Aquí está la nueva historia de la que avisé en mis otros dos fics.
Como dije, es un crossover de DBZ y Fairy Tail. No quiero haceros mucho spoiler de la historia, así que sólo añadiré que espero que os guste.
"Hablar"
'Pensar'
Cambio de lugar/tiempo
"Comunicación telepática"
Prólogo
"Aikon… Aikon, despierta…"- decía una voz suave.
"Mmm… 5 minutos más…"- respondió otra, claramente somnolienta.
Como respuesta, se escuchó una risilla en la habitación. "No puede ser, cariño. Llegarás tarde a la escuela si duermes más"
"*suspiro*… ya voy, mamá"- concedió al fin el sujeto, identificado como Aikon, mientras se levantaba.
Aikon y sus padres vivían juntos en un pequeño planeta relativamente lejano a la posición que ocupaba el Planeta Vegeta… antes de ser destruido por Freezer. Cuando Bardock llegó malherido para avisar de los planes del Emperador del Universo, hubo un reducido grupo de Saiyans que lo creyó, pero sabían perfectamente que siendo tan pocos, jamás podrían acabar con el poderoso Freezer, así que tomaron la decisión lógica y huyeron lo más lejos posible, instalándose en un pequeño planeta al que llamaron Vejovis. Ahora, habían montado una pequeña sociedad con los 80 o 90 que eran en total. Aikon era un niño de 13 años, que apenas era un recién nacido cuando su planeta natal voló por los aires. Tenía el pelo negro, corto y erizado. La característica que más lo diferenciaba de su raza eran sus ojos, tan rojos como la sangre.
"Buenos días, papá"- saludó el joven Saiyan al llegar a la cocina y encontrarse a su padre terminando de desayunar.
"Buenos días, hijo. ¿Has dormido bien?"- preguntó.
"Sí. ¿Te vas ya?"- algo triste. Con los horarios del uno y el otro, casi nunca coincidía con su padre en casa.
"Así es"- levantándose y poniéndose su armadura. Justo antes de salir, se dio cuenta de la expresión en la cara de su hijo. "No te preocupes, Aikon. Hoy me tomaré la tarde libre, así que podemos salir a entrenar juntos"- comentó alegre, poniendo una sonrisa en la cara de su hijo. Jinjer, el padre de Aikon, era uno de los Saiyans más poderosos de entre los supervivientes. Por lo tanto, solía estar casi siempre de misión como mercenario para ganar dinero, pero cuando estaba en casa, ayudaba a su hijo a entrenar. Al igual que Aikon, tenía los ojos rojos.
"Buena suerte en el trabajo"- dijo Cabba, madre de Aikon y esposa de Jinjer, mientras le daba un rápido beso a su marido.
"No te preocupes, no me pasará nada"- respondió él, saliendo de la casa y empezando a volar a toda velocidad hacia el bar más cercano. En esta nueva sociedad, las misiones se tomaban directamente de los bares, así que no era raro ver reunirse a los equipos ahí para tomar algo antes de coger una misión.
"Venga, Aikon, que al final se te va a hacer tarde de verdad"- le dijo su madre mientras empezaba a lavar los platos sucios tarareando una canción.
"Ya voy, ya voy. Adiós"- abriendo la puerta.
"¿No se te olvida nada, jovencito?"- con tono de regaño.
"Ah, es verdad"- volviendo a toda velocidad y dándole un beso en la mejilla a su madre. "Te quiero"
"Y yo a ti. Ahora date prisa"- acariciándole rápidamente el rostro con su cola.
En la puerta de la escuela
"Has estado a punto de llegar tarde otra vez"- regañó una chica al ver llegar a Aikon volando.
"Por Dios, Kolra, tómate la vida con más calma. Ni siquiera he llegado tarde y me estás echando la bronca"- se defendió él, aterrizando a su lado. Kolra era la mejor amiga de Aikon, y tenía los ojos negros y el pelo castaño suave.
"Eres el hijo de uno de nuestros mejores guerreros. Deberías entrar el primero y salir el último"- continuó, mientras los dos caminaban al campo de entrenamiento. La escuela consistía en un gran campo de entrenamiento en el que los instructores les enseñaban a combatir como un auténtico guerrero Saiyan. De los demás aspectos de la enseñanza se ocupaban los padres… si querían.
