Eran las 10 de la mañana de un caluroso día lunes en ciudad batallas, las personas andaban metidas en su rutina diaria, a lo lejos se divisaba en una cafetería elegante a una hermosa muchacha pidiendo algo para desayunar, llamaba la atención de los presentes, y no era de esperarse, la hija de un mítico multimillonario se encontraba de paso en la ciudad para hacer negocios con otro renombrado empresario, ella vestía un sencillo y elegante vestido color beige, cedido a su fina y delicada figura, tenía la piel nívea y pálida que daba la impresión de ser de cristal, una estatura no tan alta, 1,60 cm y lo que sin duda llamaba más la atención era su cabello, una larga y sensual melena que le llagaba a las caderas de un extraño tono celeste cielo, muy en sintonía con sus ojos, sonreía amable, siempre ha sido dulce y cortés con las personas, sin mirar el estatus o nivel que tenían, muchos pensarían que era un ángel , pero sólo es una mujer más tratando de llevar su vida de la manera que ella cree mejor.
En eso se oye la campanilla de la puerta del local abrirse, entra un joven apurado hablando por teléfono, entró sin reservas, lo que puso en alerta a los mozos del lugar, pero mostrando una mirada fría los empleados no tardaron en reconocer de quien se trataba y pronto se pusieron a atenderlo.
- Señor, que honor tener su visita en nuestro local, dígannos en qué podemos ayudarlo?
- Le diré algo, no me gustan no pierda su tiempo con halagos, vengo corto de tiempo, necesito una mesa y un expresso triple y más vale que sean rápidos si no quieren perder su patético local
- Como usted guste señor
La señorita que se encontraba en la mesa de al lado le pareció una actitud demasiado engreída, no soportaba que por ser de un nivel tengan que tratar a los demás de una manera humillante o maleducada, sin duda, tendría que enseñarle modales a ese muchacho engreído.
-disculpe, no se qué cosas le estarán ocurriendo, pero le pediría por favor que no descargue su ira contra este lugar y los que en él se encuentran.
-Acaso te pedí tu opinión entrometida, sabes con quién estás hablando? Tu no eres nadie para pedirme nada!
-Te diré que sí soy, un ser humano igual que tú, con los mismos derechos a ser bien atendido y mostrar un poco de cortesía, que al parecer usted nunca oyó hablar de ello. Ni siquiera muestras respeto y eso que tanto lo demandas.
-No me interesan tus charlas retóricas niña entrometida, porque no te preocupas de tus asuntos, cambié de opinión, este lugar apesta y por lo que veo aceptan a gentuzas, me largo
-Ni crea que estaré rogando que se quede ni mucho menos le pida algún tipo de condolencia
-Espere, trataremos de llevarle hasta su oficina señor K..(pero ya se largó)
-Ahhh, este tipo es imposible! que se cree! el dueño de la ciudad?
Luego terminó su tarta de blueberry y agradeció al mozo por el delicioso postre pidiendo perdón por el espectáculo que se vio metida a causa de ese joven prepotente.
