El Hombre Lobo
Capítulo I: "En la capital"
Itachi Uchiha bajó del tren que transportaba a los soldados de regresó a sus casas, heridos, licenciados o simplemente demasiado cansados para ayudar en una guerra que ya llevaba dos años sin parar. Él sobresalía del resto. No sólo por la gabardina negra con ribetes dorados que lo marcaban como miembro del escuadrón ANBU si no también por esa mirada de desdén y aire de superioridad que emanaba de su ser.
Los soldados que pasaban por cerca de él se erguían instintivamente mientras le saludaban, algunos civiles le miraban unos instantes antes de bajar la cabeza y alejarse deprisa. Y es que ver a un miembro del escuadrón elite del país del fuego era algo muy extraño, solo se sabía de ellos por pláticas y cotilleos y por la cantidad de cadáveres que solían documentar los partes de guerra.
Itachi simplemente ignoraba aquellas actitudes, él era simplemente un soldado y cumplía las misiones que se le encomendaban, nada más. El tener unos pocos días de licencia eran simplemente otra serie de órdenes que obedecer, guerra o ciudad tan solo significaban un cambio de locación. Tomó su mochila de viaje y se adentró por las calles de la capital; a sus espaldas alcanzó a escuchar que el tren silbaba anunciando su salida mientras que el conductor clamaba la siguiente parada: La villa oculta de Konoha.
Por un instante se quedó quieto, pensando en regresar y abordar el tren de nuevo, pero solo fue un parpadeo de duda en su mente. Aquella aldea no tenía nada ya que ofrecerle.
Nunca más.
Deambuló un rato sin rumbo fijo, tratando de mezclarse con la gente. Ignorando las miradas curiosas o temerosas de quien identificaba los galones en su gabardina, finalmente tomó una dirección fija hacia un hotel, era el lugar donde la mayoría de los soldados se quedaban antes de continuar su camino a sus hogares, aunque en su caso, era una parada antes de regresar a donde sentía que debía de estar.
Pasaron un par de días en calma, se quedaba hasta tarde en su habitación, salía a caminar un poco y a comer antes de regresar de nuevo y no volver a salir hasta la cena, no le gustaba beber así que evitaba los bares y toda la algarabía a su alrededor. Nada parecía alterar esa rutina, hasta cierta tarde lluviosa cuando regresaba de uno de sus paseos cotidianos.
Frente a la puerta de su hotel vio una figura cubriéndose con un paraguas de bambú, era blanco con nubes desdibujadas; la persona giró e Itachi vio a una joven vestida con un kimono azul cielo con estampados de cerezos en rosa, el cabello de la chica estaba arreglado en un tocado muy tradicional y el color rosa del pelo hicieron que él tuviera una ligera contracción muscular. No podían existir dos personas iguales en todo el mundo…
—Sakura Haruno.
—Itachi Uchiha. —Dijo ella acercándose a él y haciendo sonar sus sandalias de madera sobre el pavimento— Ha pasado mucho tiempo.
— ¿Cómo me encontraste?
—Llegó una carta para ti al viejo coto Uchiha. Y este es el único lugar donde puede uno encontrar a un soldado en tránsito.
La chica le extendió una carta, él la tomó con cautela y vio el sello: Era de uno de sus compañeros de equipo, llevaba una pequeña señal que le indicaba que era algo sin importancia, suspiró resignado y guardó la misiva en una de las mangas de su saco.
— ¿Quiere acompañarme a tomar un poco de té?
—0—
Sentados uno frente al otro en aquel viejo salón de té miraban sus tazas sin saber que decir; en un movimiento inconsciente levantaron la mirada y sus ojos se encontraron. Itachi se sorprendió al descubrir un profundo gesto de preocupación en el rostro de Sakura.
—Tiene que regresar conmigo a Konoha, al coto Uchiha…
—Eso está fuera de discusión… Sakura-san No quiero ver a mi padre y dudo que él me quiera ver a mí.
—Esto no tiene que ver con su padre o sus desavenencias. —Sakura tomó la taza entre sus manos y la apretó— Algo ha estado pasando en los bosques alrededor de Konoha, muertes… Gente desaparecida, tu hermano está obsesionado con descubrir al asesino… O asesinos.
