Una... dos, no tres.
Tres veces habían sido ya, en las cuales Naru se había dado vuelta sobre su cama. Intentando dormir al cambiar de posición, pero no podía, se levantaba, se preparaba un té y aun así no podía conciliar el sueño.
Intentaba leer, pero eso no funcionaba.
Por culpa del café...
¡Maldita sea!
Era adictivo.
Se removió sus cabellos con sus manos, exasperándose mientras emitía un bufido. Iba a ser otra noche sin poder dormir y aunque Naru tenia noches de insomnio por culpa del café, ese de los ojos enormes de Mai.
No podía dejar de mirarlos. Aun con los ojos cerrados, los percibía.
Sus amigables y alegres ojos de color café que estaban empezando a derretir su frio corazón.
