Título: Un pequeño cambio hace la felicidad

Autora: Hatsuan

Parejas: Será un Harry-Draco, pero falta muuucho para eso... Otras parejas ya irán saliendo.

Disclaimer: Los personajes que todo el mundo conoce no son míos (ya quisiera)


Descubriendo la verdad

A veces, lo mejor no es estar con los de tu sangre, sino con desconocidos que son capaces de cuidarte pase lo que pase.

En Surrey, concretamente en Privet Drive, un niño de cinco años se encontraba preparando el desayuno para su familia. Ya no le era difícil, pues lo llevaba haciendo desde hacía un año. También hacía otras tareas domésticas de tal manera que parecía más un esclavo que el sobrino de la mujer que vivía allí.

—Niño márchate a comprar, y ya sabes donde tienes que ir— ordenó la mujer al niño.

—Si tía Petunia. ¿A qué hora tengo que volver?— preguntó el niño en respuesta a la orden.

—Ven antes de las once y luego tienes que irte hasta pasadas las nueve de la noche, hoy viene a comer tía Marge— miró al niño como si llevase la peor enfermedad—. Venga márchate.

El niño salió de su casa y recorrió varios kilómetros para ir a comprar. Tenía como orden ir a zonas donde no conociesen a su familia ni supieran donde vivían, así que cada día hacía lo mismo. En los mercados donde iba ya lo conocían como el niño maravilla, pues él daba la versión que ayudaba a su familia con todas las tareas para que su madre pudiera cuidar de su hermano, una mentira bien grande.

Casi tres cuartos de hora más tarde llegó al Mercado Sant Surk y fue a comprar todo lo que necesitaba.

Solo le faltaba ir a la pescadería y ya habría acabado, pero sabía que no sería fácil pues la pescadera era una mujer que siempre le hablaba, y podía estarse horas sin parar.

—Hola señora Micken— saludó el niño.

—Hola Harry, ¿qué necesitas hoy?— preguntó la mujer con una gran sonrisa en la cara.

—Merluza y sepia por favor.

—Ahora mismo pequeño— a Harry le extrañó que esa mujer, que al fin y al cabo era muy bondadosa, no empezara a hacer preguntas. Fue entonces que notó que alguien le miraba, y movió su cabeza hacia un lado. Sólo había un hombre vestido totalmente de negro esperando también para comprar pescado.

—Lo siento señor, usted iba antes y yo me adelanté— se disculpó el pequeño.

—No se preocupe, yo no tengo prisa— el hombre llevaba el pelo negro por los hombros y sus ojos eran tan oscuros como la noche—. Así que no hay problema.

—Gracias señor, y no me trate de usted por favor, solo soy un niño.

—Harry querido ¿cuánto dinero llevas hoy?— interrumpió la pescadera.

—Me quedan 25 libras.

—De acuerdo, ahora mismo te lo envuelvo todo. Hola señor Snape— saludó al hombre.

—Buen día señora.

—Señor, ¿ve este niño? Aquí lo llamamos el niño maravilla, porque siempre ayuda a su familia, sobre todo a su madre para que pueda cuidar de su hermano, a que si Harry Potter?— la mujer cada vez tenía una sonrisa más grande que a Harry no le gustaba, porque eso significaba que algo podía pasar.

— ¿Potter? ¿De apellido te llamas Potter?— preguntó Snape. En cuanto oyó ese nombre quedó impactado, no lo oía desde hacía cuatro años. Se quedó mirando al niño fijamente: vestía una ropa que claramente no era de su talla, quizás una o dos más, el pelo azabache totalmente revuelto y largo, no llevaba gafas y se le veían sus ojos verdosos como esmeraldas. Ese niño era hijo de James y Lily Potter.

—Sí señor, soy Harry Potter— se presentó el niño.

—Cariño, aquí tienes todo— cogió el dinero que le entregaba el niño y le devolvió el cambio—. Ven de nuevo.

—Gracias señora Micken. Adiós señor— y el niño se marchó. Mientras, Severus Snape pidió lo que quería y pensaba en todo lo que había visto. Estaba claro que el niño había mentido y que en su casa no lo trataban muy bien. Las apariencias decían mucho: estaba esquelético y demasiado bajo para su edad.

Harry llegó a su casa y dejó todo en su lugar. Su tío apareció en la cocina.

—Niño, esta verdura está mal, ¿es que no sabes dónde comprar?— su tío le pegó una colleja.

