Nota de Alfax: Se usarán mayoritariamente nombres de la versión española del juego, disculpen las molestias.
Y aclaro también que esta obra estaba basada en The Legend of Zelda: Skyward Sword, cuyos derechos de explotación son propiedad de Nintendo. Sólo escribo por diversión, no por dinero.
XOXOXOXOXOXOXO
1. Tras la lucha...
Después de la feroz contra el Rey de los Demonios, Demise, también conocido como el Heraldo de la Muerte, aquellos dos jóvenes podían sentirse aliviados.
Ese muchacho, Link, cuyos ropajes verdes que lo habían acompañado desde el primer día de su viaje, al fin había obtenido su recompensa, ver sana y salva a su querida amiga de la infancia, Zelda.
Quién les iba a decir que en uno de los días más importantes para un aprendiz de caballero, secuestrarían a la chica con la que había convivido desde su más tierna infancia y ese hecho provocaría que viviese la que probablemente fuera la mayor aventura de su vida.
Descubrió nuevas tierras, ajenas al conocimiento de los habitantes del cielo; atravesó un bosque indómito, repleto de criaturas extrañas para él y explorando lugares insólitos; escaló un volcán activo, con la única ayuda de su determinación y coraje; y avanzó por las dunas de un vasto desierto, que anteriormente había sido un esplendoroso océano.
Aprendió mil cosas; conoció a inolvidables criaturas; luchó contra los monstruos más sanguinarios que encontró; se infiltró en los templos y guaridas más extraños y complicados, poniendo a prueba su pericia; tuvo que enfrentarse a los numerosos retos que se le impusieron para demostrar su valía…
Y todo aquello, para encontrar a la persona más valiosa para él…
En el transcurso de su periplo, también descubrió que esa adorable chica era mucho más de lo que aparentaba. Nada menos, que la mismísima reencarnación de la Diosa Hylia a la que los suyos rendían culto y devoción, alzándose como la deidad que era, en el cuerpo de una mortal. Jamás hubiese pensado que él se convertiría, a su vez, en el héroe que estaba destinado a salvarla a ella y al mundo. Y también, se había convertido en el legítimo dueño y protector del tesoro más valioso y poderoso jamás creado, un legado de las Diosas Creadoras…la Trifuerza.
No fue nada fácil, pero finalmente, vivirían a salvo y en paz…
Ahora se encontraba sobre la plataforma que asomaba por la imponente estatua dedicada a la diosa, con la Trifuerza a sus espaldas, observando con gusto aquellos bellos bosques que los rodeaban. Mientras él la deleitaba con su habilidad para tocar la lira, ella miraba con cierta tristeza a sus amigos y a su padre, que regresaban nuevamente al cielo.
Esto sería extraño si no fuera por los pensamientos y dudas que pasaban por la cabeza de la joven en esos momentos, había tomado una decisión…
-¿Sabes? Yo…-dudó un instante- Siempre había deseado venir aquí. Ver esta tierra con mis propios ojos…-hizo una ligera pausa, notando el viento- Sentir esta deliciosa brisa en la piel…
Pareció volver a dudar, como si temiese por lo que dijese su buen amigo.
-Y ahora…me gustaría quedarme a vivir aquí.-le confesó- Sí, creo que voy a quedarme en este lugar. Los pies en la tierra, la vista en el cielo…y velando siempre por la Trifuerza.
Esa había sido su elección, sería la primera habitante de los cielos en asentarse en tierra firme, bajo su tierra natal. Pero...quizás eso no fuera suficiente…
-Y tú, Link…-le habló algo avergonzada- ¿Qué piensas hacer a partir de ahora?
Link se sorprendió ante aquella pregunta… ¿Abandonaría su sueño de ser caballero, por irse a vivir con ella, bajo la nubes? Curiosamente, él le sonrió y le cogió la mano, casi como si fuese una promesa.
-Estaría bien…-le dijo pensándoselo- Sí, ¿Por qué no? ¡Podría estar bien! ¡Me quedo contigo! –le contestó sonriente.
-¡¿En serio? –exclamó muy emocionada- ¡E-es genial! ¡Pensaba que estaría aquí sola! ¡No sabes lo mucho que significa para mí! –de pronto, su ánimo decayó- Pero… ¿Y qué pasa con tu sueño de ser caballero? Llevas queriendo eso desde que éramos pequeños, pues querías emular a tus padres…-no quería que por su capricho, arruinase su vida.
-Bueno…-no parecía darle mucha importancia- Creo que con todo esto he demostrado más que de sobra que lo soy. Más que eso, estoy a una categoría superior, la de héroe…-comentó con cierta altanería- Además… ¿Tú no eras la hija del director? Seguro que puedes negociar con él para que pueda darme el título sin pasarme otro año más estudiando…-le habló pasándole un brazo por los hombros, intentando convencerla.
-Ay, Link…-suspiró- Lo que no hagas tú por no tener que estudiar…todavía me sorprende que tú, ese vago al que tenía que despertar en las clases, haya podido realizar tales hazañas hasta llegar a ser lo que es.-añadió recordando- No creo que sea tan fácil, sabes que mi padre es muy estricto con esas cosas, aunque no lo aparente.
-¡Oh, venga! ¡No seas así! ¡Me lo debes! –le reprochó sorprendido.
-Déjalo, ya lo hablaremos más tarde…-evadió la conversación mientras admiraba a sus pelícaros emprender el vuelo, regresando a las alturas.
-¡Se marchan! ¡Ey, venid aquí! ¡Volved ahora mismo! –les gritó alarmado, viendo como desaparecían en el horizonte.
-Déjalos, no pasa nada porque se den un paseo, se lo merecen…-inspiró profundamente, bastante relajada.
-¡¿Y cómo bajaremos? ¡Estamos a varios metros de altura sobre este chisme de piedra gigante! –le recordó alarmado, parecía no haberse dado cuenta de ese detalle.
-¡Aaah! ¡Es verdad! –pegó un gritillo agudo- ¡Ey, volved! ¡No nos dejéis aquí! ¡Regresad! –les llamó a voces, pegando saltos, con la esperanza de que regresaran.
Aquella actuación hizo las delicias del muchacho, que se reía por la particular forma que tenía su amiga de llamar su atención…
XOXOXOXOXOXOXO
Ya en el suelo, tras un esfuerzo y una larga espera a que les viniesen a recoger, los jóvenes y sus aves se encontraban a las puertas del Templo de la Contemplación. Miraban desde abajo la grandeza de la estatua y de la omnipotente Trifuerza, maravillados con su brillo.
-¿Crees que hacemos bien en dejarla ahí? Su poder podría atraer a innumerables monstruos…-le habló preocupado.
-No te preocupes, sólo será hoy. Mañana, usaré mi magia para ocultarla dentro de la estatua, de modo que así esté protegida. Y más adelante, ya idearemos algún método para que no caiga en malas manos…-le respondió segura, para luego bostezar- Estoy agotada, lo de hoy me ha dejado molida… ¿Vamos adentro?
