¿Qué hacer cuando la persona que más quieres está enamorada de alguien que ni siquiera le corresponde?
Oh, bien, le he hecho un par de arreglos técnicos a este capítulo, nada en realidad en cuanto al contenido.
Igual quiero aprovechar este cambio para dar sólo una aclaración respecto a la edad de los protagonistas que estoy manejando: Pit con 14 años, Marth 16, Link 17 y Ike 19. El resto lo iré mensionando sobre la marcha según lo considere necesario, por el momento los dejo a su imaginación, siguiendo más o menos esos parámetros.
Disclaimer: Los personajes del Smash no me pertenecen y no obtengo ninguna clase de beneficio económico de esto... pero eso deberia ser obvio considerando que para eso es esta página, igual, por si las dudas.
Sin más, lo pormetido es deuda, he aquí: Amor unilateral.
AMOR UNILATERAL
Capítulo 1.
La fuerza de tus sentimientos
Entrega todo lo que tienes, da todo lo que puedas, ama con todas tus fuerzas y no esperes nada a cambio, ni una sonrisa, mucho menos amor de vuelta. Date con toda el alma y cierra los ojos deseando que pronto algún milagro pase y lo conmuevas, que de pronto él te mire y lo entienda... Entrégate una, dos, mil veces si es necesario. Y si no resulta, sigue intentando, que por el simple hecho de amar ya estás siendo recompensado...
Los suaves sollozos son el único sonido en la habitación. El pequeño ángel se encuentra hincado sobre sus rodillas frente al príncipe, que permanece tranquilamente sentado en la cama, acariciando el cabello castaño de quien se encuentra recostado sobre sus piernas, y que oculta de él el rostro, escondiéndolos entre sus brazos al tiempo que llora.
—Shh... ya, todo está bien —susurra el mayor, tratando de tranquilizar al niño mientras peina su cabello entre sus dedos—. Todo está bien.
—Duele... —contesta el ángel entre sollozos, después de un prolongado silencio—, peor que cualquier herida... duele.
Marth no puede hacer más que ofrecerle una sonrisa triste, sabiendo exactamente a lo que el pequeño se refiere, acariciando nuevamente su cabello con la esperanza de brindarle algo de confort.
—Lo sé... —susurró el príncipe—. Créeme que lo sé.
—¡Debiste haberlo visto! —asegura Ike—. Estoy seguro que está vez tardarán por lo menos 2 semanas en reparar Final Destination.
Pit apenas parece ponerle atención, más interesado en su malteada, asintiendo vagamente a lo que fuera que Ike estuviera tan entusiasmado contando. Pero no lo malinterpreten, no es que no le agrade conversar con el mercenario, es sólo que... bueno, realmente está esperando que esa persona especial atraviese la puerta del comedor como cada mañana lo hace, siente tantos deseos y ansias de verlo que difícilmente prestaría atención a cualquier otra cosa.
—Ah... supongo.
—Buenos días.
Ante la voz, Pit voltea rápidamente para encontrarse con nada más y nada menos que el Príncipe de Altea.
—¡Buenos días, Marth! —saluda con una amplia sonrisa el ángel, aun a pesar del ligero disgusto del mercenario con quien comparte la mesa—. ¿Cómo amaneciste?
—Bien, gracias por preguntar —contesta el joven con una leve y cálida sonrisa, acariciando un poco el cabello del menor, haciéndolo sonreír más ampliamente justo antes de que retome su lugar en la mesa—. ¿Qué tal tú, Ike?
—¿Mmh? —cuestiona con voz llana, sólo arqueando ligeramente una ceja—. Ah... bien... ¡Oh, casi lo olvido! —dirigiéndose al ángel—, la próxima semana harán el torneo de equipos y me estaba preguntando si te gustaría, tú sabes, ser mi parej... compañero, ¿qué dices, Pit?
Pareciera que le toma unos segundos al menor captar del todo la petición, pero apenas procesándola por completo dirige una mirada inquisitiva a Marth, como pidiendo aprobación, a lo que el príncipe no hace más que cerrar ligeramente los ojos y mostrar una sonrisa que, a pesar de sus esfuerzos, termina por verse ligeramente triste. Asintiendo de forma casi imperceptible a su compañero, toma asiento frente al par. Ante aquello, Pit no atina a más que devolver una sonrisa empática a su amigo, justo antes de contestar la pregunta.
—No veo porqué no, —encogiéndose de hombros ligeramente, si bien, sonriendo ahora más libremente—. ¿Puedo elegir el color?
—¡Claro! ¿cuál tienes en mente?
—Creo que...
—¡Buenos días! —esa es sin lugar a dudas la alegre voz del Hylian más famoso, ¿quién otro que el Héroe del Tiempo?
—¡Ho-hola, Link! —saluda Pit entusiasmado, aunque evidentemente nervioso, con ese dulce rojizo en sus mejillas— ¿cómo estás? ¿qué tal dormiste ayer? ¿qué...?
—Woo, Pit, una pregunta a la vez —contestó el rubio con una sonrisa comprensiva—, estoy bien.
Imposible ignorar la reacción del mercenario frente el "sobre afectuoso" saludo de Pit hacia Link.
—Ike es tan transparente que es casi doloroso— piensa Marth, manteniendo su sonrisa en forma de saludo cordial hacia Link, quien pronto le ofrece la propia, esa hermosa sonrisa que pareciera podría opacar la propia luz del sol si quisiera.
—Así que... ¿ya tienen pareja para el torneo? —inquiere Link.