"Lo que tú digas…"- distraído, viendo de lejos al resto de su grupo de amigos. Elery, un chico alto y fuerte, estaba hablando con Kassava, una chica rubia un año menor que el resto del grupo, mientras Cado, un peliazul con gafas, leía un libro en silencio. Cuando llegaron con ellos, Kolra fue a hacerle compañía a Cado, mientras que Aikon se dispuso a entablar conversación con sus otros dos amigos, haciendo que el peliazul soltase un suspiro que sonaba casi desesperado.
"¿Tanto le cuesta ver que querían intimidad para hacer avances en su relación no-oficial?"- preguntó, casi retóricamente, mientras veía de reojo a su sonriente amigo hablar como si nada.
"Pues parece que sí, aunque de la forma que tú lo dices también le quitas romanticismo al asunto"- comentó su acompañante.
"¿Romanticismo? Apenas tienen trece y doce años respectivamente"- pasando una hoja.
"Dicen que el amor no tiene edad"- fijándose en la expresión ligeramente frustrada que tenía Elery por ser interrumpido.
"No te tenía por una romántica, Kolra-san"- sin inmutarse.
"Porque no lo soy, pero eso no quiere decir que sea tan estúpida en ese sentido como Aikon. Se lo he intentado explicar un par de veces, pero no le entra en la cabeza que un Saiyan pueda tomar un interés especial en otro si no es porque quiere combatirlo"- echándole un vistazo al título del libro que leía su amigo. La Leyenda del Súper Saiyan. 'Ya está otra vez con ese libro… aunque claro, ¿quién no va a soñar con que un Saiyan de corazón puro se convierta en un súper guerrero y acabe con Freezer? Así podríamos salir de una vez de este rocoso planeta y buscar uno mejor en el que instalarnos'- pensó.
"Y a su vez, no entiende como alguien puede querer combatir contra alguien más débil. Debe ser frustrante para ti, ¿no?"- cerrando su libro.
"¿Para mí?"- genuinamente sorprendida.
"¿Acaso no te gusta Aikon?"- levantando una ceja.
"¿Qué dices? Para nada. Lo veo más bien como un tonto e impulsivo hermanito pequeño"- sonriendo.
"Vaya… mi deducción era errónea"- sin darle más importancia. Fue ese el momento en el que llegó el instructor y dio comienzo a la clase.
Por la noche
"Aikon, cariño… vete a dormir. Tu padre no va a venir"- dijo Cabba, que veía como a altas horas de la noche, su hijo seguía esperando la llegada de su padre con la armadura Saiyan puesta.
"¡No! ¡El me lo prometió!"- exclamó el frustrado y triste niño.
"*suspiro*… bueno, puedes quedarte un poco más, pero prométeme que te irás a la cama si no aparece en 10 minutos"
"Sí"- mintió. Su padre le había prometido que entrenaría con él, y estaba dispuesto a esperar su regreso toda la noche. Con eso, su madre se fue a su habitación y lo dejó solo.
04:00 AM
'Papá… ¿dónde estás…? Me lo prometiste…'- pensaba el somnoliento Aikon, que tiraba de fuerza de voluntad para no quedarse dormido. Justo cuando estaba a punto de rendirse, vio un fogonazo seguido de un ruido a lo lejos. Curioso, se asomó por la ventana y pudo ver fuego y humo saliendo de una casa. '¿Qué ha pasado ahí?'- pensó, pero una segunda explosión en una casa diferente lo sacó de sus pensamientos. 'No puede ser casualidad'- corriendo hacia la puerta. Una vez fuera, voló a toda velocidad hasta el lugar del que estaban surgiendo las explosiones y descubrió su causa… ¡estaban siendo atacados!
"¡Morid, monos estúpidos!"- gritaban varios soldados mientras corrían por la ciudad, despertando a los Saiyans y sembrando el caos.
Casas ardiendo, edificios en ruinas, cadáveres mutilados y cientos de soldados arrasando todo lo que encontraban era el panorama frente al joven. 'Malditos… ¡acabaré con ellos!'- pensaba el iracundo Aikon mientras se lanzaba a la carga. No tardó demasiado en llegar a la posición de tres soldados que se preparaban para entrar en una casa. "¡Vosotros! ¿¡Quiénes os creéis que sois!?"- exclamó.
