Disclaimer:Lamentablemente, los personajes no me pertenecen. Son solo propiedad de la gran Meyer.
Summary: "Estaba sentada en el tronco de afuera de la casa de la playa de los Cullen, cuando sentí compañía a mi lado. Era Edward, el hermano mayor de mi mejor amiga. Comenzó a acercarse lentamente hacia mí, y luego de unos instantes cortó la distancia de nuestros labios. Sólo bastó ese beso, para enamorarme completamente de él". Ahora, 7 años después, Bella y Edward se encuentran nuevamente en ese lugar tan especial para Bella; y todas las confusiones se apoderarán de Edward.
Sólo con un beso
Chapter 1
Estaba sentada en el tronco de siempre, fuera de la casa de playa de la familia de mi queridísima amiga. Me gustaba ir al patio trasero y sentarme allí por horas a solamente pensar, mientras miraba el mar. Sobre todo cuando había tenido una pelea con Alice, mi amiga desde mis 5 años de vida, y éste era uno de esos casos. La verdad había sido una pelea estúpida y debía admitir que ella tenía la razón esta vez, pero yo era demasiado terca para admitirlo en voz alta.
Alice me había obligado a arreglarme el cabello, ya que mi pelo estaba hecho un desastre, totalmente enmarañado. Pero a mí, realmente, no me gustaba arreglarme el cabello con todo ese tipo de cosas distintas para el pelo que tenía en su habitación, y comencé a gritarle sin razón alguna. Alice contestó lo obvio: "Bella realmente no sé por qué te resistes, igualmente lo debes hacer…, debemos ir a la cena que mi madre ha preparado para todos nosotros. Además, tu madre te obligará a peinarte de alguna u otra forma…" Su voz era convincente, pero no di mi brazo a torcer como la terca chica que era. Salí de su habitación dando un portazo y corriendo al patio, no sin antes gritarle de buena gana: "¡Déjame, Alice. No me peinaré!"
Y heme aquí, sentada en el tronco del patio trasero de la casa de playa, con los codos apoyados en mis piernas y mis manitas sosteniendo mi cabeza. La verdad era, es que tenía un muy mal carácter para una niña de tan solo 13 años… De repente, sentí compañía a mi lado y me di vuelta para ver quién era. Me encontré con sus hermosos ojos verde esmeralda que me miraban con cautela.
– ¿Por qué te enojaste con Allie? – preguntó Edward, el hermano mayor de mi mejor amiga, que era cuatro años mayor que yo y Alice.
–Me obligó a hacer algo que no quería… Se supone que eso no lo hacen las amigas ¿o me equivoco? – pregunté desconcertada.
–No, no te equivocas, tienes razón.
La verdad es que tenía una buena relación con Edward, a comparación de la de él con su hermana pequeña, pero obviamente éramos más distantes y no conversábamos, sin embargo cuando lo hacíamos siempre me entendía con él. Era como si fuéramos en la misma frecuencia… como si yo hubiera madurado un poquito más, hasta alcanzarle en el nivel de maduración de un chico de la edad de Edward.
–Suelo tenerla… – una sonrisa curvó mis labios –. Pero esta vez Alice la tiene – hice una mala cara.
– ¿Y qué tiene de malo eso? – preguntó ingenuo.
–No me gusta no tener la razón… – bajé la mirada avergonzada, ruborizándome un poco.
Edward rozó sus finos y delgados dedos por mi mejilla sonrosada, lo que hizo estremecerme. Nunca antes había sentido tal sensación, era completamente nuevo para mí. De repente, comenzó a bajar sus dedos y los colocó bajo mi barbilla, levantándola un poco para que le mirase a esos grandes ojos verdes. Quedé embobada con el brillo y profundidad de sus ojos. Comenzó a acercarse lentamente hacia mí, hasta que quedaran solo unos pocos milímetros entre nuestros labios. Mi corazón comenzó a latir rápidamente sabiendo lo que ocurriría. Edward cortó la distancia de nuestros labios y me dio un tierno beso que duró unos instantes que me parecieron muy cortos. Se separó de mí, cuando nos faltaba el aliento. Sólo bastó ese beso, para enamorarme completamente de él.