Los cuatro entraron al templo, se merecían un descanso después de todo lo ocurrido. Avanzaron por él admirando su estructura, bien conservada a pesar de tener más de mil años, gracias a la labor de la antigua guardiana, Impa. Esa Sheikah había sido como una madre para Zelda, su reciente muerte aún la afectaba, como probablemente al ausente pelirrojo Malton.
-¿La echas de menos, verdad? –le preguntó Link al verla mirando el sitio donde la anciana desapareció frente a ellos.
-Snif…sí, apenas han pasado horas desde aquello. Guardo muchos recuerdos de ella, sean presentes o de mi anterior vida, ya sabes…-le habló entristecida- Pero no te preocupes, lo superaré. Del que dudo que vaya a hacerlo, al menos pronto, es Malton. Nunca pensé que le pudiera afectar tanto algo, siempre aparenta ser un hombretón chulesco. ¿Quién lo diría? Al final, acabó mostrando ser una gran persona y también un gran aliado…
Zelda miró a Link, que no estaba atendiéndola en absoluto. Él también estaba sumergido en sus propios pensamientos, observando el pedestal donde descansaba la Espada Maestra y también su amiga Fay.
-¿Tú también echarás de menos a alguien, cierto? –le habló recíproca- Yo la creé para que velara por la espada y aguardase al elegido que estuviese destinado a portarla, siempre lo supo. Nunca objetó nada, quizás porque le privé de esa clase de deseos y emociones humanas, su misión siempre fue esa. Ahora, pienso que fui algo cruel al hacer eso, pero es demasiado tarde para cambiar las cosas…-le reveló arrepentida.
-Zelda…-la llamó en un suspiro- ¿Cómo es tener dos almas en un mismo cuerpo y tener frescos en la memoria los recuerdos de una vida pasada?
Esa pregunta la cogió por sorpresa, nunca se lo había planteado. Link esperaba con impaciencia su respuesta, y cuando lo hizo, quedó impresionado.
-Ya te dije que aunque posea estos recuerdos, sigo siendo Zelda. Nuestras almas son, en esencia, las mismas. Únicamente hay unas ligeras diferencias pues cada parte de mí, ha vivido dos vidas separadas, por lo que técnicamente, son dos partes de una misma cosa. Una es la chica que conociste desde tu infancia, la otra es una deidad que estuvo presente desde casi el principio de los tiempos, cuando la vida emergió del caos. Quizás sea algo difícil de comprender, pero yo estoy a gusto con ello, no me supone un problema. Sé quién soy, con eso me basta…
Link quedó perplejo ante aquella respuesta, mientras Zelda se acercaba al Árbol de la Vida, contemplando su esplendor.
-Me agrada la silueta de este árbol, hacia mucho que no veía ninguno…-buscó en sus recuerdos pasados mientras pasaba una mano por su corteza- Es curioso, antes de sumergirme en aquel sueño milenario, no había nada aquí plantado…
-¡Je, je! ¡Eso es obra mía! –le contó tímido- A Impa le parecía bien que lo hiciese, decía que te llevarías una agradable sorpresa cuando despertarás…pero ese no fue el verdadero motivo por el que planté la semilla de ese imponente árbol.
-¿Y cuál era? –le preguntó curiosa.
-Lo hice para salvarle la vida al Dragón del Trueno, el guardián de la Región de Lanayru. Murió en el pasado, a causa de una enfermedad. Usé un mineral llamado Cronolito, cuyas cualidades permiten que la zona que esté bajo su exposición, regrese al pasado. Le entregué un fruto de ese milagroso árbol y así puedo curarse…ahora, técnicamente, vive porque no murió en el pasado.
-Es realmente interesante eso que me cuentas, aunque tampoco me sorprende. Ese anciano jamás se cuidaba, temía que le pudiera ocurrir algo semejante. Y también me agrada saber que aún hoy quedan fragmentos de cronolito por la región, pensé que se acabaron durante la guerra…-suspiró- Es una lástima que ese hermoso mar se haya convertido en un desierto y que esos simpáticos autómatas acabaran convertidos en polvo u oxidados…
-Si es una lástima…-le acompañó en el sentimiento- Pero te alegrará saber que aún queda un superviviente de esa raza, es un robot llamado Serbot. Perteneció en el pasado a la familia de Dorcon, el chatarrero. Quizás recuerdes el montón de chatarra oxidada que encontró un día, era él. No sabía cómo repararlo hasta que me vio con una flor arcana, una florecilla que había recogido del desierto, en una de la zonas afectadas por la radiación de un cronolito, y que decidí traérmela a Altárea. Al parecer, de ella se podía extraer un aceite que serviría para repararlo, así que se la dejé. Tras unos días, su trabajo dio sus frutos, aquel robot volvía a estar operativo.-le explicó detalladamente- Aunque…su carácter es un poco…"dificilillo". Puedo afirmar que no le caigo demasiado bien, aunque debido al extraño cariño que sintió por Fay nada más verla, estaba obligado a hacerme caso. No me imagino cómo se pondrá cuando se entere de que jamás volverá a verla…
-¿Una flor arcana? Vaya…ya eran escasas en su época, suerte que lograste encontrar una de esas, incluso en ese árido desierto. Al Maestro Buhel le hubiera encantado estudiar esa peculiar flor…
-¡Y lo hizo! ¡Más tarde encontré otra y me vio con ella! ¡Tuve que dársela a pesar de que la quería para mí! ¡Y después le hice el capricho de traerle a un Kyus! ¡Está obsesionado con las plantas! –le confesó molesto, recordándolo.
-¡Link! ¡¿Primero ese robot y ahora un Kyus? ¡¿Se puede saber qué has estado haciendo a mis espaldas? –le regaño bastante mosqueada, no era bueno sacar a las criaturas de su habitad natural.
-Eh…je, je…-se estaba lamentando- También llevé a un Moguma al cielo, ahora debe estar cultivando calabazas…
-¡¿Qué? ¡Serás tonto! –le pegó en la cabeza, enfadada- ¡¿Qué pensarán los demás? ¡¿Cómo pudo ocurrírsete semejante estupidez? ¡Aaagg! ¡Ahora tendremos que dar miles de explicaciones sobre todo eso! ¡Y no quiero pensar en esas pobres criaturas que se encuentran lejos de su casa!
-¡Si fueron ellos quienes me lo pidieron! ¡Sólo los llevé allí porque otras personas necesitaban de sus peculiaridades! ¡No me eches la culpa de todo a mí! –se excusó protegiéndose.
Su discusión fue interrumpida cuando el graznido de uno de los pelícaros les incitó a que dejaran de hacerlo, centrando su atención en ellos. Ambas aves estaban acomodándose en el suelo, dejándoles ver que lo que querían era tranquilidad.
-Link…-habló después de ese silencio-Deberíamos irnos también a descansar, ha sido un día lleno de emociones. Y además está empezando a ponerse el sol, mañana seguiremos hablando sobre todo lo ocurrido.
-Tienes razón, estoy agotado…-bostezó profundamente, estirándose- Dormiremos con algunas mantas que se fabricaron Impa, y posteriormente Malton, para usarlas nosotros.