—Sí, señor.

— ¿Y entonces porque has comprado esto? Ves donde tu tía y ayúdale ha hacer la comida mocoso.

—Sí, tío Vernon— Harry fue donde estaba su tía, en la cocina, y ayudarla significaba hacer él la mayoría de cosas. A pesar de que apenas tenía cinco años, ya preparaba cosas en el fuego, subido en una silla.

Él no podía comer, así que después de servir se retiró a su cuarto, que no era nada más y nada menos que la alacena de debajo las escaleras. Tenía hambre, llevaba sin comer desde el mediodía anterior, y sus comidas no eran regulares, a veces no le daban de comer en dos días. Media hora después volvió al comedor y retiró la mesa para lavar la vajilla.

Estaba concentrado en no romper nada pues sabía que sería motivo de castigo, por eso no vio como su primo llegaba por detrás y le empujaba del taburete, de manera que cayó con el plato en la mano.

— ¿Se puede saber que haces Potter? No tienes cuidado de nada estúpido. Lárgate de aquí y no vuelvas en tres días mocoso, duerme en la calle, y te quedas sin comer. Venga largo —y el hombre le echó a patadas.

Harry anduvo un buen rato hasta que ya no pudo más y se paró en un parque de niños vacío, bebió de una fuente y se sentó en un banco. Vio a lo lejos al señor Snape que venía hacia él.

—Hola señor

—Hola Potter— respondió el mayor—. ¿Puedo sentarme?

—Por supuesto señor y llámeme Harry, Potter no me gusta mucho.

—Harry, entonces yo soy Severus, y pequeño, ¿qué haces aquí solo?

—Me castigaron y me han echado de casa. Pero es mi culpa— se apresuró a decir antes que él otro hablara—. Lo siento, no quise interrumpirlo, pero se me cayó un plato.

— ¿Y ese es motivo para echarte de casa? ¡Si apenas tienes cuatro o cinco años!

—Cinco se...Severus— rectificó el pequeño ante la mirada de advertencia del hombre.

—Un niño de cinco años debería estar jugando en el parque y no haciendo la faena de su tía.

— ¿Como lo sabe? Yo no he dicho nada, si se enteran me castigaran— el niño estaba asustado, si alguien se enteraba de alguna cosa, él sufriría las consecuencias.

—Conocí a tu madre, por eso se que aquellos con los que vives son tus tíos. Dime ¿te gustaría saber de tu mama? Creo que tu familia no te habrá dicho mucho de ella.

— ¿Usted sabe que mis papas murieron? ¿Cómo eran? Mis tíos dicen que eran malos y no merecían vivir, que el accidente con el coche era lo mejor que pudiera pasarles— acabó susurrando el niño con voz triste.

— ¿Qué? Pequeño, tus padres eran muy buenos y te querían muchísimo, eran muy valientes y grandes trabajadores y tengo que decirte algo que es muy importante, pero debes escucharme con atención.

— ¿Mis padres me querían? Sí, lo escucho, cuénteme por favor.

—Por supuesto que te querían, mira, tus padres James y Lily Potter, no murieron en un accidente de coche, es duro lo que voy a decirte, porque eres pequeño pero creo que esconderlo sería peor...A tus papas los mataron. Un hombre malo les hizo daño porque sabía que ellos eran mejores, y luego intentó hacerte daño a ti, pero no lo consiguió, y escúchame— le cogió la barbilla al niño para que le mirara a los ojos—. Tú no tienes la culpa ¿de acuerdo?

— ¿Pero por qué quería matarme?

—Porque eres un mago, como tus papas y como yo, puedes hacer magia con una varita, y con ella ayudar a mucha gente. Eres un privilegiado y tus papas murieron por defenderte— vio como el niño se ponía contento, se notaba muchísimo que los niños lo aceptaban todo muy rápido, a diferencia de los adultos.

— ¿Y porque mis tíos no me quieren y me mienten si mis papas eran muy buenos?

—Por envidia. La verdad no sé qué haces allí, cuando tú eres un muy buen niño. Supongo que ya tienes que marcharte a casa, el castigo ya habrá acabado.

—No Severus, yo tengo prohibido volver a casa hasta dentro de tres días.

— ¿Qué? No pueden hacer eso, tú debes estar allí, ¿cómo han permitido hacer esto? Mira, ¿qué te parece si vamos a mi casa, comemos una buena cena y dormimos hasta el cansancio?