–Prometamos algo… – dijo un tanto ansioso –. Seremos mejores amigos desde ahora, y olvidaremos lo que acaba de pasar. ¿Sí?
–Ajá – asentí.
–No le contaremos a nadie, ¿entendido? Será nuestro primer secreto de mejores amigos.
La alta figura de Edward de 17 años, se desapareció luego de unos instantes, en dirección a su casa de de playa.
La chica de cabello color caoba y ojos achocolatados, estaba recostada en el sillón de su sala, tan sumida en sus recuerdos, que no se dio cuenta que su amiga de toda la vida, Alice, le estaba hablando hace ya bastante tiempo.
– ¡Bella, Bella, Bella! – su amiga movía una mano frente a la mirada al vacío que tenía Bella, quien estaba recordando su primer beso, ese beso secreto que ya había pasado hace 7 años, aproximadamente.
– ¿Ah? ¿Qué? – la muchacha preguntó confundida a Alice, que al fin dejó de hacer señas frente a los ojos de su mejor amiga.
– ¡Te he estado llamando hace un montón de tiempo, Bella! – la regañó Alice.
– ¿Qué quieres, entonces?
–Tú – la apuntó con su fino dedo índice –. Debes cambiarte, ¿recuerdas que es el cumpleaños número 24 de mi hermano? – peguntó mirándole fijamente –. No querrás perdértelo ¿o sí? Mi hermano se decepcionaría tanto, le dolería profundamente que su mejor amiga no fuera a su cumpleaños…
Lo cierto era, que los sentimientos de Bella hacia Edward nunca cambiaron con el paso del tiempo, pero la chica supo enterrarlos muy bien, al fondo en su ser. Y Alice no ignoraba esos sentimientos, aunque nunca se lo mencionó a su mejor amiga.
–Claro que lo recuerdo, ¡es mi mejor amigo! Y no me lo perdería por nada en el mundo – dijo Bella. La razón porque esos recuerdos de su infancia volvieran a su mente, era esa. El día de cumpleaños de su mejor amigo.
–Entonces, vamos. Te dejé una ropa encima de tu cama. Yo ya me voy al departamento de Edward a ayudarle. Nos vemos allí ¿sí?
–Claro, Allie.
Alice salió por la puerta del departamento de su amiga rápidamente, algo histérica con miedo de llegar tarde a ayudar a su hermano mayor.
Bella, por su parte, se dirigía a su habitación a buscar la ropa que había elegido Alice, que de seguro le haría soltar un par de gritos de espanto. Llegó a la puerta de su dormitorio, con un poco de miedo de lo que vería allí. Tomó una gran bocanada de aire, avanzó hacia la cama y tomó la prenda entre sus manos.
Se quedó horrorizada.
El vestido era muy, muy ceñido al cuerpo, que dejaría ver todas las delicadas curvas de su cuerpo. Era de un color azul eléctrico con un delgado cinturón dorado en la cintura, unos delgados tirantes y le llegaba a la mitad del muslo.
Las curvas era todo lo que quería evitar cuando estaba cerca de Edward, porque después de todo, solo era como una hermana pequeña para él. Eso era lo que le repetía el muchacho a Bella, a cada momento, recordándole a la chica, que no tenía oportunidad con él.
Guardó inmediatamente ese diminuto vestido entre la ropa desordenada de su armario y buscó lo que siempre utilizaba cuando estaba cerca de su mejor amigo, unos jeans azules oscuros, una blusa de cualquier color, que era un poco suelta y que finalmente la tapaba con una chaqueta. Así – totalmente tapada, avergonzada si mostraba algo de piel, cerca del muchacho – se juntaba con Edward todos los días para conversar, desde que ella llegó a Jacksonville para estudiar literatura. Hablaban de variadas cosas, como dos amigos que eran, pero sobre todo de la vida amorosa de su mejor amigo, lo que dañaba fuertemente a Bella. Pero, ese sentimiento fue disminuyendo con el pasar del tiempo, hasta que casi no dolía ya.