Link fue a buscar dichos objetos a un cuarto oculto dentro del templo, donde la anciana había residido durante tantos años. Dormirían junto al árbol, cerca de sus pájaros, puesto que aquella pequeña habitación sólo había una cama y también porque con el descenso de la Efigie de la Diosa, había provocado un ligero temblor que hizo desmoronarse parcialmente el techo de dicha estancia. Se tumbaron en el suelo, abrigándose, ahí fue donde Zelda se dio cuenta de unos pequeños detalles…
-Link… ¿Vas a decirme que son esos rasguños en tus ropas? –le preguntó al ver su estado.
Se lo había preguntado antes, en la estatua, cuando esperaban a que regresasen sus pelícaros. Él se negó a contar nada, poniendo escusas sobre su estado. Iba algo sucio y con algunas heridas por el cuerpo, junto a numerosas imperfecciones en sus ropas.
-En serio, no es nada…-le repitió- No hace falta que te preocupes, es normal que esté así después de todo por lo que he pasado.
-Quítate la ropa…-le ordenó en un tono firme y quizás algo desconfiado.
-¡¿Qué dices? ¡¿Cómo se ocurre pedirme eso? ¡No pienso hacerlo! –se negó tremendamente avergonzado.
-¡Oh, por favor! ¡Sólo quiero comprobar tus heridas! ¡Además, me refería a que te quedases en ropa interior, pervertido! ¡Ni que no te hubiera visto en bañador cuando nos íbamos a nadar al manantial! –le reprochó Zelda.
El muchacho siguió negándose, aunque finalmente tuvo que aceptar, quitándose sólo la parte superior. Cuando ella contempló su cuerpo, una mirada triste lo reveló todo. Link lo vio, e intento animarla contándole algunas anécdotas sobre cómo había logrado esos moratones y cicatrices, aunque en realidad no eran muchas o no se apreciaban.
-La más recientes son de hoy, cuando tuve que enfrentarme a esa oleada de monstruos, a Grahim y al Heraldo de la Muerte.-le contó animado- Esta línea de pequeñas marcas casi imperceptibles fueron causadas por la tenaza de un Morgrad, fue bastante incómodo…-le señaló su cintura- Tengo algunas quemaduras leves debido a mi paso por el Volcán de Eldin y también a algunas criaturas…-las indicó globalmente- También algunos cortes… ¡Y eso que no has visto mis piernas! ¡No es que esté destrozado, pero recordaré cómo me las hice el resto de mi vida! ¡He tenido algunos problemas con este uniforme cuando regresaba de vez en cuando a Altárea, me lo han tenido que coser varias veces! ¡Ja, ja, ja!
-No sé cómo puedes hablar así, por mi culpa tú pasaste por todo eso…-se arrepintió, sintiéndose culpable de todo lo ocurrido.
-¡Ey, anímate! ¡Todo ha acabado! ¡Y hemos vivido una aventura memorable! –la intentó animar- Gracias a esto, nuestras vidas han dado un vuelco inesperado y podremos empezar una nueva vida, afortunadamente en paz. Además…estás equivocada, no fuiste tú quién lo ocasionó. Y si hice todo esto…fue para salvarte a ti, no me arrepiento de nada.
Ella se conmovió con sus palabras, causándole un ligero rubor en las mejillas. Link se volvió a colocar la camisa y se recostó buscando la mejor forma para dormir, exhausto. Se dieron las buenas noches y él se durmió pronto, mientras Zelda se mantenía despierta. Había pasado por muchas cosas ese día, sus pensamientos no la dejaban conciliar el sueño.
En un momento dado, miró a los pájaros que se acurrucaban juntos y se proporcionaban muestras de cariño. Antes, había sido simples compañeros y probablemente por el tiempo que había trascurrido desde que sus dueños desaparecieron bajo las nubes, se las habrían ingeniado para sobrevivir el tiempo que ellos no estuvieron. El pelícaro rojo había ayudado a su compañera añil durante esos momentos duros, cuando no estaba sirviendo de montura a su amo por los cielos. Y ella debía admitir, que se sentía un poco celosa…
-Ojalá tuviéramos la misma relación Link y yo…-suspiró decaída.
Ella miró unos instantes al joven que descansaba a su lado, deseando que algún día eso llegara a suceder. Sintió el impulso de acariciarle ligeramente los cabellos, antes de que finalmente un gruñido de él le hiciera apartarse. Pasado el susto, decidió que lo mejor era dormir y tras varios minutos, entró en un profundo sueño.
XOXOXOXOXOXOXO
A la mañana siguiente, se encontraban en la cámara donde había residido la Espada de la Diosa durante siglos y las tres litografías de las Tierras Inferiores.
Zelda se preparó para ocultar nuevamente la Trifuerza dentro de la efigie, una medida preventiva mientras buscaban otra forma más segura de protegerla. Su cuerpo se iluminó, en una serie de rezos e invocaciones que conjuraron a la Trifuerza frente a ellos, girando como una loca. Atravesó el suelo, entrando probablemente en la mazmorra que había en los cimientos de dicha estatua, justo donde Link la obtuvo. Tras aquel arduo esfuerzo, se derrumbó sobre sus rodillas, agotadas. Fue socorrida por Link, creyendo que algo malo le puede haber pasado, hasta que…
De repente, el suelo comenzó a agitarse violentamente, era un terremoto. Intentaron salir cuanto antes de allí, temiendo que la edificación pudiera llegar a derrumbarse. Unos instantes más tarde, una intensa luz los cegó por completo, para luego dejar de sentir esos temblores. Cuando se dieron cuenta, comprobaron que ni la efigie ni el templo estaban demasiado afectados, apenas un desorden generalizado. Sus pelícaros sobrevolaban en círculos sus cabezas, graznando bastante alterados. Al principio, pensaron que como el resto de los animales, se habían asustado por el terremoto.
Sin embargo, se preocuparon cuando uno señalaba al cielo y el otro se acercaba a la estatua de pelícaro que había cerca de allí. Había tres de esas curiosas esculturas en esas tierras, una en cada región, que eran capaces de devolverle al cielo con un viento mágico de asombroso poder. Como esas figuras estaban situadas justo debajo del haz de luz que abría paso entre las nubes, siempre volvía al mismo punto por donde cayó. Cada punto estaba bastante alejado del otro, debido a que conectaban diferentes regiones. El más cercano a Altárea era el que conducía a los Bosques de Farone, relativamente cerca de la isla flotante.
Desgraciadamente, los jóvenes comprobaron que la estatua presentaba numerosas grietas de bastante importancia, lo que podría acarrear serios problemas…
-Link, debemos volver a Altárea.-le habló preocupada- Pensaba regresar mañana para contarles nuestros planes y trasladar algunas cosas, pero presiento que lo ocurrido haya podido afectar en cierto modo a todo Celéstea. Y me preocupa el estado de esta estatua, algo me dice que he fallado en algo…
No tardaron en subirse sobre sus aladas monturas y empezar a elevarse cientos de metros hasta llegar al mar de nubes, la barrera que los separaba de su destino. Sorprendentemente, por ahí no había ningún hueco para atravesar esas nubes, preocupándolos aún más.