—No quiero incomodar Severus, yo puedo dormir en ese banco de ahí, llevo mucho viniendo aquí— señaló un banco.

—Eso ni pensarlo. Vamos a casa, no molestas y estarás mejor ahí, no temas que no te haré nada— a Severus se le encogía el corazón con lo que veía, ¿como un niño no sentía mido de estar solo en la calle? ¿Y no era la primera vez? Dumbledore escondía mucho.

—Si no te temo, es la primera vez que alguien es tan bueno conmigo. La señora Micken no cuenta, su sonrisa me da mala espina…

—A mí también— una risa escapó de sus labios y Harry se le quedó viendo, pues ese sonido le gustaba, era tranquilizante y bellísimo—. Vamos, cógeme de la mano, y no te sueltes.

—Sí— respondió enérgico.

Harry sintió una sensación extraña, como si pasase por muchos tubos y le costara salir, y cerró los ojos por instinto. Cuando los abrió el paisaje que le recibía era magnífico: una mansión de color beige se elevaba delante de sus ojos, a los lados había otras construcciones y detrás suyo, unas montañas de distintos tamaños, definían el horizonte.

—Esto es bellísimo, ¿es suyo?—no pudo evitar preguntar el pequeño, su curiosidad era demasiada.

—Sí, aunque lo heredé de mis abuelos, y ellos ahora están retirados por algún rincón de Escocia.

— ¿Estamos en Escocia?

—Sí. Ven, entremos a casa—ambos entraron y se dirigieron a un salón grande y aristocrático, todos los muebles eran del siglo XVI, unos retratos decoraban una gran pared y candelabros estaban por toda la sala. Encima de la chimenea había un gran retrato donde un chico estaba con una pareja. Se parecía muchísimo a Severus.

—Son mis abuelos y ese chico soy yo— habló Severus contestando a la muda pregunta.

—Son muy bellos.

—Tanto por dentro como por fuera. Hils— apareció un elfo—. Llama a la señora Elisabeth que venga aquí, luego puedes ayudar a servir la mesa y que Maks y Paks te ayuden a preparar una habitación para el niño, por favor.

—Sí señor— y el elfo desapareció.

— ¿Qué son estas criaturas?— preguntó el niño un poco asustado.

—Son elfos domésticos, hacen todas las tareas domésticas y pueden criar incluso niños, son como criados o niñeras muggles.

— ¿Muggles?

—Gente no mágica.

—Severus, ¿me llamabas? Oh ¿y esta preciosidad?— una mujer de unos sesenta años entró en el salón.

—Hola Elisabeth, este niño es Harry Potter, se quedara tres días aquí— respondió Severus

—Harry Potter? ¿No es el hijo de los Potters?

—Sí, es una historia muy larga, ya te contaré más tarde, ahora hay que bañarlo y buscar ropa de su talla. ¿Podrías buscarla mientras yo baño al niño por favor?— pidió el hombre mientras cogía en brazos al niño.

—Por supuesto cariño, Harry soy Elisabeth, la nana de Severus y ahora también la tuya.

—Encantado señora— aceptó la mano que le entregaba la mujer.

—Llámame Nana pequeño, con permiso Severus.

—No tienes que pedirlo nana.

La mujer marchó y Severus y Harry se dirigieron al baño. En la media hora que tardaron, el niño se había divertido como nunca, con sólo un baño. Ambos quedaron empapados y el hombre tuvo que bañarse después, mientras dejaba al pequeño jugar en su habitación.

— ¿Qué haces pequeño?

— ¿Qué letra es esta Severus?— le preguntaba el niño mirando la tapa de un libro.

—La A, ¿no las reconoces? Creía que en el colegio ya os enseñaban eso.

—Supongo que sí, es que no voy al colegio, yo estoy en casa con mi tía.

— ¿Qué? ¿No vas al colegio?— Otra cosa que le sorprendía de esa familia—. Deberías ir como todos los otros niños.

—Pero yo no puedo recibir ese trato Severus.

—Todos los niños tienen que recibir el mismo trato Harry. Haremos una cosa, ¿qué te parece si mañana te enseño las letras, leer y escribir?— le pareció una buena idea a enseñarle un poco.

—No, Severus, no hace falta, yo estoy muy bien así— Harry negaba con la cabeza.