—Pit y yo seremos equipo —se apresura a contestar Ike, de forma casi posesiva, pero a Link parece no importarle.
—O-oye, Link... —llama la tímida voz del ángel— eh... el verde... el verde es tu color favorito, ¿cierto?
—¿Eh?
Link sólo inclina ligeramente la cabeza ante la cuestión, antes de atinar a contestar con una sonrisa juguetona.
—Pues, lo era —dice justo antes de mirar hacia Marth— hasta que descubrí que me gustaba más el azul.
El príncipe no hace más que desviar ligeramente la mirada, con la esperanza de que aquello sirva de algo para ocultar el leve sonrojo en sus mejillas. —Cómo quisiera que no dijeras ese tipo de cosas frente a Pit —piensa al ver como el menor baja ligeramente las alas en un gesto un tanto triste.
—Oh... ya veo —musita, provocando la mirada consternada de Ike, quien pronto sonríe para despeinar el cabello del niño que trae como resultado en una risita angelical.
Ni siquiera Marth hubiera podido ocultar su sonrisa ante tal escena, de alguna forma, Ike siempre pareciera encontrar la manera de hacer feliz a quien lo necesite y terminar por hacerlos reír aun si segundos antes estuvieren a punto de llorar, y eso, definitivamente, resultaría ser una de las tantas cosas que el príncipe empezaría a admirar del mercenario, junto con su carisma y su aire juguetón, inclusive su forma de torpeza que, en uno u otro punto, se convertían en una de sus formas de animar a cualquiera.
—Y... ¿ya tienes pareja para el torneo? —Pregunta Link, sacando al monarca de sus pensamientos, quien ahora torna nuevamente su mirada hacia él.
—No, en realidad —contesta mientras ve como el Hylian se las ingenia para balancearse en dos de las patas de la silla en la que se encuentra— ¡Se va a caer, se va a caer, se va a caer!
—¿Quieres ser mi pareja en el torneo? —inquiere casual, mientras deja caer la silla ahora en sus cuatro patas.
Marth lo considera por un segundo, mirando nuevamente la escena frente a él donde ahora el mercenario se divierte haciéndole cosquillas a Pit en el abdomen, haciéndole gritar y reír a vez, pidiéndole que pare sin parecer realmente enfadado. Al menos, Pit se repone rápido...
—Claro, me encantaría —responde a su amigo con una de sus más cálidas sonrisas, provocando el innegable sonrojo de Link que de pronto se encuentra sin palabras ante el príncipe—. ¿Qué te parece el azul para nuestra primera batalla?
—Perfecto —responde el chico, con su radiante sonrisa—. Marth, si tan sólo tuvieras una idea.
—GAME SET! The winner is... Green Team —Anuncia la grave voz, dando cuenta del desenlace de la batalla previa entre los equipos conformados por Pikachu y Jigglypuff contra Ness y Lucas, siendo el segundo par el ganador.
La mayoría de los contendientes se encuentran en la enorme sala donde se encuentra la inmensa pantalla de plasma que transmite las batallas desde las diferentes plataformas. Pronto su atención es dirigida a la entrada de los transportadores, donde pronto aparecen los cuatro participantes intercambiando felicitaciones y deseando "suerte para la próxima", estrechando manos de forma política.
—Buena batalla, ¿no crees? —Inquiere Marth, mirando a quien se encuentra a su lado en el sillón.
—Ajá —contesta Link con una sonrisa complaciente—. Lucas ha mejorado mucho desde que entrena con Ness.
—Así parece —concede el noble, al tiempo que vuelve su atención a la pantalla que anuncia que la próxima batalla será entre los equipos Rojo y Azul: Mario y Peach contra Samus y Snake, a lo que Marth no puede evitar sentir algo de lástima por el fontanero y la princesa.
Pronto, sus pensamientos son interrumpidos por el sonido de pasos apresurados provenientes del pasillo, pero ni siquiera tiene que voltear para saber quién los provoca... o más bien dicho, quiénes. Así pues, en cuestión de segundos, Ike y Pit se encuentran en la entrada a la sala, ambos evidentemente agotados por lo que pareciera una larga carrera hasta la mansión, Pit portando una real expresión de alarma en sus ojos, apresurándose para encontrarse con sus otros dos amigos.
—Dime que no nos han nombrado todavía —pide el ángel con urgencia a su mejor amigo, asiéndolo de la parte superior de su capa de forma nerviosa.
—Pit, tranquilo, apenas empezaron el torneo y no, no los han llamado. Ahora trata de calmarte —pide Marth, logrando que el pequeño libere la tela, así como hacerlo sonrojarse por su impulsivo acto—. ¿Y... qué pasó?
—Larga historia —contestó Ike antes siquiera que Pit pudiera decir palabra alguna—. ¿Cómo van?
—Apenas es la segunda batalla, la primera la ganaron Ness y Lucas y ahora están peleando Snake y Samus contra Mario y Peach —anuncia Link, apuntando a la pantalla.
—¡Auch! —es lo único que el mercenario puede comentar al ver a Samus ejecutando su Final Smash sobre sus pobre contrincantes, realmente siente pena por ellos.
—GAME! The winner is... Blue Team.
Esta vez, justo después de que los competidores volvieran a la sala, la pantalla llamó al equipo de Luigi y Yoshi contra el integrado por Falco y Fox.
—Parece que esto tardará... —hace notar Marth, recorriéndose de su lugar en el sillón para hacer lugar al par recién llegado, ignorando la cercanía en la que ahora se encuentra con Link y el tenue rosado en las mejillas del rubio—. ¿Quieren sentarse?
