||Cuentos de hadas||
Notas de autora: Tengo muy entendido que Ciel tiene 14 años en el inicio de la saga y termina con 16 al final de la misma, pero la verdad es que como este chiste gracioso de la ONU ya me cayo bien, pues decidí alargar un poco más los años de guerra retomados en cada uno de los juegos, para poder mostrar a una Ciel un poco más adulta y más madura. En resumen, en todos los one-shots de esta obra Ciel es mayor de edad. Como cada one-shot es diferente, puede que cambie constantemente la edad de Ciel (a veces tendrá 19 o 22, pero no un numero más pequeño del 18 si tanto te importa el asunto de las edades) así al menos para poder adaptarla al ambiente u espacios correspondientes en el que quiero ponerla, así que si vez que a diario le cambio la edad, ya sabes mi punto.
Aparte, puede que algunos One-shots carezcan de lógica (probablemente todos), pero en todo caso, disfruta ^w^.
Emparejamiento: Zero x Ciel (Unilateral).
Relación: Humana/Robot.
Advertencia: Lenguaje maduro leve.
Ciel siempre tuvo un ligero odio hacia todo lo que era ficción: los cuentos de hadas, (llenos de sus típicas mierdas clichés de princesas y príncipes azules viviendo en un enorme y precioso castillo cuidadosamente labrado, con un montón de jardines preciosos y pueblerinos agradables); las novelas, por sus inigualables y a veces estúpidas ideas imaginarias que te hacían querer saber más sobre el mundo del que leías. O las cartas románticas de un hombre risueño hacia su mujer, esa lírica extinta que ahora no es más que nada una fantasía.
Si. Todo era una mera obra de ficción creada a través de la imaginación de otros tantos como ella, y sinceramente, Ciel, ODIABA lo ilusionistas que podían ser los autores al plasmar sus mundos. Tan vivos, tan alegres, tan pacíficos, le hacían tener una envidia sin igual a la única mujer envuelta en un lio de la porquería del cual nunca pidió ser parte: LA GUERRA.
Y viéndolo desde su propio punto de vista, se despreciaba por eso. En meras horas de trabajo duro y estresante, ella se veía en el verdoso reflejo del cristal de la capsula de contención: como una princesa, vestida con su precioso vestido rosado cubierto de brillos y flores. Viéndose elegante y dulce ante una multitud que le aplaudía y convivía en paz los unos con los otros; como si no existiese nunca la guerra, como si los recuerdos del trágico pasado fuesen el mal sueño de una joven desquiciada encerrada en lo profundo de las entrañas de un manicomio.
Así tal cual, al suave suspiro de una dama respirando el aroma de la carta de su amado. Pero como todos sabemos, todo esto no eran nada más que las mentiras de un cuento para niños creado por un escritor demente al que simplemente se le ocurrio meterse en la cabeza de los más frágiles, como un monstruo debajo de tu cama.
Ciel tuvo que descubrir en un mal momento la verdad de todo esto. Cuando entonces a sus 14, las maravillas se marchitaban con la marca de la guerra pisando sus talones, mientras la sangre de sus compañeros cubria sus pies. Las gotas asemejando el chapoteo de un charco, siendo sangre en lugar de lodo en su lugar.
Ante la realidad, se abrazaba así misma, suspirando con pesadez ante las revelaciones de la época. Sufriendo el tremendo bofetón de la crueldad que la realidad le había otorgado justo después de haber sobrepasado la pubertad, indicándole que las fantasías eran para niños y ahora, ella debía actuar como la mujer que debía de ser acorde a su edad.
NO más castillos encantados, no más princesas y príncipes azules, no más niños voladores huyendo de un mundo de adultos para embarcarse al país de sus sueños o la existencia de una botella o un bizcocho encantado que aumentaba o disminuía tu tamaño. Ya no más… Finales felices. NO.
Este era el mundo real, un mundo lleno de gente depravada, cruel, hipócrita, amables, inocentes y bondadosos, pisoteado hasta el mas mínimo rincón con las suelas de las botas de una guerra estúpida, que hacia ver al mundo más mierda de lo que ya era, teniendo como únicos afectados a los segundos.
