Descargo de responsabilidad:Slayers y sus personajes no me pertenecen Ajime Kanzaka y Rui Araizumi son sus dueños, les tengo envidia sí, pero no pretendo lucrar de ninguna forma solo escribo para entretenimiento mío y de los fans.

Advertencias: Me tome muchas libertades al escribir este fic así como fue inevitable recurrir a ciertos clichés establecidos por los mismos escritores, está clasificado M por muy importantes razones, si no eres mayor de 18 años no lo leas, si no te gusta el limón y te aburre el romance, no lo leas, si no te inclinas por ZxA pues no lo leas. Bueno ahora; la historia.

IDILIO

Capitulo 1

El movimiento titilante de las llamas se reflejaba en el gris de sus pupilas, sin prestar atención realmente las observaba en silencio, una vez más sus pensamientos lo habían acorralado, se cuestionaba así mismo, ¿en qué momento se había permitido llegar tan lejos?, mas él lo sabía, si bien ahora se sentía culpable de un momento a otro este sentimiento desaparecería sin más, desvió la vista hacia la chica que dormía acostada en el suelo acurrucada y envuelta con las mantas, su sueño era profundo él sabía que debía estar muy cansada a raíz del agotador trayecto, subir aquella montaña tan empinada no había sido cosa fácil, sobre todo porque aquel resulto ser uno de esos malditos lugares protegidos en los que no se podía usar la magia, en fin no permanecerían mucho tiempo ahí , lo que vinieron a buscar seguramente se encontraba en una de las cuevas que divisaron más arriba a las que no pudieron llegar debido a la repentina tormenta que se desatado cuando estaban a la mitad del camino. Se puso de pie y camino hacia la entrada de la cueva la ventisca soplaba con violencia avanzó unos pasos hacia el exterior, el fuerte viento ondeaba su capa y se estrellaba en su pétrea piel. Cerró sus ojos y permaneció contra el viento por un largo instante. Una vez más su mente divagando en sus mismas interrogantes, ¿por qué lo hacían?, como siempre sucedía no pudo obtener de él mismo una respuesta satisfactoria y definitiva, volteo hacia el interior de la cueva y sintió ganas de estar a su lado, se maldijo a sí mismo por esto, odiaba sentir aquella necesidad que de pronto se apoderaba de él. Como si de un hechizo de control se tratase se encontró a si mismo caminando hacia ella, se detuvo al llegar a su lado, a sus pies la muchacha dormía pasiblemente, sintió envidia por esto, ojala él pudiera dormir con tal abandono de sí mismo ¿Por qué ella dormía tan tranquila y él no?, se rio de sí mismo ante tal pensamiento, con cuidado se sentó en el suelo a la espalda de ella y se inclino un poco para observar su rostro, pero no la veía del todo, así que la tomo por el hombro y la volteo, fue algo brusco al hacerlo, aun así ella no despertó, apoyo su brazo en el suelo a la altura de su rostro y se dedico a observarla durante un largo momento, dormida se veía hermosa su cabello negro, sus largas pestañas, sus labios levemente separados, su piel blanca y suave, acaricio suavemente su mejilla y sostuvo el rostro de ella por el mentón, se inclino como si fuera a besarla pero se detuvo a centímetros de su boca, cerro sus ojos y permaneció así igualando su respiración con la de ella, respirando su mismo aire, abrió los ojos y sonrió con ternura se acerco a su cuello aspirando profundamente el aroma de su blanca piel.

– Despierta–Susurro en sus oídos.

Pero el sueño de la muchacha era pesado y profundo, la miro nuevamente al rostro, de un tirón quito la manta que la cubría, el cuerpo de la chica se sobresalto pero ella no despertó, él recorrió su cuerpo primero con su mirada e inmediatamente después con sus dedos, empezando por su rostro bajando por su cuello dibujando el contorno de sus pechos bajo su ropa y continuo tallando con su mano las curvas de sus caderas, bajo por sus muslos hasta llegar a su rodilla y regreso el camino rosando con la punta de sus dedos, entonces se detuvo al llegar a su centro, quito la mano cerrándola y volvió a mirarla al rostro.

–Despierta– Lo que antes fuera un susurro ahora pareció una orden, pero ella no reacciono.