Se duchó, dejando que el agua cálida calmara los nervios de ir a la fiesta de cumpleaños de su mejor amigo, a ver cómo conquistaba a otras chicas. Cuando salió de la ducha, inmediatamente cepilló su cabello mojado y se hizo una trenza. Se dedicó a vestirse en su habitación, tratando de no ruborizarse de tan solo pensar en el vestido que su amiga Alice había elegido para ella y que, ahora, yacía en algún lugar de su armario. Finalmente, se soltó la trenza, que le dejó hermosas ondas en su cabello caoba.
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Edward sintió el timbre mucho más temprano de la hora de inicio de la fiesta y supo enseguida que era su mejor amiga, su "hermana pequeña" – como él le decía –, esa chica de 19 años que cumpliría los 20 en unos tres meses más. Fue casi corriendo por la sala para abrir la puerta, ansioso por ver a Bells, su mejor amiga y contarle que hoy, finalmente iba a conquistar a Tanya, la despampanante rubia, que fue su compañera en la clase de anatomía el pasado año académico, en la carrera de medicina que cursaba.
Cuando abrió la puerta, entusiasmado por entablar una conversación con su hermana pequeña, se quedó asombrado cómo Bella se veía hoy. Tenía la misma clase de ropa que siempre utilizaba, pero su cabello estaba diferente. Su hermosa cabellera color caoba, caía sobre sus hombros en ondas hermosas, y su piel se veía estupenda con su recién arreglado cabello.
–Hola, Bells. Te ves genial – saludó con entusiasmo, abrazándola y dándole un beso en la mejilla
–Tu igual Ed – le dirigió una tierna sonrisa. Este día, para Bella, él se veía más que perfecto. Tenía puesto una camiseta blanca que se le ajustaba al cuerpo perfectamente, dejando mostrar su estructural cuerpo y encima llevaba una camisa cuadrille, desabotonada y unos jeans azules oscuros.
–Ven, entra – el chico mantuvo la puerta abierta, para que su amiga pasase –. ¡Oh! Se me olvidaba decirte… Esme nos ha invitado a la casa de playa para quedarnos algún tiempo… ¿Vas a querer ir? Me encantaría que fueras con nosotros.
– ¡Eso me encantaría! – dijo entusiasmada la chica, por volver a ese lugar tan presente en su infancia.
–Genial, estaba pensando en irnos el jueves ¿quieres? Nos quedaremos toda la semana entrante – le dedicó una gran sonrisa, con la que deslumbró a la chica de su lado.
– ¿No puede ser mañana, martes? Me gustaría pasar un par de semanas, la verdad que necesito unas vacaciones y echo mucho de menos a tu mamá.
–Eso estaría bien… le avisaré a mamá.
– ¡Oh! Edward, se me había olvidado. ¡Feliz cumpleaños! Ya eres todo un viejito – la chica se rió entre dientes.
–Sí ¿verdad? Por lo tanto no podré hacer más esto con mi hermanita Bells – el chico tomó de la cintura a Bella y la puso en su hombro, como si se tratara de un costal de papas y comenzó a girar.
– ¡No! ¡Edward, para! Por favor – dijo dando débiles golpecitos con sus puños en la espalda de su amigo.
–Ok – la dejó acostada en el piso y empezó a hacerle cosquillas, encima de ella, a lo que la chica se retorcía sobre sí misma por las carcajadas.
– ¡No, no, no por favor, Edward! – la chica con todo su esfuerzo, tomó las muñecas del hombre y las mantuvo quietas. Decidida, dieron vuelta en el piso hasta que ella quedó encima de él con las piernas entre las caderas de Edward –. ¡Ya verás! – ahora, una serie de cosquillas atacaban al joven de cabello cobrizo, el que se reía a carcajadas.