Tanto Pit como Ike asiente con un pequeño gesto y toman su lugar en el sillón, que si bien es lo bastante amplio como para albergar a los cuatro, tampoco lo es tanto como para mantener la que pudiera ser una "sana" distancia entre ellos. Aunque no es como que a alguno de ellos le moleste demasiado.
Pit toma lugar junto a Marth, permitiendo que éste acaricie su cabello como suele hacerlo al saludarlo, mientras Ike trata de pasar por alto el hecho. Y es hasta entonces que Marth se percata:
—¿Rojo? —refiriéndose al color de los trajes de sus amigos... aunque no puede evitar pensar que el traje de Pit parece más bien rosa.
—Ugh... —musita el menor, desviando su mirada hacia Ike, comprobando que su antención se encuentre en la batalla en el televisor, volviéndola luego al príncipe a su lado—. Al final, dejé que Ike eligiera el color, él... —hace una pausa al recordar la embarazosa razón que el mercenario le dio de haber elegido el color mencionado—. Él cree que me veo "lindo" en este color.
Marth no hace más que sonreír ante lo dicho por el chico, llevando su atención nuevamente a la escena en la pantalla. A pesar de su previa predicción, las batallas anteriores habían acabado rápido y esta parecía no ser una excepción, pudiera decirse que era un tanto injusta incluso, si uno considera el abismo de diferencia entre las habilidades de un equipo y el otro. Pronto, el anuncio de la predecible victoria de Falco y Fox se hizo oficial, después de que el aviar se las arreglara para hacer explotar una Smart Bomba justo frente al equipo de verde.
—Qué aburrido —dice Ike en medio de un suspiro, entrelazando sus manos detrás de su nuca y recargando su cabeza en ellas—. Al menos a Master Hand no parece preocuparle hacer demasiado obvio que quiere deshacerse rápido de los contendientes débiles, lástima por Pikachu, seguramente si hubiera tenido un compañero más fuerte hubiera podido pasar a la siguiente ronda.
—¿No crees que estás siendo un poco duro con Jigglypuff? —debate Pit—. Después de todo, ella ha estado aquí desde el primer torneo, eso debe significar algo ¿no?
—Si lo miras frívolamente, probablemente Ike tenga razón —argumenta Marth—, al menos en el sentido que las peleas están siendo realmente disparejas, uno puede predecir el resultado inclusive antes de que comiencen.
—¿Crees que terminemos la primera eliminatoria hoy? —inquiere Link, percatándose de que aunque las batallas no han sido muy largas, han dejado pasar mucho tiempo entre una y otra y el resto empezaba a ponerse ansioso.
—No creo, seguramente pronto anunciarán un receso.
Y como si lo hubiera invocado, acto seguido, aparece Master Hand junto a Crazy Hand anunciando que el resto de las batallas de la primera ronda se llevarán acabo entre los próximos dos días, excusándolo aquello con fallas técnicas en los transportadores y problemas con algunas de las pistas. Incluido Final Destination... y todos sabemos uno de los responsables de ello.
—¡Demonios...! —maldice Ike en voz baja, buscando a Wolf y Bowser con la mirada y encontrándolos escabulléndose despistadamente de la sala—. Ah... creo que será mejor hacer una elegante retirada —susurra a sus compañeros, tratando de convencerlos con una sonrisa, a lo que los otros tres sólo contestan a unísono con un suspiro marcado en resignación. No, no es la primera vez que algo así pasa.
Ya se encontraban en la puerta cuando la grave voz de Master Hand se hizo notar: —¿A dónde cree que va, Ike?
—¡Mierda! —murmuró el mercenario, parándose en seco.
—Alguien está en problemas —canturrea Crazy Hand, yendo a buscar a los otros dos fugitivos.
—Esto... nos va a doler —piensa Ike al sentir un escalofrío recorrer su espina.
No hay nadie afuera ahora que pueda disturbarlos. Marth se encuentra sobre Ike, con el mercenario entre sus piernas. El mayor con las piernas extendidas y una de sus rodillas apenas flexionada, recargado apenas en el árbol tras de sí, para poder mirar lo que hace el joven sobre él. La capa en alguna parte cercana a ambos en el césped justo a su armadura, incluso la banda que suele sostener su cabello se ha ido, la camisa abierta y las manos del príncipe haciendo su trabajo sobre su pecho.
—¡Ah! ¡Marth!
—No te muevas tanto —advierte el menor, con expresión seria en sus rostro, sin dejar de lado su tarea—. Además no creo que duela tanto.
—¡Ah! Si haces eso, ¡claro que va a doler! —señala el mercenario, alejando la mano de su pecho, tomándola por la muñeca.
Marth lo mira por instantes, aparentemente serio hasta que una sonrisa un tanto... malévola turba sus usualmente calmas facciones, y acercando su rostro al cuello de Ike susurra:
—¿Te refieres... a esto? —cuestiona, soplando ligeramente sobre la zona.
—¡AH! ¡Sí! A eso me refiero —regaña el mercenario, haciendo a Marth retroceder y viendo al chico, normalmente callado, riendo bajito, pero melodiosamente, algo que para Ike resulta inusual pero verdaderamente agradable de oír y no puede ocultar su propia sonrisa ante ello—. Eso me saco por pedirte ayuda.
—Perdona —pide noble al tranquilizarse un poco, mas sin borrar esa hermosa sonrisa de su rostro, volviendo a delinear la curvatura del cuello del mercenario—, pero ¿sabes? Es tu culpa, si no hubieras destruido la plataforma junto con Wolf y Bowser, Master Hand no hubiera tenido que castigarte.