-Lo sabía…-murmuró Zelda- Al haberse agrietado la estatua, la entrada debe haberse cerrado…
-¿Eso significa que nunca podremos regresar? –él estaba muy alterado, pensaba que jamás podría volver a ver a sus amigos.
Buscaron más a fondo con la esperanza que encontrar algún modo de atravesar esa inmensa cortina de nubes, negándose a aquella idea. Se percataron de una anomalía entre los nubarrones, que se esparcían o se arremolinaban aleatoriamente. Entonces se dieron cuenta de que era aquel portal, no había desaparecido del todo. Sin embargo, su inestabilidad les haría peligrar bastante, pero debían hacerlo. Se armaron de valor y ordenaron a sus aves entrar en la distorsión.
Se arrepintieron cuando un torrente de viento los absorbió hacia dentro, como un enorme tornado. Dieron vueltas y vueltas luchando contra las ráfagas de aire, habían perdido el control. Cuando sintieron que no podían más, sus pájaros realizaron un último esfuerzo para salir a la superficie, antes de que fuese demasiado tarde. Y milagrosamente, lograron su objetivo, estaban a pocos aleteos de su querida tierra natal.
-¡Por poco no lo contamos! ¡Yo casi pierdo mi gorro si no lo llego a agarrar! –exclamó Link, respirando agitadamente.
-¿Y me lo dices a mí? ¡Mira estos pelos! –le habló igual de fatigada, con su cabello completamente revuelto. Y Link se rió de ella, eso sí que era humillante.
-¿Qué crees que ha podido pasar? –le preguntó olvidándose de lo gracioso del asunto.
-No lo sé exactamente, pero esto nos complicará las cosas…-habló abatida- Ya no podremos volver, al menos hasta que hayamos dado con una solución segura para hacerlo…-de pronto, vio algo extraño en el horizonte- ¡Link, mira!
Observó el horizonte…ya no estaban los otros rayos de luz. Cada uno poseía un color; verde, rojo y amarillo, representando a cada región. Todos podían verse desde mucha distancia por la intensidad de su color y tamaño, incluso de noche. Ahora no estaban, lo que significaba que el acceso a las demás zonas estaba completamente obstruido, aquel devastador terremoto se había sentido en un radio mayor de alcance.
-Esto ha tenido que ser obra de la Trifuerza, no pudo haber sido otra cosa…-habló para sí misma, observando el panorama- ¿Y por qué? ¿Qué fue lo que hice mal?
De pronto, se oyeron los graznidos de dos pelícaros acercarse, pertenecientes a dos caballeros celestiales.
-¡Por la Diosa! ¡Habéis vuelto! –exclamó uno de ellos- ¡Ayer varios chavales y el director regresaron contando historias sobre unas tierras bajos las nubes y vosotros! ¡Es asombroso!
-¡Y que lo digas! ¡Nos habéis tenido en ascuas desde que despareció la muchacha tras el Torneo Celeste! ¡¿Qué habéis estado haciendo? –les preguntó su compañero, igual de emocionado.
-¿Podrías decirnos antes que ha pasado con las columnas luminosas que llevaban semanas brillando? –les preguntó Link.
-Eh…no estamos seguros, desaparecieron de la misma forma que aparecieron, así de repente.-les contó uno de los caballeros- No ha pasado mucho en realidad, nos dirigíamos precisamente a investigarlo cuando habéis aparecido vosotros. ¡Todos se pondrán muy contentos!
-Y por cierto… ¿Para qué demonios servían esos luceros? –les preguntó el otro- El director Gaepora habló con nosotros, los caballeros, para que no nos acercásemos a esas luces ni dejáramos a nadie hacerlo. Y por las noches, se hacía diferente que de costumbre cuando patrullábamos los alrededores, con toda esa luz adicional que teníamos.
-¡Venga, venid con nosotros! ¡Tenéis muchas cosas que explicarles a los demás! ¡Seguidnos! –les ordenó, ansioso por que el resto del pueblo conociera la noticia.
Ellos no se negaron, siendo escoltados por los caballeros. Apenas tardaron unos minutos cuando aterrizaron sobre la plaza, llamando la atención de muchos.
-¡Venid todos! ¡El valiente Link y nuestra encantadora Zelda han vuelto! ¡Corred la voz! –alertó a todos lo que se encontraban en ese momento allí.
Pronto comenzaron a verse rodeados de personas, la noticia pasó de boca en boca rápidamente. Todos los habían estado esperando, estaban encantados con su regreso. El bazar cerró; los habitantes dejaron sus trabajos para asistir a su encuentro; niños, ancianos y caballeros se apresuraron a venir, en cuanto se enteraron; otro se marchaban únicamente para alertar a los que se encontraban fuera de la isla o en islotes alejados, aunque tardarían en llegar…
El sentimiento de unidad era inmenso, los dos jóvenes estaban muy emocionados. Más lo estuvieron cuando vieron a sus compañeros de la academia y al resto de sus amigos.
-¡Amigos, habéis vuelto! ¡Cuánto os he echado de menos! –les abrazó Gruyo, muy alegre de que estuvieran de nuevo con ellos.
-¿Gruyo? ¿Qué te ha pasado? –exclamó sorprendida al ver la ligera musculatura que había desarrollado- ¡Se te nota más fuerte! ¿Cómo los has conseguido en tan poco tiempo?
-Bueno…-se rascó la cabeza vergonzoso- Digamos que durante las siguientes semanas posteriores a ti desaparición…Link me ayudó un poquito…
-¿Y nosotros qué, eh? ¡¿Qué pasa con tu compañera del alma? –se oyó una voz entre la multitud, era su amiga Gracielle.
-¡Y es que además hemos perdido muchas clases desde que te marchaste! ¡Nos hemos dedicado a hacer patrullas y a toda clase de cosas! Es lo que tiene ser hija del director, supongo…-añadió Coocker, junto a ella.
-Uhm… ¿Por qué habéis tardado tanto? Pensábamos que volveríais ayer…-comentó Vestro, sin demasiado interés.
-¡Ya te digo! ¡Se me hacía raro que el jefe no hiciese nada al respecto! –exclamó Corvy, más animado que su amigo.
-¿Y por qué debería haber hecho algo? ¡El gran Malton tiene otras cosas que hacer que preocuparse por estos dos! ¡Han demostrado que saben arreglárselas solos! –finalmente, apareció el grandullón pelirrojo, dándose ciertos aires.
Ambos se alegraron por ver a su compañero, ese que les había ayudado tanto durante su aventura. Y pronto, llegaron los profesores de la academia, seguidos de su director.
-¡Zelda, hija mía! ¡Por fin estás aquí! ¿Por qué no regresasteis ayer? ¿Y qué ha pasado con los portales de luz, esos tan coloridos?
