecho nada -sollocé-. Los guardias me han dicho que no tengo derecho a un defensor. Es una ley que yo tenga alguna clase de defensa y ser totalmente informada de lo que se me acusa - moví desesperadamente mis manos, tratando de desahogarme de alguna otra forma. Quería hasta golpear las paredes y aullarle a mi luna.

-Lo se... - replicó Alec pasando su mano tan blanca como la mía por su rubio cabello.

-Yo no quiero matar al rey, es mi padre! Lo amo -me limpié las insípidas lagrimas de mis mejillas-. Como esta el? Mi madre... -me aclaré la garganta al recordar su mirada, aquella no era mi madre, era una soberana traicionada- la reina me dijo que se había recuperado... solo eso.

-El ya esta bien... Edward... mando investigar quien estaba detrás de su ataque... y dicha investigación... nos llevó a ti - su voz no tenia ni una pizca de emoción.

-Pero yo no hice nada, Alec!

-Lo se.

-Hermano, te juro que yo no tengo nada que ver con la Resistencia! Tu sabes bien que yo apoyo a la Unión Planetaria... Espera... Nos?

-Si, yo estaba al frente de la investigación. Soy el consultor personal y asesor del rey. Recuerdas?

-Alec... pero es falso lo que encontraste! Yo soy inocente, no hice nada de lo que se me acusa! Como es que la investigación los llevó hasta mi? No conozco a nadie de los planetas de la Resistencia...

Conocía a sus lideres por medio de imágenes, había escuchado sus historias, me sabia casi de memoria los ataques hacia cada miembro de la Unión Planetaria... Pero no conocía a ninguno en persona, jamas había visitado los planetas rebeldes y ningún habitante de un planeta miembro de la Resistencia podía entrar a un planeta pacifico, a menos que pidiera refugio y después de una exhaustiva investigación era integrado a la sociedad, pero con una identidad diferente para que no fuera señalado o rechazado.

-Me conoces a mi... hermana - musitó el príncipe Alec.

-Tu no cuentas! Eres mi hermano, te criaste en este planeta tu... Tu... -tu eres hijo de Aro, rey del planeta rebelde que mas caos y destrucción ha causado a nuestros hermanos interplanetarios... No, Alec!- Tu... tu estabas al frente de la investigación... Tu... -balbuceé sin aliento.

Una lenta sonrisa apareció en su agraciado y perfecto rostro.

No, Alec!

-Yo - articuló con los labios. En sus ojos azules había pura maldad.

Ese no era mi hermano. Quien era ese? Había sido así siempre? Claro que lo era! Era hijo de su padre, que podíamos esperar!

-Alec... - no podía siquiera llorar mas.

Era una estatua frente a el, aun vestida con la pijama lavanda con la que me habían sacado de mi palacio... No estaba respirando, no parpadeaba... Me estaba muriendo de pie frente al traidor Príncipe Alec de Iddén, conde del planeta Vulturi, duque de Luna Rosa, Luna Verde y Luna Azul, consultor personal y asesor del rey Edward II, mi padre, a quien casi asesinan a unos cincuenta metros de mi...

Alec!

-Yo soy el líder de la Resistencia, hermanita - me guiñó el ojo y se marchó.

Tan simple como eso. Se marchó y tras de el ondeaba su distintiva capa azul real, que constataba sus títulos de nobleza. Nobleza que no tiene en el, ni le pertenecen esos títulos. Alec es un Vulturiano... El es un asesino como su padre, es un traidor como su ancestro Caius...

Alec iba a matar a mis padres! Se quedaría con el trono y se desataría el caos... No solo mi padre estaba en peligro, sino toda la Unión Planetaria! Mi familia es el líder principal de la Unión, por ser los creadores de ella... Alec destruirá en días lo que a mi bisabuelo, Carlisle II, le tomo años... Los Vulturianos se apoderaran de todo como se rumoreó que lo harían tras la desaparición del rey Ephraim... Con ellos nadie prosperara, serán de nuevo prisioneros...

Alec que has hecho? Que me has hecho?!

Tenia que hacerle saber a mis padres las intenciones de Alec. Tendría un juicio, tenia que tener oportunidad de defenderme, es mi derecho; no solo por ser una princesa, sino por derecho como ciudadana y miembro de la Unión Planetaria.

Mientras aun planeaba como defenderme, los lasers frente a mi desaparecieron y dos guardias entraron a la burbuja plateada.