El grito llamó la atención de los soldados, que giraron sus cabezas para verlo. "¿Hm? Anda, otro monito"- dijo uno, apuntándole directamente a la cabeza con su arma. El pelinegro no hizo ningún amago de quitarse cuando le disparó, y justo cuando iba a recibir el disparo, lo desvió con un golpe de su mano. "¿¡Qué!?"- atónito.
Sin darle un segundo para pensar, el Saiyan cargó contra él, dándole un fuerte cabezazo en la frente que lo dejó aturdido para después agarrarle la cabeza y partirle el cuello. "Uno menos, quedan dos"- con una expresión sombría.
"Esos ojos… son como los de ese Saiyan molesto que nos encontramos viniendo hacia aquí. Acabó él solo con doce soldados. Tuvo que acudir el mismísimo Freezer para abatirlo"- dijo uno, recordando la pelea contra el equipo de Jinjer.
Lo que dijo provocó que Aikon quedase en shock. 'Papá… ¿muerto?'
Viendo al niño que hace unos instantes parecía dispuesto a matarlos sumido en sus pensamientos, uno de los soldados lo inmovilizó desde atrás y el otro empezó a golpearlo. "¿Ahora qué, niñato? ¿Te sentiste bien al matar a nuestro compañero? ¿¡Por qué no vas a hacerle compañía al infierno!?"- mientras lo golpeaba una y otra vez, sacándolo por fin de su estupor.
Cuando iba a darle otro golpe, el Saiyan apartó rápidamente la cabeza, consiguiendo que el puño del soldado impactase con la cara de su compañero. Aprovechando la pequeña confusión, le dio un cabezazo en la cara a su captor, liberándose de él, y puso tierra de por medio. A continuación, lo remató con una ráfaga de ki roja lanzada con las dos manos tan poderosa que lo desintegró. El tercer y último soldado se lanzó a por él, sorprendiéndolo con su velocidad y dándole un rodillazo en el estómago, que le hizo escupir un poco de sangre. Recomponiéndose rápidamente, Aikon bloqueó un puñetazo a la mandíbula y giró su brazo hasta escuchar el crujido que indicaba que lo había roto. Ignorando el grito de dolor del soldado, le aplicó un candado al cuello y no lo soltó antes de estar completamente seguro de que se había ahogado. Al terminar, estaba sangrando del labio y ligeramente de la nariz. 'Joder… y eso que sólo eran tres…'- pensó. 'Bueno, culpa mía por distraerme'- añadió al instante. Cuando levantó la vista, pudo ver que toda la ciudad estaba en llamas. En ese momento, sus ojos se abrieron como platos ante una posibilidad en la que no había caído. '¡Mamá!'- pensó antes de salir disparado.
Casa de Aikon
El Saiyan pelinegro aterrizó frente a su hogar y entró en pánico al ver la puerta destrozada. Sin perder un instante, ingresó en la casa y empezó a buscar frenéticamente a su madre. "¡Mamá! ¡Mamá, ¿dónde estás?!"- gritaba recorriendo toda la casa. Justo cuando estaba a punto de rendirse y romper a llorar, sintió como unos cálidos brazos lo envolvían desde atrás y se giró rápidamente, encontrándose por fin frente a frente con Cabba.
"Tranquilo, Aikon, estoy bien, pero no hagas ruido"- susurró tranquilizadoramente mientras le acariciaba el pelo y su hijo le devolvía el abrazo, conteniendo las lágrimas a duras penas. Viendo que no se calmaba, volvió a hablar. "¿Acaso te olvidas de que antes de retirarme para cuidarte yo era una guerrera de élite? Hará falta mucho más que dos soldados debiluchos para acabar conmigo"- dijo con una sonrisa.
"Pero papá también era un soldado de élite y… ellos… me dijeron que…"- con la voz quebrada.
"Lo sé"- interrumpió, con una sonrisa triste en la cara. "Pero ahora no es el momento para pensar en eso. Debemos salir de este planeta"- soltándolo y levantándose.