Después de todo, ¿Qué se podría usar del final feliz de un cuento que se pudiese utilizar como arma en este mundo, cuando toda la inocencia se había marchado del mismo?
¿Para qué ser una princesa si los príncipes no existían? ¿O escribirle cartas al amor de tu vida pensando que volverá sano y salvo de la maldad de las afueras sabiendo que el peligro abunda por todas partes?
¿Qué iba a solucionar un cuento de hadas? ¿Llegar, venir, ilusionar a la gente para sumirla nuevamente en el profundo abismo de su miseria? ¡Ja Ja! Estúpidos autores de porquería.
¿Para que la ficción? Si solo era parte de la mente de un loco.
Ciel detestaba lo mentirosos que podían ser los autores, engañando a la gente con palabras bonitas y caminos fáciles y sencillos que hasta el niño más tonto podría recorrer sin la necesidad de abrir sus ojos. Odiaba eso, los dulces y encantadores relatos entre las palmas de sus manos, seduciéndola a un mundo lleno de emociones, las cuales, la convertían en la princesa que ella erróneamente creía ser.
Malditos escritores. La hacían sentir TAN querida, amada, cubierta del cariño y la pasión que nadie a excepción de las palabras impresas en las hojas de los libros pudo otorgarle. Casi hasta el punto de confundir su piadoso espacio ficticio con el hostil de la realidad. Y solo de adulta, pudo comprender sus errores.
De hecho, ahora que se daba cuenta. ¿Qué hubiera sido del mundo si ella no hubiese sido parte de esos ridículos experimentos del hombre? ¿Qué hubiese pasado si ella solo hubiese nacido y crecido como una mujer humana normal como cualquier otra? ¿Sin su inteligencia, sin su mente estúpida? Sin esas… ¿Capacidades que la hacían considerarse "ESPECIAL"?
Probablemente estaría viviendo en Neo arcadia, vagando por ahí con su bonito vestido rosado volándole con el soplar del viento, tomando un baño de sol en la comodidad de su silla mientras las letras del libro sobre sus dedos paseaban sobre su mente como uno de los mantras del Tao.
Tal vez… Si ella nunca hubiese sido creada a través de una probeta y un tubo de ensayo…, Copy X nunca hubiese existido y la guerra que los sucumbía ahora jamás hubiese estallado y todos… tanto humanos como reploids… todavia seguirían coexistiendo en paz bajo la creencia de que X seguía en el interior de su torre… gobernando. Y también…
Zero seguiría durmiendo pacíficamente… Estando tan tranquilo como su propia capsula le hubiese permitido.
SI ELLA no fuera lo que es, no le tendría tanto odio a los libros. Y ningun autor inocente seria victima de sus insultos a sangre fría si ella no fuese alguna clase de arcángel en el medio de un infierno. Pero…
La verdad es que… Ciel nunca entendió de que le iba a servir creer en la existencia de las hadas madrinas, cuando ni las mismas escucharon sus llamados cuando corría desesperada para sacar al pequeño puñado de personas inocentes de la cárcel, con tal de que a las mismas no las tiraran al vertedero como lo que seriamente los suyos consideraban inferior.
En sí, durante la mayor parte de su tiempo miraba hacia el horizonte desde lo alto de la base de la resistencia, perdida en el interior de la profundidad de su propio limbo, contestando los enigmas de sus preguntas mediante la observación.
Nunca antes se sintió tan decepcionada con tan solo ver el horizonte venir a pegarle en la jeta. Le hacia recordar sus miedos más profundos y esos sentimientos tan depravados que la identificaban a la raza de la cual era perteneciente. HUMANOS.
Bajo de si, el polvo se pegaba a la delgada ropa ajustada de su cuerpo pálido, otorgándole sensaciones de calor y suciedad igualadas al mundo muerto y desértico a la vista de sus ojos, del que de alguna manera u otra, todavía tenía la esperanza de recuperarle el tono verde y brillante que hacía décadas que se había perdido. Como otra fantasía dolorosamente engañosa en su interior.
