Declaración de amor al estilo Vongola.
Ahora me presento ante ustedes con esta historietita que daba vueltas en mi cabecita loca. Ya saben, derechos de autor propiedad de su creador y titular (Amano Akira) y asociados, sólo nos divertimos un rato.
"El Décimo es un gran genio que sabe mantener oculta su genialidad y la hace explotar en el momento adecuado"… decir de Gokudera Hayato en relación a Sawada Tsunayoshi.
- Introducción -
Han pasado un par de años desde que Reborn, el mejor asesino al servicio del mejor postor y también miembro de un reducido grupo conocido como los Arcobaleno, llegara a Japón para instalarse como tutor en la casa de los Sawada ubicada en el distrito de Namimori, ya que, a petición del noveno Vongola, el actual líder de la "familia" de mayor prestigio dentro de la mafia italiana, debía entrenar al joven hijo de éstos para que asumiera la investidura de "Jefe Décimo" en cuanto fuera el momento, un puesto que tenía casi ganado desde su nacimiento al ser descendiente directo del primer jefe. El adolescente, que por esas fechas contaba con escasos catorce años y que responde al nombre de Tsunayoshi, Tsuna para abreviar, era un chico por el cual no apostarías ni un quinto para ocupar un cargo tan importante, porque siempre se ha mostrado como un cobarde, llorón, perezoso, malo en los estudios, malo en los deportes… en fin, no es la intención de este relato narrar todas las peripecias que Tsuna ha tenido que enfrentar para llegar a ser más seguro de sí mismo y afrontar así su destino dentro de la mafia; lo que nos ocupa ahora es concerniente a otra etapa de su vida, es con lo que ha soñado desde que estaba en la primaria.
Una hermosa mañana de sábado nos encontramos a Tsuna, ahora de dieciséis años y cursando la preparatoria, sentado en una silla frente a su escritorio personal con el afán de hacer los deberes… cosa extraña dado que es el primer día de vacaciones de primavera.
─ ¡Pero sí son vacaciones! ─lloriqueaba el muchacho en entonación temblorosa dirigiéndose a su pequeño tutor (dado que su edad actual es de unos cuatro años cuando mucho, algo que tampoco vamos a detallar aquí)
Dando un vistazo más amplio a la habitación descubrimos que el pobre chico estaba amarrado a la silla y que debajo de ésta se encontraba una caja llena de fuegos pirotécnicos, dinamita y otras linduras, la cual amenazaba con estallar de un momento a otro.
─ Eso no importa… parte de mi deber como tu tutor es comprobar que cumplas con tus trabajos escolares ─le respondió Reborn con total calma sentado en un sillón reducido a su medida, bebiendo una humeante taza de café espresso a la italiana─. Y si no terminas ese problema en cinco minutos te aseguro que los cohetes saldrán disparados ─recalcó dando un nuevo sorbo a la taza.
─ ¡Esto es tan injusto! ─sollozó Tsuna y continúo escribiendo con apuración.
─ La verdad no sé de qué te quejas, Tsuna, sabes que Gokudera no tardará en llegar y es seguro que va a ayudarte con la tarea… ─le replicó su tutor con algo de gravedad, llamándole la atención como si fuera un hombre mayor a su lado─… pero en esta ocasión no va a ser tan fácil para él ─añadió bastante serio.
─ ¿Qué piensas hacerle a Gokudera – kun? ─si había algo que le hiciera superar a Tsuna su propio miedo era el pensar que sus amigos pudieran resultar lesionados por alguna imprudencia de su parte, así que le lanzó el cuestionamiento a Reborn con entonación preocupada dado que, a veces, al Arcobaleno se le ocurrían peligrosos ejercicios de entrenamiento para todos ellos.
─ Ya lo verás… ─fue la contestación del pequeño sonriendo sin malicia, dándole a entender que sus temores eran infundados.
