Antes que nada ¡Muchas gracias por entrar a mi historia!, este fic está dedicado especialmente a mi amiga Hikari Takaishi Yagami, quien me inspiró a escribir esta historia (pero creo que ya no escribe mucho por aquí).
Ahh, y sobre el fic, ¿qué puedo decirles?, es una de las historias que prometí que publicaría sobre los hijos de los elegidos, esta es una historia alterna que sucede después de Memorias Borradas, así que recomendaría que conocieras a los personajes al menos un poco.
Este es un fic romántico, pero tiene de todo. Si te interesa saber que ha pasado con los pequeños hijos de los elegidos al crecer, es probable que te agrade esta historia. A todos los simpatizantes de Sei Takaishi les adelanto que esta historia es sobre él.
Decidí publicar esto después de tanto tiempo porque sigo con mi plan de sacar a la luz todos mis fics enterrados… la buena noticia es que éste ya está terminado y lo publicaré completo.
¡Eso es todo, espero les guste la lectura!
--Este fic se escribió de diciembre de 2003 a febrero de 2004--
(2032)
Agridulce
Por CieloCriss
1 "¿Agrio?"
Desde hacía dos horas que Seiyuro Takaishi se había arrepentido de su imprudencia. No sabía qué demonios había estado pensando cuando aceptó salir con ella.
… El entrar al bar, el tomar tanto sake, el besarle la boca, el aceptarla: todo era un error, el sonrojo que sentía era por la borrachera, no por los tersos labios carmines de esa mujer. La excitación era su entallada ropa, las insinuaciones, no el bendito deseo de hacer el amor. Muy en el fondo lo sabía, sabía que no era correcto, que debía regresar a casa.
La estaba pasando bien. El negocio era un bar casi privado y para adultos, ella lo había introducido ahí. Su celeste mirada de diecisiete años era la atracción de muchas mujeres maduras, su misma acompañante lo presumía, desde ese momento él comenzó a sentirse incómodo.
-Takaishi, te ves hermoso, dame un beso… justo aquí– ordenó ella, vaciándose licor entre los senos.
Seiyuro se abstuvo, sólo sonrió y se dio la vuelta. La incomodidad iba en aumento porque se sentía fuera de lugar, porque no estaba con una jovencita.
El muchacho se levantó del banco, se tambaleó por la ebriedad, tuvo que sostenerse de la mesa para no caerse. Le dolía la cabeza, lo único que quería era regresar a su casa y dormir doce horas seguidas.
-Es tarde… - musitó en voz bajita, vio que las otras mujeres lo señalaron considerándolo tierno y los demás hombres fruncieron el ceño.
-¿El pequeño gigoló quiere dormirse?, ¿eh, bebé?
Sei no respondió a la agresión de un sujeto cercano, trató de caminar para marcharse, pero su cita lo sostuvo para que no se fuera.
-Entiendo Takaishi, quieres tener más privacidad, ¿verdad? – le guiñó el ojo al chico, quien ni lo notó.
-Debo irme a casa, profesora Kishi.
-La orden de tu profesora es que te quedes, ¿no me prometiste una noche encantadora?, has tomado demasiado, querido alumno – dijo la mujer con cinismo, mientras Seiyuro sentía que el mundo le daba vueltas y el sabor amargo se incrementaba en su boca seca.
-Tengo sed, profesora Kishi.
La profesora Kishi atrajo al rubio a su regazo, restregó el rostro de Sei en sus pechos, entonces el muchacho se dejó guiar por un vértigo de placer y comenzó a besar a su maestra de Arte con pasión.
-Satsuki, ¿nos permitirás la habitación de arriba, ne?
-Pasa Kishi, ese muñeco es todo tuyo.
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Seiyuro despertó con jaqueca, abrió los ojos lentamente y al girar sobre la cama se encontró a su profesora de Arte. Se atragantó con su propio aire, se le desorbitaron los ojos al verla desnuda casi sobre él. Sei se golpeó la cabeza. "Eres un imbécil" se dijo "¿Qué demonios hiciste que no te acuerdas?"
Negó con pesadumbre… quiso zafarse del problema. Vio que su ropa estaba tirada por toda la habitación, y al sentarse en la cama, Miki Kishi lo sostuvo de la cintura.
-¿Ya te vas?, apenas son las cinco de la mañana, Takaishi.
-¡Profesora Kishi! – exclamó el joven, hecho un hielo, agachó la cabeza, confundido.
-Después de lo ardiente de nuestra noche, ¿no pensarás en irte tan rápido, verdad?, ¿estás agotado?, no más que yo, Seiyuro-chan, me hiciste gozar como nadie… nadie se creería el cuento de que eras virgen.