"¿De qué hablas?"- frotándose los ojos. "Ahora que todos están despiertos es cuestión de tiempo que acabemos con ellos"
Cabba sintió un ligero escalofrío antes de contestar. "Los soldados que entraron aquí me dijeron antes de morir que no saldríamos con vida… porque Freezer ha venido a supervisar el ataque e intervenir si es necesario"
"L-Lo sé. Dijeron que él mató a papá"- con la cabeza gacha y los puños apretados.
"Así es"- acariciándole la mejilla tranquilizadoramente, lo cual no parecía surtir mucho efecto.
"Mamá… acabemos con Freezer"- dijo él, mirándola con fuego en sus ojos.
Entendiendo al instante la gravedad de la situación, Cabba supo que no podía afrontar este tema con la pasividad y dulzura que la caracterizaban a la hora de solucionar problemas, así que se puso de pie frente a su hijo. "Escúchame, y escúchame atentamente porque no pienso repetirlo. No vamos a luchar con Freezer. Fin de la discusión"- con voz autoritaria.
"¿¡Por qué!?"- indignado. "¿¡Es que no te importa lo que ese monstruo ha hecho durante tanto tiempo con nuestra raza!? ¿¡Es que no te importa que provocase la muerte de papá!?"
"¡Silencio!"- gritó, intimidando a Aikon. "Claro que me gustaría matarlo… ¡pero ni tu padre pudo, ni yo puedo, ni tú podrás!"- con lágrimas a punto de caer de sus ojos. "¿¡Crees que tus abuelos, por ejemplo, no querían acabar con Freezer!? ¡Claro que querían, pero no lo intentaron porque sabían que era perder el tiempo!"
"… que ellos fuesen una vergüenza para los Saiyans no quiere decir que todos sus descendientes debamos serlo"- dijo con la cabeza gacha.
"¿¡Perdón!?"- entre deprimida y furiosa.
"Todos morimos en algún momento, pero hay formas y formas de morir. Puedes hacerlo huyendo como un cobarde o puedes hacerlo como papá, luchando por lo que quieres hasta el final"- levantando la cabeza, mostrando sus ojos llenos de determinación.
"No se trata de morir como un héroe, Aikon, se trata de vivir y ser feliz"- sin retroceder ni un centímetro.
"¿Y cuál es tu definición de felicidad? ¿Seguir huyendo toda tu vida hasta que Freezer te cace? Por supuesto que no se trata de morir como un héroe, ni tampoco de vivir como un cobarde... se trata de vivir sin arrepentimientos, y morir acabando con 12 soldados me parece mucho más digno que vivir huyendo de la batalla. Hay dos clases de personas a la hora de afrontar un problema, la que no lo intenta diciendo que es imposible y la que va con todo y lo comprueba. Yo sé cuál quiero ser… ¿lo sabes tú, mamá?"- marchándose a toda velocidad sin esperar una respuesta, dejando a su madre absorta en sus pensamientos.
'Jinjer… se parece tanto a ti…'
Con Aikon
'Debo darme prisa y salvarlos a todos'- pensaba Aikon mientras forzaba a su cuerpo a ir aún más rápido con la única intención de lograr salvar a sus amigos. Su primer objetivo era el orfanato, en el que vivían Elery y Cado. Por el camino se dedicó a lanzar ondas de ki a casi todos los soldados que veía. Algunas no sirvieron absolutamente para nada, pero otras provocaron una distracción que permitió al Saiyan que estaba luchando con el soldado rematarlo. Siguió volando unos minutos hasta que llegó a las puertas del orfanato, en las que se encontró a Elery manteniendo a raya a un soldado mientras Cado le lanzaba ataques de larga distancia. "¡Tú, inútil!"- llamó Aikon, consiguiendo la atención del soldado. Elery no desaprovechó la oportunidad y le dio una patada en la nuca, para que después Cado lo calcinara con una ráfaga de ki azul, que aunque no fue tan poderosa como la que utilizó antes Aikon, cumplió su papel.
"¡Aikon! ¡Me alegro de verte, amigo!"- exclamó el herido rubio.
"Sin duda has elegido el mejor momento para aparecer"- comentó Cado, ajustándose las gafas con una pequeña sonrisa en la boca.