Ni bien terminó de pronunciar estas palabras cuando la puerta de la habitación se abrió intempestivamente para dar paso a un apuesto muchacho de cabellera plateada que proyectaba un aura de energía vibrante.
─ ¡Muy buen día, Juudaime, ya estoy aquí como se lo prometí! ─Gokudera Hayato se presentó muy sonriente y decidido, entrando en la habitación con total confianza. Él es un buen amigo de Tsuna y ha estado a su lado en todas las luchas por las que han pasado, e incluso se autoproclama como su "mano derecha", una especie de lugarteniente o segundo al mando dentro de la "familia".
─ Go… Gokudera – kun… ─Tsuna intentó sonreír, esperanzado en que su amigo lo sacara de ese lío pero…
─ ¡Ah, Juudaime, me siento tan honrado por recibir este magnífico regalo de su parte! ¡Ahora podré completar mi arsenal de este mes! ─exclamó Gokudera con emocionada voz al descubrir la caja de dinamitas, y sin siquiera percatarse de lo demás la tomó entre sus manos con los ojos brillando de la felicidad. Si Tsuna no azotó en el piso a la usanza anime fue gracias a sus amarres.
─ Ciassou, Gokudera ─Reborn se hizo el desentendido y saludó al joven con voz alegre y despreocupada─, ¿no encontraste a Yamamoto o a Sasagawa cuando venías para acá? ─le preguntó con curiosidad.
─ Tsk… ese par de deportistas ñoños me tienen sin cuidado ─fue la respuesta del aludido con algo de aspereza torciendo el gesto─. Se ve que no tienen nada mejor que hacer con su tiempo que perderlo en simplezas ─adicionó a la vez que dejaba la caja sobre el alfeizar de la ventana, lo cual fue una verdadera suerte porque justo entonces una pequeña criatura penetró en la habitación haciendo mucho ruido.
─ ¡Qué bonito, luces de colores para Lambo – san! ─y es que Lambo, un chiquillo italiano que por azares del destino también había llegado a vivir con Tsuna, escuchó la voz de Gokudera y no pudo resistir la tentación de dar lata como ya lo había tomado por costumbre, más se emocionó al descubrir la enorme dotación de juegos pirotécnicos por los que sentía debilidad así que terminó abalanzándose sobre ellos.
─ ¡Óyeme, vaca estúpida, esas dinamitas me las dio el Juudaime como regalo, no son tus juguetes! ─el muchacho no le permitió avanzar deteniéndole con rapidez por la colita que incluía su pijama de vaca y, sacudiéndolo con brusquedad, lo dejó haciendo bizcos.
─ Gokudera – kun, por favor no lastimes a Lambo ─Tsuna se olvidó de su lamentable condición y le habló a su amigo en tono de súplica intercediendo por el niño. Aunque Lambo llegaba a molestarle la mayor parte del tiempo tampoco le parecía bien que lo trataran de esa forma, dado que aún era bastante inocente para entender ciertas cosas.
─ Usted disculpe, Juudaime… ─el simple hecho de que su "jefe" pidiera cualquier cosa, o incluso aunque no se lo pidiera directamente, bastaba para que Gokudera cambiara su actitud de "chico malo" volviéndose muy sumiso, pero sólo tratándose de "el jefe"; sin más soltó al infante dejándolo caer como fardo, y rápidamente se inclinó ante Tsuna en una respetosa reverencia. Fue hasta ese momento que reparó en lo extraño de la situación por lo que parpadeó confundido─… oiga, Juudaime, ¿por qué está atado a la silla?
─ Esto era parte de un entrenamiento, Gokudera, y has fallado por no rescatar a Tsuna como deberías haberlo hecho ─fue Reborn el que respondió la pregunta con total seriedad lanzándole al chico una mirada de reprobación─. Si no tienes una buena capacidad de análisis sobre lo que te rodea no podrás llegar a ser una buena mano derecha ─puntualizó gravemente volviendo a beber un poco de café.
