ALo! =) bueno0o espero0o disfruten esta historiia que fue planeada en uno de mis grandes momentos de ocio jejeje.

Hago la aclaración de que Digimon, lamentablemente no me pertenece ni sus personajes… LAMENTABLEMENTE! =( pero0o la trama es más que miia jejeje!

Y bueno les aclaro esta historia es SORATO! Aunque también contiene parejas como TAKARI y MICHI, también están JoleyxKen y ZoexKouji (de digimon frontier) jejeje

Y sin decir más aquí les dejo…. Comenten! Y dejen reviews zaz?

MI ANGEL EN LA OSCURIDAD.

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ESCRITA POR:

EVILHIPPIXIE

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CAPÍTILO 1:

"ASESINO"

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"No dudes de mi nunca, soy capaz de matar por ti y para ti"

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-¡Sora, vamos a hacer un castillo de arena!-exclamó entusiasmada la pequeña de cabellos castaños que llevaba un vestido rosa.

Sora sonrió también entusiasmada y dejando a un lado los crayones corrió junto a la pequeña Mimi para ir al cuadro de arena que hasta el momento estaba desocupado, pero antes de que pudieran llegar a su anhelado destino, dos niños les ganaron el territorio.

-¡nosotros lo vimos primero!-exclamó Mimi enfadada a sus dos compañeros intrusos, el niño de cabellos cafés la miró triunfal mientras que su amiguito la miraba con seriedad.

-pero nosotros llegamos primero.-dijo el pequeño de piel morena.

-¡no!

-¡si!

-¡no!

La pequeña pelirroja, quien miraba confundida la escena en la cual su amiga Mimi y su compañero Taichi Yagami discutían, quiso detener la pelea, pero no podía negar que también estaba enfadada con el moreno y el rubio que habían llegado salvajemente a quitarles el cuadro de arena, así que hizo lo único que se le ocurrió en ese momento… tomó un puño de arena y se lo aventó en la cara a Tai…

Y pronto los cuatro niños de kinder se vieron inmersos en una guerra de arena…

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La lluvia golpeaba fuertemente la ventana por la cual su mirada se asomaba y se clavaba en los pocos transeúntes que caminaban esa tarde por la calle y dejó escapar un suspiro, sentarse por las tardes con una taza de café en sus manos frente a la ventana y observar el panorama se había vuelto una rutina, una rutina imposible de cambiar.

Era masoquismo, ella lo sabía muy bien. Recordar el pasado era tan doloroso que incluso estaba segura que si la torturaban con agujas o con clavos no sería tan doloroso como la vida que hasta ahora habían llevado. Claro, tenía sus buenos momentos, sus recuerdos mas preciados, pero ¿de que le servían ahora? Eran solo recuerdos de épocas que jamás volverían… por cosas del destino, habían sufrido y estaban sufriendo más de lo que merecían.

Dejó a un lado su café y se levantó para dirigirse a su recámara, era un cuarto pequeño pero con espacio suficiente para estar ahí cómodamente, las paredes eran de un rosa claro y múltiples de cuadros colgaban de ellas, alguno eran fotografías y otros tenían plasmados desfiles de moda, había una pequeña ventana que daba también hacia la calle y en un rincón estaba su guardarropa, al centro de la habitación se extendía su cama matrimonial y en la otra pared un pequeño tocador blanco de madera. La chica tomó una chaqueta azul celeste que estaba en su cama y luego salió de la habitación para tomar su bolso que había dejado en el sillón y finalmente salir de su departamento.

No fue largo el recorrido por las calles de la pequeña ciudad de Odaiba, solo tuvo que recorrer cuatro cuadras para llegar finalmente a su destino, el Akabeko. El Akabeko era uno de los cafés más acogedores que conocía, era un lugar pequeño pero reconfortante que ofrecía a sus clientes un buen servicio y lo más importante un lugar tranquilo exento de lujos, era humilde y sencillo, pero muy concurrido en días festivos.

La joven de cabellos negros levantó la mirada para ver quien había entrado por las puertas del lugar, se sintió aliviada al ver a su compañera de trabajo que acababa de llegar para empezar su turno.