—Lo sé, lo sé, pero... valió la pena, ¿quién diría que con la cantidad adecuada de Smart Bombs y Bob-ombs podrías hacer estallar la mitad de un escenario? Pero ¡hacernos vencerlo a él y Crazy Hand! ¡Y además pelear entre nosotros sólo con Bob-ombs! ¿No te parece demasiado?
—En realidad, creo que están siendo más creativos cada vez —concluye el príncipe al terminar de limpiar la herida del cuello y pecho de Ike, revisando nuevamente la herida en su frente, comprobando que ha dejado de sangrar.
Talvez... sea bueno mencionar que Marth ha estado curando las heridas de Ike todo este tiempo, sólo por si acaso.
—Mmh... ¿Marth? —llama el más alto, continuando hasta encontrarse con la mirada del otro—. Gracias por esto.
—N-no es nada —balbucea, un tanto nervioso, colocando vendas sobre la frente de Ike—. Pero, pudiste haber ido a la enfermería, ¿por qué...?
—¡Nah! ¿Y dejar que el tal Dr. Mario vuelva a sermonearme con "no te quejes, es tu culpa, cómo es posible que hagas..." bla bla cosa...? ¡Ni pensarlo!
—Pero... yo también hago eso —hace notar Marth, arqueando una ceja.
—Sí, pero, cuando tú lo dices, no me molesta.
Ante el último comentario, Marth puede sentir como el rosado tiñe sus normalmente pálidas mejillas y, como si aún fuera posible, la mano de Ike despeinando su cabello no hace más que acentuar el rubor en ellas.
—¡Buen chico! —expresa el Crimean, retirando su mano del cabello del chico.
—Ya está —anuncia Marth al acomodar el vendaje, su voz sonando vagamente triste, mas aún mostrando una leve sonrisa en sus labios. Se pone de pie, ofreciendo su mano al mercenario para que haga lo mismo.
—Gracias —dice Ike nuevamente, revisando la movilidad de su hombro y su cuello—. Aunque... un masaje no me vendría mal.
Dice lo último con esa sonrisa que Marth bien sabe usa siempre que quiere conseguir algo... esa hermosa sonrisa.
—Mmh.
Ike no puede evitar reír ante el rostro, aparentemente, ofendido del príncipe, para él, resulta irresistible hacerle ese tipo de bromas a su amigo, por ese intento de puchero donde, sin darse cuanta, mostraba aún más su labio inferior y sus mejillas parecían más grandes cuando lo hacía, lo mismo que el rubor de indignación sobre ellas (o al menos, lo que Ike piensa es indignación).
—Siéntate —es el bajo comando que hace parar la risa del mercenario.
—¿Uh?
—Dije "siéntate" —dice ahora alzando ligeramente la voz, con sus mejillas ahora teñidas en un rosa pálido—. Eres muy alto.
—¿Me... me darás un masaje? —inquiere incrédulo, abriendo ampliamente los ojos.
—Sólo porque... porque si tus músculos están tensos, las heridas dolerán más.
—Supongo que tienes razón —contesta con usa amplia sonrisa, acatando la orden antes dada.
Justo después siente a Marth hincarse tras de él, y las delicadas manos del chico tomar sus fuertes hombros.
—Lo haré despacio, así no habrá problema de que las heridas se abran de nuevo, pero puede doler un poco.
Ike sólo asiente en silencio, dejando a las habilidosas manos trabajar. En realidad, no se había percatado de lo tensos que estaban hasta que el masaje proporcionado por el niño fue quitando algunos nudos.
—Nnh...
—Lo siento, ¿te lastime?
—No, está bien, continúa.
Claro que dolía, más cuando los dedos de Marth tocaban las heridas apenas curadas, pero... definitivamente era un dolor muy distinto al recibido anteriormente, era un dolor placentero, medido y de esa forma estaba bien para él. Inclusive podía sentir como el propio calor subía a sus mejillas ante el toque de las suaves manos, más aún cuando éstas entraron en contacto directo son su piel, removiendo su camiseta ya abierta de sus hombros. Sin darse cuenta, Ike había entrado en un estado parecido a la somnolencia, sólo por lo que hacían sobre él las manos de Marth.
—¿Marth? —Llamó el mercenario, su voz empapada en un estado parecido a la embriaguez.
—Dime —contesta la voz serena, justo en el mismo trance instantes antes.
—¿Sabes dónde puede estar Pit?
Fuese como si la pregunta hubiera presionado algo en Marth. Con cuidado, retiró sus manos de los hombros del otro chico y, cuando éste le miró inquisitivo, no hizo más que contestar quedamente con una muy sutil y triste sonrisa, sin querer mirar a su interlocutor: —Entrenando arquería con Link, supongo.
—Bien, entonces ¡vamos! —dice el mercenario poniéndose de pie, estirándose y escuchando los huesos de su cuello, hombros y espalda crujir—. ¡Oh, Marth! Eres el mejor, amigo, ¿sabías eso? —adula con una amplia sonrisa, pero pronto se percata del estado de su acompañante.
Ahora sentado sobre sus pies y pantorrillas, con la mirada perdida en algún punto del suelo, ambas manos sobre su regazo, su comúnmente pálido rostro, teñido de rosado en las mejillas, los ojos brillando de forma tal que uno no puede sino imaginar un inmenso dolor tras esos zafiros y... y esa preciosa, mas preocupante, sonrisa triste sobre sus labios. Ike siente su corazón doler realmente ante aquella imagen ¿cómo...? ¿En qué momento el niño junto a él se había puesto así de mal sin que siquiera lo hubiese notado?