-Eh…-su hija dudaba en contestarle- Papá, ya hablaremos de eso más tarde, creo que ahora no es el mejor momento…
XOXOXOXOXOXOXO
Le resultaba incómodo estar rodeada de la gente de toda la isla, cada vez llegando más y más. Tuvieron que saludar a todos, conocidos y no tan conocidos. Al final, se terminaron cansando y tuvieron que ser auxiliados por sus amigos para llegar a la academia. Allí, se reunieron en el comedor, alumnos y trabajadores, donde comenzaron a relatarles sus planes…
-Antes que nada… ¿Qué habéis estado haciendo ahí abajo? Nos interesa saber que estuvisteis haciendo tú y Link después de aquel terrible incidente, además de que Malton no nos ha querido contar lo que él también estuvo haciendo. –le preguntó con interés Gracielle, a su compañera.
-¡Ya os dije que no es asunto vuestro! ¡Además estaba esperando a que ellos aparecieran! –le recordó molesto.
-Y usted, director Gaepora…-intervino Coocker- ¿Por qué ha tenido a todo Celéstea en vilo por lo que estaba ocurriendo y pactó con los caballeros celestes para que nadie se acercara a las columnas de luz? Además, como dije antes, no hemos tenido clases. Sólo patrullas o prácticas ocasionales, casi hemos podido hacer lo que nos diera la gana.
-Bueno…-se aclaró la voz- Los acontecimientos sucedidos después de la desaparición de mi hija, me hicieron tomar esa decisión. No podíamos seguir con las clases hasta que se resolviera el asunto, era también nuestro deber ayudar a la población mientras durara este periodo de inactividad. Nuestro querido muchacho, Link, a diferencia de la mayoría, estuvo buscando a mi hija por las tierras bajo nuestros pies. Curiosamente, después Malton acabó también allí, al parecer fue de gran ayuda para ellos. Y todo esto se debe a una leyenda escrita hace siglos, donde hablaba de un héroe que sería el elegido para cumplir un glorioso destino…
-¿Y la efigie, señor? ¿Dónde está ahora? Nuestro símbolo ha caído y no podremos volver a verlo nunca más por aquí…-habló apenada la anciana, conserje y cocinera en la academia.
-Allá abajo, junto a un imponente templo…-contestó por sorpresa Vestro, normalmente callado- Es una lástima, pero allí se quedará…
-Es cierto, además sé que era necesario para que ahora mi hija esté aquí con nosotros, estaba descrito en las antiguas escrituras, de una manera un tanto metafórica…-añadió el director.
-¿Y las torres de luz? ¿Por qué han desaparecido? –preguntó el maestro de esgrima, muy interesado en el tema.
-Eh…-no sabían cómo empezar, era realmente complicado.
Ellos empezaron por contarles todo, la razón de aquella aventura y el por qué de una amplia gama de cuestiones, apoyados por Malton y Gaepora. Todos se mantuvieron expectantes durante todo el tiempo que duró su explicación, para luego quedarse sin palabras.
-¡Wow! ¡Eso es increíble! –exclamó Gruyo- ¡Ahora entiendo por qué sólo aparecías durante alguna jornadas! ¡Y siempre apurado!
-¡Y también porque siempre volvías con tu uniforme desgastado, jovencito! –le reprochó la anciana, que era quien le había arreglado sus ropas durante todo este tiempo.
-¿Eso significa que no podréis volver a esas tierras bajo las nubes? –preguntó Vestro, quizás añorando ese prometedor bosque repleto de insectos.
-¡¿Qué no se puede volver? –gritó alterado alguien tras ellos, haciendo que se voltearan a verlo.
Era aquel pequeño Kyus, ese al que ahora ayudaba a Buhel con sus estudios. Corrió hacia Link con pasos torpes y después le miró desde abajo con mala cara.
-¡Es culpa tuya! ¡Nunca debía aceptar que me secuestraras y me llevaras a este lugar! –le habló mezclando temor y enfado- ¿Cómo regresaré..? No voy a volver a ver a mis amigos nunca más…-estaba traumado, que junto a su personalidad, lo hacían muy vulnerable.
-Tranquilízate, pequeño…-le calmó Buhel cogiéndolo- A mí también me hubiera encantado conocer tu hogar, cuántas plantas hubiera podido estudiar en esos frondosos bosques de los que me hablaste…
-Y demás criaturas, las escrituras tenían razón y estos chicos lo demuestran…-le siguió Ateus, más interesado en la vida animal.
-¡O cómo ese extraño ser que ahora trabaja en el Calabarza´s! ¡Es la atracción estrella del lugar! ¿También es de por ahí, no? –preguntó de nuevo la señora, pues su marido frecuentaba el lugar.
-Sí, aunque no vivía en esos bosques precisamente…-explicó Zelda- Gracias a Link, ahora tenemos un circo aquí en Altárea…
-¡Ya te dije que lo siento! ¿Por qué sigues con lo mismo? –le recriminó, parecía que se la tenía jurada.
-¿Y qué pasa con mi anterior pregunta? ¿Es que nadie me va a contestar? –repitió Vestro, impacientándose.
-¡Ah, sí! –reaccionó la joven- No es del todo seguro, tendríamos que comprobar los otros dos portales. Pero temo que por su situación geográfica, hayan sido completamente destruidos o que estén en peor estado que por el que hemos pasado. Lo más seguro es que permanezcamos una temporada aquí antes de intentar atravesar las nubes de nuevo, hasta que encontremos la forma de restaurarlos y descender de forma segura.
-¿Y después qué? ¿Qué haréis después de solucionar ese problema? –les preguntó Corvy, no lo habían explicado aún.
-Pues…veréis…-Zelda estaba avergonzada- Teníamos pensado…mudarnos definitivamente allí…
Todos exclamaron sorprendidos, sobre todo su padre. No podían creerse que se les hubiera ocurrido semejante idea, irse ellos solos a vivir en tierras desconocidas y peligrosas. Nadie en todo Celéstea querría irse de su lugar de nacimiento, ahí tenían a sus seres queridos y obtenían todo lo que necesitaban para vivir. Islotes con árboles; canteras flotantes; manantiales que nunca se secaban; alimentos que les proporcionaba la agricultura o las diferentes aves que poblaban los cielos, exceptuando a los sagrados pelícaros; además de una economía autosuficiente y un estilo de vida muy comprometido al entorno.
-Hija mía, creo que te estás precipitando…-le intentó disuadir su padre- No hace falta que regreses a ese lugar, aquí está todo lo que necesitas. Está bien que visites las Tierras Inferiores de vez en cuando, una excursión ocasional…
-¿Y tú, Link? ¿Qué ha pasado con lo de ser caballero? –le recordó Coocker a su compañero.
-¡Después de lo que he pasado, es como si lo fuera! ¿No es así, maestro Buhel? –le peloteó a su profesor, pues él le había enseñado una técnica de vuelo sólo apta para caballeros graduados.
