¡Hola, hola! Yo no se la de años que han pasado desde la última vez que vi un capítulo de DBZ, pero el otro día estaba curioseando entre vídeos de la serie... ¡y pum! De repente recordé que siempre he querido escribir mi propia versión de como se enamoraron Krillin y C.18... ¡Así que aquí está! :D
Para terminar esta nota inicial, decios que espero no liarme mucho con los nombres, ya que entre el audio latino, el castellano de España, el doblaje en inglés y el original en japonés, tengo un jaleo considerable con el nombre que tiene cada personaje en cada país, así que perdón de antemano por si mezclo unos con otros xD
I want to know what love is
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1. I've got nothing left to hide
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Habían transcurrido seis meses desde que el monstruo sanguinario había sido derrotado y la pesadilla había llegado a su fin. Los fallecidos habían sido resucitados gracias a las Bolas de Dragón y todo el mundo había seguido adelante con sus vidas, en paz y tratando de dejar atrás los horrores vividos.
Krillin no había vuelto a ver a la Androide 18 en todo ese tiempo. Había pensado en salir a buscarla más de una vez, para qué negarlo, ¿pero dónde? Era imposible rastrearla, y aunque el guerrero había ojeado periódicos y revistas en busca de alguna noticia que pudiera darle alguna pista sobre su paradero, la mujer se había asegurado de mantener un perfil bajo en la sociedad. Con el tiempo, esa idea se había ido desvaneciendo de su cabeza, al igual que el recuerdo de ese cabello rubio y esos profundos ojos azules. Sin embargo, en noches como esta, cuando la lluvia caía sin descanso y los rayos lo iluminaban todo a su paso, Krillin no podía evitar preguntarse qué habría sido de ella.
– Supéralo de una vez por todas… – se dijo así mismo, poniéndose en pie y acercándose hasta una ventana cercana para poder observar la lluvia cayendo sobre el mar embravecido. Era ridículo seguir suspirando por una desconocida que, no solo había intentado asesinar a su mejor amigo, sino que además le había rechazado de una manera muy clara y tajante delante de todos sus conocidos.
El guerrero cerró los ojos con fuerza, haciendo un par de respiraciones profundas. Cuando volvió a abrirlos, sin embargo, tuvo la certeza de que debía de haberse quedado dormido de pie sin darse cuenta, ya que la imagen que tenía frente a él no podía tratarse de otra cosa que no fuese un sueño. Allí, al otro lado de la ventana, levitando como si la tormenta no fuera con ella, se encontraba 18.
Tardó varios segundos en reaccionar, sin poder hacer otra cosa que mirarla con la boca abierta y sin pestañear, por miedo a que, de hacerlo, ella desapareciese de la misma manera fugaz en la que había aparecido en primer lugar. Finalmente, Krillin puso su cuerpo de nuevo en funcionamiento, abriendo la ventana y haciéndose a un lado, en una invitación silenciosa al interior de la vivienda. Ella no se hizo de rogar y voló hasta posarse sobre el suelo de la habitación, formando un charco de agua a sus pies de manera casi instantánea.
Los ojos del hombre la escanearon de abajo arriba, observando como la ropa que llevaba puesta se pegaba a su cuerpo como una segunda piel debido al agua, al igual que su cabello rubio se adhería a su rostro. Al llegar a sus ojos, se dio cuenta de que la mujer no había dejado de mirarle, por lo que se habría dado cuenta perfectamente de su descaro. Krillin agachó rápidamente la cabeza, sonrojándose profusamente, aunque 18 no pareció inmutarse por ninguna de las dos cosas.
– Necesito ropa seca – pidió, rompiendo por fin el silencio.
– S-sí… claro, enseguida – tartamudeó el guerrero, casi tropezándose con sus propios pies – Ahora vuelvo, espera aquí.
Podría haberle prestado una camiseta y unos pantalones cortos de su propio armario, pero Krillin recordó que, por alguna razón que prefería no saber, su pervertido maestro había insistido en conservar la ropa que en el pasado había pertenecido a Maron, del tiempo en el que la chica había convivido con ellos. No estaba seguro de si sería del agrado de 18, pero al menos, eran prendas limpias y femeninas, así que supuso que sería suficiente. Al volver a la habitación, se encontró a la mujer exactamente en el mismo lugar en el que la había dejado. Ni siquiera tiritaba o parecía particularmente molesta por el clima, aunque supuso que eso sería debido a su naturaleza como androide.
– Puedes cambiarte en el cuarto de baño al final del pasillo – indicó, haciéndole entrega de las prendas y de una toalla. Ello no dijo nada al respecto, simplemente echó a andar como si nada, dejando a Krillin visiblemente confuso. ¿De qué iba todo esto?
