Disclaimer: Ni Harry Potter ni ninguno de sus personajes me pertenecen. Son propiedad de J.K. Rowling.
Advertencia: Esto es suuuper OCC, si es que entiendo bien lo que es xD. Así que si no les gustan los OCC no leáis este texto. Si no, se los advertí.
La gracia de esto también es que cada uno pueda remplazar el personaje principal por sí mismo. Y espero que les agrade el personaje, porque para mí es demasiado rebelde con mis líneas y solo hace lo que ella quiere.
De todos modos esta será una buena experiencia para ver sus personajes favoritos en acción.
Y como es costumbre, hice trampa dándole a nuestra querida protagonista dotes especiales.
Todo esto partió a base de mis problemas para dormir, que soluciono a medias imaginando historias hasta caer en sueño… lo interesante es que esta historia trascendió los días y siempre la recuerdo con claridad.
Cariños para la Ibi, quien fue la primera en escuchar mi delirio esquizofrénico de HP!
Capítulo 1: La llegada.
Ya, lo había logrado, de tanto correr que todavía no se detenía a pensar en lo que de verdad significaba todo eso. Pero ya estaba hecho.
De pronto estaba en una de las entradas del castillo, donde muchas maletas eran apiladas y revisadas por el Sr. Filch.
-Ah… esto… - Intento llamarle la atención la chica, ya que el señor estaba de espaldas a ella.
- ¡Eh! Tú, niña. – Dijo dándose vuelta de golpe.- ¡Tus maletas! Deja revisarlas, ponlas en la torre de la casa que te corresponda.
-hee, yo soy nueva señor…- Filch la miro extrañado.
-¿Tan grande? ¿No iras a primer año, cierto? – La miro de muy cerca con un ojo penetrante. La chica tuvo que aguantar la risa ante los manierismos del anciano y el nerviosismo.
- No señor.
- Bah!, deja ver.
La chica descomprimió las maletas que llevaba en su bolsillo. El viejo hiso un hechizo alrededor.
-Ningún artefacto oscuro, ni pociones sospechosas… sueñas que sobrevivirás el invierno con esos pocasos abrigos… nada de libros prohibidos…. Todo en orden, pero no sé cómo lo harás ya que no tienen una casa a la cual destinarse y no pueden ir con los de primero…
-¡OH! No se preocupe señor.- La chica comprimió de nuevo sus maletas con un movimiento de varita hasta hacerlas "tamaño muñeca" y las guardo en el bolsillo.
- Que bueno, ¡no estoy para arreglar problemas ajenos!- alego dándose media vuelta.
-emm… señor… señor… bueno.- Al quinto intento se rindió y decidió buscar el Gran Comedor por si misma… y quién lo diría, ¡lo logro!
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Estaba todo alborotado, parecía que se había perdido el discurso de apertura del director y ya habían comenzado a seleccionar a los chicos de primer año. Rayos. Tenía que llegar a adelante y no sabía cómo. Se movía con dificultad a través del pasillo central. De pronto hubo gritos de regocijo y las casas se dispersaron hacia sus respectivas mesas.
No supe dónde ir y casi caí en desesperación. De pronto algo me saco de mi ensimismamiento, y oí mi nombre. Era la única en pie, y estaba en medio del pasillo. El director me llamo nuevamente usando el sonorus. Todos me miraban, camine lentamente a través del gran comedor. Al parecer todos notaron que mi uniforme no tenía insignia, ni ningún color que me identificara, ni corbata.
-Adelante querida- dijo el director una vez ya estaba al alcance de su voz normal y señalo hacia donde estaba el Sombrero Seleccionador. –Este año tendréis una nueva compañera en los cursos mayores, y por tradición, veremos a que casa pertenecerá.
Sin darme cuenta ya habían puesto el Sombrero Seleccionador sobre la cabeza.
-mmm… querida, estas muy confundida. ¿A que casa pertenecerás? – pregunto el sombrero seleccionador.
- Eso lo deberías decírmelo tú, yo no sé :c.
-Que mordaz, pero valiente. Trabajadora pero sabía.
Hubo unos incomodos minutos de silencio y los espectadores ya habían cambiado la curiosidad por hambre. Se escuchó un chiflido de la parte de atrás de Slytherin y Snape mando una mirada fulminante desde donde estaba.
-No tiene.- Sentencio el sombrero.
-¿Perdón? –Pregunto McGonagall sorprendida.
-La chica no tiene una casa definida, porque puede pertenecer a todas.
-Entonces debería ir a Hufflepuff- Menciono Sprout sonriente.
-No puede ser...- susurro el sombrero.
De nuevo todos en el salón tenían la atención fija en mí…
-Vamos, a una cualquiera entonces.- Suplique.