-No… no recuerdo.
Kishi lo volvió a atraer hacia ella, el chico sintió repulsión, se le intensificaron las náuseas por la resaca.
-Tomaste mucho, bombón, pero la pasaste bien, te lo aseguro.
Seiyuro tuvo ganas de despertar de una pesadilla, pero en realidad sí estaba desnudo en la cama con una profesora… con la que había tenido sexo.
-Debo irme…
-¿A tu casa? ¿Y cuándo volveremos a vernos, mi bombón?
-No creo que volvamos a vernos.
-¿Tienes miedo, Takaishi?, ¿qué pasó con el hombrecito que ayer me ofreció una noche maravillosa?
-Yo sólo quería alegrarla… usted estaba triste por el fallecimiento de su esposo, profesora, no quería tener relaciones íntimas con usted.
La amargura le provocó a Sei una tristeza inaguantable. Se vistió lo más rápido que pudo, luego trató de huir de la mujer con torpeza.
-Nos veremos en la escuela entonces, Seiyuro-chan, y sé que pronto volverás a mí.
La profesora Kishi saltó hacia Sei y atrapó los labios del rubio, quien quedó paralizado y sintió frío, después evacuó el cuarto en donde estaba, bajó unas escalares, se halló en el bar en el que él y la profesora habían pasado la noche.
Una mujer estaba limpiando los destrozos de la noche pasada.
-Disculpe, la salida… - pidió Sei, desorientado.
-A la derecha joven, ¿ya se va tan temprano?, acabamos de cerrar, ¿la pasó bien con Kishi?
-No. – sinceró Sei, saliendo a toda prisa.
Apenas estaba amaneciendo. En otras circunstancias Seiyuro hubiera contemplado y hasta grabado el alba, pero ahora no tenía ojos más que para sus pies.
Nada de esto le estuviera pasando si fuera un poco más pensante y escuchara los consejos de Toshi, o de su propia conciencia. "Soy un estúpido" se dijo molesto, despeinándose el cabello "Apenas a mí se me ocurre consolar a una maestra de esta manera, ¡apenas yo termino metido en un problema así!".
La tarde pasada había encontrado a Kishi llorando en su escritorio después de las clases, ésta le había contado que era el aniversario de la muerte de su marido y se sentía sola, Sei le había dicho que debía trascender el fantasma de su esposo conociendo a alguien más.
"Nadie me daría la felicidad que me dio mi esposo" había respondido ella, Sei ahora comprendía que habían sido lágrimas de cocodrilo; "No diga eso, apuesto a que hay miles de hombres que le prometerían una noche maravillosa, es usted joven y bonita, profesora Kishi". Kishi entonces se había atrevido a besarlo, y el simple hecho de que una profesora lo besara, había entusiasmado a Sei.
"¿Me llevaría usted a esa cita tan maravillosa, Takaishi?"
Sei había aceptado gustoso. La idea de romper las reglas saliendo con alguien mayor era expectante.
Sin embargo había aprendido la lección tarde, como siempre. Se sentía traicionado, humillado, ultrajado, estúpido… ¿Qué pensaría la profesora de su estupidez?, ¿Estaría preocupada su familia?
Seiyuro deambuló por calles desconocidas mientras el día nacía de nueva cuenta, había vomitado tres veces en los callejones que se le iban cruzando en el camino. Traía pinta de no haber dormido en varias noches, le costaba trabajo andar y pensar en cómo regresar a casa. Estaba en un barrio alejado hasta de la misma preparatoria, a cada momento sentía que su debilidad se incrementaba de manera mágica, totalmente inverosímil, puesto que él siempre había sido un joven saludable y alegre.
"No es normal que una simple resaca me tenga tan idiota" se dijo, mascullando por fuera y bufando su aturdimiento. Menos mal que era sábado, el aire matutino se desprendía de la nada y vagaba por el día. Sei comenzó a ver panorama conocido a las siete de la mañana.
-¡Seiyuro Takaishi! – oyó que lo llamaban, el joven paró en seco al reconocer la voz, sonaba molesta, pero era una voz muy querida para él.
-Mamá… - susurró con una débil sonrisa, mientras Hikari se acercaba a él, preocupada.
-¡Sei, gracias a Dios que te encuentro!, ¡pero mira la cara que traes, mi niño! – expresó la señora castaña, acariciándole los hombros, sacudiéndolo con ternura -. ¡Estábamos tan preocupados!, le dije a tu padre que tú no te irías de casa sólo porque sí, que no eras tan irresponsable… Ay, mi Sei-chan, no vuelvas a pasar la noche fuera de casa, ¡mira como estás!, ¿te hicieron algo?, Sei-chan, ¿estuviste bebiendo?