La joven de cabellos castaños, largos y ondulados que le caían como cascada hasta su cintura sonrió al verla y se acercó al mostrador, en donde su amiga Tsubame limpiaba algunos vasos.

-¿No hubo mucho trabajo hoy?-preguntó la chica con una sonrisa en sus labios mientras dejaba su bolsa y chaqueta a un lado y se ponía el delantal que debía usar como uniforme del Akabeko.

Tsubame hizo un gesto negativo.-El día transcurrió con toda la normalidad que te puedas imaginar.-contestó con aire dramático.- Ni siquiera se presentó algún chico guapo que pudiera romper con la rutina.-se quejó.

-No te apresures, ya vendrá tu príncipe azul a pedirte un café.- rió su compañera mientras leía las notas que contenían los pedidos pendientes de los clientes y se dispuso a preparar las bebidas.

-Lo dices a la ligera porque ya tienes tú a un príncipe azul, Mimi-dijo Tsubame mientras ayudaba a su amiga a preparar las bebidas.

-Tai no es ningún príncipe azul-bromeó Mimi.-Déjalo así yo termino aquí, ve a casa.-añadió al ver que Tsubame se preparaba para atender a una pareja que había llegado.

-No te preocupes, mi turno aún no ha terminado.-respondió Tsubame mientras cogía la charola y llevaba tres malteada a la mesa donde se sentaban unos jóvenes que conversaban animadamente acerca de la escuela y profesores.

-¿No se supone que Akira debería haber llegado ya?-preguntó Mimi quien terminaba de preparar un capuchinos y observó a Tsubame

-Habló esta mañana para decir que no podría venir.-respondió la pelinegra con fingida furia mientras dejaba la charola vacía a un lado y se recargaba en el mostrador.-dijo que iría a visitar a su abuela en Osaka y me pidió que lo cubriera.

-Y tu accediste.-finalizó Mimi con una sonrisa pícara.-me temo que pronto te verás envuelta en las redes del problemático Akira…

-¡Ni en sueños!-replicó Tsubame incorporándose de nuevo, pero no pudo evitar el pequeño sonrojo que iluminaba sus mejillas. Mimi soltó una fuerte carcajada. –Por cierto,-continuó la joven pelinegra.-toda la mañana estuvieron marcándote.

-¿Quién?-preguntó Mimi con el ceño fruncido.

Tsubame se encogió de hombros.-No lo sé, pero lo que sí sé es que era del terrible género masculino. No quiso dejar su nombre.

Tsubame dio media vuelta y avanzó hacia una de las mesas para atender a uno de los clientes que pedía la cuenta, dejando atrás a una Mimi confundida.

¿Quién podría haberla estado buscando con tanta insistencia?


Las calles de la pequeña ciudad iban quedando desiertas poco a poco, los locales cerraban y apagaban las luces, dejando una lenta oscuridad aproximarse. En una que otra esquina podían verse a uno que otro par de señores ahogados en alcohol y murmurando incoherencias.

Dos figuras se distinguían podían distinguirse entre las sombras, caminaban con tranquilidad, cual si fueran dos turistas en medio día conociendo la ciudad, no parecían llevar un rumbo fijo y su mirada jamás se desviaba del frente, ambos mantenían una conversación que a oídos de cualquier otra podría parecer extraña.

-¿Quieres ir ahorita?-preguntó el joven de cabellos castaños y alborotados que portaba un aire animado de despreocupación.

Su compañero, un chico de cabellos dorados y ojos de un azul profundo hizo un gesto negativo. Sus facciones finas y blancas no mostraban ninguna expresión, su semblante era serio y a diferencia de su amigo, el aire que le rodeaba era uno de frialdad e indiferencia total.

-Bien, entonces iremos mañana.-dijo el joven de piel morena con una sonrisa.-quiero acabar con esto de una vez por todas, Matt.

Una sonrisa chueca apareció en los labios de Yamato, el mejor amigo de Tai que caminaba a su lado, conocía bien los deseos de su amigo pues eran los mismos que el poseía, acabar de una vez por todas con la maldita mierda que tenían por delante.