–Ok, ok. Tregua. ¡Por favor! – puso sus manos delante para que Bella detuviera la guerra de cosquillas.
La chica entrecerró sus ojos color chocolate y quedó mirándole fijamente al chico que estaba debajo de ella.
–Está bien, Eddie. Tregua – la chica entregó su mano en un apretón con su compañero, en son de paz.
Se levantaron inmediatamente, pero lo que no vino venir la chica, fue que Edward la tomase, nuevamente como si de un costal de papas se tratara, y se dirigiera, decidido, al patio del apartamento, donde había una gran piscina. Bella empezó a proferir pequeños grititos de desesperación y a golpearle nuevamente en la espalda con los puños, cuando bajaban las escaleras del edificio para al fin llegar al patio.
Edward no la tomó en cuenta y se tiró al agua con ella, aún en brazos. Bella empezó a gritar desesperadamente y tirarle agua a su amigo a la cara.
– ¡Eres un imbécil! – dijo la castaña, entrecortadamente. Tirándole aún agua en el rostro de Edward. El eludido, tomo las muñecas de su "hermanita pequeña" y las dejó detrás de ella, dándole un gran abrazo, en el que ella apoyó su cara en el perfecto pecho de su amigo.
–No te enojes conmigo, por favor. Es mi cumpleaños…
–No, no estoy enojada… pero arruinaste mi ropa y sabes que Alice me va poner un ridículo vestido – rodó los ojos.
–Si quieres, puedo ir a buscarte un poco de ropa… Aún faltan unas cuatro horas para la fiesta.
–Sí, pero te acompañaré. O si no, tu hermana me matará si me ve así.
–Ok, ok. Te traeré una toalla y nos vamos – el chico salió de la piscina, con toda la ropa goteando y pegada a su cuerpo, lo que hizo que Bella sintiera una gran ola de calor recorrerle el cuerpo.
Finalmente, Bella salió de la piscina, con sus ropas mojadas pegadas al cuerpo, muy a su pesar, debido a su constante cuidado de que Edward no viera su cuerpo tal cual era. La castaña sabía, de muy buena fuente, que Edward era loco por las curvas y no se podría resistir ni siquiera a esas finas y delicadas curvas que poseía Bella y eso era lo que quería evitar ella, arruinar su hermosa amistad de 7 años. La chica se sacó a regañadientes, la chaqueta que llevaba puesta y que estaba muy pesada con el agua, dejándola con solo la blusa que llevaba, que se pegó a sus curvas, al igual que los pantalones.
Edward llegó con una toalla para su amiga, con la camiseta blanca ceñida a su perfecto cuerpo. Edward quedó un tanto boquiabierto con lo que vio.
Bella era realmente hermosa, nunca la había visto así. Su ropa mojada se pegaba tanto a su pequeño y delgado cuerpo, que mostraba sus delicadas y definidas curvas.
"¡Diablos! Es tu hermanita, tu mejor amiga, Edward. Déjala de ver así. No es como las otras mujeres de los bares…" Una pequeña vocecita lo regañaba mentalmente
"¿Pero no ves que es hermosa? Mírale su hermoso cuerpo… ¿Cómo no le habíamos visto antes así?" Otra vocecita se hizo presente en sumente.
"¿No entiendes que es tu mejor amiga de toda la vida? ¿Quieres arruinar la relación de amistad?"
De repente, paró de escuchar las dos voces que se estaban debatiendo dentro de él. La primera vocecita tenía razón era su mejor amiga, su hermanita.
Movió su cabeza para sacarse la idea de involucrarse con Bella. Se dirigió a ella, que estaba a espaldas del y le puso la gran toalla en la espalda, rodeándola con los brazos en un abrazo. A Bella le recorrió una fuerte corriente eléctrica por el cuerpo.
–Mmm… eso se siente bien. Digo… el calor de la toalla – rió nerviosa.
–Ten, sécate y nos vemos en el auto. Creo que te prestaré una camiseta para que no te resfríes.