-Me temo que no es así, debes completar este curso que te queda si quieres serlo.-le negó seriamente, ciñéndose a las normas- Debido a lo ocurrido, se han retrasado las evaluaciones de este curso y el inicio del otro, tu último año si no me equivoco. Además, quedan pendientes las vacaciones de final de curso, que de haber seguido las clases como estaban previstas, en dos semanas las tendríais.
-¡ Mierda! ¡Y los de Celestia tendríamos que volver con nuestros padres! –se lamentó Malton- ¡Seguro que se habrán enterado de mi escapada a Maltolandia!
-¿¡Qué? –Gruyo no entendía nada.
-A los de Celestia no les habrá afectado todo eso, ni tampoco a los alumnos de la academia que reside allí…-suspiró Gracielle, le importaban mucho sus calificaciones.
A parte de Altárea, la isla principal, además de otras islas menores e islotes, había una segunda isla mayoritaria lejos de allí, conformando así toda la vasta extensión de Celéstea. Era Celestia, cuya población y expansión eran similares a Altárea, pero con algunas diferencias notorias. Había un día y medio de camino hasta allí, por lo que los alumnos inscritos en la academia del director Gaepora perteneciente a esa isla debían vivir en dentro de la academia. La mayoría de los alumnos eran de allí, a excepción de Link, Zelda y Coocker.
Eso era porque esa academia era más prestigiosa y solía atraer más a algunos alumnos deseosos de conocer la isla principal y sus costumbres. Su examen de acceso, por lo tanto, era más difícil pues se les daba prioridad a los residentes de Altárea. Eso había originado rivalidades entre las dos escuelas, que cada año enfrentaban a sus mejores alumnos de último año en una competición. Las particularidades de esas instituciones es que sólo aceptaban a los alumnos por promociones, es decir, cada cierto número de años, concretamente cuatro. Entraban alumnos nuevos cada ese periodo de tiempo, por lo que las plazas eran muy limitadas y se competía bastante por ellas. Aunque en verdad, tampoco había demasiada demanda, pues no había demasiada población y tampoco generaciones con grandes cantidades de individuos, además de que no todos querían ser caballeros.
-Todos los de allí se han enterado, han tenido tiempo se transmitirse las noticias durante todo el tiempo que hemos estado esperando. Y ya les hemos comunicado el retraso a vuestros padres y probablemente os marchéis como lo planeado, quizás antes de que nos dé tiempo a retornar las evaluaciones.-habló serenamente Asteus, informándolos.
-Y aunque pudiéramos, no tenemos nada con que valorar sus conocimientos o aptitudes, apenas con los exámenes y pruebas anteriores a la catástrofe. ¡Esto es un desastre! –se lamentó el profesor de esgrima y gimnasia, su preparador físico.
-¡Tranquilidad, encontraremos la forma de hacerlo! ¡Pero tenemos que trabajar duro para lograrlo! ¡Tanto alumnos como instructores! –animó el director, él siempre era más calmado y optimista.
-¡Pero será para otro día, viejo Gaepora! ¡Esta noche toca fiesta! –le recordó Malton, muy animado.
-¡¿Fiesta? ¡¿Dónde? –exclamó alterado el Kyus, aún en brazos de Buhel- ¡Yo quiero ir!
-¿Una fiesta? ¿Y eso? –tanto ella como Link no entendían nada, apenas acababan de llegar.
-¡Jo, jo, jo! ¡Es cierto! ¡Se me había olvidado! –se rió alegre su padre- ¡Fue idea mía y del muchacho, prepararos una bienvenida por todo lo alto! ¡Ya deben estar con los preparativos!
-Pensábamos que vendríais ayer, así que la mayoría de las cosas deben estar listas…-comentó Gruyo, muy sonriente.
-¡No hay nada mejor que celebrar que habéis vuelto de una pieza para olvidar las penurias que habéis sufrido! ¿Verdad, parejita? –opinó Gracielle, emocionada.
-Bueno…-Link estaba indeciso- ¿Y cuándo será?
-Esta noche…-la forma con la que su amiga le respondió intuía que sería memorable.
XOXOXOXOXOXOXO
Con la luna y las estrella de fondo, los habitantes de Altárea celebraban con emoción el regreso de aquellos dos jóvenes, allí casi todo el mundo se conocía y se apreciaba. Decenas de personas estaban por las calles y la plaza de aquella isla, todos colaborando a su manera en aquella fiesta comunitaria. Comida, música, ambiente…nada faltaba en esa maravillosa de ensueño, organizada con el cariño de sus habitantes y de dos integrantes de la academia, su director y su alumno más ególatra.
Link y Zelda, vestidos ahora con las ropas que solían llevar antes de lo sucedido, se veían abrumados por la cantidad de gente que veían a ellos a preguntarles cosas relacionadas con su aventuras y los lugares que habían visitado. Apenas daban abasto, y algunas interrupciones eran más molestas que otras…
-¡Yujúu! ¡Cariño, estoy aquí! –llamó a Link una muchacha rubia, la chica que trabajaba en la consigna.
Ella vino corriendo hacia él y lo abrazó con fuerza, sorprendiendo a Link y a Zelda.
-Eh… ¡Hola, Alisia! ¡Veo que estás muy emocionada! –exclamó nervioso, temiendo una reacción extraña por parte de Zelda.
-¿Qué estáis haciendo? ¿Desde cuándo sois tan amigos? –preguntó Zelda, bastante molesta.
-¡¿Amigos? ¡Somos una hermosa pareja que acaba de reencontrarse! ¿Verdad que sí, amorcito? –le habló dulcemente a su "querido".
-¡¿Qué? ¡Oh, no! –la apartó alterado- ¡En serio! ¡No es lo que parece, Zelda!
-¡Por supuesto que sí! ¿O acaso no has estado visitándome cada vez que regresabas de tu largo viaje por el mundo? Incluso una vez viniste a mi casa a verme…-habló muy próxima a él, incomodándolo.
-¡Fui a ver a tu padre! ¡Y si pasaba por el bazar era por negocios! Aprecio tu amistad, pero creo que te has hecho una idea equivocada sobre mí…-intentó explicarse, la situación era crítica.
-¡¿Qué? ¡Eso no puede ser! –se apartó de él, sin poder creérselo- Entonces tú… ¡Me has engañado! ¡Pensé que era el hombre de mis sueños! ¡Y no eres más que un sabandija! ¡Sólo me querías para tontear y luego irte con otra! ¿Verdad? ¡¿Cómo se puede ser tan rastrero? Yo, yo…-no puedo acabar, saliendo corriendo entre lágrimas, perdiéndose entre la multitud.
Link hizo pensó en detenerla durante un instante, pero sabía que no serviría para nada…
-¿Qué fue todo esto? ¿Qué has estado haciendo en mi ausencia, Link? –lo peor aún no había llegado, le tocaba explicárselo todo.
-¡Ya te he dicho que no es nada! ¡Ella para mí sólo es una amiga! ¡No sé cómo pudo ocurrírsele que intentaba ligar con ella! –se explicó, muy alterado.
-¿Por qué te alteras tanto? Es como si temieses que me pudiera ofender por ello…-le comentó curiosa, viendo la reacción del chico.