Itachi chasqueó la lengua, molesto. Sasuke, su hermano menor, tenía la mala costumbre de obsesionarse con las cosas, no por honor o justicia, lo hacía simplemente por demostrar que era mejor que los demás haciendo las cosas. La única razón por la que no se había unido al ejército fue porque su padre lo había prohibido expresamente, él se quedaría para continuar con el clan en caso de que el hermano mayor no regresara. Y para eso lo había comprometido por la fuerza con la hija de uno de los comerciantes más conocidos de la aldea, además de ser una amiga de la infancia.
—Aunque mi hermano puede ser un necio. —Itachi le dio un sorbo a su té— Sé que no arriesgaría su vida en vano, debe de tenerle un poco más de fe, Sakura-san.
—La gente desconfía. —Sakura parecía buscar las palabras adecuadas— Su alianza con los nómadas de Otogakure, les hace pensar en cosas de hechicería y eso.
Itachi trazó un intento de sonrisa en su boca pero se detuvo.
—Esa gente es buena trabajando los campos pero es muy supersticiosa, me sorprende que personas tan civilizadas se contagien de esa tontería.
—Encontraron a dos personas destazadas a las afueras del bosque negro, cerca de los límites del coto, también un pastor y la mitad de su ganado fueron asesinados, todo coincidió con la llegada de esos… gitanos.
La palabra desentonó con la voz neutra que la chica estaba usando hasta ese momento, pudo sentir el miedo y la desconfianza que llevaban los aldeanos en ella también, aunque no le sorprendió, no pudo evitar el sentirse ligeramente ofendido.
—Mi madre era uno de esos "gitanos" —Dijo Itachi llevándose la taza de té a la boca, le dio un sorbo— También la hacía sentirse así de incomoda, Sakura-san?
Sakura Haruno se sonrojó poniéndose incomoda y apurada, Itachi no pudo evitar sonreír revindicado.
—Yo la recuerdo de cuando éramos niños, era una mujer dulce, elegante… Yo… Yo lamento haber tomado esta actitud. —Hizo una pausa— Pero la cosa es que no todos piensan igual, Sasuke sale solo a buscar al culpable, está seguro de que se trata de un animal y quiere cazarlo para mostrárselo a los aldeanos y acabar con las desconfianzas… Pero está demasiado obsesionado. —Los ojos verdes de ella lo miraron intensamente— Necesita que alguien lo apoye.
—No soy el más indicado, pensará que simplemente le quiero ganar lo que sea que quiere hacer…
—Ha cambiado, un poco, por eso vine.
Itachi la miró de nuevo, evaluando sus opciones y finalmente negó con la cabeza.
—Lo lamento.
La expresión de decepción de la joven lo turbó, por un momento parecía que iba a llorar pero sacudió la cabeza levemente y se levantó, tenía los ojos enrojecidos pero su voz era firme.
—Lamento entonces haber turbado su camino, Uchiha-san, que la buenaventura lo acompañe.
Le hizo una leve reverencia y se fue, dejándolo sentado en aquella mesa con una taza de té ya frío y una molesta sensación. Aquella era la despedida tradicional del clan, que ella la hubiera dicho con tanta sencillez fue un baldazo de agua helada.
—0—
La noche cayó con rapidez y las luces de la ciudad se encendieron en silencioso orden, Itachi Uchiha estaba parado frente a un viejo y polvoso bar en un callejón casi escondido. Finalmente se decidió y entró al lugar, olía a licor barato y cigarro, los parroquianos apenas le dedicaron una mirada desinteresada antes de volver a sus bebidas, llegó a la barra y pidió una cerveza. El primer trago le supo amargo y desagradable pero volvió a beber, en algún momento de su vida tenía que aprender y ese momento era sin duda el mejor.
—Una excelente noche para beber ¿No cree capitán Uchiha?
Itachi no esperaba escuchar una voz tan cerca de él, de forma instintiva retrocedió llevándose la mano a donde guardaba su arma de cargo. A su lado estaba un hombre muy alto y delgado, de larga cabellera negra y aspecto andrógino, sujetaba entre sus manos una botella de cerveza como si fuera un cáliz sagrado. Parecía contemplarla con fascinación antes de dirigir una mirada al sorprendido Itachi.