–Ok, gracias.
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Edward dejó a Bella en su departamento para que se bañara nuevamente y se cambiara de ropa, mientras él iba a comprar unas últimas cosas.
Bella entró al baño con solo ropa interior para cambiarse, confiada de que su amigo llegara luego de que estuviera vestida. Dejó que el agua caliente le relajara los músculos. Al salir de la ducha, nuevamente se amarró el cabello, pero esta vez en un tomate, para que sus ondas fueran mucho más definidas. Se vistió con la ropa interior que había llevado al baño y abrió ligeramente la puerta para sacar su cabeza y ver si la sala – que estaba entremedio de su habitación y el baño –, estaba vacía y poder pasar tranquilamente.
Pero se encontró con un relajado Edward, recostado en el sillón blanco de la sala, viendo a la ventana que se encontraba frente a él. Bella tenía sólo un camino hasta su dormitorio y ese era pasar frente a Edward. Desechó la idea de inmediato. Que su amigo la viera en ropa interior era cosa imposible… No quería, no debía y nunca lo haría.
"¿Pero de qué otra forma te vestirás para ir al cumpleaños de tu amigo aquí presente? No seas tonta y pasa. No lo notará."
"Exacto, no lo notará, eres su amiga desde tus 13 años y nunca te vio con otros ojos además de los de como un hermano mayor. Eso no debe haber cambiado…"
"Además, estas en ropa interior, es como si fueras en bikini…" "No queda otra opción, Bella"
Dos vocecillas, discutían dentro de su mente, obligándola a pasar por allí en ropa interior. ¿Qué cosa podría ir mal? Sólo es ropa interior ¿no?
Abrió la puerta, tomando una bocanada de aire y salió caminando lentamente a su dormitorio, con miedo a tropezar con sus propios pies por lo nerviosa que estaba. Cuando cerró la puerta del baño, Edward la buscó con la mirada y la encontró en un instante con su delgada figura y su piel pálida. Los ojos casi se le salieron de las cuencas de lo sorprendentemente hermosa que encontraba esa figura, con esas curvas tan delicadas. Un calor se apoderó de él, pensando que Bella era la mujer más hermosa del mundo.
"¿Pero qué te está pasando, Cullen? Recuérdalo… es tu hermanita, como tú le dices. Deberás asumir esa estúpida promesa cuando hicieron de pequeños"
"Pero mírala… ya no es ninguna niña, ¿cómo no te habías dado cuenta, Edward? Esa mujer te tiene loco…"
Nuevamente las vocecillas comenzaron a pelear en su fuero interno, deseando que la primera se callara por siempre, y solo dejara a la segunda que asumía que Bella era ya una hermosa mujer y no una simple niña. Pero realmente no lo quería admitir, ella sería siempre una pequeña niña que debía proteger.
Bella pasó con la mirada hacia delante, mientras Edward, la seguía con la mirada. Estaba loco por ella… pero el chico tenía bien en claro que era su mejor amiga y no debería arruinar su amistad. Bella terminó su recorrido abriendo la puerta de su cuarto y metiéndose en él, avergonzada. Se apoyó en la puerta de la habitación – ya cerrada – y cerró sus ojos. No sabía cómo reaccionar al ver el rostro de Edward luego de esa escenita.
"No seas boba, ¿viste cómo te vio? Sus ojos casi se salían de su cara"
"Solo lo viste por el rabillo del ojo, Bella. No te hagas ilusiones. Además es tu mejor amigo de toda la vida, eso él lo dejó bien claro"
Las partes seguras e inseguras de ella se debatían, mientras preparaba la ropa.
¡Ring, ring, ring!
El teléfono de Bella sonaba con ansias a ser contestado. Lo tomó apresuradamente, aún en ropa interior, y contestó.
– ¿Hola? – contestó Bella.
– ¡Bella! ¿Dónde estás y dónde te has llevado a mi hermano? – preguntó Alice al otro lado de la línea.