-¡Ey, tú! ¡Ven aquí, malandrín! ¡¿Cómo se te ocurre romperle el corazón a mi niña? –le gritó de entre la multitud el padre de Alisia, un experto espadachín retirado, con ella llorando a su lado.
-¡Ay, por la Diosa! ¡Ya sabía yo que acabaría de esta manera! –exclamó horrorizado, viendo como portaba su espada buscándolo- ¡Zelda, nos vemos luego!
No tardó en marcharse, antes de que aquel hombre llegara a donde también se encontraba Zelda.
-¡Contesta, chica! ¡¿Sabes dónde ha ido ese cobarde engatusador? –le gritó furioso- ¡Cuándo lo encuentre se las verá conmigo! ¡No me puedo creer que confiara en él para encontrar al muchacho que estaba rondando a mi hija! ¡Y resulta que era él! ¡¿Cómo he podido ser tan estúpido?
-Ah, no lo sé…-habló sin mucho interés- Debe de haberse ido por ahí, creo…-le indicó señalando la dirección opuesta, protegiendo así a su amigo.
Se marchó raudo tras escuchar esas palabras, seguido de su hija. Esta, inesperadamente, le sacó la lengua en señal de rivalidad por Link, cosa que sorprendió mucho a Zelda.
-Ay, Link… ¿En qué te has metido? –suspiró, en su ausencia habían ocurrido muchas cosas.
Precisamente, se marchó de allí y avanzó un poco hasta encontrarse a sus dos amigos, Gracielle y Coocker, comiendo cerca de unas mesas con aperitivos.
-¡Zeel-da! ¡Glup! ¡Veb con nossotrous! ¡Glup! –habló mientras masticaba.
-Je, je…tú siempre descuidando tus modales… ¿No, Gracielle? –habló algo incómoda, al ver cómo engullía.
-¿Y me lo dices a mí? ¡Ya tengo bastante con lo holgazana y descuidada que es mi madre, para que encima tenga una novia que no sabe comportarse en público! –se quejó Coocker, bebiendo tranquilamente un vaso de ponche.
-Espera… ¡¿Qué? Vosotros dos…-se sentía perdida- ¿Pero desde cuándo?
-¡Oh, es una larga historia! –le habló su amiga al terminar de tragar- Todo comenzó cuando Link, en una de su visitas ocasionales desde que tú desapareciste, me entregó una carta de ese paleto de Corvy, una carta de amor…
-Y cuando yo me enteré, me sentí extraño. Era una mezcla de celos y miedo, en ese entonces comprendí que debía hacer algo…-continuó Coocker.
-¡Y de repente, cuando Corvy se me estaba declarando, apareció él! ¡Me sentí la chica más afortunaba del mundo cuando me reveló sus sentimientos! ¡Lo más perturbante de todo esto es que casi llego a aceptar salir con Corvy! ¡Puaj! ¡Sólo de pensarlo ahora me entran escalofríos! –expresó mientras agarraba de la cintura a su pareja.
-Siempre me dijiste que te gustaba Coocker, me alegra que al final estéis juntos…-les felicitó contenta.
-¿Y lo tuyo con Link? ¿Ya os lo habréis confesado, no? –le preguntó interesada la pelirroja.
Zelda se sorprendió con aquella pregunta, a la que únicamente contestó bajando la cabeza, decepcionada…
-¡Ups! Lo siento…-se disculpó al verla así- Yo pensé que vosotros…
-No, Gracielle, parece que por ahora nada…-suspiró.
-Es extraño, todos menos vosotros dábamos por sentado que haríais una buena pareja, lo decían los más viejos desde que erais niños…-añadió Coocker- Y además por qué Link se ha dejado la piel en rescatarte, más de una vez vino a mí a contarme lo mucho que estaba preocupado por ti. ¿Cómo es que no te lo ha dicho?
-¡Ese es su problema! ¡Es demasiado tímido! ¡Me da que tendrá que pasar lo que te ocurrió a ti, Coocker! ¡Debe conocer el sabor agridulce que deja el saber que otro puede llevarse a tu amada! –habló con decisión Gracielle- ¿Por qué no lo intentamos? ¡Vamos a hacer un pequeño teatro para hacerle creer esa trola!
-Me temo que eso no funcionará, ya hay otro competidor que sueña con estar con Zelda…-le corrigió su novio- ¿Adivináis a quién me refiero?
-¡Malton! –exclamaron los tres al unísono.
-¡No me lo recordéis! –les pidió algo asqueada- Aunque ahora parece haberse vuelto un buen chico, aún recuerdo lo bravucón con que era con Link y que siempre inventaba alguna treta para humillarlo o hacerle daño. Y sinceramente, nunca me ha gustado cuando trataba de impresionarme o la cara de idiota que se le quedaba al contemplarme…-un escalofrío recorrió su cuerpo.
-Ya, y Link nunca hacía nada para evitarlo…-se metió Gracielle- Era como si realmente le diese igual…
-Uhm… ¿Vosotros qué pensáis que significo para Link? –les preguntó esperando una respuesta que probablemente no le agradaría.
-Eh…pues…-ambos dudaban, pero Gracielle le contestó- Sinceramente, pienso que sólo hay dos opciones: aún no te lo ha dicho, quizás por timidez o realmente sólo te considera una gran amiga, una hermana más bien.
-Sí, estoy más que de acuerdo…-le apoyó el joven- Una fina línea que separa el romance de la hermandad, dependerá de la actitud del muchacho saber si es uno o lo otro.
-¿Una hermana? –Zelda se sentía desolada- Perdonadme, necesito irme a pensar en mis cosas…
Ella se marchó cabizbaja, dándole vueltas a la cabeza sobre eso que le acababan de decirle. Y mientras, el dúo se preguntaba si habían hecho lo correcto al expresarle su opinión.
-¿Crees que debimos serle tan sinceros? ¿No crees que debimos haber sido algo más suaves? –le preguntó Coocker, con ella agarrada a su brazo.
-No lo sé, está muy enamorada de él, desde pequeña. Pero me preocupa que Link no haya hecho nada hasta ahora, así que es mejor prepararla para un posible disgusto…-suspiró, tal vez fuera lo mejor.
XOXOXOXOXOXOXO
Mientras tanto, Link por fin había despistado a su perseguidor. Ahora vagaba sin rumbo buscando algo que hacer, hasta que de nuevo, multitud de personas se abalanzaron a por él.
Más preguntas, peticiones y demás que no paraban, durante un buen rato tuvo que someterse a sus admiradores, fueran niños o adultos. Pero en un momento dado, llegó el gigantón Malton para enmendar la situación.
-¡Bueno, amigos, eso ha sido todo por esta noche! ¡Contacten conmigo para futuras entrevistas, firmas de autógrafos y promociones especiales para los más devotos seguidores de nuestro héroe! ¡Adiós y diviértanse durante el resto de la noche! –les dejó plantados mientras se llevaba a Link, cogiéndolo como si fuera un saco.
Se lo llevó un poco más lejos, hasta un lugar donde estaba conversando con su pandilla, dejándolo por fin en el suelo.