Continúo observándola esta vez sin expresión, enarco una ceja irguiéndose sobre sus rodillas y con lentos movimientos soltó la correa que sostenía su espada la que arrojo a un costado, sin quitar su mirada de ella. Continuo con el cinturón el que tiro al lado de su espada, y se inclino sobre ella apoyando ambas manos a los costados de su cabeza, ¿en qué momento su cercanía se había vuelto una especie de tortura? un pequeño temblor en sus labios, si eso era ella para él ¿Por qué él tenía que desearla de esa forma?, desear tenerla a cada instante si fuera posible, y escarbar en ella con desesperación buscando algo que aun no podía conseguir, algo que ni él mismo sabía que era, ¿ y por qué demonios él no lo evito cuando aún estaba a tiempo?. Se dejo llevar, se perdió en el reflejo de sus brillantes ojos azules y su hermoso rostro sonrojado por el éxtasis, éxtasis que lo envolvió también a él, y ahora estaba nuevamente frente a ella, acechándola como fiera que está a punto de atacar a una presa indefensa, aquello nunca debió ser, y otra vez las dudas y otra vez el deseo cual círculo vicioso del que ya no podía librarse, las cosas debieron quedarse como eran antes, cuando solo los unía su amistad, una noble y desinteresada amistad un maravilloso sentimiento desvirtuado en pos de la lujuria.

–Despierta– siseo con insistencia.

Sólo la respiración incesante y profunda como respuesta.

–Mejor…continúa durmiendo–musito cínicamente.

MESES ATRAS

Zelgadiss prácticamente acababa de regresar a Seillune recorría a paso seguro las calles de la atribulada ciudad, su destino; el palacio real, ya era costumbre después de viajar por un tiempo solo, regresar a ese lugar siempre, posiblemente porque de alguna manera lo sentía como su hogar y sabia que sería bienvenido. En el transcurso de su andar y sin importar lo mucho que él intentara cubrirse lo cierto era que su porte, su erguida forma de caminar en movimientos perfectamente coordinados, el aire de misterio que le rodeaba llamaban siempre la atención de cuanta gente se cruzara en su camino, él, que parecía ser el único en no notarlo se limitaba a continuar su paso permaneciendo con la vista al frente ignorando a todos y a todo.

– ¡Zelgadis san!– el grito a sus espaldas y unos brazos rodeándolo por la espalda lo sacaron de su eje.

–¡¿Uh?!– manteniendo el equilibrio, Zelgadis volteo el rostro hacia la dueña de aquella voz que él perfectamente reconoció.

–Amelia no te cuelgues de mi– la apartó con suavidad.

–Llegaste en el momento perfecto Zelgadis san. ¡Vámonos ya!–

Amelia sonreía ampliamente y lo tomo de la mano jalándolo en dirección contraria al Palacio de Seillune, sin siquiera esperar que él le devolviera el saludo.

–Pe…pero espera– volteo confundido mirando el palacio –Amelia que haces, y cómo que vamos, a… adonde?

–Pero que pregunta Zelgadis san, por supuesto que a ¡sembrar la justicia por el mundo¡

Amelia continúo su paso tirando de él.

–¿Que es lo que sucede Amelia?– freno tirando de ella – ¡para ya! explícame que es lo que sucede niña.

–E…– Amelia miro a un costado como quien inventa una mentira y Zelgadis se cruzo de brazos levantando una ceja –Hay es que… el, sí veras…he estado mucho tiempo en palacio, trabajo mucho ¿sabes?, pero estoy cansada de todo eso y…

–¿y?– Él suspiro –estas huyendo de tus responsabilidades, no te das cuenta que a estas alturas esa es una actitud bastante infant…

–Si lo sé, lo sé, pero es que…

–¿Qué?– Zelgadis se ponía impaciente.

–Bu… bueno yo creo que la justicia no ha sido correctamente impartida aun– Zelgadis rodo los ojos y Amelia había tomado su pose de discurso de justicia y el brillo en sus ojos ya estaba encendido –ciertamente en el palacio yo hago mucho, pero nunca será igual que lidiar con la injusticia frente a frente hay mucha gente que sufre y no tiene forma de defenderse por sí sola y Yo Amelia Will Tesla….