—Eso sí que no, mientras estés aquí tú vas a ser tratado y educado como un niño normal, y ya verás que nana no nos dejará en paz. Ahora a cenar.

—Sí, vamos— recorrieron diferentes pasillos y entraron al comedor, que tenía un estilo similar al salón principal. Se sentaron tal como indicaba el protocolo: el patriarca en la cabeza y el niño al lado de él. Elisabeth se sentaba con ellos, aunque no podía según las normas, pero llevaba haciéndolo desde que Severus era un bebe.

Rato después, Severus acompañó al niño a su cama. Estuvieron un rato hablando hasta que Harry se durmió. El mayor se levantó y fue a la chimenea para llegar por polvos Flu a casa de sus abuelos, cuando salió, éstos le esperaban en los sofás.

—Buenas noches papa, mama—saludó con un cabeceo.

—Buenas noches pequeño— Severus rodó los ojos ante el "pequeño" de su abuela—. ¿Ha pasado algo? No has avisado que llegabas más tarde.

—No abuela, no ha pasado nada malo, solo que es algo largo de explicar—comentaba el joven mientras se sentaba—. ¿Saben el niño Potter?

—Sí, aquel que está con su familia muggle— decía Edward, su abuelo, todo serio.

—Exacto. Resulta que Dumbledore ha estado engañando a todo el mundo diciendo que el niño está perfectamente. Esta mañana, por casualidad me lo encontré en el mercado Sant Surk, iba solo ha hacer la compra de su familia, y Sant Surk queda muy lejos de su casa. Es muy flaco y bajo para sus cinco años, llevaba ropa dos tallas más grandes y no va al colegio. El niño piensa que es su castigo.

— ¿Como pudo dejar pasar esto? ¿Dumbledore no va a verlo? ¿U otra persona? Es un niño antes que un mago. ¿Lo dejaste en esa casa?— la mujer no entendía cómo podían hacerles esto a los niños.

—No, lo deje en mi casa, le di un buen baño y una buena cena. Los ojos de Harry se agrandaron cuando le dije que le enseñaría el abecedario, a leer, a escribir y que toda la comida que había en la cena era para comerla entre él, nana y yo.

—Bien hecho cariño.

—Lo sé, pero papa, ¿no podemos hacer algo? Durante tres días estará en mi casa porque sus tíos le echaron, pero, ¿qué pasara después? No quiero dejarlo allí, me duele ver como es tratado y que los estúpidos de la orden no hagan nada mientras ven lo que le hacen. Sé que no hace falta que esté con la hermana de Lily Potter y que con una simple poción puede criarlo otra persona, lo criaría yo mismo, ¿pero como lo haría sin que nadie se enterara?

— ¿Quieres criarlo? ¿Por qué? Sé que te arrepientes de lo que hiciste en el pasado, pero ¿a tal grado de educar al hijo de la persona que odiabas?

—Esto no tiene que ver con su padre, sino, con él, no puedo permitir que un niño sea criado como yo lo fui, no quiero que sufra, quiero que recuerde su infancia como una buena vida. Yo tuve la suerte que a los ocho años llegué aquí y ustedes me hicieron de padres, pero no creo que él tenga otra oportunidad de vivir como un niño normal, nadie lo criaría de tal forma, sino como el niño que vivió.

—Está bien, voy a ayudarte, aunque no sé en qué, tu puedes hacerlo solo— aseguró su abuelo.

—Quiero que seáis sus abuelos.

—Oh, yo encantada, ¿pero como lo harás para que no se enteren?— su abuela estaba feliz, de tener un bisnieto adoptivo.

—Utilizaré la poción de la sangre, y hablaré con su tía. Si no quieren que nadie se entere de lo que le han hecho al niño, ella deberá darme un poco de su sangre cada año, para renovar la protección, y con un medallón que le daré a Harry y que siempre llevará puesto, no habrá ningún problema. Aunque durante unos siete o diez días, el niño se quedará con los Dursley. Sé que Dumledore, en verano, siempre lo vigila él mismo unos días. Solo tengo que enterarme de cuáles y ya.

—Lo tienes todo muy planeado.

—Llevo horas pensando en eso. No quiero que Harry me vea como su padre, porque nadie puede reemplazar a Potter, pero quiero que me respete y me vea como alguien en quien confiar. Así, puede que me perdone a mí mismo.