Justo tal cuales a sus viejas fantasías amorosas. Tan terriblemente tontas y lógicas para una joven adulta, que ahora con sus 18 años, finalmente comprendía las tonalidades del poderoso poder que empleaba el engaño seductor de la atracción sobre su mente joven e inmadura que en aquellos años de plena floración, no paraba de soñar con el mesías de armadura carmesí…*
Una tortura hormonal de su propio subconsciente.
Su yo adolescente se veía a sí misma como la joven humilde de los cuentos. Esperando a un príncipe probablemente inexistente mientras su vida pasaba como el viento ante las estaciones.
Esperándolo siempre bajo el consuelo de la ventana. Pareciendo una chica tímida ante el caminar del caballero cuando este paseaba cerca del callejón, pasándose de largo por la puerta de su casa mientras caminaba como todo un pavo real digno de la belleza y la elegancia con la cual había sido escogido por portar. Siendo admirado por aquellos y aquellas inferiores a él.
Y ella, al esconderse detrás de la ventana, cuando él se volteaba presintiendo sus ojos obscenos sobre su ser. Ella jadeaba de placer, sintiéndose triste cuando miraba su cuerpo demacrado ante el espejo colocado en una esquina de su habitación.
Una doncella maltrecha y sucia, a la que no le quedaban los zapatos más bonitos por la mugre impregnada sobre sus piernas y ropajes viejos y rotos. Nada como la ropa de esas mujeres esbeltas y bonitas de los señores feudales, o un cuerpo y unos ojos como los de la diosa venus. NO. No era tan preciosa como ella deseaba ser…, y su atrevimiento hacia un hombre que ella consideraba un dios, era un pecado para todo público.
¡Santo cielo!, Como adoraba mirarlo de lejos, era tan tímida ante sus ojos. ¡No era digna de esa mirada amatista!, Tan terriblemente serena y confortadora, pero feroz y poderosa. Una mirada que la hacía suspirar cuando se dejaba caer contra la pared.
Él era un águila en el reino de los cielos, volando sobre ella como su rey y su señor, reclamando lo suyo con fervor. ¿Y quién era ella? Nada más que un diminuto y triste ratoncito sentado sobre los pequeños conjuntos de roca y pasto a su alrededor.
Era deprimente pensar que algún día a ella también le crecerían alas en su espalda con las cuales volaría junto a él, acompañándolo en su danza aerodinámica hasta fusionarse los dos como uno solo entre la comodidad de las nubes, sintiendo el verdadero gozo de la felicidad, aunque… Quizás estaba demasiado enamorada como para ver su ataque viniendo a devorarla.
¡Oh cielos! ¡¿De qué servía imaginar un viaje feliz y encantador con su príncipe, cuando solo sus hormonas adolescentes la engañaban?!
¡Era absolutamente absurdo verlo con su edad actual!, Imitando a la niña enamorada del caballero rojo que en aquel entonces pasaba sus ratos libres pensando en él, imaginando las próximas bellas palabras que planearía escribirle en el papel moteado de su próxima carta para la celebración de San Valentín.
¡O inclusive!
Percibir el agradable aroma del titanio proveniente de él contra su piel desnuda impregnada con el delicioso aroma de la frescura del ambiente nocturno y el olor de las sabanas descansando sobre sus caderas, contrastando contra el placentero calor de su núcleo recargándose contra su pecho. Siendo protegida bajo el confortante agarre de sus fuertes brazos metálicos, fundiéndose en un abrazo adorable e íntimo unido por las cadenas del amor mutuo compartido entre sus dos seres.**
¡~CURSI~! Y absolutamente INCOMODO. Ciel temblaba ligeramente sobre su silla cuando leía las notas rellenas con sobredosis de dopamina, norepinefrina y oxitócica en su interior. *** ¿Y que había que decir? Se había estado haciendo un ovillo debajo del escritorio por tantas cursilerías que ella misma no alcanzaba comprender. ¿Enserio era TAN… así? ¡¿Qué demonios?!