—¿Marth? ¿Estás bien? —inquiere preocupado, acercándose con cuidado al chico aún en el suelo.
—¿Mmh? —es apenas un sonido, ni siquiera alcanza a ser una palabra, y él lo sabe, pero trata de compensarlo extendiendo su sonrisa, ocultando sus ojos bajo la sombra de su fleco—. Sí, todo bien.
Un sólo roce... el contacto de la mano de Ike sobre su frente era todo lo necesario para dejarlo sin aliento y hacerlo mirar al otro par de ojos azules. Un azul tan intenso, casi amoratados... el color de Ike.
—Te sientes un poco caliente —anuncia Ike, ligeramente alarmado—. ¿Quieres que te lleve con el doc? Al menos puede revisarte.
Marth sólo sonríe, suprimiendo la urgencia de quedar boquiabierto ante el hombre frente a él, y con esa misma sonrisa, usa el dorso de su mano en un gesto sútil para retirar, aún a su propio pesar, la mano en su frente, para ponerse de pie.
—Ya te lo dije, estoy bien.
—¿No prefieres que te acompañe a tu cuarto? —ofrece, con un gesto preocupado—. Para que puedas descansar.
Marth se limita a negar con la cabeza, mostrando una sonrisa que ahora pareciera más sincera.
—En serio, no hay nada de que preocuparse. Por otra parte, será mejor que te apresures a ir con esos dos antes de que se aburran y decidan irse.
—Vienes conmigo ¿cierto? —lo dicho por Ike, más que una pregunta, sonaba a una orden, y Marth no puede negarle una amplia y verdadera sonrisa a ello, más por la forma en que el mercenario fruncía el ceño intentando parecer serio al respecto.
—Claro, te alcanzo allá, sólo debo ir a mi habitación por un par de cosas, ¿de acuerdo?
—Mnh... bueno —concede, no muy convencido, después comenzando a caminar en su propia dirección, al tiempo de Marth hace lo mismo en camino a la mansión.
No es sino a la prudente distancia que el noble mira sobre su hombro para observar al mercenario alejarse, una sonrisa triste se posa en sus labios al timepo que piensa: "Podría ser peor", justo antes de retomar su camino.
—Me pregunto qué le pasará... —se cuestiona Ike mientras hace sus camino hasta la zona de tiro— Marth ha estado actuando al extraño últimamente.
Sin embargo, en segundos cualquier lógica en su mente se discipa con sólo escuchar el sonido de aquella voz ángelica que tanto idolatra.
—... ¡Y luego ella acusó a Ike de acosarla! ¿Puedes creerlo?
En cuanto Ike escuchó lo último, sumado a Link que sostenía su estómago con ambas manos, doblado de la risa, pudo deducir con fácilidad de lo que había estado hablando el otro par. Dejando escapar un pesado suspiro en resignación, se acerca ahora lo suficiente para estar en su rango de visión.
—Se nota que están entrenando muy duro —dice sarcástico, más con una amplia sonrisa.
—Sólo tomábamos un respiro—asegura Link, quitando las pequeñas lágrimas que se habían formado en sus ojos por la risa—. Vaya que la pasaron mal esta mañana.
—Algo así —contesta sin deseos de dar más detalles al respecto—. ¿Qué tal la práctica?
—Bien, estábamos por empezar con distancia.
—Suena bien, ¿les molesta si me quedo? —pregunta el mercenario, recargándose en el árbol más cercano, buscando cubrirse del sol.
—Para nada —contesta Link.
Llendo a su lugar en la zona de tiro, toma la posición de arquero, seguido por Pit que se le une, haciendo lo mismo. Ambos ahora con el brazo derecho bien extendido, sosteniendo sus respectivos arcos, miradas fijas en su blanco que, por la distacia, apenas y se apreciaba, ya estaban a punto de lanzar la flecha cuando...
—¿Marth vendrá?
La voz de Link hace a Pit perder toda su concentración, o más bien el hecho de que esa voz que tanto sueña pronuncie otro nombre. Sin darse cuenta en qué momento, su flecha terminó en medio del prado, muy lejos de donde debiera, con el blanco aún a 10 metros y una pequeña risita de esa misma voz se hizo escuchar.
—Vamos, Pit, ¿qué fue eso? —continuó riendo bajo—, ni siquiera cerca.
El ángel se encontraba ahora avergonzado frente a la persona que más deseaba impresionar. Desvió la mirada, sintiendo el rubor en sus mejillas, en ese momento, realmente no le molestaría si la tierra se abierse bajo sus pies y lo tragara, si al menos eso pudiera opacar un tanto la humillación.
—Hey —oyó la voz de Ike, en regaño suave—, no seas tan duro con él.
—¿Huh? Amm... Lo siento, Pit —dijo el rubio con una sonrisa entre juguetona y culposa— sabes que sólo bromeaba.
—Es... Está bien —no podía decir más, no quería decir más, y por primera vez en su vida probablmente, tampoco quería ver a Link. No podía evitar maldecir bajo su aliento el haberse distraido con algo tan vanal y sabía que estaba mal mas, en ocasiones como esas, sentía celos de toda la atención que el príncipe obtenía de Link.
—¿Él preguntaría por cualquier otro? ¿preguntaría... por mí?
Sus pesamientos fueron interrumpidos de súbito cuando sintió la mano de Link tomar la suya, aquella que tenía el arco, y guiarla hasta frente a ambos, Link posicionándose tras Pit, batallando un tanto para acomodarse considerando las alas de Pit, quien ahora mostraba un rojo escarlata en sus mejillas.