"No hay tiempo para saludos, tenemos que actuar rápido"- dijo Aikon con una cara seria. "Evacuad a los niños del orfanato. Debéis llevarlos a las plataformas de lanzamiento y mandarlos lejos de aquí"
"¿Por qué? Hasta ahora hemos repelido a todos los soldados que han intentado atacarnos"- argumentó Elery.
"Que son…"
"¿Contando con este último?"
"Sí"
"Pues…"
"Dos"- se adelantó Cado. "Contando con ese último, que no habríamos derrotado sin tu intervención, hemos derrotado a dos"
"¡Claro que lo habríamos derrotado!"- exclamó el indignado Elery.
"No, y lo sabes"- con su cara sin emociones.
"Basta"- dijo Aikon, sin gritar pero con tono firme. "Freezer está en el planeta, y no tiene ningún problema con matar niños pequeños"- dejando en shock a sus amigos. "Evacuad el orfanato. Yo voy a buscar a las chicas"- afirmó, marchándose antes de que tuviesen oportunidad de responder.
Casa de Kassava, un par de minutos después
'Bien, parece que no han entrado'- pensó el aliviado Aikon al ver la casa de su amiga intacta. Sabiendo que el tiempo corría en su contra, echó la puerta debajo de una patada y entró a toda prisa. "¡Kassava!"- exclamó.
"¡Aikon!"- escuchó en el piso de arriba, y subió volando, literal y metafóricamente. Al llegar, vio a la chica saliendo de debajo de la cama, donde aparentemente había estado escondida.
"Kassava, ¿dónde están tus padres?"- preguntó mientras la abrazaba rápidamente.
"N-No lo sé. Me dijeron que me escondiese y que no saliese hasta que todo terminase"- temblando.
"Pues ahora yo te digo que nos vamos. Hay que evacuar el planeta antes de que sea tarde"- serio.
"V-Vale"- respondió. Normalmente, nunca cuestionaría la autoridad de sus padres, pero si alguien merecía confianza en situaciones de presión extrema, ese era Aikon.
"Sígueme. Vamos a por Kolra y después a por una nave"- dijo volando a través de la ventana.
Casa de Kolra
Al llegar a la casa de su amiga, Aikon y Kassava vieron que estaba en ruinas y ardiendo, así que se apresuraron a levantar escombros, sólo para encontrar los calcinados cadáveres de los padres de Kolra, que al parecer no despertaron a tiempo.
"Oh, Dios mío"- dijo Kassava con lágrimas en los ojos mientras se tapaba la nariz para evitar el repugnante olor de la carne calcinada.
"No es momento para relajarse. Aún podemos encontrar a Kolra"- mientras utilizaba todas sus fuerzas para quitar escombros a gran velocidad. Sin embargo, Kassava parecía haber quedado en shock.
De repente, se escuchó un ruido. Quizá era un suspiro, quizá era una respiración fuerte, quizá era un intento de llamada de auxilio, pero fuese lo que fuese, sólo podía pertenecer a una persona. "¿Kolra? ¡Kolra! ¿¡Dónde estás!?"- preguntó Aikon, buscando el origen de la voz. Tras un par de minutos, logró ver un mechón de pelo de su amiga que sobresalía de los escombros. Se apresuró a apartarlos y fue recibido por una imagen que sólo se podía definir como brutal. Kolra tenía una enorme hemorragia en el abdomen, el labio partido, le faltaba un ojo, el poco pelo que le quedaba estaba chamuscado y tenía la pierna derecha mutilada a la altura del muslo.
"A-Aikon…"- alcanzó a murmurar. Se notaba un claro malestar en su voz… y no era difícil averiguar por qué.
"No te preocupes, voy a sacarte de aquí"- dijo, preocupado por el estado de su amiga.
"K-Kolra"- murmuró/sollozó Kassava.
Aikon despejó completamente el lugar de escombros y se dispuso a recoger a Kolra. "N-No"- dijo la chica en un suspiro apenas audible.
"¿Cómo dices?"- preguntó Aikon, deseando haber escuchado mal.
"Yo… no v-voy… a salir de esta"- respondió. Lágrimas caían libremente de los ojos de Kassava desde hace unos minutos, y las palabras de su amiga sólo sirvieron para aumentar la cantidad.