-Muchas gracias, Malton, aunque podrías haberlo hecho de otra manera…-le agradeció sintiéndose un tanto incómodo por la manera con la que lo había sacado de allí.
-¡No me las des! ¡El gran Malton siempre está ahí para salvaros! ¡Incluso a ti, "Don Héroe"! –le laureó como siempre.
-Quién hubiera dicho que nos acabaras cayendo bien, sobre todo al jefe…-comentó Vestro, apoyado en una pared.
-¡Ey, lo dices como si fuera algo malo! Puede que hayamos tenido nuestras diferencias, pero al final, todo el mundo acaba cayéndole bien al gran Malton, segundo héroe de esta historia por decisión propia…-se excusó, había enterrado el hacha de guerra hace tiempo, como sus amigos.
-Yo también me alegro por ello, de que al fin seamos amigos. Después de años de continuas disputas y bromas pesadas, creo que me sentiré más tranquilo de ahora en adelante…-le agradeció feliz, un poco cansado de todo eso.
-¡No te relajes más, que te nos duermes! –bromeó el pelirrojo- ¡Con lo vago que eres, tu única preocupación desaparece y ya no despiertas! ¡Ja, ja, ja!
-Je…muy gracioso, Malton…-le siguió el juego, aunque no le gustasen sus chistes malos.
De pronto, cuando intentó dar un paso para situarse mejor, casi pierde el equilibrio y se cae, si no hubiera sido por Malton.
-¡Ey, cuidado, colega! ¿Qué te ha pasado? –le preguntó mientras lo ayudaba a recomponerse.
-Nada, sólo ha sido un pequeño traspiés…-le relajó, soltándose de su agarre.
Intentó de nuevo caminar, con el mismo resultado, sintiendo ahora un intenso dolor de cabeza.
-¿En serio estás bien? –se quedó pensando- ¡Ah, claro! ¡Qué tonto! ¿Es alcohol, verdad? ¡Ya empiezas a notar sus efectos! ¡No te pases, que aún siendo mayorcito y un héroe, debes moderarte si quieres seguir siendo un ejemplo para los niños! ¡Ja, ja, ja! –se rió, acompañado de su otros dos compinches.
-Ya, claro…deber ser eso.-le afirmó- Bueno, será mejor que me vaya a despejar un poco antes de seguir con la fiesta… ¿No, chicos? –les habló sintiéndose algo cansado.
-¡Y no te olvides de volver luego! ¡Queremos que vengas con nosotros! ¡Eres parte del grupo! –le gritó Corvy, mientras él se alejaba.
XOXOXOXOXOXOXO
Alejado del bullicio y la gente, Link descansaba apoyado en una pared de roca, mirando la inmensidad de aquel océano de nubes.
Contrariamente a lo que pensaba sus amigos, apenas había probado gota de alcohol, sólo dos vasos de ponche como mucho. Y sin embargo, se sentía mareado y con dolores agudos en diferentes puntos de su cuerpo, pero lo peor es que no era reciente. Pensó que serían las agujetas del día anterior, ese en el que tuvo que despachar a innumerables enemigos, entre ellos dos verdaderamente poderosos. No se lo había dicho a nadie, y menos a Zelda, pensando que así sólo les preocuparía por detalles insignificantes. A cada momento, sabía que se iba sintiendo algo peor, pero se mantenía ahí esperando que la brisa nocturna y la tranquilidad pudieran calmarlo un poco.
-Así que estás aquí…-sonó una voz tranquila, Zelda- Me alegra que escaparás de ese lunático, tenía pinta de querer asesinarte…-una ligera risa vino después- Malton y los otros me dijeron que viniste hasta aquí para alejarte un poco de todo este ajetreo, te estaba buscando.
-¿Eh? Bueno, más o menos… ¿Y tú por qué me buscabas? –le preguntó disimulando su estado.
Con esa pregunta pareció dar en el clavo, ya que ella dudaba en seguir hablándole, reflejando en sus pómulos aquella vergüenza.
-Eh…es que…quería hablar contigo…-jugaba nerviosa con sus manos- Es algo sobre lo que me gustaría conocer la respuesta, ya sea mala o buena, no quiero seguir angustiada con estas dudas que me asaltan. Y quiero que me seas sincero…
-¿De qué se trata? –estaba confundido, a la vez que intrigado.
-Bueno…es sobre nosotros…todo lo que hemos vivido…-a cada segundo, su cara se volvía más roja y su ritmo cardíaco se aceleraba- Ya sabes que desde niños hemos…
Comenzó a relatar su historia; de cómo se conocieron, sus vivencias desde críos, sus cientos de travesuras por aquel entonces, su ingreso a la academia, sus días en el colegio y academia, sus recientes aventuras por el continente que se expandía bajo sus pies…
Y mientras ella le contaba todo esto, Link permanecía en su propio mundo, apartado de la realidad. Desde afuera, no se podía apreciar nada, todo estaba ocurriendo adentro y pronto acabaría por manifestarse afuera cuando ya fuera demasiado tarde.
Sufría un intenso dolor que lo paralizaba y dejaba sus músculos petrificados, haciéndole incapaz de quejarse; su cabeza estaba a punto de estallar, además de que la fiebre le hacía sudar como si estuviera a plena luz en el desierto; su corazón latía violentamente, al borde de un colapso; y su mundo se volvía cada vez más borroso, hasta que sólo quedó la oscuridad infinita….
-Y bueno…creo que me he pasado un poco, ¿No? –le preguntó sin mirarlo, había ocupado varios minutos con su charla- Link…me gustaría pensar que entre tú y yo…bueno, ya sabes…
Una de sus manos se deslizó furtivamente hasta rozar la de él, pero justo en ese momento, el muchacho se desplomó sobre el suelo, como si de un árbol se tratara.
-¡¿Link? ¡¿Qué te ocurre? –exclamó asustado, intentando reanimarlo- ¡Levántate por favor, Link! ¡¿Qué te está pasando? ¡Ayuda!
Los ojos en blanco de su amigo le hacían ver que nada iba bien, además de que no reaccionaba y sus constantes vitales reflejaban que su cuerpo estaba haciendo todo lo posible por sobrevivir. Sus gritos de angustia y miedo alertaron a algunos vecinos que pasaban por allí, alertando de la situación en cuestión de minutos.
Las cosas no empezaban bien desde el principio… ¿Qué estaba pasando aquí?
Continuará…
XOXOXOXOXOXOXO
Nota de Alfax: Después de meses prometiendo escribir esto, por fin lo he publicado. Será la última historia que publique...hasta que haya terminado al menos otra de las que llevo. (¡Aún me quedan historia que contar antes de retirarme!)
Con esta, son cinco los fics que he publicado, lo que significa que puedo hacerme Beta Reader. ¡Así que ya saben! ¡Si tienen alguna historia de Zelda o Pokémon que quieren que les revisen, búsquenme en esta sección!
Y bueno, no olviden comentar para así mejorar o conocer sus opiniones. ¡Y hasta otra!