Sei bajó la cabeza al notar la tristeza de su mamá-Kari.
-No llores, mamá – pidió Sei, tratando de recuperar la compostura, cosa que no logró porque estaba hecho un desastre -. Es solo que… perdí la noción del tiempo y olvidé la hora, jeje, ya sabes, cosas de adolescentes, más si tienen dotes de artistas como yo.
Hikari negó con pesadumbre y le dio un fuerte abrazo a su hijo mayor. Seiyuro respondió el cariño inmediatamente, pero estuvo a punto de alejarse… él había estado con una mujer de la edad de su madre más o menos, se sintió incómodo, impuro, de nuevo estúpido y con la amargura en ebullición por toda su sangre.
-¿Pasa algo, Sei? – preguntó Kari -. Hay que avisarle a tu padre y hermanos, llevamos tiempo buscándote, Takeru quería dar aviso a la policía, no sé si ya llamó a Ken.
-Tengo un poco de resaca, mamá, eso es todo. No quería preocupar a nadie.
Pero el muchacho se tambaleaba cuando caminaban y Hikari no pudo transportarlo a casa, sólo llamó a Takeru, quien llegó en el coche diez minutos después.
-¡Hermanito! – chilló una pequeña niña, de aproximados seis años. La chica prácticamente saltó del auto a los brazos de Seiyuro - ¡Sabía que no te habían robado!
-Min-chan…
-Entra al auto, hijo – dijo Takeru con seriedad. Seiyuro tragó saliva.
-Papito, no regañes a Sei, mi hermanito seguro se perdió – defendió Min, con sus preciosos rizos dorados y su mirada rojiza y tierna, como la de Kari.
Sei obedeció sin hablar, también subieron Kari y su hija.
-Dirígete al hospital, mi Takeru – pidió la mujer -. Sei no se siente bien.
Takeru, sin decir una sola palabra, obedeció a su esposa.
A Seiyuro le afectó demasiado la reacción de su padre, fría y vacía, sin gritos. Hubiera preferido que su padre le regañara o le castigara, no que le ignorara.
En el hospital a Sei le inyectaron suero y lo dejaron reposando en una habitación. Mientras sus padres hablaban con los médicos, Seiyuro se iba reponiendo cada vez más, sus energías juveniles volvían, poco a poco lo amargo se iba escondiendo.
La puerta chilló un poco, Sei parpadeó y esperó a que entrara su visita; era su hermano Toshiro.
Toshiro seguía siendo un muchacho taciturno, metódico, serio; de mirada canela y cabello color nuez, mediana estatura y tez pálida. El chico se acercó a Sei, se sentó a su lado.
-Esta vez estás metido en un gran lío. – le dijo.
-¿También vas a ignorarme porque no llegué a dormir a la casa a mis diecisiete años?, ¿qué es el peor crimen que se ha cometido? – renegó Seiyuro, cruzando los brazos.
-Eso es lo de menos. Piensa mejor en porqué estás en el hospital, Seiyuro.
-¡Argg!, Toshi, no fastidies… es por la resaca.
-Estabas drogado, Sei, eso es lo que pasa. – mencionó Toshiro, leyendo las facciones de su hermano del alma.
-¡FALSO!, sabes que yo sería incapaz de consumir drogas – se exaltó el joven rubio, su pulso se aceleró.
-Lo sé. Pero eso no quita que te hayan drogado, o al menos eso dicen los doctores – explicó Toshiro, con sangre fría -. ¿En dónde estuviste la noche pasada?
Sei desvió la mirada, se mordió los labios, le daba vergüenza hablar de su estupidez.
-No quiero hablar de eso.
-¡Pero piensa en que no podré ayudarte con papá-Takeru si no me dices la verdad!
-No importa, sabré soportar el odio temporal de mi padre, digo… si me cree capaz de ser drogadicto.
-Papá-Takeru sabe que no eres capaz, le dijo al médico que primero él se metía al fuego antes de verte drogado por gusto. ¿Te atacó alguien, Sei?, Vamos, tú me obligarías a mí a decírtelo… ¡Ahora yo te lo exijo!, no es normal verte así de deprimido, algo tuvo que haberte pasado.
-Está bien – dijo Sei al ver el interés de su hermanastro.
-Habla.
-Ayer tuve una cita con la profesora Kishi… bebí tanto que terminé acostándome con ella – Sei se cubrió con la sábana al hablar, esperaba que Toshi le regañara por su insensatez, pero no pasó nada.
-Entonces tú solito decidiste no regresar a casa.