No sabia ni cuanto tiempo había pasado ya desde que Alec se marchó lanzándome aquella verdad.

-Princesa Renesmee, podrá asearse para estar presentable en su juicio en el palacio. La familia real estará presente, así como los embajadores de la Unión Planetaria en Iddén - murmuró uno de ellos. Era alto, fuerte, rasgos hermosos como los de todos en el planeta. Jamas en mi vida lo había visto.

El otro guardia también alto y fuerte, me tomó de las muñecas y me puso unas esposas de láser azul pálido, no me cortarían la mano si intentaba quitármelas, pero si me dejarían quemaduras graves.

Mi celda era la ultima del pasillo siete de la prisión. Era la única prisionera en ese pasillo. A lo lejos escuché como se burlaban de mi los delincuentes de los otros pasillos.

-Adiós, su Alteza Real!

-Que lastima que te descubrieron!

-Haber si ya dejas de llorar por las noches, que no dejas dormir, princesita.

-Viva la Resistencia! Viva su líder, la Princesa Renesmee!

Sus comentarios no ayudaban de mucho, traidores. Muchas gracias!

El baño de la prisión en donde me encontraba, estaba desierto, por supuesto. Eran las... En realidad no tenia idea de que hora era. Mi celda/burbuja plateada no tenia ventanas, tampoco los pasillos. Caminé hasta el ultimo rincón de ese enorme lugar con cientos de duchas, ante mi se deslizó la puerta hacia el lado derecho para poder entrar en el diminuto espacio de un metro por un metro. Me desvestí antes de entrar y dejé en el suelo mi sucia pijama. Al meterme en la ducha los chorros automáticos de agua tibia mojaron mi tembloroso cuerpo. El agua salia en una temperatura perfecta, como en cada ducha de la Unión Planetaria. Estiré mi mano hacia el pequeño compartimento cuadrado para recibir la cantidad adecuada de shampoo, al igual que jabón.

Al salir de la ducha, me encontré uno de mis vestidos de gala y una lujosa capa negra con piedras preciosas incrustadas entre los bordados de hilo de oro. Así como mi tiara favorita.

Quien sea quien me haya llevado esa ropa aun era mi aliado. Quería que me viera como la princesa que soy y no como la traidora que piensan que me convertí.

Después de secar mi cuerpo con una suave toalla blanca, tomé el vestido color perla. La parte superior era ajustada que hacia destacar mi pequeña cintura y mis senos estaban bastante expuestos por el escote cuadrado, justo en la cintura tenia un grueso cinturón trenzado color oro. La falda era amplia y las mangas largas que se iban haciendo mas amplias conforme llegaban a la muñeca. Temblando de miedo me puse la capa sobre mis hombros y la cerré al frente. Por ultimo coloqué la tiara en la parte superior de mi cabeza y diciendo una y mil plegarias al Creador me dirigí hacia la puerta donde ya me esperaban decenas de guardias que me vigilarían camino al palacio, donde seria juzgada.


En el próximo capitulo de Pink Moon

-Date prisa, Black! Ya quiero mi extraterrestre. Quiero que sea de esos flaquitos pero pansoncitos de ojos negros, grandes y almendrados y piel grisesita -murmuró Alice con expresión soñadora, mientras su amigo intentaba no vomitar-. Crees que pueda leer la mente?

-Cállate, Alice y enfoca la cámara - masculló el chico entre dientes.

Una vez mas respiró profundo y contó mentalmente hasta tres.

1, 2, 3...

Giró el bulto negro y tanto Alice como Jacob saltaron hacia atrás como acto reflejo, tratando de protegerse. Luego miraron con detenimiento lo que tenían delante de ellos y después se miraron con el ceño fruncido.

-Pero que demonios?! -refunfuñó Alice apagando la cámara-. Quien rayos es esa y que ha hecho con mi alien?!

Jacob la ignoró en su berrinche, se acercó a lo que tenia delante de el. Era una chica... una chica muerta. Su lisa y perfecta piel estaba muy pálida y sus labios carnosos comenzaban a tornarse azules. Era muy hermosa... y muerta. Estaban en una escena del crimen, tenían que ir de ahí de inmediato, pero Alice, como no, comenzó a picotear al cadáver con la rama.


ADVERTENCIA: este fanfiction contiene faltas de ortografía y gramaticales, leer bajo su propia responsabilidad.
No pretendo ser la próxima gran autora best seller descubierta por su fanfiction, solo lo hago por diversión y para entretener a mis LITTLE PERVERTS.