18 se tomó su tiempo, o al menos, el guerrero estaba tan ansioso que el rato se le hizo eterno. Para no seguir ahí parado esperando cual idiota, Krillin decidió bajar a la cocina a por los utensilios necesarios para poder recoger el agua que seguía en el suelo de su habitación. Volvió a subir, fregó el líquido con lentitud y cuidado, y volvió a bajar a la cocina para guardar el material. Tal vez sí que estaba tardando y no era solo impresión suya. Al volver a subir, sin embargo, la mujer estaba de vuelta en la habitación, curioseando entre sus cosas con la mirada, aunque sin llegar a tocar nada.
– ¿Por qué has venido? – preguntó él, atreviéndose a romper de nuevo el silencio.
– ¿Quieres que me vaya? – replicó ella de manera cortante.
– ¡N-no! No es eso… – se apresuró a aclarar Krillin. Se sentía como si estuviese andando por la cuerda floja y el más mínimo movimiento fuera a provocar su caída – Lo que quiero decir es… ¿por qué ahora?
– Está lloviendo – contestó, tras encogerse de hombros, como si fuera razón más que suficiente para justificar su comportamiento.
No volvieron a hablar mucho más durante la noche, simplemente compartieron el mismo espacio, el mismo aire, hasta que el guerrero terminó quedándose dormido. Al abrir los ojos a la mañana siguiente, la tormenta ya había terminado y 18 se había esfumado sin dejar rastro. Krillin se maldijo una y otra vez, pensando que había dejado pasar su última oportunidad con ella, y que ahora sí que sí, no volvería a verla. Sin embargo, cuando dos semanas más tarde volvió a llover, la mujer apareció de nuevo frente a su ventana, en el mismo estado que la primera noche y con la misma petición de refugio y vestuario.
Krillin nunca le había prestado demasiada atención al parte meteorológico que daban por televisión, pero desde ese momento, no podía hacer más que rezar cada noche para que la temporada de lluvias no terminase nunca.
Con el paso de las semanas, el guerrero fue capaz de mantener una conversación más o menos amigable con la androide, aunque el motivo que había detrás de sus visitas nocturnas seguía siendo un misterio. Dos veces se lo había preguntado y dos veces había salido huyendo, así que Krillin decidió no arriesgarse a una tercera y se dedicó a averiguar aspectos más triviales sobre ella, como cuál era su bebida favorita o qué género de películas prefería ver. 18 incluso llegó a reírse en una ocasión con sus preguntas, lo que puso a latir el corazón de Krillin a mil por hora.
El guerrero había empezado a tomar el hábito de dejar su ventana abierta cada vez que preveía que iba a llover. Sin embargo esa noche, y a pesar de la tormenta que amenazaba con tirar abajo el edificio, 18 no se dejó ver por Kame House. Krillin esperó durante horas, hasta que cuando la tormenta empezó a arreciar, se atrevió a salir al exterior. Fue entonces cuando la vio, calada hasta los huesos y sentada sobre el tejado de la casa, con la mirada clavada en el horizonte.
– ¿18?
– No tengo a dónde ir.
– ¿Qué?
– Me preguntaste que por qué había venido – explicó la rubia – esa es la respuesta – el guerrero no respondió inmediatamente, principalmente porque, después de tanto tiempo haciéndose a la idea de que esa cuestión quedaría para siempre sin contestar, no sabía qué decir.
– Vamos, seguro que no lo dices en ser-
– Goku ya no está – sentenció ella, poniendo sobre la mesa la verdad más obvia de todas: que era un androide asesino, creado con una única misión. Y esa misión, aunque no hubiese sido gracias a ella, había sido cumplida, dejándola sin un objetivo que alcanzar – Y mi hermano… ni siquiera sé si sigue vivo o si desapareció para siempre junto con Cell – 18 giró la cabeza, clavando su mirada azul sobre la del hombre – He estado buscando un propósito todo este tiempo, viajando de aquí para allá y viviendo con lo puesto, pero cada vez que llovía mi aspecto quedaba hecho un desastre... Por eso decidí venir aquí.
El motivo era tan ridículo que casi parecía una broma. Sin embargo, si se indagaba más en el verdadero significado de esas palabras, se podía llegar a la conclusión de que lo que estaba experimentando la androide era la más absoluta de las soledades. Sin dinero, casa, amigos u otro tipo de pertenencias, 18 se había convertido en poco más que una vagabunda.
– Puedes venir cuando quieras – susurró Krillin, escogiendo con cuidado sus palabras. Después de semejante confesión, tenía que ser cauto para no dar a entender a la orgullosa mujer que su ofrecimiento nacía de la lástima – N-no… no tienes que esperar a que llueva… o a que sea de noche…
Sus mejillas se tornaron sonrosadas en un abrir y cerrar de ojos, aún más cuando observó como ella se levantaba y se acercaba hasta él. Después de unos instantes, y por segunda vez desde que se conocían, 18 besó su mejilla.
– Lo tendré en cuenta para la próxima – susurró la mujer antes de salir volando a toda velocidad, perdiéndose entre las nubes en un abrir y cerrar de ojos, y dejando a Krillin en una especie de trance del que tardó unos cuantos minutos en salir.
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Continuará...