-Si te soy honesto, Toshi, quería volver a casa, pero no recuerdo cómo fue que me quedé.
-Quítate la sábana, Seiyuro – mandó Toshiro -, ni que te fuera a regañar por tu vida íntima, ¡por dios!, si tú me obligas a llevar la contabilidad de tus novias.
-Esta vez es diferente.
-Sí. Es diferente porque Kishi te dio alguna sustancia tóxica que te puso así.
Seiyuro se destapó y se quedó observando el serio rostro de su hermano.
-¿Tú crees?
-Es lo más seguro. Bien, admito que eres todo un caso con las mujeres, este año llevas ya casi 15 novias, pero también eres un caballero y las respetas. –Toshiro suspiró, le dio palmadas a Sei en los hombros -. La profesora Kishi tiene una pésima reputación, me lo dijo Kyo Motomiya, en mi clase se la pasa coqueteando con los gemelos Yamada.
-Ni siquiera recuerdo nada de lo que pasó, Toshi.
-Es mejor así – Toshiro se puso de pie.
-¡Espera!, no le dirás esto a mis padres, ¿ne?
-Claro que no, ponte a inventar una mentira creíble. Lo mejor sería denunciar a Kishi, Sei, pero sé que no vas a querer hacerlo.
-Nah, ¿para qué?, fue mi culpa después de todo, ya lo superaré y luego tendré cuidado, mucho cuidado.
-Eso espero, Sei.
Seiyuro vio que su hermano se retiraba, volvió a esconderse tras las sábanas "Fui un estúpido, pero no dejaré que eso arruine mi vida… no ha sido nada en realidad".
--
Habían pasado tres semanas desde la cita de Seiyuro con la Profesora Kishi. En el transcurso de ese tiempo Sei no había cambiado su encantadora alegría, había hablado con sus padres y les había dicho que había cometido el peor error de su vida, Kari lo había abrazado y le había rogado que no hiciera más tonterías, Takeru se había mostrado frío y algo decepcionado, pero con el paso de los días lo había perdonado: "Siempre he creído que tengo un muchacho listo como hijo, Sei. No me hagas perderte la confianza" le había dicho, Sei le había asentido.
En las clases ignoraba magníficamente a la profesora Kishi, quien a cada momento mandaba reportes a la dirección por la actitud del chico; los coqueteos de la maestra no surtían efecto en su víctima, y con coraje la mujer veía que semana tras semana, Sei salía con chicas nuevas, las cortejaba, las hacía sus novias… y a ella la ignoraba.
Toshiro terminó de guardar sus cosas en su mochila, había acabado su última clase del día, su clase de Arte. Con calma, como todos los días, ordenó sus cuadernos, sus lápices y los restos de lo que había sido su almuerzo.
-¡Adiós, jefe de grupo! – se despidió una compañera, moviendo su mano, Toshi le sonrió y agachó la cabeza.
Al levantarse sintió que le sujetaban del brazo.
-Un momento, joven, necesito hablar con usted.
Toshiro alzó su canela mirada y se topó con los ojos negros de la profesora Miki Kishi, por dentro tuvo ganas de insultarla, pero su carácter cortés se lo impidió.
-¿Necesita algo, profesora Kishi?
-Es usted pariente de Takaishi Seiyuro, ¿no es así?
-Sí, es mi hermano.
-No se parecen en nada y a usted casi siempre le llaman por Yagami – se quejó la mujer, alisándose la enagua para hacer lucir sus piernas largas y blancas -. De cualquier modo, quiero que le entregue esta carta a su hermano, necesito hablarle de su comportamiento… si no obedece tendré que llamar a sus padres, o lo que es peor, tendré que expulsarlo de nuestra institución.
-No veo la razón, profesora – dijo Toshi, tranquilamente -. Seiyuro es un excelente estudiante de Artes, sus calificaciones deben ser de las mejores.
-Una cosa es la inteligencia que tienen las personas, Toshiro-san, y otra muy diferente es el interés en clase, las asistencias y la obediencia. Su hermano está faltándole al respeto a la escuela si lo vemos desde ese punto de vista.
Toshiro recibió la carta, con frialdad la guardó en su mochila.
-Le diré a Seiyuro lo que usted me indicó.
Entonces Toshiro sintió que Kishi le tocaba el hombro y lo detenía nuevamente, le había clavado la mirada de manera intensa, lo había encontrado atractivo.
-Espere, Yagami… podemos buscar otra solución entre usted y yo -. La profesora lo sostuvo de ambos hombros y acercó su hermoso rostro maduro al juvenil de Toshiro, quien se zafó al instante, sonrojado.