Zelgadis se sujetaba la cabeza lamentando haber preguntado. Cuando de pronto reparo en la ropa que ella llevaba puesta, era el tradicional traje que ella usaba cuando viajaba y también parecía llevar algo de víveres, entonces ella ya había partido desde el palacio y que se encontraran fue solo una coincidencia, probablemente si él se hubiera demorado un poco mas no se habría topado con ella.

–Y pensabas viajar tú sola– afirmo con una mirada inquisitiva y cierto tono de reprensión en su voz.

–E, bueno si pero…! ahora estás tú¡– y se colgó nuevamente del brazo de Zelgadis arrastrándolo nuevamente con rumbo a quien sabe dónde.

Zelgadis suspiro resignado, por supuesto que no iba a dejar que esa alocada chica viajara sola, aunque estaba consciente de que ella perfectamente podía defenderse por su propia cuenta, el instinto protector que él tenía hacia ella estaba tan arraigado en su ser que ya casi era parte de su naturaleza, habían permanecido juntos tanto tiempo que las únicas veces en que él se alejaba de ella era cuando la dejaba bajo la protección y resguardo de Seillune.

–Te he dicho antes que no me gusta que me arrastres…

Dos semanas habían transcurrido desde que dejaron Seillune, por supuesto Amelia había aprovechado cualquier oportunidad de sembrar la justicia a su modo, en la mayoría de los casos era ella quien inconscientemente en su afán justiciero terminaba provocando a bandidos y mercenarios que según ella ocultaban siniestras intenciones tan oscuras como sus vestimentas, los aludidos reaccionaban de una forma nada amigable y entonces lo inevitable; terminaban recibiendo una paliza por parte de Amelia o de Zelgadis, pese a esto se podía decir que hasta el momento su viaje se desarrollaba en forma tranquila.

–Zelgadis san hay mas pescado por si quieres– le ofreció una vara con un pez ensartado.

–No Amelia gracias, ya comí suficiente.

–Está bien me lo comeré yo– ella sonrió ampliamente –aun tengo hambre– le guiño un ojo.

–Bueno- se encogió de hombros- –Tendremos que quedarnos aquí se está haciendo de noche–dijo recorriendo con la vista el lugar rocoso, –estamos cerca del rio– parecía un lugar apropiado para dormir.

–Por mí no hay problema, y ya que me toca a mí, iré a buscar leña– Amelia se levanto alejándose del lugar en la penumbra pues ya estaba anocheciendo.

–Ten cuidado– En realidad lo dijo mas por costumbre que por autentica preocupación.

–¡De acuerdo!– Ella también respondió por inercia.

La noche llego con prontitud, no había luna llena por lo tanto era una noche oscura sólo el sonido de los animales nocturnos se podía percibir en el ambiente. Amelia y Zelgadis guardaban silencio observando las llamas como único espectáculo a disposición, por largos e interminables minutos permanecieron así, sin embargo ninguno de los dos parecía estar incomodo, todo lo contrario ambos se veían relajados y tranquilos cada uno en su propio pensamiento, por lo general era Amelia la que hablaba sin parar de cualquier tema que se le viniese a la cabeza, Zelgadis simplemente se dedicaba a escucharla y respondía con simples monosílabos y a veces acoplándose a la charla, pero otras veces como ahora Amelia también parecía disfrutar del silencio. De forma distraída Amelia tomo una piedrita y la arrojo cerca de la hoguera, después tomo otra y la arrojo al lado de la primera y repitió la acción cuatro veces más, con las piedritas juntas tomo una sexta se inclino hacia adelante y se arrastro un poco hacia atrás , puso la piedrita a su frente y la empujo hacia las otras piedras en un improvisado juego de canicas, la piedra salió disparada con fuerza y traspaso la hoguera, Amelia busco otra piedrita y esta vez la piedra se perdió entre las llamas, la tercera piedrita paso rosando a las otras pero no las toco, ciertamente intentaba atinarle al montículo de piedritas que había armado primero, la cuarta quedo a un costado de estas, y luego la quinta , y la sexta y la séptima…, su puntería no parecía estar en la mejor de las formas, cogió la decimoquinta piedrita y se concentro por un largo instante, sonrió y disparó, la piedra paso por encima de las otras refugiándose en el fuego.