–Estoy en mi apartamento y él está en la sala… Tu hermanito querido, me tiró a la piscina y tuve que venirme a duchar y cambiar… No sabes la vergüenza que he pasado hace un rato.
– ¿Qué ocurrió?
–Me fui al baño solo con la ropa interior, cuando Edward estaba de compras, y luego al salir, estaba Edward allí… tuve que pasar como estaba hasta mi pieza.
– ¿¡Cómo reaccionó!?
–No lo sé, Alice. Me estaba muriendo de la vergüenza…
–Ya era hora que mi hermanito viera tus curvas…
– ¡Alice! – la regaño Bella.
–Bueno, ¿qué te pondrás? Supongo que el vestido que te dejé ¿o no?
–No, no y no, Alice. Es una miniatura y muy pegada al cuerpo, ¡eso ni hablar!
–Sé que le ocultas tu cuerpo con curvas a mi hermano, y sé por qué lo haces, ¿pero no crees que ya nada es peor, comparado con que te viera en ropa interior?
–Tienes razón – suspiró.
–Bueno, ahora aprovecha, que mi hermano no estará libre toda la vida. Sé que te gusta, Bella, se te nota.
– ¿Tan obvia soy?
– ¿Para una amiga que te conoce hace 14 años? Sí. ¿Para un hombre? No. Relájate.
–Bueno, eso ayuda de mucho… – dijo irónicamente –, no estás en mi lugar.
–Lo sé, lo sé. Pero prométeme que vas a salir de tu cuarto con ese vestido puesto, o no, mejor… tráelo y aquí te arreglo yo.
–Ok, ok. Te prometo que lo llevaré para allá… Nos vemos allá, Allie.
–Adiós, y por favor, no te pongas tantas capas de ropa encima… estamos en Florida y lo peor ya ha pasado.
Bella colgó, no sin antes rodar los ojos. Alice tenía razón, estaban en Jacksonville, en pleno junio. Decidida, tomó unas prendas que no utilizaba hace ya, bastante tiempo y se las colocó rápidamente. Salió de su habitación y se encontró con Edward, aún sentado, con un vaso de helada Coca-cola.
Edward abrió los ojos al ver nuevamente, esa figura de su amiga que antes cubría con ropa ancha. Bella estaba con unos shorts negros y una blusa de color azul transparente, que bajo de esta tenía una camiseta de tiritas blanca. Y llevaba unos zapatos que dejaban ver su pie completamente. La ropa le quedaba perfecta sobre esa cremosa piel que solo ella poseía. Edward tragó en seco.
– ¿Vamos? – preguntó la chica, bajando la cabeza un tanto avergonzada por la mirada que le daba Edward.
"Qué estúpida, Bella. Hacerle caso a Alice de vestirte así, fue un error"
"¿Pero que no ves Bella?, está maravillado por tu figura". Esta vocecita se oía mucho más bajo que la primera. Bella sabía que era un error haber tomado tanta confianza para ponerse toda esa ropa.
–Emm… creo que me iré a cambiar… ¿me esperas?
–Claro – Edward quedó desconcertado por esa actitud de su amiga. ¿No notaba que la estaba mirando como un idiota que se le cae la baba?
Bella entró rápidamente a su pieza y se cambió a lo usual, no debió haberle hecho caso nunca a Alice. Se puso sus jeans oscuros, una blusa más holgada y sus converses de siempre. Salió de la habitación, pero antes recogió el mini vestido y los tacones tan peligrosos que les había dado Alice.
–Ahora sí, ¿vamos? – preguntó Bella un tanto nerviosa.
–Sí, vamos. – "No seas estúpido, Cullen. Aprovecha que están solos" "Ya cállate" – ¿Señorita? – Edward le ofreció el brazo como todo un caballero, cuando se levantó del sillón.
–¡Oh, gracias caballero! – dijo Bella con fingido tono de sorpresa, pasando su brazo por el de su mejor amigo. La muchacha se alegró de que siguiera su relación de amistad tan extraña que tenían y no se viera remplazada por largos silencios incómodos.