-Lo sé Tai, yo también.

-Iré a recoger a Mimi a su trabajo y luego iremos a cenar, ¿nos acompaños?

-Esta vez no. Tengo que ir a casa a seguir investigando sobre la organización "Black Gohst", el jefe dice que cada vez estamos más cerca de encontrarlos.

-Es lo que siempre dice cuando ve que nuestros ánimos se alteran-rió Tai recordando las múltiples veces que su jefe les animaba a continuar la búsqueda sobre aquella organización que tanto anhelaban destruir, ciertamente hasta ahora no habían obtenido algún dato provechoso y era total y completamente comprensible que después de casi 8 años de una búsqueda incansable comenzaran a sentirse frustrados.

-Ese maldito Gennai sabe como manejar nuestros ánimos.-comentó agriamente el joven de cabellera dorada.-Pero Koushiro lo respalda esta vez. Hoy en la tarde encontró la dirección del último lugar en el cual se realizaron las operaciones de la empresa, además también descubrió que no operan tan solo para fines económicos y políticos, nuestro equipo ha localizado un laboratorio fantasma en donde se realizan toda clase de experimentos.

-¿Qué tipo de experimentos, para qué?-preguntó Tai con el ceño fruncido visiblemente confundido por la nueva información.-¡¿Y por qué no me he enterado yo de esto antes!-exclamó con un fingido tono de ofensa.

-¿Tal vez será por qué decidiste no asistir a la reunión que se convocó hoy?- contestó Matt con ironía.-Y aún no sabemos que experimentos son los que realizaban en los laboratorios, algunos de los que participaban han sido sometidos a interrogación pero hasta el momento no ha habido ninguna declaración relevante.

Tai permaneció en silencio reflexionando acerca de las nuevas noticias que su joven amigo de toda la vida, Yamato le había revelado. Entonces era factible que con cada día que pasaba se aproximaran más a la organización que tanto detestaban. Tai suspiró, debían terminar con ella cuanto antes, de no hacerlo, no podrían vivir nunca en paz, una sed de venganza les llamaba a actuar, a no descansar hasta que esa sed estuviera total y completamente saciada, y la única manera de hacerlo era con la muerte de cada uno de los miembros de "Black Gohst".

-Takeru y Hikari quieren ir a casa de Koji mañana-la voz de Mat sacó de sus pensamientos al joven de piel morena quien se volvió para mirarlo inquisitivamente. Matt se encogió de hombros.- no me digas nada a mi, intenté persuadirlos de no salir del instituto pero se rebelaron, cada vez es más difícil controlarlos.

Tai dejó escapar un suspiro de resignación.- si eso es verdad, cuando ambos se unen y están determinados a hacer algo no hay forma de evitarlo…

-Prometieron llamar cada hora para asegurarnos de que se encontraban bien.-dijo Mat quien sacó de su bolsa una cajetilla de cigarrillos y encendió uno de ellos.

-Odio cuando fumas, acabas con mi condición de atleta.-se quejó Tai.

-Dejaste de ser atleta hace mucho tiempo.

-Pero aún así hay ocasiones en las que es necesario correr y me canso muy rápido debido a que mis pulmones ya no funcionan tan bien como antes y es gracias a ti.-acuso el joven Yagami con un aire de dramatismo.

Matt dejó escapar una risa burlona.-Entonces dime ¿por qué, si yo soy el que debería estar más afectado por fumar, no tengo problemas para correr?

-¡Bah! Eso no es verdad.

-Ambos sabemos que lo es.-sonrió burlón Matt.- pasaré yo mañana por Takeru y Hikari para llevarlos de regreso al internado, nos vemos mañana.

Y con tan solo un movimiento de su mano se despidió de su amigo Taichi quien debía tomar el camino por la calle contraria, pero antes de estar demasiado lejos, escuchó a Tai que lo volvía a llamar. Matt lo miró fijamente esperando que su compañero hablara, parecía en conflicto y de repente Matt supo lo que Tai quería decirle, o mejor dicho, preguntarle.