-No sé que estará pensando que haré profesora, pero está usted muy equivocada.
-Seguro que sabe a lo que me refiero. – la maestra acorraló al chico, agarró la mano del joven y la estacionó en sus pechos -. Eres tan hermoso como tu hermano, si estás conmigo no lo necesitaré a él, y él sacará excelentes calificaciones, las que se merece.
Toshiro alejó la mano del busto de su maestra y sonrió de manera rara.
-No, profesora, será mejor que recapacite – musitó, mientras su canela vista enfocaba a la entrada del salón.
Miki Kishi dirigió su mirada adonde mismo que Toshi y abrió los ojos de la impresión al ver a su alumno Takaishi con una cámara de video, tras Sei Takaishi, estaba otro de sus alumnos, Kyo Motomiya.
-¿Qué significa esto, jóvenes?
Toshiro se desprendió de la mujer y caminó directo a sus amigos.
-Significa que lo mejor será que deje a sus alumnos en libertad, profesora – dijo Kyosuke -. Tenemos un material muy interesante y comprometedor, si el director ve la manera en la que usted se comportó con Toshiro, creo que su empleo no duraría mucho.
-¿Cómo se han atrevido? – gorjeó la mujer, histérica.
-Deje en paz a mi hermano, señora – renegó Toshiro -. Es usted una profesora, compórtese como tal.
Los tres muchachos salieron triunfantes del instituto esa tarde, habían logrado someter a la profesora en una trampa. Kyosuke rió de buena gana y se adelantó, iba golpeando un balón de soccer.
-Ahh, nunca olvidaré la cara de esa vieja libidinosa cuando Sei y yo aparecimos grabándola – dijo Kyo, todavía con su fresca mirada marrón y lentes oscuros entre sus cabellos cafés -, ¿pasa algo, Toshiro?, ¡la verdad es que actuaste genial!
-¿Tienes miedo de que el Director vea el video y te expulse? – preguntó Sei, con picardía -, ¿O tienes miedo de que Yuri Hida lo vea?
-¡Pero no tienen por qué expulsarlo!, Toshi no hizo nada malo – renegó Kyo, cabeceando el balón, era el más robusto de los tres, el más moreno y atlético.
-Pero si Yuri ve en dónde toqué a la profesora, se pondrá celosa, que va, ¡se enojará mucho! – susurró Toshi, con pesadumbre. El canelo observó su reloj y gruesas gotas de sudor comenzaron a rodar por su frente - ¡Demonios, tengo una cita en media hora!
Toshiro se acomodó la mochila y salió volando de manera precipitada, Kyo y Sei lo miraron irse en menos de treinta segundos.
-No tiene remedio, es un mandilón – se burló Sei -. Ese Toshi se toma demasiado en serio a las chicas.
-Bueno, Yuriko ha sido su única novia, claro que debe tomarla en serio, Sei.
-Sí sí, el pobre está enamorado – Sei suspiró -. ¿Qué tal vas tú con la enemiga?
-Vamos camarada, no le digas así a Kurumi – rezongó Kyo, con melancolía -. Una chica tan preciosa como Kurumi no puede ser enemiga de nadie.
-Te pregunté que si cómo ibas con ella, Kyo, y no me has contestado.
-Pues mal, ya sabes, lo de siempre – suspiró el moreno, dejando de patear el balón.
-¿Le diste el prendedor que vimos en esa tienda?
-Sí.
-¿Le pusiste esa carta romántica que te aconsejé?
-Sí.
-¿Y qué dijo?
-Pues, prácticamente me dijo por millonésima vez que le parecían graciosas mis pretensiones de conquistarla.
-¡¡Esa Kurumi Ichijouji me va a escuchar!! – gruñó Sei, apretando los puños – No es cuestión que te haga estas cosas, Kyosuke, y tú de tonto que te dejas.
-Quizás de verdad no le intereso, debería desistir, pero no puedo hacerlo Sei, porque estoy enamorado de ella – dijo Kyo, poniéndose la mano en la espalda, en señal de vergüenza -. ¡En fin, tengo que ir a entrenar a los chicos!, nos vemos.
Seiyuro se despidió de su amigo con la mano. Lunes, miércoles y viernes el hijo de Daisuke se dedicaba a entrenar a un equipo de fútbol infantil del que era dueño Davis, el equipo llamado "los Dragones Azules de Veemon".
"Recuerdo cuando era el portero de ese equipo y tenía mi club de fans" rió Sei "Era muy divertido… más que el soccer que ahora juego en la preparatoria".