"¡No digas tonterías!"- exclamó Aikon.
"Aikon… yo…"- trataba de expresarse, sabiendo que eran sus últimos momentos. "Q-Quiero que *tos* t-tengas… esto"- extendiendo su puño cerrado hacia él. "M-Me gustaría… que l-lo llevases c-cuando te conviertas… en Súper Saiyan"- abriendo la mano. En ella se encontraba un colgante, pero no uno cualquiera. Aikon no necesitaba abrir el colgante para saber lo que contenía: una foto del grupo de hace apenas un par de meses. Se la sacaron el último día de vacaciones antes de empezar el año de escuela, y Kolra la metió en ese colgante, que desde entonces llevaba en casi todo momento. Al parecer, uno de esos momentos coincidió con el que eligió el ejército de Freezer para atacar. "… al parecer eres el único que podrá cumplir esa promesa"- sonriendo levemente.
"¡Te he dicho que pares!"- gritó el pelinegro, al borde de las lágrimas por enésima vez esa noche.
Flashback
Un Aikon de 5 años estaba paseando sin rumbo fijo. Iba distraído mientras pensaba en lo que acababa de ver por la calle. 'Qué título más raro tenía el libro de ese niño peliazul… la leyenda del Súper Saiyan. Papá me dijo una vez que un súper saiyan es un guerrero increíblemente poderoso. Entonces está decidido… ¡Me convertiré en Súper Saiyan!'- pensó ilusionado. De hecho, estaba tan ilusionado que acabó chocándose con alguien por no mirar por dónde iba.
"¡Mira por dónde vas, idiota!"- chilló una voz femenina.
"¡Lo mismo te digo, baka!"- respondió Aikon levantándose rápidamente. En cuanto lo hizo, pudo ver a una niña de su misma edad, pelo castaño y ojos negros.
"¡Ha sido culpa tuya!"
"¡Porque tú lo digas!"
"¡Teme!"
"¡Baka!"
Y así siguieron durante 45 minutos.
"Bah, ¿qué se puede esperar de un simple niñato?"- preguntó retóricamente Kolra mientras empezaba a caminar de vuelta a su casa.
"Deberías mostrarle más respeto al próximo Súper Saiyan"- protestó Aikon, cortándole el paso.
Esto captó de nuevo la atención de la niña. "¿Súper Saiyan? ¿Tú? Claro que sí, campeón"- dijo con sarcasmo evidente en su voz.
"¡Ya lo verás, me convertiré en el guerrero más fuerte del Universo y acabaré con Freezer!"- exclamó él.
"¡De eso nada! ¡Yo lo haré!"- respondió con la misma convicción. "¡Seré yo la que se transforme en Súper Saiyan y derrote a Freezer! ¡Y es una promesa!"
"¿¡Ah, sí!? ¡Pues yo también lo prometo!"
Fin del flashback
"Aikon… no me queda… m-mucho tiempo"- murmuró Kolra, que se sentía más muerta que viva. "Por favor…"- acercándose al oído de su mejor amigo con sus últimas fuerzas. "… cumple nuestro sueño"- y esas fueron las últimas palabras que jamás salieron de su boca.
Durante varios minutos, ni Aikon ni Kassava fueron capaces de moverse. El pelinegro mantenía el cadáver de su mejor amiga abrazado mientras sentía cómo, lentamente, el calor lo abandonaba. Kassava, sencillamente, lloraba desconsolada. "A-Aikon…"- murmuró al fin. "Kolra…"
"Lo sé…"- interrumpió él, empezando a levantarse. "… y si no nos movemos deprisa, toda nuestra raza acabará igual. Vamos"- soltando el cuerpo sin vida de Kolra, al tiempo que se ponía su nuevo colgante.
"P-Pero…"
"No hay peros, Kassava. En marcha"- echando a volar, seguido de su amiga.
Estación de lanzamiento
Elery y Cado seguían haciendo lo posible por controlar a los nerviosos niños (y no tan niños) mientras los hacían subir a la única nave que quedaba intacta cuando llegaron Aikon y Kassava. "Qué bien que hayáis llegado. La evacuación está casi lista"- informó Cado, ajustándose las gafas.