—Lamento asustarlo, pero en mi línea de trabajo es primordial ser silencioso.
—Orochimaru de Otogakure. —Itachi relajó un poco su postura— ¿No debería de estar con su gente en los bosques de Konoha?
—Por desgracia mi gente decidió que yo ya no era un líder adecuado para ellos. —Orochimaru dijo esto sin mucha preocupación— El joven Yakushi contaba con suficientes seguidores para pedir mi… Retiro voluntario, Quien diría que el alumno superaría al maestro.
— ¿Y qué quiere de mí?
— ¿De usted? Nada —Orochimaru sonrió— Pero en honor a la vieja alianza con su familia vengo a advertirle: Aléjese de Konoha, deje que la justicia de los cielos se encargue de esa gente.
—Mi hermano esta allá
Orochimaru rio mientras sacaba un paquete envuelto en un pañuelo y lo ponía sobre la barra.
—De todas las personas del mundo es la primera que viene a su mente. Pero él también es un necio que busca encontrarse con su destino más rápido de lo que debería ¿Si hubiera ido a la guerra con usted lo habría cuidado con tanto esmero?
—Me gustaría tener una buena excusa para no matarlo aquí mismo…
—No sería bien visto que un soldado matara a un inocente civil en un lugar tan concurrido.
—Yo soy un ANBU y en cuanto a usted ¿A quién le importaría un gitano menos?
Por un momento Orochimaru pareció ofenderse pero simplemente sonrió y desenvolvió el paquete que puso en la barra: era un cuchillo Kunai en su funda, una fina pieza tallada en plata pura.
—Su madre la hizo hace mucho tiempo y me pidió que la guardara hasta que fuera el momento de entregarla a la persona que la usaría.
— ¿Vino para dármela a mí? —Itachi bajó su defensa, el saber que había algo de su madre ahí despertó su curiosidad
—Usted deberá de guardarla a partir de ahora, eso es verdad, pero la entregará a la persona correcta cuando se acerque el momento. —Orochimaru deslizo el kunai hasta dejarlo cerca de Itachi
Itachi tomo el arma y la extrajo de su funda, a pesar de que la plata no era el mejor metal para forjar un arma esta parecía perfectamente balanceada y resistente, observo el filo detallado y con ribetes dorados con cierta fascinación.
— ¿A qué se refiere con que debo de dársela a alguien más? —Itachi levantó entonces la cabeza pero Orochimaru había desaparecido, como si nunca hubiese estado ahí.
—0—
Ya en su habitación Itachi observaba el techo sin sueño, ideas e imágenes pasaban por su cabeza, atormentándolo. Su hermano, Sakura Haruno, el coto Uchiha… Su madre, casi nunca se daba el tiempo para recordar a Mikoto Uchiha, pero ahora la imagen de ella se perfilaba clara en su mente. Ella en un vaporoso vestido blanco, caminando descalza por los jardines de la casa principal sonriendo…
Y la sangre, sangre por todos lados.
Itachi abrió los ojos asustado, conteniendo un grito, estaba empapado en sudor, en algún momento había caído dormido y tenido una pesadilla ¿O era un recuerdo? No podía estar seguro y eso lo lleno de inquietud. Miró el pequeño reloj que colgaba en la pared de su habitación, eran las tres y media de la mañana, en dos horas más partiría el primer tren para Konoha.
"… Necesita que alguien lo apoye…" Había dicho Sakura "Deje que la justicia del cielo se encargue de esa gente…" Dijo Orochimaru.
—Soy un idiota. —Dijo entonces Itachi mientras se levantaba y comenzaba a empacar sus pertenencias.
A las cinco de la mañana cuando el primer tren para Konoha anunciaba su partida, el capitán ANBU Itachi Uchiha estaba sentado en una cabina privada listo para empezar un viaje que no deseaba a un lugar que no lo quería.
CONTINUARA…
Notas de autor:
Y con esto empezamos un proyecto especial de cumpleaños para la loca y friki niña que tengo como esposa, espero a ustedes también les guste y no olviden comentar.
