Disclaimer: No, todo a la Meyer amiga mía ;D Menos la trama, porque puedo asegurarles que ella no lo escribiría ni loca, lol.

Claim: Leah/Victoria —fieras con fieras, ¿quién dijo que los polos opuestos se atraían? xD

Advertencias: Femslash, cítricos, who cares?

Notas: Para Anna, Cafesitodeldia, que lo pidió hace tiempito y aquí está. Disfrútalo, Annie de mi corazón.

-

-


Falling


Golpe seco, fuerte y rápido. Las paredes del lugar se resquebrajan, se quiebran y caen en escombros.

La inmortal gruñe, insulta y no tiene cuidado en donde sus manos tocan y en lo que sus uñas desgarran. La Quileute, presumida como es, intenta tomar poder en la situación, queriendo dominar, agarrándola fuertemente del cabello colorado e intentando quitarla de encima suyo. La espalda de Clearwater golpea rudamente la pared de aquella habitación en ruinas y varios escombros se le incrustan dolorosamente. Y en el momento en el que suelta un quejido mudo, Victoria se abalanza sobre sus labios. No los besa, los mordisquea, sin notar casi que la licántropo no responde al beso salvaje y que en cambio intenta deshacerse de ella.

Victoria entonces se aparta bruscamente de ella y le toma del rostro con una de sus gélidas manos.

— Más rudo, niña —su voz gutural no deja de resonarle en la cabeza.

Leah entonces decide obedecer, por pura obstinación. Nadie puede llamarle niña si ella ya es mujer y puede demostrarlo.

Toma fuertemente el rostro de porcelana de la vampiro y choca sus labios con salvajismo y poco cuidado (ninguna lo quiere, ninguna lo necesita ya).

La ropa cede ante sus manos color canela y la vampiro rasguña la piel, mordisquea, desgarra la camisa de la Quileute.

A Leah le encantaría decir '¿Quién es la niña ahora, parásito?' pero no puede. No puede porque si llega a abrir sus labios, sabe que perderá el control que tanto le costó reunir y soltará la vida en gritillos y gemidos sin sentido.

Victoria no habla, tampoco. No mira, nada. Se concentra en besar, morder, sin importarle ya que llegue a sangrar, e ignorando que Leah toma venganza clavando sus uñas con fuerza, apenas logrando dañarle.

El último golpe, seco, fuerte y rápido derrumba todo. Las paredes se resquebrajan, se quiebran y algunos trozos caen en escombros.

Ellas entonces se derrumban. Sus pesos muertos caen sobre la otra y sus respiraciones forman una sinfonía desafinada y sin ritmo. Leah no sabe lo que acaba de hacer y Victoria solamente sonríe complacida.

Pero algo se derrumba también dentro de las dos, y es una sensación molesta y un poco dolorosa. Ninguna sabe qué es, pero tratan de ignorarlo mientras sienten las oleadas de placer hacer ceder sus músculos.