—Entonces a ponerse en marcha, yo entretendré a los de la Orden, haciéndome pasar por algún policía que ha visto algo raro. Cuando estés a punto para ir me avisas.

—De acuerdo papa— Severus les dio un beso a cada uno y se apareció en su casa.

Buscó en el laboratorio la poción que llevaba tanto tiempo guardada y que Dumbledore no le había dejado utilizar. Volvió al cuarto del niño, y vio que seguía durmiendo tranquilo.

—Hoy empezará una nueva para ti pequeño, te aseguro que olvidarás como fuiste criado. Ahora serás un niño consentido por tus abuelos— le decía al niño dormido mientras acariciaba los cabellos—. Ahora vendré.

Severus avisó a su abuelo y apareció cerca de Privet Drive. A lo lejos vio que con poción multijugos su padre se hacía pasar por otra persona, vestido de policía. Notó que todos desaparecían de allí, así que llamó al timbre de la casa y cuando le abrieron entró rápido.

— ¿Quién es usted y qué hace aquí?— empezó a chillar un hombre de gran envergadura.

—El que criará a Potter a partir de ahora.

—El viejo nos lo entregó a nosotros, así que márchese— espetó el hombre.

—Si no quieren que nadie se entere de como lo han tratado hasta hoy, creo que deberían entregármelo—dijo Severus totalmente serio— menudos muggles, se piensan que pueden ser unos marqueses en esta...pocilga— dijo con sarcasmo mirando su alrededor.

—Está bien, lléveselo, aunque ahora no sabemos dónde está— el miedo en los ojos del padre Dursley lo delataba.

—Yo sí sé donde se encuentra. Solo necesito la sangre de su tía— dijo mirando a Petúnia—. Y que se lo queden dos semanas cada verano.

— ¿Tendremos que continuar teniéndolo nosotros? Quédeselo para siempre.

—Sería muy sospechoso, ustedes ganan y yo también. El niño esas dos semanas no les dará mayor trabajo. ¿Qué dicen?

—Está bien, ¿pero nadie se enterará verdad?

—No, todos pensaran que el niño está aquí y bajo el cargo de ustedes, pero estará conmigo. Les dejaré mi numero de teléfono, por si se presenta alguien que no conozcan y quiera ver al niño, ustedes me llaman y lo traeré aquí por el tiempo necesario. Pero escúchenme bien, al niño no le tocaran ni un pelo.

—Sí sí, pero lléveselo. Estoy de acuerdo con que se lo lleve.

—Vernon— llamó Petunia—. ¿Tenemos que hacerlo?

—Sí querida, que se lo lleve, el niño estará mejor y nosotros también. Y tenemos su número de teléfono. Por cierto ¿los magos usan teléfonos? Y esas dos semanas supongo que serán en verano...

—Sí exacto, será a principios de julio y los magos no tienen tecnología de este tipo, pero yo tengo ascendencia no mágica. Ahora si me permite señora...

Severus sacó una jeringuilla y sacó un tubito de sangre del brazo de la mujer. Cuando acabó se despidió y salió de la casa, hizo una seña disimulada a su abuelo y se fue para aparecerse. Se presentó a la casa de su abuela y agradeció a su abuelo, luego vía flu llegó a su casa y entró de nuevo al laboratorio. Vertió en un caldero pequeño la poción y la sangre de la mujer y la dejó reposar media hora. Después de ese tiempo se sacó el medallón que llevaba siempre puesto y lo metió dentro para que se mezclara con la sangre y la poción; dijo un hechizo antiguo para que la protección de la sangre se mezclara con el medallón.

Ya era más de medianoche cuando entró al cuarto del niño y le puso el medallón en el cuello. Una luz plateada y dorada le envolvió: el conjuro se había realizado con éxito.

— ¿Severus?— el niño despertó.

—Bienvenido a casa pequeño, ahora vivirás aquí— le besó los cabellos.

— ¿De verdad? Gracias— el niño volvió a dormirse.

—De nada, duerme Harry, mañana será un nuevo día.

Una nueva vida empezaba para Harry Potter, protegido por su sangre y por los Prince.


Espero que os guste esta nueva historia. Quiero que entiendan que en esta historia Severus hará de padre Harry será educado por él, pero los años en Hogwarts no cambiarán mucho. Siempre he pensado que pasaría si solo una pequeña cosa hubiera cambiado cuando Harry era pequeño.

Nos vemos en el siguiente capítulo