Sabía que el día sería difícil desde el momento en el que no quería abrir los ojos. No recordaba la última vez en la que se hubiese sentido tan fatigado; tenía la lengua pastosa, la garganta seca, su cuerpo completamente entumecido y su cabeza amenazando con explotar en cualquier momento. Pero recordando que debía ir a clases abrió los ojos con pereza, apretándolos en el instante siguiente cuando la luz del día le incomodó. Sin embargo la inquietud se hizo presente en su pecho al momento que intentó estirarse para desperezarse, siendo consciente de la inmovilidad en sus brazos.
Jadeó agitado mientras echaba la cabeza hacia atrás, viendo sus muñecas rodeadas con cinta aislante y unidas a la cabecera de la cama. ¿¡Estaba atado...!? Pero eso era imposible, él no... ¿¡Qué carajos había pasado!? ¡Su cabeza dolía demasiado como para recordar algo!
—¡Mierda! — Farfulló desesperado al ser consciente de su carencia de prendas.
Se revolvió entre las sabanas, llegando casi a patalear en su intento de liberar sus muñecas, pero un angustioso alarido lastimó su garganta cuando el dolor en su espalda baja se intensificó debido a sus bruscos movimientos, dejándolo inerte mientras apretaba los dientes para evitar que otro quejido saliese de su boca.
Joder. Joder. Joder. ¿¡Por que no podía recordar nada!?
Mientras los minutos más pasaban, más presente se hacía el pavor en su pecho, sobretodo cuando inhaló el agrio olor a sudor adherido a su piel, la sola imagen que se formó en su cabeza lo hizo temblar por completo, no podía ser que alguien... se hubiese sobrepasado con él, ¿verdad?
Cualquiera que entrase por esa puerta vería a un joven acostado boca arriba mientras sus manos se mantenían atadas a la cabecera de la cama, con su cabello desordenado y enmarañado junto a las incontables marcas rojizas sobre su torso; cualquiera que lo viera pensaría que nada más era un universitario a quien se le pasaron las copas una noche antes. ¡Pero eso era imposible!, ¡él no era así!, ¿¡pero entonces por qué mierdas no podía recordar nada!?
—Todo estará bien. Todo estará bien. To-do estará bien... — Masculló respirando agitado, no pudiendo evitar que su voz se quebrantase debido al miedo que lo estaba embargando.
Se quedó quieto intentando modular su respiración, manteniendo la mirada fija en el techo mientras pensaba cómo algo como esto podía pasarle a alguien como él. Es decir, jamás iba a fiestas por concentrase en sus estudios, no se juntaba con personas de dudosa reputación, el alcohol era algo que no tenía cabida en su vida y tan pronto terminaba su última clase regresaba sin dudar a casa. ¿A casa?, dios... un sudor frío bajó por su espalda de tan solo recordar a sus padres, desde que se había mudado para inscribirse en la universidad no los visitaba con la regularidad que les había prometido, sin embargo se descubrió temblando sobre aquella cama mientras sentía la terrible necesidad de aferrarse al regazo de su madre. ¡Joder, se sentía como un chiquillo asustado! El nudo en su garganta amenazaba con volverse gimoteos en cualquier momento... ¿Hace cuanto no lloraba?, ¿hace cuánto no sentía tanto miedo...? Cerró los ojos sintiéndose impotente e inevitablemente un sollozo escapó de sus labios...¡mierda! ¿¡Pero podía alguien juzgarlo realmente!?, ¡él no había hecho nada para merecerse esto!, estaba seguro que el día anterior se había levantado como cualquier otro para poner un poco en orden las cosas en su casa antes de salir hacia la facultad, en donde se la pasó corriendo de salón en salón por lo unido que habían quedado la mayoría de sus horarios de clases este semestre, tomándose el único descanso largo luego de sus clases de las cuatro ya que la siguiente empezaba hasta cuarenta y cinco minutos después, tiempo que aprovechaba para dirigirse a la cafetería como parte de su rutina, leer un libro o revisar algunos apuntes mientras bebía una taza de... café.