Desde entonces, esas cartas han permanecido en el interior de su baúl de objetos sin importancia durante todo este tiempo. Esperando a que Ciel algún día llegase, tomase la caja llena de sus cartas obscenas y de repente, la misma chica les prendiera fuego con la simple chispita de la vergüenza otorgada por uno de los muchos cerillos de Pic.
¡Era gracioso analizar el asunto!
Qué como la chica adolescente, el caballero rojo la hacía suspirar innumerables veces. Y leyendo y releyendo esas cartas extrañas y hormonales, la Ciel adulta opinaba de sí misma que era una tonta enamorada con estúpidos intereses amorosos disfuncionales y antinaturales.
Y a medida que Ciel fue creciendo, pronto no tardo en identificar los problemas ridículos que su cerebro le proporcionaba, un exceso de hormonas más que de neuronas combatiendo por el primer lugar en el interior de su mente, y que solo cuando no vio la crueldad del mundo, probablemente aun el día de hoy seguiría pensando que era llevada por su príncipe hacia alguna alcoba de su palacio ficticio. Estúpido. ¿Pero quién era ella para juzgar los comportamientos naturales del desarrollo implementados en la naturaleza humana?
La naturaleza nunca escogía que hacer con sus crías, así que podía hacer lo que se le pegase la gana con sus hijos sin importarle ni un comino la opinión de los mismos. Y si la búsqueda de una pareja era uno de sus tantos trucos para incluir a un nuevo integrante dentro de su juego tramposo… Ciel, no mordería el anzuelo esta vez.
Ciel tenía ligeras expectativas respecto al caballero rojo que se relacionaban con su pasado. Observaba con detenimiento el comportamiento de las reploids femeninas hacia él y de alguna manera, predeterminaba que el mismo reploid no había sido aislado de un caso tan natural como el cortejo siglos antes de su reactivación.
Fue raro verlo desde su propio punto de vista, pero ella no juzgaría a ninguna de las otras chicas. Después de todo, ella comprendía esa obsesividad. Zero era fuerte, serio, tranquilo, hostil y agresivo en el medio de batalla, al mismo tiempo que poseía un semblante protector oculto bajo la máscara de su orgullo inminente, por lo que, admirar su elegancia en la batalla quizás no era algo muy sorprendente cuando te acostumbrabas. ¿Esa también podría ser la razón por la que todas las chicas femeninas de la resistencia (a excepción de ella por supuesto) le venían persiguiendo de un lado a otro como perritos falderos?
… … … … … … … … No importaba.
Al final, ella supo que sus sentimientos eran temporales. Nada maduros o enriquecidos con las gotas de la dulzura del amor. Simplemente… "Una atracción a primera vista". Y a pesar de ser salvada muchas veces, ella simplemente había pasado de largo sobre él, obviamente, aun estando agradecida por su consideración. Y si, probablemente Ciel haya cambiado mucho durante esos 4 años de corrida y carreras contra el tiempo para evitar morir empalada sobre las astas de Neo arcadia. Pero aun así, le agradaba pensar que todavía tenía apoyo en una misión posiblemente imposible.
Desde entonces, ella podía pasar al lado del caballero carmesí sin sentirse incomoda como las primeras veces, simplemente un cambio de miradas y de vuelta al trabajo como se solía decir. Porque…, los cuentos de hadas ya no eran para ella.
Zero solo era Zero, y ella no era una princesa o una sirvienta, simplemente era solo ella misma. Por lo tanto…, venir a su alcoba, tomar una recopilación de cuentos y llevárselos, era solo el camino hacia la cosecha de la inocencia sobre otro.
La joven doctora se estuvo debatiendo constantemente entre deshacerse de los libros o dejarlos en el fondo de su estantería hasta volver por ellos cuando las portadas se volviesen viejas y las hojas feas. Pero entonces, su mente vago hacia una pequeña niña de pelo dorado y ojitos topacio envuelta con la suave textura de un vestido rosado.