-No se puede cariño. Es oficial. ¡NO TIENE CASA! – grito el sombrero parta que todos se dieran por enterados. Un respiro ahogado se escuchó resonar en la sala.
- ¡Por Merlín! Esto no sucedía, desde, desde…
-Casi desde que Merlín estudio el Hogwarts. – Termino Snape.
-Trágame tierra. - pensé.
- No cariño – dijo el sombrero.- ¡Esto es algo muy especial! Significa que tendrás que aprender de cada casa. Quizás el próximo año te definas por una.
-No podemos esperar tanto. – Dijo McGonagall mirando a Dumbledore.
-Minerva, creo que deberíamos discutirlo en mi oficina, por favor los profesores jefes de casa vengan conmigo y el sombrero seleccionador. –Luego, usando el sonorus se dirigió a los estudiantes- Por una inconveniente, discutiremos la selección de su nueva compañera en privado, disfrutad la cena de bienvenida.- Todos aplaudieron con incertidumbre y comenzaron a comer.
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Estábamos en la oficina, veía como todos discutían, me hacían preguntas que no alcanzaba a responder entre los argumentos que daban.
-Señores… coft coft- Dumbledore aclaro su garganta.- ¡Profesores! – Todos callaron- Gracias. Entiendo que en nuestro tiempo aquí nunca nos hemos enfrentado a una situación como esta, así que preferiría que escucháramos al miembro más antiguo en esta sala para que nos dé su opinión y conocimiento sobre reglamentos. – Se giró hacia McGonagall.
-¡oh! ¡Albus! ¡No soy tan vieja y lo sabes bien!
-No tú, Minie.- Señalo atrás de ella justo a la silla que estaba a mi lado. – El Sombrero Seleccionador, que proviene del mismo Gryffindor y conoce todo al respecto a la selección de estudiantes.
-¿Y si simplemente la mandamos a otra institución?-Propuso Snape.
-Imposible, ya firmamos un compromiso con su familia.- Respondió Dumbledore.
-Además no podemos dejarnos vencer por un acertijo tan simple como este Severus, ¿o no te de la cabecita llena de recetas tuya? –Sugirió burlonamente Flitwick.
-Ya, basta por favor. Mostrad un poco de compostura aunque sea frente al alumnado. –Sentencio Dumbledore apuntando a la chica.
Todos me miraron de golpe. –Sálvame- le susurre al Sombrero Seleccionador…
-Ajam… Bueno. Recuerdo, hace mucho tiempo ya, un caso similar de un chiquillo que no encajaba en ninguna casa… a no, ese se fue a Hufflepuff… ah, y a aquel otro Snape lo espanto…
-De que…-Comenzó Snape, pero el sombrero le interrumpió.
-Oh, ya recuerdo. Era una jovencita, perecida a ti, que curioso. Ambas lucen una actitud digna de Ravenclaw, tienen corazón de Gryffindor, una mente competitiva e inteligente digna de un buen Slytherin, con un espíritu de trabajo y compañerismo de Hufflepuff.
Yo lo mire con los ojos como plato, no sabía que tenía tantas cualidades.
-O el potencial cariño, el potencial para, no me pidáis tanto, mi tela esta vieja a estas alturas… el punto es que, en esa ocasión se hizo lo que se había resuelto antes en este tipo de casos. Tendrá que rotar de casa en casa, hasta que se defina, decida o etc. Sino, continuara así. La parte interesante de este método es que dependerá de tu resistencia, ya que nadie soporta tanta inestabilidad y tendrás que echar raíces en alguna casa y así crecerá tu afinidad por ella, porque no es que tengas un dejo definido, sino que estas equilibrada en todos los aspectos… o todos están en cero. – Entorno los dobleces que eran sus ojos y me miro.- Eso dictaron los fundadores, a mi opinión para joder los cojones a los que estén en un caso especial.
-¿Y cómo se hace eso?- Pregunto McGonagall.
-Ustedes decidan, yo ya les dije lo que dictan las reglas de selección. Estimad el periodo y en cual casa parte Debe ser un tiempo inferior a un mes, pero superior a un día en cada casa.
-Cariño, ¿estás de acuerdo con esto?- Le pregunto preocupada McGonagall.
Asentí torpemente, todavía no entendía nada… desde el cambio de colegio hasta su "no perteneces a ninguna casa".
-Bueno, discutiremos como organizaremos tu año escolar y te lo comunicaremos para saber cuál es tu opinión al respecto y que te parece nuestra propuesta, creo que te hemos quitado mucho tiempo con nuestras conversaciones que no llegan a ninguna parte y deberás tener hambre.- Dijo Dumbledore esperando respuesta, asentí- Está bien, puedes regresar al gran comedor.