Abrió los ojos de golpe cuando la difusa imagen de él sosteniendo una taza de café vino a su mente, suficiente para que el desasosiego controlase su cuerpo de nuevo, haciéndolo revolverse con más ímpetu en busca de cortar la cinta. Poco le importó el dolor en su cabeza, el entumecimiento de sus extremidades o el escozor en su ano, tan solo quería salir de ahí, recordar que le había pasado... pero la maldita cinta solamente se tensaba más en cada movimiento. Sus brazos estaban fatigados, su respiración se aceleró y pudo sentir su recto... ¿humedeciéndose?
—De acuerdo Light, cálmate... necesitas calmarte... — Balbuceó mientras su pecho se expandía y comprimía de manera errática, quedándose inerte con sus ojos abiertos de par en par y su labio inferior tiritando, la humedad en su parte baja era tan abundante que era imposible no temblar, temiendo en bajar su mirada y encontrarse con las sabanas empapadas de un color carmesí.
No. No. No. ¡esto no podía ser verdad!
Algunos de sus mechones se adhirieron a su frente por el copioso sudor en ésta, y aunque las palpitaciones de su corazón se negaban a descender a un ritmo regular, cerró los ojos en su intento de controlar el temblor en su cuerpo con el fin de escudriñar en su memoria, traer a su mente el porqué estaba atado en una cama... desnudo y adolorido.
—"Eres mío, Light..."
El muchacho abrió los ojos de golpe, completamente angustiado ante la repentina imagen, revolviéndose en un intento de escapar de su atacante, pese a que sabía que se encontraba solo en dicha habitación, había sido más una reacción involuntaria debido a lo real de aquel recuerdo, era como si de nuevo hubiese sentido el peso adicional sobre su cintura, aquellos delgados dedos formando surcos con sus uñas sobre su pecho mientras con sus dientes se encargaba de marcarle el cuello.
Desvió la mirada nervioso mientras se mordía los labios en un intento de no dejar escapar los sollozos retenidos en su garganta para mantener la poca diginidad que le quedaba, pero fue imposible, sus ojos se drenaron empapando sus mejillas, recordar el rostro de su atacante dolía más que cualquier lesión en su cuerpo; se sentía humillado y traicionado.
Seguía sin saber exactamente cómo había llegado a dicha situación, pero sabía quién era el culpable, suficiente para no desear seguir pensando en ello debido al miedo que le causaba. Sin embargo, y como si la última imagen hubiese abierto el grifo de su pesadilla, pequeños fragmentos llegaron involuntariamente y de forma violenta; la sonrisa socarrona, el caliente aliento muy cerca de su oreja, las autoritarias manos tomándole las piernas y manteniéndolas vergonzosamente abiertas, el violento vaivén, las súplicas quebrantadas en busca de clemencia, el dolor intensificándose en cada estocada, aquellos mechones largos y negros cayéndole en la cara mientras con brusquedad le besaba la boca, la poca piedad en cada roce, las uñas y dientes marcándole la piel, la lasciva mirada que disfrutaba de tenerlo a su merced...
—"Mngh... Deten-te por fa-favor...¡Ah...! ¡Duele!"
—"Siempre estaremos juntos, Light..."
—¡No, no, no, no! — Se revolvió de nuevo mientras agitaba su cabeza de un lado a otro, intentando desesperadamente deshacerse de los recuerdos instalados en su mente. Hiperventila, suda, tiembla; el ataque de pánico junto al cansancio es mucho más de lo que puede soportar, pronto la habitación completa parece dar vueltas alrededor de él, su cuerpo ya no responde y las pocas fuerzas que tenía se ausentan —Mikami... — Jadeó con debilidad y luego sus ojos se cerraron.