Ciel nunca considero como una buena opción dejar que la maldición engañosa de los libros también destrozase la mente de su hermana menor ahora que recordaba como la ficción la había alejado demasiado de la realidad. Ciel, deseaba que Alouette estuviese libre de esas ilusiones, quería que la niña fuera casi más realista que surrealista; capaz de entender y distinguir el entorno en el que trágicamente le toco vivir, para después, abandonar esas auras de desesperanza volviéndose una niña fuerte y empática con aquellos que decidieron sacrificar sus vidas para hacer de este mundo un lugar mejor.
Pero… En tiempos tan pesados, duros y deprimentes como la guerra, nunca estaba de más tener una forma de consuelo, o simplemente el toque de las diminutas gotas de la esperanza implementadas en el corazón de la alegría.
A lo mejor estaba bien dejar que la niña pudiese disfrutar por lo menos del cálido consuelo del abrazo de la "Cenicienta" o la "Bella durmiente"… después de todo… ¿Quién era Ciel para negarle un final feliz a Alouette? ¿Qué derecho tenia ella de arrancarle a la pobre la única alegría que quedaba en el mundo aparte del juego?
Ciel nunca se atrevería a dejar a su hermana menor bajo la mirada de la cruda realidad esparcida a su alrededor, no soportaría mirar a la pequeña llorando desdichadamente en el interior de una esquina, sufriendo por el oscuro trauma de la muerte de sus compañeros. Ella no deseaba verla traumatizada por los eventos que caracterizaban a la guerra.
NO, y puede que nunca se lo perdonase… Sabiendo que ella solo era una niña que nunca tuvo la culpa de existir en un mundo como este, no tendría más opción que hacerla feliz por su propio bien.
Con esto, pasadas las horas y recién caída la noche, tomo de su estantería uno de sus viejos y nostálgicos libros de fantasía y se dirigió a la habitación de Alouette. Dispuesta a compartir los finales felices en los que tanto había creído hacia años atrás. Aquellos finales que la habían hecho feliz durante sus tiempos de gloria y aceptación constante de los cuales no tenía por qué preocuparse. Y de los cuales, algunos probablemente aun existían en el fondo su corazón… más solo hacía falta buscar y forjar su propio final…
Ahora, ya no le importo cruzarse o no con Zero en el trayecto de su camino. Finalmente ella estaba más relajada y tranquila de lo que de costumbre, oponiéndose a la incumbencia de falsas ideas, así que entonces, cuando él pasó a través de su campo de visión, ella simplemente retomo su camino restándole importancia, como si estuviese viajando por una de las largas calles de neo arcadia otra vez. Indicando que las cosas estaban tranquilas entre ella y el ahora.
A la mañana siguiente, tal vez Ciel no se explicaría el ¿por qué? de su dolor de espalda, cuando ya sabía que dormir sobre una capsula cerrada, era igual de incomodo que dormir en una silla.
Probablemente seguía siendo una chica distraída… ¿?
Datos extra:
*: Normalmente la adolescencia se constituye por una serie de cambios biológicos, sexuales, sociales y psicológicos, que preparan al individuo para la próxima etapa de su vida, mediante el desarrollo de la madurez en el mismo. Comienza desde la pubertad (10-13 años) y termina en la edad adulta a los 19 años, (aunque según diferentes corporaciones de salud, la duración puede extenderse hasta los 21 años de edad).
**: La escena del abrazo, fue inspirada de una de las pinturas del pintor austriaco Gustav Klimt – La satisfacción.
***: La dopamina es un neurotransmisor que se considera como el centro del placer, ya que regula la motivación y el deseo y hace que repitamos conductas que nos proporcionan beneficios o placer.
-La norepinefrina/ nerodralina: Entre sus diversas funciones, se relaciona como un mensajero de los químicos del deseo sexual, que además se encarga de estimular las contracciones uterinas para el parto y de inducir la producción de la leche materna.
-Y la oxitócina es una hormona implicada en comportamientos relacionados con la confianza, el altruismo, la generosidad, la formación de vínculos, los comportamientos de cuidado, la empatía o la compasión. También tiene un papel fundamental en el comportamiento maternal y sexual, en los comportamientos de agresión y, además, su presencia interviene en la regulación del miedo, eliminando las respuestas de parálisis o evitación pasiva.