─ ¡Oh, Juudaime, cuanto lo siento, es mi culpa! ─oír esas palabras fueron suficientes para que el joven se mostrará compungido inclinándose frente a Tsuna con una reverencia más pronunciada y exagerada.
─ Gokudera – kun… de verdad no es necesario que hagas esto… ─Tsuna se sintió más abochornado que su amigo poniendo un simpático gesto de pena. Después le lanzó a su tutor una leve mirada de reproche mientras pensaba "En serio te pasaste con Gokudera – kun, tramposo".
─ ¡Le aseguro que nada de esto volverá a suceder, primero pasarán sobre mi cadáver antes de permitir que lo lastimen, se lo juro! ─pero el platinado no le prestó atención y antes bien se dispuso a liberarlo de sus ligaduras.
Y el Arcobaleno sonrió complacido por su nueva hazaña pues no había nada mejor que entrenar a esos muchachitos de las formas más inverosímiles que únicamente alguien como él podía idear. Por un instante nadie pareció acordarse de los cohetes hasta que…
─ ¡Las luces de colores son de Lambo – san! ─el pequeño Lambo se recuperó más rápido de lo que se esperaba y se precipitó fuera de la habitación por la ventana con todo y caja de explosivos, riéndose sonoramente en tono de triunfo─. ¡Lambo – san es el mejor de todos!
─ ¡Vaca estúpida, eres un canalla! ─Gokudera intentó detenerlo pero ya era demasiado tarde.
Y… lo que tenía que suceder finalmente sucedió. Los cohetes, las dinamitas y demás explotaron antes de tocar tierra y mandaron a Lambo muy lejos de ahí. Sólo se escuchó su chillido de angustia mientras surcaba el firmamento hasta perderse de vista.
─ ¡Lambo! ─gritó Tsuna muy acongojado por lo que pudiera pasarle al infante, asomado junto a Gokudera en el alfeizar de la ventana.
─ Esa vaca estúpida… ─masculló el de pelo plateado con algo de coraje atravesado, suponiendo que el mocosuelo lo había hecho a propósito.
─ Bueno, velo por el lado amable, Gokudera, pues Lambo te ayudo a salvar a Tsuna a su manera ─expuso Reborn retornando a sonreír con satisfacción, dando un nuevo sorbo a su bebida.
─ ¿Qué quieres decir con eso, Reborn – san? ─le preguntó éste volviendo a verlo, con expresión de confusión en el rostro en tanto Tsuna tenía cara de no entender nada.
─ Esa dinamita era parte de la trampa en la que Tsuna estaba atrapado, y si no hubiera sido por la vaca estúpida todos habríamos resultado heridos ─explicó con sencillez.
─ Vaya, quien diría que la vaca estúpida no es tan torpe como parece ─refunfuñó Gokudera resoplando a modo de aceptar el hecho.
La siguiente media hora la pasaron estudiando con tranquilidad, pero eso duró poco…
─ ¡Oye, Sawada… ─la puerta fue abierta una vez más sin nada de delicadeza dando paso a Sasawaga Ryohei, un chico de peinado alborotado y erizado que es un poco mayor que ellos, el cual también se preciaba de ser amigo suyo─… es tan extremo empezar las vacaciones haciendo los deberes! ─soltó en voz muy alta. Él, al igual que Gokudera, irradiaba una energía tremenda si bien la canalizaba de otra forma.
─ Onii – san… ─fue la respuesta de Tsuna en voz muy baja, un tanto perturbado por verlo entrar así.
─ Tsk… tenía que ser el idiota "cabeza de césped" ─masculló Gokudera entre dientes, nada contento de verle.
─ ¡Yop, Tsuna! ─siguiéndole los pasos venía un muchacho de buena estatura y aspecto bastante tranquilo quien saludó con una franca sonrisa en los labios. Su nombre, Yamamoto Takeshi─ ¿No me digan que ya empezaron a hacer la tarea? ─preguntó con curiosidad.