– ¡Ah!– Grito con frustración arrojando un puñado de tierra sobre las piedras.

La suave risa de Zelgadis no se dejo esperar había estado atento al espontaneo juego de Amelia, y su rabieta final le divirtió.

–Hazlo tú, si te divierte tanto– lo reto cruzándose de brazos y deformando su hermoso rostro con una mueca.

Zelgadis no respondió solo miro hacia sus costados buscando algo, tomo una piedra pequeña, la puso en el suelo, él no se inclino de la forma en que lo había hecho Amelia solo copio la posición de sus dedos, él tenía desventaja pues estaba más lejos de su objetivo, aun así disparo sin hacer mayor ceremonia y la piedra se estrello en el medio de las piedras juntas esparciéndolas hacia los lados.

–!Huy¡– Amelia se tiro al suelo de espaldas haciendo un puchero con la boca "pero yo te gano en el ajedrez" murmuro para sí misma.

El silencio nuevamente reino en el improvisado campamento, Amelia acostada en el suelo sintió que el sueño la invadía, miro hacia Zelgadis quien había vuelto su atención a la hoguera.

–¿Te parece si yo hago la guardia después?– Pregunto soñolienta.

–Supongo que no tengo opción– Respondió él sin mirarla.

Amelia le sonrió y se entrego a los acogedores brazos de Morfeo, ni siquiera se preocupo por cubrirse con algo.

Cuando despertó aun era de noche, intuyo que por lo menos debía haber dormido unas seis horas, y con eso le bastó sentía sus energías recuperadas, se dio cuenta que estaba cubierta con una manta y sonrió, busco a Zelgadis con la vista y lo vio apoyado mas allá en una roca, parecía estar dormido.

–¿Zelgadis san?

Como el no respondió ella se acerco, llego a su lado y se inclino mirándolo al rostro tenía los ojos cerrados y no se movía, Amelia sacudió su mano en frente de su rostro.

–Eh Zel…

–Estoy despierto Amelia– respondió sin abrir los ojos.

–¿Entonces por qué no me respondiste?

–No lo sé– abrió los ojos y la miro –sólo pensaba y…

–Te estabas quedando dormido– afirmó ella divertida –bueno ya puedes descansar Zelgadis– continuo rápidamente sin esperar a que él respondiera –yo continuare haciendo guardia.

–Está bien pero me quedare aquí– respondió como siempre impasible.

–Como quieras, te despertare para el desayuno.

Amelia se incorporo y se dirigió hacia la hoguera a la que echo más leña, se sentó y miro a su alrededor, todo se veía oscuro, levanto sus brazos con pereza y estiro su cuerpo, lanzo un suspiro, en ese momento se sentía feliz de estar lejos de Seillune, los últimos días en el reino habían sido particularmente estresantes para ella por lo que había decidido que lo mejor era salir nuevamente de ahí, y esta vez había tenido la suerte de encontrarse con Zelgadis, miro hacia donde descansaba su compañero y se sintió feliz de poder viajar con él una vez más. Tal vez este sería el último viaje sin rumbo que podría emprender a su lado, sin siquiera sospechar lo mucho que cambiaria en ese viaje la relación entre ambos; decidió que disfrutaría al máximo de lo que parecían los últimos atisbos de libertad auto concedida.

Próximo capítulo: Una oferta tentadora.

N/A: Ahí va el primer capítulo de mi primer fic, por favor ténganlo en cuenta, y me disculpo por los errores de ortografía que se me pudieron haber pasado pues irónicamente aunque me encanta leer tengo una muy pésima ortografía, mi memoria visual parece estar de vacaciones permanentes, debí haber publicado el fic hace un año cuando comencé a escribirlo pero en ese entonces no tenía la certeza de que lo terminaría no por falta de ganas sino de tiempo, pero tengo la historia prácticamente terminada solo me falta pulirla, dividirla en capítulos, separar diálogos de la narración, etc así que tengo la certeza de que sí podre publicarla completa. Los comentarios siempre serán bienvenidos hasta la próxima.