Me deslindo de cualquier parecido con la realidad (incluso mi realidad). Obviamente ninguno de los personajes me pertenece a mi, sino al grupo CLAMP y les agradezco su invención. Hago esto por mero entretenimiento, terapia a falta de psicólogo yporque me da la gana.
QUÉDATE LUNA.
"Y entonces, triste, pero firme,
perdóname, te ofreceré una vida
ya sin demonio ni alucinaciones."
- Fragmento de Cae el sol, José Hierro.
Parecía un cielo más profundo, más negro. Con una luna más llena, más brillante. Más atenta.
Esta era la noche, la luna lo sabía.
Desde su inmensidad, bajó un poco la vista para ver a la frágil chica hecha un ovillo, sentada bajo la ventana de su habitación. Después de largas horas de temblores y lágrimas dolorosas, ella también levanto la vista y la vio, con sus profundamente tristes ojos verdes, de los cuales la luna sentía tanta envidia.
Así era su relación.
La luna se burlaba de ella, por ser tan pequeña y común. Ella se burlaba de la luna, por ser tan grande y abstracta.
Ambas discutía sobre aquello, sobre todo, sobre él. A la luna le parecía tan insignificante, cuando para ella era tan inalcanzable.
Nunca llegaron a un acuerdo, eran muy distintas. La primera muriendo de amores, la segunda muriendo por amor. Por amor de él.
"Deja de mirar" quiso decirle ella, con el agudo dolor en su pecho gritando "¿No ves que has ganado?"
Pero no habló. Ninguna de las dos.
Esa noche era para guardar las palabras, pues eran las lágrimas las que hablaban. A ella le dolía el pecho, podía sentir cada golpe que recibía. Se dejó invadir por su vieja amiga: la tristeza, le debía la visita hace tiempo. Todo el dolor que había estado evitando los últimos meses la golpeaba esta negra y vacía noche. Y como siempre, no tenía a quien llorar, no tenía con quien hablar, más que aquella presencia burlona que asomaba por su ventana cada noche.
La luna era la única que conocía toda la historia, todo el dolor y frustración que representaba cada lágrima, cuanto tiempo habían estado ahí, ocultas, ignoradas.
Su llanto no era sólo por él. Su traición no la hería, ella lo sabía muy bien. Su memoria guardaba muy fresca aquella conversación que habían tenido meses atrás, cuando todo parecía tan infinito para ellos.
"Y si yo te llegará a fallar ¿me perdonarías?"
Ella no tuvo que pensar demasiado la respuesta.
"Si."
"¿Cualquier cosa?"
"Casi cualquier cosa."
"¿Qué es lo que no me perdonarías, Sakura?"
Esta vez sí tuvo que detenerse a pensar. Nunca había pensado en ello, confiaba demasiado en él, en ellos.
"Aun no lo sé Shaoran, supongo que nunca he pensado en mis limites. Creo que soy capaz de perdonarte cualquier cosa, mientras busques mi perdón y me digas la verdad, pero aun más importante, mientras me sigas queriendo a tu lado…"
Hubo silencio ante la respuesta. Un silencio, de esos que prometen guardar la conversación muy bien en la memoria, para el futuro martirio mental que les esperaba a ambos.
"Pero verás que no te fallo, tengo fe en esto, en nosotros Sakura… y te voy a querer siempre."
El corazón de Sakura se estremeció. Él siempre soltaba esas cosas como si nada, cosa que le preocupaba demasiado. Parecía tenerlo memorizado, listo, sólo para soltarlo en el momento que era necesario llenar algún silencio. Ella no podía tomar las palabras a la ligera, estaba alejada de eso.
Y su tortura mental siguió con las inmortales palabras que ella le repetía todo el tiempo, que quedarían grabadas a lo largo de su vida, pues era lo más sincero que había dicho en la vida. Y esa, la primera ocasión en que las palabras habían salido de sus labios, sellando el contrato que tenía con el porvenir.
"Yo te quiero, Shaoran. De todas la formas posibles y en tanto tú me quieras, siempre un poco más."
Una lagrima más.
Le dolía sentir que todo había sido en vano. Siempre era en vano. Las cosas nunca podían resultarle, siempre encontraba la forma de alejar aquello que más le importaba.
