La espesa bruma se extendía por su alrededor aquel frío día. Intentaba apartarla con las manos. La desesperación se abría paso en su interior. La blanca espuma se escurría entre sus dedos.

Sentía la opresión en su pecho, sentía que le faltaba algo, sentía que tenía que debía empezar su búsqueda. Pero... ¿Su busca de qué?

Una terrible amnesia sacudía su ser. La Chica de magullado y hermoso rostro avanzaba a trompicones. Tropezándose con lo que supuso que eran piedras u otro tipo de accidente geográfico.

Se pasó una mano por la coronilla. Su pelo corto, oscuro y liso se deslizaba hasta su rostro, restándole visibilidad.

Un dolor abrasador le recorría el brazo derecho, inmóvil a su lado colgaba. Temía mirarlo, como temía usarlo. Seguía caminando, sin rumbo fijo, sólo buscando lo que le faltaba.

Una pequeña luz azul. Podía ver una pequeña luz azul, avanzó con un paso lento hasta ella. No conseguía alcanzarla. Cada vez parecía más absorta, pálida, distante... La esperanza que el diminuto resplandor le había aportado no desaparecía.

Aferró un objeto en su mano. Era alargado y parecía tener la forma perfecta para ser agarrado con una sola mano.

¿Dónde estaba? ¿Qué hacía allí? , las preguntas rebotaban contra las paredes de su mente. Aun así no detuvo su paso. Se fue acercando a la luz.

Si estiraba el brazo podría tocarla. Un poco más, sólo unos centímetros. Sus dedos lq rozaron, pero estaba fría, dura y...¿ Lisa?

Cuando sus ojos se acostumbraron al suave resplandor, vio las formas y detalles emitidos con anterioridad.

El pequeño resplandor azul era una vela un farol y alguien lo sujetaba. Era una figura masculina, pelo oscuro y ancha espalda.

Conocía aquellas alas. Conocía aquella chaqueta. Conocía aquel uniforme. Ella misma lo vestía. Tocó el hombro de aquella persona, quería preguntarle por su bufanda, ¿Dónde estaría?

No paraba de repetirlo, no paraba de preguntar por su bufanda…

El chico se volvió hacia ella. Ojos verdes. Ceño fruncido. Repetía algo, demasiado bajo cómo para que ella identificase lo que decía.

Los recuerdos los asaltaron mientras se abrazaban. Recordó los titanes, su familia, su familia biológica y su familia de adopción. Le recordó a él, recordó a Eren y a su bufanda.

Apretó la espada en su mano. Mientras su llanto se hacía más profundo e intenso.

Cayeron al suelo, abrazándose aún. Era un pedazo de suelo sin irregularidades. La bruma se disipaba.

Ella fue la primera en levantarse, alzando la espada. Con las lágrimas recorriéndole el rostro y la furia el cuerpo. Juro venganza.