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Mientras iban en el auto, entablaron una larga conversación de cosas triviales y sin importancia, hasta que una pregunta, que Edward se moría por saber la respuesta, salió a flote.
– ¿Te puedo preguntar algo? – preguntó Edward.
–Claro, ¿qué ocurre?
– ¿Por qué saliste del baño en ropa interior? – un suave rubor se apoderó de las mejillas del muchacho.
–Oh… eso… – Bella bajó la mirada, ruborizándose como si fuera un tomate –. Fui a ducharme al baño cuando tú estabas comprando, y pensé que te demorarías lo suficiente como para encontrarme vestida. Así que, me fui al baño sólo con la ropa interior – se encogió de hombros para restarle un poco de importancia.
– ¿Y por qué no me dijiste que me volteara?
–Porque sabía que si te lo decía, comenzarías con tus comentarios molestos. Te conozco, más de lo que crees…
–Sí, tienes razón – se rió el chico.
–Suelo tenerla… ¿Lo recuerdas?
–Sí, desde aproximadamente, que tenía 17 años – el muchacho sonrió ante tal recuerdo que ya había pasado hace 7 largos años.
Desde esta tarde, el chico se arrepentía rotundamente de haber hecho esa estúpida promesa con Bella. La quería besar nuevamente como lo había hecho cuando él era un adolescente maduro, no es que estuviera enamorado de Bella, no. Eso era realmente imposible, solo que un cierto deseo hacia ella comenzó a apoderarse de él, lo que era un error. No podría nunca intentar de seducir a Bella como lo hacía con las otras mujeres solo para acostarse con ella. Bella era su mejor amiga de toda la vida, su hermanita y no rompería esa linda amistad llena de confianza y cariño solo por el deseo que de pronto comenzó a llenarlo.
Llegaron al departamento de Edward rápidamente y entraron sin pronunciar una palabra desde aquella incómoda pregunta que le había hecho Edward a Bella.
Alice saludó a Bella eufórica y la arrastró hasta el baño dónde la arregló para la fiesta de cumpleaños y la mantuvo ahí alrededor de una hora o incluso un poco más. Bella se veía despampanante, Alice realmente sabía maquillarla y vestirla; en otras palabras, sabía sacar lo mejor que había en ella. El vestido le quedaba perfecto, justo a su medida. Alice le dejó su cabello caoba suelto con ondas, como Bella lo había peinado esta tarde. Tendría que ocupar unos tacones de casi 5 centímetros, por esa razón caminó de la manera más cuidadosa posible, cuando salió del baño con Alice.
Edward se quedó embobado al ver a su mejor amiga, de toda la vida, salir del baño. Se le notaban perfectamente sus curvas y eso a Edward, lo dejaba loco. El vestido azul, quedaba perfecto con la cremosa piel de la chica. Edward repitió el gesto de ofrecerle el brazo a su querida amiga Bella y ella lo aceptó con gusto.
–Te ves genial, Bella – comentó el muchacho, mientras caminaban hacia donde se estaba desarrollando la fiesta.
–No me molestes… Sé que me veo ridícula con estos tacos – Bella puso mala cara.
–No, no te molesto. Además te quedan muy bien esos tacos, a no ser que te tropieces, eso sí que sería cómico – Edward rió a carcajadas.
– ¡Oye! – la chica le miró con los ojos entrecerrados –. Ya lo decidí… me iré a cambiar cuando tu hermanita Alice, no esté a la vista.
–Te odiará cuando te vea…
–Lo sé, pero no me interesa. ¡Me veo ridícula!
–Se te ve muy bien el azul… – el chico iba a agregar algo más, pero la cabellera rubia de Tanya lo interrumpió –. Emm… ¿me esperas?
–Claro, es tu cumpleaños, tienes que estar con todos – Bella le dio una tierna sonrisa.