Shaoran la había herido, sí, pero no de la forma en que ella esperaba. No la había engañado, no habían terminado, este no era un final. Y no sabía qué era lo que más le dolía. Él sólo había terminado haciendo aquello que ella siempre esperó de su parte.
La buscó.
Él había buscado a aquella chica, la que le robaba aún los suspiros que debían pertenecerle, que la atormentaba en cada segundo en que debía estar disfrutando de su compañía.
Durante toda aquella hermosa relación, Sakura siempre se había visto atormentada.
Le pesaba saber.
Le pesaba no saber.
¿Cómo borrar todas esas letras del pasado de su amado? No sabía si le escribía a ella o aquella. No sabía si la besaba a ella o aquella. No quería saberlo. Prefirió mil veces antes engañarse, confiar ciegamente en sus mensajes diarios, en la súbita esperanza de esos "Te adoro" "Me encantas" "No me dejes nunca, Sakura."
Y ahora se arrepentía terriblemente de su falta.
Ahora tenía que abrir paso a la realidad y enfrentar lo que pronto le esperaba, sabiendo de anticipo lo que vendría el día de mañana. El día en que "oficialmente" apenas cumplían un mes de noviazgo. Y se repite "oficialmente", pues llevaban bastante tiempo juntos, mucho antes de ese mes.
Mañana, el día de su mes "oficial", él terminaría con ella.
¿Cómo podía estar tan segura? ¿Cómo podía ella saber el final de su triste historia?
Fácil, lo conocía demasiado.
Ella lo sabía desde un principio, desde aquella hermosa noche en que le dijo que sí. Ella sabía el final de esto, desde el momento en que se habían besado por primera vez, varios meses atrás.
En el momento en que a aquella le diera la gana quererlo, extrañarlo, buscarlo… a él no le importaría nada más. Lo dejaría todo por aquella. Y así sería.
Le bastó el mensaje que había recibido de su parte, apenas tres horas atrás.
/Perdón./
Sólo eso decía y sólo eso le bastaba para saber todo lo que había detrás. Lo había sospechado, él nunca la había olvidado y lo demostraba cada vez más, regalándole aquellos besos lentos y dolorosos, las sonrisas crispadas y las charlas triviales. Sakura había pasado todo ese fin de semana huyendo del lunes, cuando tendría que enfrentarlo.
No sabía a ciencia cierta lo que pasaría, sus palabras. Ella sólo sabía que si él se lo pidiera, ella lo dejaría en libertad. Lo quería demasiado, quería que fuera feliz.
Con ese último pensamiento, intercambió una última mirada con la entidad plateada que aún la mirada, preocupada, desde el cielo.
La luna hubiera querido menguarse, sólo para acunarla y hacerle ver que nada podía ser tan malo, que este no era el final. Aunque muy en el fondo, ambas sabían que sí era el final para ella.
Observa por última vez esos orbes verdes que tanto la cautivan, antes de que ella cierre la ventana y se tire en la cama, intentando dormir aunque sea sólo un poco, para no verse tan patética el día de mañana.
Porque a pesar de todo, en medio de la noche y en su fría habitación, Sakura Kinomoto sonríe.
Sonríe tristemente y dice que no le importa, que es feliz.
Sin importar lo que venga mañana. Sin saber que antes de lo que venga, la luna se encargará de torturarla un poco más, prolongando su estancia en el cielo sólo para que su sueño sea más largo y profundo, para hacerla sufrir con cada uno de los recuerdos.
Desde el primer día en que lo había visto.
La luna le daría cada noche, el recuerdo de cada día con él.
Hola, gente de FanFiction.
Sí, soy muuuyy boba y olvidadiza y mala, llevo algún tiempo sin actualizar nada y merezco ser degollada... no aseguro cuando actualizaré cualquier otra cosa, por ahora mi cerebro se encuentra bastante seco y deprimido... así que sólo puedo ayudarlo escribiendo esta nueva historia, jaja.
Agradeceré mucho si le dan una oportunidad a la historia y si comentan lo buena o mala que les parezca. Verán que tras este principio bastante deprimente se pone de lo más cursi y dramática D: jaja
Gracias por su atención, nos leemos pronto (:
-PD: El título de "Quédate luna" viene del tema en general (obviamente) y porque es el título de una hermosa canción de Devendra Banhart. Se las recomiendo mucho.