—Mantén tu brazo así —comandó al oído del menor.
Podía sentir el aliento de Link acariciar su oreja por la cercanía, le provocaba escalofríos... placenteros escalofríos que recorrían toda su columna y parecieran culminar en su nuca provocando a los vellos de esa zona específica erizarse. Su corazón palpitaba tan rápido que pareciera que en cualquier momento saldría de su pecho e, internamente, Pit pedía a Palutena porque Link no se diera cuenta de la forma en que aceleraba los latidos de su corazón.
Mientras tanto, Ike sólo miraba la escena desde su lugar junto al árbol, ahora con el seño fruncido, deseando pedirle de la manera más atenta a ese güerito que le hiciera el favor de quitarle las manos de encima a su ángel, y realmente requirrió de toda su fuerza de voluntad para evitar hacer eso mismo, mirando a otro lado contal de no verles.
—Ahora acomoda tu flecha.
Ante Link, Pit se limitaba a asentir y acatar cada una de sus instrucciones, embelesado por cada nuevo roce y de alguna forma entorpecido, casi intoxicado por la presencia de el objeto de todos sus afectos. Cualquier sentiemiento de celos había sido por completo disipado de su mente para entonces... igual que cualquier necesidad de decir que sabía perfectamente como lanzar una flecha, de cualquier manera, nunca está de más aprender otro estilo, ¿no?
—Un poco más arriba —instruyó Link, levantado un poco el brazo izquierdo de Pit, acercándose aún más para poder enfocar y apuntar correctamente el blanco, haciendo a Pit sentir sus piernas como mantequilla por encontrarse entre los brazos de Link (o algo así)— ahora.
Ante el comando Pit lanzó la flecha y, por alguna razón, se vio sorprendido al notar que de hecho habia caído en el blanco, o al menos eso parecía, no podía estar muy seguro por la distancia, pero todo indicaba que así había sido.
—¡Yey! —vitorró el niño, para justo después virar hacia Link con la más enorme y resplandeciente sonrisa que sus labios puedieran ofrecer—. ¿Viste eso?
—Lo hiciste muy bien —concedió Link con una sonrisa, acariciando apenas un poco el cabello del ángel, lo que de cualquer forma era más que suficiente como para hacer al pequeño emanar corazones.
Ignorando la situación, finalmente se les une Marth, siendo el seño fruncido de Ike lo primero que aprecia al entrar y, al buscar al ángel con la mirada, no tarda en averiguar la razón del disgusto del mercenario. Mas no alcanza siquiera a acercarse lo suficiente como para calmarlo cuando Link nota su presencia, gracias a su agudo sentido del oído, y lo intercepta sin tener que acercársele, simplemente sonriéndole cálidamente y saludando con un movimiento ligero de su mano.
Marth se limita a regresar el gesto, sumado a una sonrisa algo apenada hacia Pit, que no estaba nada feliz por la pérdida del contacto con Link.
Sin mayores contratiempos, el par de arqueros regresan a su práctica y Marth se une a Ike junto al árbol, con libreta y pluma en mano.
—¿Todo bien? —pregunta, sacando al mercenario de sus pensamientos.
—Si, es... sólo lo de siempre —contesta, bajando su tono en lo último.
Con una sonrisa triste, Marth se sienta a un lado de Ike y abriendo su libreta disponiéndose a escribir, dice con voz queda:
—Hay quienes creen que si tus sentimientos son suficientemente fuertes, un día serán capaces de llegar a la personas que quieres.
Ike lo contempla por un segundo, observando las suaves facciones del chico junto a él, sus casta sonrisa y las manos que sostienen la pluma que ahora escribe sobre las blancas hojas de la libreta. Volviendo la mirada a los otros dos después, contesta con una sonrisa complacida:
—Siempre sabes exactamente lo que hay que decir, ¿cierto? —concede, sentándose a su lado, esta vez, contemplando la práctica del otro par mucho más tranquilo.
Querido Roy:
Me alegra mucho saber que todo va bien en Pherae, pero era de esperarse teniéndote a ti para asegurarse de que todo lo esté.
Aquí las cosas no han cambiado mucho desde mi última carta: Ike sigue pensando en Pit, Pit sigue enamorado de Link, Link es cada vez más obvio respecto a lo que supongo siente por mí, y mientras, yo no puedo dejar de sentirme atraído por Ike. Es... triste, supongo, que siendo tan buenos amigos hayamos llegado a este punto que pareciere no tener retorno, encontrándonos en medio de un perfecto cuadro amoroso, donde ninguno es enteramente feliz.
A veces no sé qué me duele más, si el hecho de no ser correspondido o el saber que la persona que más quiero tampoco lo es y que, como yo, sufre por ello. Pero no puedo culpar a Pit, como no puedo culpar a Link porque, según dicen, "uno no elige de quién se enamora", y aunque intento comprenderlo, lo cierto es que no ayuda en nada a aminorar la pena.
No puedo ser egoísta, aún cuando quisiera, no puedo dejar de pensar en lo que Pit quiere, en lo que Ike quiere, inclusive en lo que Link quiere. Pero tampoco puedo dejar de querer. Añoro los momentos como estos más que nada, ver a Link y a Pit practicando juntos, verlos sonreírse mutuamente y saber que con sólo eso Pit pudiera ser feliz me hace feliz también.
