Sobre el contenido:
-Los únicos personajes que me pertenecen en esta historia son: Sina, Borox, Erin y Fausto (desarrollados en el transcurso de la narración)
-Pareja : HisoxMachi
-Contiene escenas MA (lemon)
Prólogo
Detrás de esa imagen frívola y aquel rostro inmutable, existía algo más interesante que solo la atractiva belleza de esa joven y fina mujer. No se trataba solo de pequeña estatura y curvas definidas, que la hacían verse frágil, ni su sutil y bien puesto maquillaje, entonado con la piel pálida y carente de arrugas, que le daban casi le aspecto de una muñeca; el resaltante brillo de sus ojos, sus pestañas largas o su cabello desprolijo y vagamente atado en una cola de caballo, o sus piernas delgadas y torneadas, cubiertas por calzas entalladas y que definían el contorno de su cuerpo. No, la verdadera y engatuzante belleza de la letal miembro del Ryodan era su personalidad calculadora, serena y ávida, con una mente brillante e instintos asombrosos que la hacían respetable dentro del grupo. Pero si había algo que cabía resaltar en aquel momento era la calidad con la que dicha joven soportaba semejante presión; un tortuoso dolor interno que era escondido tras ese sereno rostro. Estaba cruzada de piernas observando a sus camaradas, que hacía poco rato habían dejando de lado las bromas y se habían agotado los temas de conversación. En cierta forma envidiaba a Shalnark por su buen ánimo, pero quizás era el único que no estaba echando maldiciones en aquel escabroso nido de ratas. Lo que la quemaba por dentro no era solo el terrible peso de la responsabilidad de que hasta el último miembro estuviera presente en la reunión. De tan estresada incluso se había repetido las palabras enunciadas anteriormente con cautela, en caso de que su mensaje no se hubiera hecho claro.
"Es de suma importancia que todos los miembros se presenten en la ciudad de York, incluso los que no lo crean conveniente."
Estaba deseando poder tenerlo delante, no para que el ambiente se calmara, sino para propinarle un buen golpe. Otra parte de ella realmente no quería que viniera y quizás, de todos los sentimientos que la carcomían en ese momento aquel era el más oculto y certero a su vez. Porque lo que realmente le era tortuoso no era la misión en sí o tener que lidiar con el demente de Hisoka, sino soportar aquella voz interna que no dejaba de condenarla, en especial porque ahora estaban todos reunidos de nuevo, incluido su líder.
Kuroro Lucifer era agua de pozo y nadie que lo conociera lo negaría. Era esa admirable paciencia y misterio envolvente que siempre le acompañaba. Solo se limitaba a leer a la luz de la vela. El efímero resplandor que se teñía con el vitró solo iluminaba a un par de miembros. Los demás se hacían de la compañía de las velas e intentaban ignorar el helado aire, la impotencia y el hambre. Pues ya eran pasadas las doce y el maldito payaso no se aparecía.
Machi solo podía echar cortos vistazos a Kuroro, cada uno cargado de más culpa. Y realmente detestaba esa clase de sensaciones. Siempre había creído que esas cosas se destinaban a los mediocres, los débiles. La debilidad y la falta de control personal no podían aplicarse a una asesina de su estirpe, ¿o no?. Quizás no sabía demasiado sobre sus compañeros, porque no era el tipo de preguntas que haría tampoco, pero sentía que este tipo de sentimientos simplemente no se asociaban legítimamente a ella, sino que eran un mal externo. Ojala lo fueran.
Kuroro sentía cada fugaz vistazo de la joven como aguijones sobre de su piel, pero no apartó los ojos de su libro. Temía crear un ambiente incluso más tenso del que ya se había formado. No sabía bien a qué se debía ese particular comportamiento de la muchacha, pero no creía conveniente indagar demasiado.
El condenado Hisoka por fin se apareció. Machi solo podía apretar los puños mientras se tragaba la impotencia y tenía que escuchar con maestro disimulo los "piropos" peculiares y desinhibidos que el cazador soltó en plena reunión y frente a todos sus camaradas, mirándola fijamente a los ojos, como si solo fueran ellos dos allí. Ya estaba acostumbrada a lidiar con él. Su rostro permaneció inmutable como siempre, pero a todos y cada uno de sus compañeros casi le saltan los cables y más de uno tuvo que soportar el repugnante sabor de la bilis en la boca, sin emitir quejido alguno.
Kuroro notó algo extraño en el ambiente, un secreto de algún tipo del que no estaba al tanto y cuyo desconocimiento realmente le inquietaba. Sintió algún tipo de tono desafiante en el aura de Hisoka; lo particular es que ya no era aquel deseo de batalla, el regocijo de un asesino hambriento...no, era una provocación con un sabor diferente. A pesar de ello, solo dejó escuchar su voz para dar las órdenes. Si había algo que sabía el líder era que el silencio siempre había sido más útil para obtener información. Dicha escena fue seguida de la concreta y concisa explicación de Kuroro; el asunto pasó a segundo plano y el Genei Ryodan puso manos a la obra a su siguiente atrocidad.
York se cubrió de un delgado manto blanco de nieve. El invierno llegaba casi a su plenitud y la extravagante ciudad relucía sus luminarias coloridas y el estruendoso caos urbano, bello en sí mismo.
En los opacos y deshabitados suburbios, un edificio abandonado y a medio construir reparaba entre tus ásperas paredes de concreto a un grupo. Tres grandes figuras envueltas en gruesos ropajes que eran azotadas por el gélido viento invernal. El vapor se coló por delante de las capuchas, mientras armaban un pequeño altar con maderas, rocas, y amuletos de piedra de diversas formas.
-Fausto, enciéndela.- Sonó una voz femenina proveniente de una de las siluetas, la más cercana al rústico retablo.
Otra de las figuras se acercó desde atrás con una madera encendida en una amarillenta y resistente llama, que se devoró la madera resquebrajada del altar recién construido. Los rostros se descubrieron al quitarse las capuchas. Arrodillada y junto a la llama ardiente se encontraba una joven de facciones finas pero fuertes, mirada afilada. cabello corto y casi al ras de la piel; ojos vidriosos. Su ceño fruncido retenía las lágrimas congelantes en sus ojos. El otro se le acercó con una mano en el hombro, compadeciéndola. El tercero era un hombre fornido y de tamaño prominente. Su rostro tosco y serio miraba a los otros dos con persistencia. Pero sucumbió al dramatismo del velatorio y se acercó a los otros dos. Ella volvió a hablar.
-Fausto, Borox...no se aparten de mi lado. No toleraría otra pérdida.-
Entonces habló el más grande de los tres, Borox:
-Los encontraremos, Erin. Y cuando eso ocurra...pagarán por lo que han hecho. Esa mujer morirá. - Rugió colérico, apretando los puños.
Continuará...
¡Hola a mi queridos lectores!¡Sí, sigo viva aunque no lo crean! Esta pequeña gran pervertida sigue con vida. Me disculpo, estos últimos meses mi vida se volvió realmente complicada, pero he recuperado el entusiasmo de escribir. Hunter x Hunter, de nuevo, esta vez supone ser un proyecto más extenso...e intenso jajajaja. A mis lectoras amantes de Hisoka, les mando un abrazo grande y espero me acompañen con este nuevo fic. Estoy traduciendo uno de los anteriores al inglés, a pedido del público. Acepto sugerencias y antojos con respecto a la trama ;) ¡Un saludo!