─ Yamamoto… ─el pobre Tsuna no sabía si reír o llorar. No es que no le gustara estar con sus amigos dado que durante varios años no había tenido buenos compañeros con los que compartir tantas aventuras, pero había momentos en los que le gustaría gozar de un tiempo en total reposo.
Además, el que los muchachos estuvieran reunidos en su habitación precisamente ese día le daba mala espina, pues conocía lo que Reborn era capaz de maquinar so pretexto de darles entrenamiento complementario. Y él que ya había hecho planes para disfrutar su fin de semana.
─ Si serás torpe, friki del béisbol ─Gokudera le respondió a Yamamoto con brusquedad mirándole con enfado a través de sus lentes (los cuales usa para verse muy intelectual)─, por si no lo captas el Juudaime tiene grandes responsabilidades que cumplir, no como otros… ─adicionó un tanto petulante.
─ Eso suena muy bien… ─Yamamoto no se intimidó ni mucho menos soltando una breve carcajada divertida─… de hecho estaba pensando en pedirles que me ayuden porque hay muchas cosas que no entiendo, sobre todo en ecuaciones de segundo grado. ¿Qué dices, Gokudera? ─agregó al tiempo que le daba a su interlocutor unas palmaditas cariñosas en la cabeza, resaltando con ese leve gesto el hecho de ser el más alto.
─ No me toques que se me va a pegar lo friki… ─éste se apartó un poco para guardar su distancia, manoteando levemente en el aire como queriendo despejarse de algo.
─ Por ahora hay otras cosas más urgentes que tratar… ─Reborn se impuso a los adolescentes parándose sobre la mesita que estaban utilizando para estudiar, consiguiendo llamar su atención empleando una entonación seria─. Tsuna necesita de ustedes, sus más cercanos guardianes, para solucionar algo que le ha estado preocupando desde hace tiempo ─señaló.
─ ¿Ah, sí? ─el nombrado no pudo evitar poner su mejor gesto de asombro e incredulidad… o sea, desconocía completamente sobre lo que su tutor estaba hablando. Y no le ayudaba en nada el hecho de que sus compañeros le miraran con total atención, tal vez esperando que les diera algún tipo de discurso relacionado al tema en cuestión.
─ Cuenta con nosotros al extremo, Sawada ─Ryohei fue el primero en expresar su convicción de apoyarle con entonación segura, levantando un pulgar en señal de aprobación.
─ Nadie le hará daño al Juudaime mientras yo esté a su lado ─afirmó Gokudera sin querer quedar atrás, colocando su mano derecha sobre su pecho en ademán de saludo y respeto.
─ Para eso somos amigos, Tsuna, para ayudarnos en todo ─complementó Yamamoto retornando a sonreír.
─ Ese es el espíritu de los Vongola ─el pequeño Arcobaleno también sonrió, complacido por el efecto de sus palabras. Él nunca había dudado en que esto pasaría.
─ ¿Y qué es exactamente lo que le preocupa a Tsuna? ─preguntó Yamamoto al segundo volviendo a poner gesto de curiosidad.
─ Bueno, Tsuna debe declarar su amor a la chica que le gusta y para ello necesita de todo el apoyo que puedan darle ─respondió el pequeño Reborn con total desparpajo como si se tratara de un chiste.
─ ¡Reborn! ─y el pobre de Tsuna enrojeció hasta la raíz del cabello queriendo que la tierra se lo tragara. Su secreto mejor guardado estaba a punto de ser descubierto.
Nota: Me salió de la manga… . La imaginación es traicionera y no me ha dejado continuar con mis principales fics en el foro de DB (los tengo pensados pero ya no hallo la forma de expresarlo en un escrito); y mientras me juega esta mala pasada me dejó escribir este pequeño trabajo que les presento ahora. Espero les hay gustado y no se pierdan la segunda parte en donde Tsuna tendrá que pasar por… mejor léanlo, también les sacará una sonrisa. Un saludo.