-¿Has podido averiguar algo de…?

-No.-le cortó Yamato y sin decir más dio media vuelta y continuó caminando dejando atrás a un Tai que ahora portaba un aire derrotado y triste.

Era casi rutina, siempre aplazarían su trabajo un día después de asignado e irían caminando silenciosamente por las calles inspirando algún temor por el aire de peligro que emanaban, o quizá en algunas ocasiones platicarían mientras caminaban y así tan solo se mostraban ante los que caminaban por las calles como dos jóvenes que regresaban de alguna reunión, dos jóvenes normales. Algo que no eran ni podían ser.

Y también era casi rutina el hecho de que siempre al despedirse, Tai le preguntara algo sobre aquella investigación que parecía no tener pies ni cabeza, y Matt siempre le daría una negativa; pero el joven nunca dejaba de preguntar aún cuando ya conocía la respuesta. Era obvio que si Matt llegara a entrarse sobre algo se lo consultaría inmediatamente a él…

Pero no había nada.

Parecía como si no hubiera existido nunca…

Más que en sus recuerdos.

Iba decidido a encerrarse en su departamento para trabajar en sus investigaciones, claro eso era cosa de Koushiro, pero él siempre había necesitado tener algo en sus manos para hacer; primero llegaría a darse una ducha y luego comenzaría a trabajar… toda la noche.

No tenía sueño y no creía poder conciliarlo, después de todo, a sus 23 años ya estaba total y completamente acostumbrado a levantarse en la madrugada despertado por las terribles pesadillas que le acechaban, si tan solo fueran sueños distorsionados en escenas de terror, si tan solo fueran eso simples pesadillas… pero no lo eran, eran los recuerdos más terribles y dolorosos de su pasado, recuerdos que odiaba revivir y sin embargo siempre estaban ahí…

Con el tiempo esos recuerdos fueron su motivación…

Lo habían orillado a ser lo que ahora era…

-¡NO! ¡POR FAVOR, NO!

Fueron aquellos gritos desesperados de una mujer los que llamaron su atención e interrumpieron sus pensamientos, fueron las risas macabras y enfermas de dos hombres los que encendieron su ira…

Y sus ojos azules antes fríos, ahora eran de hielo.

Ahí estaba la mujer, en aquel callejón sucio y desolado, con sus ropas desgarradas y sangre corriendo de su boca, había sido arrojada cruelmente contra unos botes de basura al final del callejón y permanecía en el suelo, tratando de cubrir con sus manos la terrible vista que se presentaba frente a ella. Dos hombres de aproximadamente 40 años, con pinta de vándalos que se burlaban de ella y de su suerte, dos leones cazadores que se aprovechaban de una posible ama de casa… de una madre o una esposa…

Pudo haber tomado su pistola y simplemente matarlos con un solo tiro en la espalda, pero no quiso hacerlo, no de la manera rápida y sencilla así que prefirió acercarse a paso silencioso. Fue cuando la mujer levantó su vista y vio a su salvador, o quizá podría ser también su atacante, no lo sabía, no quería mirar, estaba aterrorizada.

Los dos hombres, tan ensimismados en su presa no se dieron cuenta de la presencia que estaba detrás de ellos, ni siquiera escucharon el deslizar de un instrumento afilado, lo único que sintieron fue una hoja, fina y afilada en sus cuellos…

Y luego sintieron la sangre correr por su cuerpo, deslizándose de sus cuellos hasta sus pies…

Murieron degollados.

La mujer quien había estado esperando el ataque final levantó su mirada al ver que no llegaba, se aterrorizó al sentir un líquido caliente caer sobre sus manos y luego los dos cuerpos pesados de sus atacantes cayeron pesadamente de rodillas y finalmente, cuando el último aire les dejó, cayeron de bruces.

Y su mirada aterrorizada se encontró con los ojos azules de un asesino.

Yamato no dijo nada más, no hizo nada más. Confiaba en que ahora la mujer pudiera llegar a salvo a su casa, el ya había cumplido con su deber.