Y, por mi parte, tener a Ike recostado en mi hombro, durmiendo tranquilamente a mi lado, es algo que pudieras adivinar me llena de una alegría que no sé si pudiera describir en palabras, pero... aún cuando quisiera que esto fuera siempre así, que Link pudiera encontrar una forma de corresponder a mi ángel o que mis sentimientos pudieran llegar al corazón de Ike, soy consciente del fondo amargo en esta cercanía.
Ike quiere a Pit, eso lo ha dejado claro, y sin embargo, cosas tan simples y a la vez tan íntimas como dormir en mi hombro o pedirme que le cure las heridas, hacen que todo el esfuerzo y el desgaste que conlleva tratar de convencerme de que no tengo posibilidades con él pierdan todo efecto... porque, aunque no quiera, me hace dudar, y aunque trato de evitarlo, mi corazón me juega malas pasadas:
Cada vez que él se preocupa por mí, que me muestra esos ojos consternados, cada muestra de afecto, cada roce... es como si quemaran. Cada vez que me hace sentir especial con frases vacías como "eres el mejor" y cada una de las veces que sus manos tocan mi piel me hacen construirme un castillo de falsas esperanzas que se quiebran al momento en el que él pronuncia el nombre de quien quiere... el de Pit.
Ike es un torbellino que arrasa con cada uno de mis pensamientos sensatos y el quererle viene a ser lo mismo que romper con toda mi lógica, cuando con sólo mirarle me convierto en nada, para ser esa nada que hay a su al rededor... Yo podría olvidarme de él, pretender que no siento nada y repetírmelo hasta que yo mismo lo crea.
Podría incluso dejar de quererle, dejar de pensarle, dejar de mirarle sabiendo a quien es a quien quiere pero... ¿con qué fuerza si con una sola palabra cautiva nuevamente mi atención, y cada vez que pronuncia mi nombre fuese como si pusiera el más poderoso de los conjuros sobre mí? Y es entonces que nuevamente me encuentro preso de él, encantado por él, idolatrándole sin razón porque, cada vez que sonríe... mi mundo se ilumina por sólo ver esa sonrisa.
Y me duele pensarlo sólo para encontrarme con la realidad una y otra vez. Me consume el reprocharme constantemente el idealizarlo sabiendo que, queriendo tanto a alguien más, sus ojos nunca se desviarán hacia mí, y sin desearlo me encuentro en ocasiones maldiciendo la existencia de la palabra "amigo" cuando él la dice para refererse a mí porque, si bien es una de las más hermosas formas de cariño... a veces eso no es suficiente, y saber que no puedo pedirle más simplemente me rompe el corazón.
Dicen que los sentimientos que son lo bastante fuertes tiene el poder de llegar a la persona que amas, ¿será que mi amor no es suficiente?
A veces considero del seguir tu consejo, olvidarme de Ike y dejarme querer por Link; pero dejar de querer todavía es difícil para mí y pensar en lo que haría sentir a Pit con ello me hace desechar instantáneamente esa posibilidad, aunque admito que tienes razón: En este punto, difícilmente encontraremos forma alguna en que todos sean felices. ¿Por qué la felicidad de unos siempre parece depender del sufrimiento de otros?
Debo dejar de plagarte con este tipo de cartas, espero que la próxima vez pueda escribir mejores noticias o, por lo menos, pensamientos más alegres.
Siempre tuyo,
Marth Lowell
PD: ¡Casi lo olvido! La receta de Peach del pastel cumpleaños la mando junto con la carta. Por favor, dale mis felicitaciones a tu linda esposa.
—¡Aww! ¿No se ven lindos?—anuncia la efusiva voz de Pit, haciendo una perfecta imitación de Peach.
Al levantar la mirada de su carta, Marth se encuentra con dos cosas que parecieran opuestas: un ángel con una hermosa y enternecida sonrisa... y un hylian que no se ve nada alegre con la escena. No puede evitar sonrojarse, a sabiendas que el mercenario aún se encuentra dormido sobre su hombro.
—La cena ya debería estar lista, ¿nos acompañas? —invita Link, tratando de formar su usual sonrisa.
—Claro, sólo...
Ni siquiera tuvo que terminar la frase, cuando Ike comenzó a despertar, separándose del hombro de Marth, aún somnoliento, lo suficiente como para no percatarse de dónde había estado durmiendo, simplemente tallando uno de sus ojos con el dorso de su guante, provocando la cálida sonrisa de Marth que, sumado a la luz del anochecer, dejaban a Link sin aliento.
— ¿Tienes hambre? —inquiere el príncipe al joven a su lado, haciendo a Link borrar los antiguos pensamientos en su cabeza.
Tan pronto entraron al comedor, se encontraron con las dos princesas que, aparentemente, los estaban esperando.
—Buenas noches, princesas —saludó Marth, haciendo un leve reverencia.
—Buenas noches, príncipe —correspondieron ambas al unísono.
No es que fuera necesaria esa clase de saludos entre ellos, pero, podría decirse que en algún punto, la exagerada cordialidad entre ellos de la realeza, se había convertido en una forma de juego en la que inclusive Ganondorf y Bowser habían aceptado participar y, sólo de vez en cuando, alguno que otro de los habitantes de la mansión.
Esta vez, Ike, Link y Pit decidieron participar del juego, haciendo leves reverencias antes las princesas, que consiguieron las risitas nerviosas de las otras dos.
—Ike, Link, ¿nos darían unos segundos con estos terroncitos? —pregunta Peach con un guiño, abrazando a Pit y Marth por el cuello, dejando a estos dos con no más que una expresión de sorpresa en sus rostros—. Prometemos devolverlos.