Asentí nuevamente y me levante para dirigirme a la salida.
-Y no te preocupes, todo pasa por alguna razón. No es que seas extraña, sino que tus necesidades resultaron distintas a las de los demás.- De nuevo asentí y Salí.
-Que no es extraña. – Dijo Snape entre dientes, pero McGonagall le pego un manotazo en el hombro.
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En cuanto salí de la escalera en caracol la gárgola oculto el pasadizo. El castillo estaba fresco, pero no frio, ni idea de cómo llegue ahí, pero encontraría la forma de devolverme.
La chica camino y camino por los débilmente iluminados pasillos, hasta que escucho el eco de risas… quizás no estaba tan perdida como ella creía. Siguió el sonido y sin darse cuenta, ya estaba corriendo desesperada. De pronto vio una línea de luz en el suelo. Corrió hasta ella y encontró la puerta del Gran Comedor entreabierta, se acercó, pero escucho pasos, entro en pánico y se escondió detrás de un pilar. Un grupo de estudiantes se fue por los pasillos, se notaba que conocían el camino de memoria. Luego que desaparecieran se acercó hasta el umbral de la puerta. La abrió de apoco y deslizo la mitad de su cuerpo al interior, todos reían y hablaban animadamente, no estaba tan lleno como cuando recién llego pero había mucha gente aun. Un angustioso sentimiento se acento en su estómago y salió cerrando la puerta en su espalda.
-No se… donde sentarme… ni con quien…- comenzó a sollozar, quizás estaba muy sensible, pero todavía no entendía nada de lo que estaba pasando.
Camino hasta que llego a un jardín, pero esta vez se aseguró de saber cómo devolverse. Se sentó en el pasto, había luna. Se dejó abrasar por la brisa y dejo unas lágrimas caer. No, nunca nadie la veía así, porque solo se sentía así cuando estaba sola, o eso creía ella.
Esperó, incluso llego a adormecerse un poco. De pronto el hambre fue insoportable. Se armó de valor y se dirigió al gran comedor. Casi entro en pánico, cuando de nuevo se equivocó de pasillo, pero logro controlarse. De pronto un grupo de estudiantes paso a su lado, y ella quedo petrificada porque solo se dio cuenta cuando pasaron a su lado, pero con la penumbra nadie cayó en cuenta de su presencia. –Nadie me conoce, ni yo a ellos. No sé de qué me preocupo.- pensó. Y casi se golpea la cabeza por lo estúpido de sus preocupaciones.
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Llego al gran comedor, estuvo unos minutos con la mano extendida para abrir la puerta, pero tiro a la basura los retorcijones de estómago y entro. Por suerte no quedaba ningún alumno ni profesor, solo elfos domésticos limpiando. Todos la miraron al entrar, pero luego regresaron a sus tareas. Camino y se sentó en una mesa cualquiera donde todavía quedaran alimentos encima.
Estaba a punto de comenzar a comer lo que había quedado en los platos grandes extendiendo la mano, pero una vocecilla la interrumpió.
-¡oh, no señorita! No se castigue comiendo restos, yo le traigo servicio.- un ¡puff! le indico que la elfina había desaparecido, no alcanzó a articular respuesta, ni comentario ya que enseguida reapareció con cubiertos limpios. –Tome, tome… comenzó a seleccionar presas de la fuente que apareció con ella. – Esta muy delgada, pero yo la alimentare bien.
-Gra..cias. – Respondió la chica sonriendo de lo surtido y delicioso de su plato. Miro a la elfina con una gran sonrisa.
-Oh, no, no me agrades. ¡Coma, coma! Yo debo regresar a limpiar a la cocina. – Hiso una reverencia y desapareció en un ¡puff! con la loza sucia que estaba a su alrededor rápidamente.
Bueno, a pesar de todo, ese plato se veía delicioso, habían sido amabilísimos con ella (lo cual es tonto sorprenderse comúnmente, ya que todos están tan acostumbrados a los elfos domésticos que olvidan que son ellos quienes hacen la mayor parte de sus quehaceres, como comidas, aseo de los dormitorios, limpieza de las aulas, hacer las camas, lavar la ropa, etc.).
Sus intestinos no daban más de tanto clamar por alimento y comenzó a comer. Y aprovecho de admirar el gran salón, de verdad era grande. Era agradable estar hay sin el gentío que había visto. – irónico, ahora fantaseo con estar sola, jaja.- pensó, y continuo comiendo.
Gracias por leerme :3! Espero que os haya gustado.
¡LIVERTAD A LOS ELFOS DOMESTICOS! (tanto en el mundo mágico como el real- tómese como metáfora en el mundo real-)