Edward se dirigió sin dudar a donde se encontraba la despampanante rubia y dejó de lado ese sentimiento de deseo que sintió por Bella aquella tarde, nuevamente comenzó a verla como su hermanita,una niña que tan solo tiene 19 años.
Cuando Edward se acercó a la hermosa Tanya, ella enseguida se lanzó a sus brazos, abrazándole y deseándole un feliz cumpleaños. Se quedaron conversando un buen rato tomando un par de copas. Edward aprovechó el momento y se lanzó a los labios de Tanya. Siempre era lo mismo, una larga charla, siendo un poco coqueto y un par de copas, para luego besar a la chica que tenía planeado seducir.
Tanya observó a Edward con una mirada de deseo, al igual que el chico a ella. Ya hacían bastantes semanas que no estaba con una chica y eso lo sorprendía a él mismo. Nunca había dejado de tener una mujer en su cama, por semana. El beso se profundizó y Edward la arrastró a su habitación, mientras todo el mundo seguía en la sala bailando y sin darse cuenta de lo que recién había ocurrido.
Bella, por su parte, estaba en la barra de licores – aún con el vestido y los tacones puestos – que tenía su mejor amigo de toda la vida en la sala y como lo dedujo, ahí había un hombre alto que debería ser el barman. Pidió un vaso de cerveza y la tomó mientras hablaba con el apuesto chico que había detrás de la barra. Era el prototipo de chico que toda niña sueña. Pelo rubio, ojos de un azul claro y una sonrisa encantadora, tenía un cuerpo bastante deseable, la camisa que ocupaba dejaba ver sus perfectos músculos.
–¿Siempre trabajas en esto? – preguntó Bella, muy interesada en la conversación que tenía con el bello muchacho llamado Mike.
–No, en verdad trabajo en un bufet de abogados. Me va muy bien allí, pero el servir y hacer tragos siempre ha sido mi pasión. Siempre lo hago cuando se me da la oportunidad – el chico le dedicó una gran sonrisa.
– ¿Abogado? ¿En qué universidad estudiaste?
–En Harvard, me gradué con honores… ¿y qué hay de ti? ¿Trabajas, estudias? – dejó la frase en el aire.
–Estudio literatura en la Universidad de Florida. Acabo de salir de primer año.
–Que interesante carrera… ¿piensas ser escritora, editora o algo por el estilo?
–Prefiero ser editora, así tendré un trabajo mucho más estable. Pero estoy pensando en trabajar en algunas historias cuando esté en esos momentos…
–Me gustaría leer alguno de tus libros. Avísame cuando uno sea publicado ¿sí?
– ¡Oh! Claro, no dudaré en hacerlo – la chica miró su reloj pulsera que daban las tres de la madrugada. Había pasado un buen tiempo conversando con Mike, pero ya era tarde, además mañana tenía que irse a la casa de la playa de los Cullen –. Mike, fue genial pasar un tiempo contigo… pero debo irme, mañana tengo que levantarme temprano.
–Claro, espero que te vaya muy bien con tus planes.
–Gracias, fue un placer conocerte.
–Para mí igual, Bella.
La chica salió del departamento, sin despedirse ni de su amiga Alice, ni de Edward. Sabía de antemano que Edward estaría seduciendo a una que otra chica y no quería ver esa escena que la habría hecho sufrir montones hace un par de años atrás. Y Alice, por descontado, estaría con su novio Jasper al que ella amaba y adoraba con su alma.
Hola! Nueva historia :D Espero que les haya gustado :) He trabajado demaciado tiempo en esta historia que al principio iba a ser un OS, peeeero me quedé tan enganchada de la trama que tuve que alargarla xD
Si quieren dar ideas me serviría de mucho porque enserio que me falta un buen conflicto xD Tengo los tres primeros capitulos terminados, solo tengo que editar los siguientes dos y los subo :D Trataré de subir uno por día hasta el tercero porque para el cuarto me quedé sin ninguna ideita, así que plis manden ideas *-* Se lo agradecería un montón :D
Un abrazo tipo Emmett y se me cuidan!