-Y bueno, lo mejor será hacerle una visita a la universidad a la enemiga, a ver si la hago entrar en razón con respecto a Kyo – Sei pateó una piedrita e hizo que sus pasos lo llevaran a la facultad de Comunicación en donde estudiaba Kurumi Ichijouji.
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Seiyuro vio a Kurumi a lo lejos, dentro de la cafetería, con sus amigas. Cruzó la puerta del sitio y se dirigió a ella; la vio cuchicheando, Sei no se detuvo, siguió caminando hacia ella.
-Hola Kurumi-chan – saludó Sei con cinismo al tiempo en que las amigas de la hija mayor de Ken se quedaban mirando al apuesto joven rubio que le hablaba a su amiga. Seiyuro les sonrió a las muchachas de manera coqueta. – Bonita facultad; pasaba por aquí y decidí verte, querida Kurumi, ¿te parece bien si me regalas unos minutos?
Kurumi gruñó en señal de desacuerdo, le volteó la cara al rubio y se desparramó su cabello liso, del color del cielo nocturno, luego asintió con resignación.
-¿Y qué quiere ahora el cupido frustrado?
-Cierto, frustrado, muy frustrado – comentó Seiyuro, riendo mientras sacaba a su amiga Ichijouji a rastras de la mesa. Las amigas de Kurumi se despidieron, Sei las escuchó decir "Ahhh, qué suerte tiene Kurumi-san, la vienen a ver muchachos tan apuestos, ¡este sí que está mono!, lástima que todavía continua en el instituto".
Los dos caminaron por los pasillos de la universidad, en la facultad de Ciencias de la Comunicación, Sei iba admirado de las instalaciones y maquinando sueños de su futura entrada a la carrera universitaria. Cuando llegaron a una banca metálica, Kurumi le soltó la mano a Sei y le indicó que se sentara, con un gesto exigió que el rubio hablara.
-Aquí está bien ¿A que sí?, empieza de una buena vez, Sei, que tengo clase de Expresión Oral dentro de cinco minutos.
-Sí, bueno, no voy a tardar. Después de todo ya sabes a que vine. – Kurumi cruzó los brazos, parecía que su paciencia estaba cerca de colapsar.
-Los problemas y todo lo que yo tenga que ver con Kyosuke Motomiya es asunto mío ¿Te enteras?, dos personas lo empiezan, dos personas lo terminan.
-Bueno, sí. Generalmente los asuntos amorosos son de DOS, pero hay excepciones – refutó Sei, decidido, también cruzando los brazos y lanzando rayos ultravioletas imaginarios a su compañera. – En el caso de Kyo, por ejemplo, también quepo yo.
-¡JA!, ¿estás enamorado de mí, entonces? – preguntó Kurumi con actitud irónica e intrigante. Kurumi Ichijouji era una chica preciosa e inteligente, pero en ciertos asuntos era verdaderamente malvada.
-Dios me libre Kurumi-chan, eres una amenaza.
-Ah, pues te sugiero que regreses a casa, o a tu escuela y me dejes en paz.
-No me parece justo que le rompas el corazón a mi amigo después de que él piensa siempre en ti, en cómo conquistarte, en cómo conseguir tu amor… me molesta Kurumi, que no te lo tomes en serio siendo que a leguas se nota lo mucho que lo quieres, ¡yo-lo-aseguro!
-¡Deja de entrometerte!, preocúpate por tu vida sentimental, no por la mía… ¡eres el colmo!, ahora hasta me molestas en la universidad… ¡uyy! qué pesado eres Sei, ni siquiera puedes saber lo que piensa una chica como yo.
-¿Eso crees?, bueno, la verdad es que tengo cierta experiencia con mujeres, y sé cómo reaccionan, sé cuando les gusta alguien.
-¡Oh, el gran conocedor de chicas! – se burló la hija mayor de Miyako y Ken – El que salgas con un promedio de 20 chicas por año no te da un certificado de tu conocimiento sobre nosotras, sólo certifica que eres un desorientado en cuestiones amorosas.
Al oír eso Sei endureció su mirada "Kurumi-chan sólo está usando su poderío de palabra, ella no debería juzgarme, ella no conoce el sabor amargo…"
-Estamos hablando de ti, no de mí – respondió el rubio -. Y por supuesto, estamos hablando de Kyo, de tus ofensivos desaires, de que le das la vuelta al cariño que él te regala; de que te escondes a ti misma que lo quieres.