Los rostros tanto Link como de Ike se encuentran en una cómica expresión de desconcierto, que culmina haciéndoles mirarse mutuamente y luego volviendo su mirada a las princesas, tratando de no parecer demasiado desorientados... en realidad sin mucho éxito.
—¡Claro! —contestar al mismo tiempo.
Aunque ambos retoman su camino en busca de una mesa, ninguno de los dos se encuentra muy convencido, ambos conocen bien a las dos chicas y por lo tanto... no tienen ni idea de lo pudieran terminar diciéndoles a sus pobres víctimas. No les queda más que dejar ir un apesadumbrado suspiro empático por sus dos amigos.
—Peach... a veces me perturba —susurra Ike cuando se encuentran lo suficientemente lejos, a lo que Link se limita a asentir muy levemente con la cabeza.
Y mientras el rubio y el mercenario se sirven la cena y encuentran una mesa disponible, las dos princesas hacen lo que ellas considerarían su labor como buenas chicas.
—¿Y bien? —Cuestiona Peach haciendo lucir su nuevo brillo labial al mostrar esa sonrisa cómplice.
—Ah... ¿a qué te refieres? —Marth sabe perfectamente a qué se refiere.
—Tú sabes —contesta rodando los ojos—. Zelda y yo hemos estado preguntándonos a donde irán a parar ustedes cuatro con todo ese coqueteo.
—Princesa... —regaña suavemente Marth, sintiendo el rubor subir a sus mejillas.
—Está bien, Marth —susurra Zelda—. No es tan notorio, digamos que es sólo "instinto femenino".
Marth comenzaba a sentirse realmente incómodo, más por que, a diferencia de Pit, estaba completamente consciente de a dónde iba a parar esa conversación.
—Personalmente —dice Peach abrazando a Pit por la espalda—, creo que mi pastelito de crema haría una lindísima pareja con el dulcecito de leche de aquella mesa —concluye señalando la mesa en la que ahora se encuentran Link y Ike conversando.
En el lenguaje de Peach, eso significa que cree que Pit y Link se verían bien juntos. Por desgracia para el pequeño ángel, el haber estado conviviendo con la princesa le ha llevado a comprender perfectamente sus dulces sobrenombres y la sola imagen mental provocada por Peach es suficiente para hacer que el calor de su cuerpo elevarse hasta sus mejillas, tornándolas rojizas al instante.
—En cambio, para mi nievecita de vainilla —continúa la rubia—, ¿qué mejor que la tarta de moras de esa misma mesa? El contraste de sabores sería delicioso.
Es decir: Para Peach, al príncipe Marth, le ayudaría tener al mercenario de pareja, considerando aquello de "los opuestos se atraen". Y está vez fue el turno de Marth de sonrojarse, desviando la mirada tratando de ocultar el rojizo de sus mejillas.
—Lo siento, Peach, pero temo que desacuerdo contigo —ese instante, las 3 miradas se posaron sobre Zelda—. Es obvio que Ike se preocupa siempre de forma especial por nuestro pequeño ángel, siempre está procurando que tenga una sonrisa en sus labios y eso es algo importante con una pareja, cuando es persona esta interesada en hacerte feliz.
Pit baja ligeramente la mirada, sin poder pretender ante la princesa.
—Además, no negaré que me gustaría que pudieras corresponder los sentimientos de Link —dice, dirigiéndose a Marth, haciéndole de nuevo sentirse incómodo—. Él realmente te aprecia mucho, Marth.
—Eso lo sé —piensa para sí el príncipe, primero bajando ligeramente la mirada, esperando no tener que encontrarse con la de su amiga, porque bien sabe que ella siempre velará por los sentimientos de Link además, ella es tan partidaria de "amar a quien te ame" como lo es Roy—, pero ¿está bien renunciar tan fácilmente a lo que sientes?
Escuchar a Peach y a Zelda debatir sobre qué parejas parecían las adecuadas había dejado de interesarle cuando, al alzar la vista a la mesa donde Ike y Link se encontraban antes charlando, los ve ahora a ambos de pie de cada lado de la mesa, con expresiones de furia en sus rostros, Link incluso con las mejillas enrojecidas de lo que pudiera interpretarse como coraje reprimido.
Apenas alcanzó a advertir a Pit de la escena cuando, antes de que alguno de los dos pudiera acercarse lo suficiente para calmar los ánimos, Link y Ike había hecho su camino saliendo cada uno por puertas opuestas del comedor, dejando su comida prácticamente intacta. ¿Qué pudiera haber pasado que perturbara así el vínculo entre ellos? Pit no podría recordar ninguna ocasión anterior en la que hubiera visto el rostro de Link tan molesto.
—¡Oh, Palutena! Por favor, no permitas que esto llegue a turbar nuestra pequeña paz.
Y aquí termina el capitulo 1.
¿Qué les pareció? ¿Valdría la pena continuarlo? ¡Sus reviews son importantes! (soné a comercial barato...) De cualquier forma, espero poder leer que opinan, acepto toda clase de... sugerencias, amenazas, regaños, tomatazos, etc.
Espero les haya gustado, aguardaré con ansias por sus comentarios.
Y especiales gracias a .Morderet. y Caty6530 por sus reviews en mi fic anterior y por animarme con ellos a escribir este que es mi segundo fic del Smash. También gracias a mi queridísimo Beta: Falco Lombardi, por tenerme tanta paciencia con este fic, ayudándome a corregir los errores de ortografía y demás. Y claro, gracias a todos ustedes por leer.
