En el interior de Alec se desataba una impetuosa tormenta. Su cabeza daba vueltas como la hélice de un helicóptero, y su corazón daba dolorosos latidos en el interior de su pecho. Se sentía vacío, como muerto por dentro. Miró a la pequeña pantalla opaca y luminiscente de su móvil Y el número de llamadas perdidas. Cero. Y el número no había cambiado desde que habíha roto con Magnus hacía ya 14 días, 13 horas, 5 minutos y 15 segundos. Sí, estaba tan desesperado como para llevar la cuenta. Pero no lo admitiría nunca, en la siquiera ante sí mismo. Rodó rápidamente en la cama, y se quedó mirando al techo, absorto.
- Te echo de menos- admitió al fondo blanco y monocromático.
Por supuesto, no tuve respuesta alguna. Tal como sus llamadas perdidas, que eran anuladas con la misma facilidad que enviadas. Puso sus manos detrás de su cabeza. Lo recuperaría, pensó en la letanía. No dejaría marchar a una de las pocas alegrías de su vida. A su héroe particular, su caballero andante con brillante armadura, una armadura llena de lentejuelas, eso era cierto.Y con un carácter de diva arrogante.
Pero cariñoso , dulce amable y capaz de provocarle mariposas en el estómago con tan solo reír. Una visión de esos dientes blancos y rectos, sus ojos gatunos rasgándose con brillos dorados , y Alec sentía una debilidad momentánea en las rodillas y un cosquilleo en la boca del estómago. Y la sensación placentera, casi feliz, que sentía cuando se rozaban. Por supuesto, su aliento fresco, y sus besos dulces y empalagosos, ciertamente picantes al final, con un regusto a bergamota. Alec cerró los ojos para que la fantasía cobrara vida, y casi sintió los brazos de Magnus rodeándole con cariño. Y tal vez era cierto. Que un amor tan increíble solo se conseguía una vez. En tal caso, Alec estaba condenado, tal vez para toda la vida. Sus labios se curvaron en una semi sonrisa, la primera desde que había roto con el brujo.
Tal vez estar enamorado de una misma persona para toda la vida no era tan malo. Pero solo cuando se tratase de Magnus , solo cuando se trataba de él.
Su Magnus.
Para siempre.