-No Seiyuro, estás equivocado – mencionó Kurmi, mirando a Sei con lástima y enfado al mismo tiempo -. El problema aquí eres tú y no te has dado cuenta, eres un inestable, necesitas ayudar a tus amigos para no sentirte solo, no te bastan las miles de novias que te haces, no te bastan los juegos de coquetería, ni tus clubes de fans, ni nada, todavía te sobra tiempo para fastidiarme la vida, para venir a "regañarme" porque le dije a Kyo que lo quiero como a un amigo; ¿es que es ofensa a tu ego que tus consejos de cupido no funcionen conmigo?, ¡Arrgg!, debería decirle a Kyo que no escuche tu palabrería.
Sei apretó los puños, trató de controlarse, pensó que a lo mejor había sido un día pesado para la linda Kurumi, quien parecía una fiera defendiendo su posición.
-Ya, cálmate, parece que me vas a matar aquí mismo.
-No te vuelvas a meter en mi vida sentimental.
-Si no te estás lista, un día Kyo dejará de velar por ti, sólo te digo eso.
-¡Es asunto mío!
-Kurumi-chan, nos vemos.
Seiyuro se alejó de la facultad bastante molesto, sintiéndose humillado "Y todavía Kyo quiere que sea considerado con ella y no le diga enemiga" renegaba en su mente . "La muy sagaz disfruta insultándome, diciéndome falsos… ¡bah!, son estupideces; la verdad es que ayudo a Kyo porque lo necesita, ¡es un fastidio enamorarse!", sin embargo Seiyuro sintió un vértigo amargo recorrerle el pecho, pues las palabras de Kurumi retumbaron como ecos por todo su ser "… Bien, admito que no soy tan estable, pero un sujeto como yo no puede enamorarse sólo de una". El rubio dobló a la derecha, directo a una heladería, hoy había sido un día importante, había desafiado a Kishi con sus mejores amigos, se había librado del acoso por la amenaza que metódicamente el trío de camaradas había tramado; él no se iba a arruinar el día sólo por los berrinches de Kurumi Ichijouji, ya buscaría luego otra solución al problema de su amigo Kyosuke.
Muy dentro de él no podía dejar de pensar en que había llegado a niveles muy íntimos con la profesora, eso lo descontrolaba demasiado, porque ni siquiera recordaba haber sentido la intensidad del momento, había sido igual de amargo que su primer beso. Se zarandeó la cabeza con las manos para dejar de pensar, cuando…
-¡Sei!- gritó una jovencita de cabellos castaños y rebeldes.
-¡Ahh, pero si es la hermosa dama Hidemi Yagami! – saludó Sei, con una amplia sonrisa. Volteó hacia los pasillos, buscando algún arbusto con flores, pero no halló nada, así que tomó la mano de la chica y la besó.
Hidemi Yagami tenía quince años, era una chica despierta, con unos enormes ojos color avellana, la sonrisa amena y dulce.
La chica se enrojeció cuando Seiyuro le besó la mano, Seiyuro sonrió ampliamente, más coqueto que nunca.
-¿Te he dicho lo preciosa que te ves hoy, Hidemi?, a fe mía que por eso te besé la mano – dijo Sei, mientras Hide prácticamente se retorcía del sonrojo.
-¿Saliste de la escuela? – preguntó la chica, con timidez.
-Hoy no tuve entrenamiento, ¿qué me dices tú?
-Tampoco tuve clases de baile – respondió Hide, ya más controlada.
-Te invito una nieve, Hide, ven – Seiyuro la tomó de la mano y le pidió al encargado dos helados. -¿De fresa está bien?
-Hai- respondió la gemela de Taiki.
El rubio le entregó el helado a la chica, quien agradeció con una reverencia delicada.
-Oye, dama Hidemi, te voy a hacer una pregunta, y quiero que seas sincera ¿okay?
-Claro Sei.
-¿Soy un inestable en el amor?
-¿Ehhhh? – se admiró Hide, pero Seiyuro rió, la chica se rascó la cabeza mientras junto con el Takaishi caminaba de regreso a casa -. No lo sé Sei, creo que eso sólo lo puedes responder tú.
-¡Vamos, dime que piensas!
Hidemi tembló ante esos ojos color cian, trató de controlarse, lo logró después de unos segundos.
-Bueno, yo…
La chica iba a continuar pero quedó paralizada al ver que una muchacha con uniforme de su escuela se colgaba del cuello de Sei y lo saludaba con un tronador beso en la mejilla.
-¡Mi Seiyuro-chan, ¿en dónde te metiste?! – gritó la mujer con voz atiplada, tenía el cabello casi negro, los ojos grises. - ¡Ay cielo, pensé que te habías ido del colegio sin mí!
Hide suspendió su plática y frunció levemente las cejas.
-Kagura, ¡me asustaste! – dijo Sei, quitándosela de encima con cuidado-. Hidemi, ¿ya conocías a mi novia, ne?
-No tenía el gusto – susurró Hide, suspirando con resignación.
-Es que apenas llevamos una semana – dijo Kagura con voz infantil, su timbre era chillón, o al menos así le pareció a Hidemi -. Sei-chan, ¿qué tal si vamos a mi casa un rato?, ¡papá y mamá no están!
A Seiyuro le corrió una gota de sudor por el tono de voz de su novia, volteó hacia Hidemi, pero la chica ya no estaba.
-¿A dónde se fue Hidemi? – preguntó en voz alta, su novia negó.
-Sabe, de repente se fue sin despedirse, ¿no es la hermana del pandillero Yagami?
-No es pandillero, Kagura, se llama Taiki, y sí, Hidemi es su gemela.
-Ahhh, pues me parece que se portó mal al no despedirse de nosotros, cielo.
-Pues… a lo mejor tenía algo que hacer, Hide es una dama fina y educada.
-¿Y yo qué, Sei-chan?, no me gusta que alabes a otras chicas.
-Tú también, Kagura – contestó Sei, sin más remedio.
-Vamos, se nos hace tarde Sei-chan.
Seiyuro se dejó guiar por su reciente novia, la chica era la nueva jefa de porristas del equipo de fútbol, y Sei la había hecho su novia días atrás porque le había parecido bonita; sin embargo Seiyuro se había dado cuenta de que Kagura no era muy lista ni profunda, pensaba terminar la relación pronto.
Kagura Aino llevó a Seiyuro hasta una casa grande, de altos techos y barrotes de prisión. La antiestética residencia estaba casi vacía, pero Sei simplemente se dejó guiar por Kagura hasta la sala, en donde tomó asiento con naturalidad.
El problema sucedió cuando Kagura se sentó sobre él y lo ahogó en un abrazo.
-Sei-chan, ¿me quieres? – dijo con voz melosa, besándole los labios a Seiyuro.
-Kagura… escucha – susurró con dulzura de un experto -, no es correcto que estés sentada sobre mí, tus padres, podrían llegar…
-¡Te quiero Sei-chan!, me ha hecho tan feliz el ser tu novia… me hace sentir especial – gritó Kagura, embarrándose, internado su mano adentro de la camisa del uniforme de rubio-. Quiero, ser tuya.
A Sei esa frase le pareció de telenovela pero no rezongó, dejó que su novia actual lo besara con pasión y le tocara el abdomen, él le acarició la espalda y tocó la parte trasera del sostén para desabrocharlo… Pero se detuvo, una tosca imagen llegó a su mente, en esa imagen estaba desnudo y con la profesora Kishi, la estaba besando, le recorría la espalda. Sei soltó a Kagura por el recuerdo o la visión, nunca supo lo que en realidad había sido.
-No, Kagura. – dijo, tomando entre sus brazos a Kagura y sentándola a su lado-. No te conviene entregarte a mí.
-¡Pero yo te necesito Sei-chan, sé que si soy tuya no me dejarás como a las demás!
-Kagura, tú no me necesitas – aseguró -. Tú necesitas a alguien que te quiera y te aguante… yo no soy esa persona, Kagura, yo no te quiero de la manera que tú piensas.
-¡Ay, no lo digas Sei-chan, yo te quiero!, ¡créeme!; ¿es que he hecho algo mal?
-Nada de eso Kagura, yo soy el patán que no debí ofrecerte que fueras mi novia. Me pareciste linda, quise saber de ti, pero no pude enamorarme – habló Sei, como todo un experto, siempre era él quien cortaba sus relaciones amorosas y dejaba a sus parejas en crisis.
Sei besó los labios de Kagura en señal de despedida, salió de su casa sin pensar en que la había dejado llorando por él, eso no le importaba porque la nefasta imagen seguía creciendo en su mente, estaba harto de tantas complicaciones internas, estaba harto de no sentir ese amor que Kyo sentía por Kurumi y Toshi por Yuriko. Podía haber tenido a Kagura con él, pero había desistido de hacer el amor con ella, esa experiencia podía haberse convertido en otro mal recuerdo.
"Estoy deprimido" se dijo Sei, después de reflexionar un rato "Todas las mujeres deberían irse al demonio, ¡¡TODAS menos mamá, mis amigas y Min!!...".
Odiaba sentir el líquido amargo en sus venas, como veneno del alma, siempre haciéndolo pasar ratos malos. Odiaba entrar en las típicas crisis de los deprimidos, ¡él no era un deprimido!, él era alegre, eso decía la gente. Con enfado sacó su celular y comenzó a marcar los números de Toshiro y Kyosuke.
-¡Es hora de una noche de hombres!
Fin de la parte 1