"Bien"- fue la simple respuesta de Aikon, que tenía el ceño fruncido.
Antes de que nadie pudiera darse cuenta, Kassava estaba llorando en los brazos de Elery mientras balbuceaba sin sentido. "¿Qué ha pasado?"- preguntó el peliazul por lo bajini. "¿Dónde está Kolra?"- dándose cuenta de la ausencia de su amiga. Aikon se limitó a negar con la cabeza y echar un vistazo a la ciudad en ruinas. Mucha gente había muerto esa noche, pero mentiría si no dijera que los mataría mil veces a todos con tal de poder pasar unas horas más con Kolra.
'Kolra… cumpliré tu sueño… nuestro sueño'- recordando las últimas palabras de su mejor amiga.
"¡Aikon!"- exclamó Elery, sacándolo de su estupor.
"¿Qué quieres?"- girándose para mirarlo.
"¡Tenemos problemas, tío! ¡Freezer viene hacia aquí!"
"No deberías haber gritado eso"- dijo, tan calmado como lo había estado desde que llegó.
"Y, ¿por qué no?"- preguntó, pero su respuesta vino cuando todos los que lo habían oído comenzaron a gritar y huir despavoridos.
"Por eso. ¿Por dónde viene?"
"Se acerca a gran velocidad desde el norte"- informó.
"Muy bien. Tranquilizad a las masas y subíos a esa nave, yo os conseguiré todo el tiempo que pueda"- con rostro serio.
"¿¡Qué!? ¡Te matará en segundos!"- exclamó el rubio, que aún no había soltado a Kassava.
"Relájate, no tengo pensado morir hoy, Elery. Ahora haced lo que os he dicho. Ah, y poned la nave en modo sigilo. Así hará mucho menos ruido al despegar"- con voz autoritaria.
"D-De acuerdo"- respondió mientras veía al más fuerte de su grupo partir hacia una misión suicida.
A 300 metros de la estación de lanzamiento
Freezer no estaba nada contento. No sólo había tenido que acabar personalmente con un sucio Saiyan, sino que ahora había sido informado de que la estación de lanzamiento aún no había sido destruida. Al parecer, los tres soldados que iban a hacerlo fueron asesinados… por un niño. '¡Mis soldados derrotados por un niño! ¿¡Qué clase de sinsentido es este!?'- pensaba el iracundo emperador mientras seguía su camino. Continuó unos metros hasta que vio una figura cortándole el paso.
"Te esperaba"- dijo. El dueño de esa voz no era otro que Aikon.
Normalmente, Freezer habría acabado sin más con él, pero algo le decía que este no era un crío normal y corriente. Su mirada… prometía dolor. "¿Ah, sí? Y, ¿se puede saber por qué?"
"Tú mataste a mi padre y provocaste la muerte de mi mejor amiga. Ahora, soy yo el que te matará, aquí y ahora"- poniéndose en posición de batalla.
"No me digas"- divertido. Fue entonces cuando se fijó en el color de sus ojos y recordó dónde los había visto antes. "Tu padre… ¿ese Saiyan molesto que acabó con 12 de mis soldados era tu padre? Vaya, vaya…"- murmuró. "… está bien. Pelearé contigo. Eso sí, no tengo intención de usar todo mi poder"- bajándose al fin de su silla flotante.
Antes de que tocase el suelo, Aikon se lanzó a toda velocidad contra él para pillarlo por sorpresa. Bueno… lo que para él era a toda velocidad. Para Freezer no iba más rápido que una tortuga. A pesar de ello, no se apartó. Justo cuando el puño de Aikon iba a impactar con su rostro, Freezer desapareció de su vista. "¿¡Qué!? ¿¡Dónde…!?"- se preguntaba el Saiyan, pero fue interrumpido por un brutal golpe en la espalda, que lo mandó volando contra un edificio cercano.
"Tendrás que ser mucho más rápido si quieres tocarme"- se burló. Entonces, sintió como se acumulaba una gran cantidad de energía desde dentro del polvo que cubría a Aikon tras el impacto. "Oh, por favor…"- sacudiendo la cabeza. Segundos después, el joven lanzó una gran ráfaga de ki rojo, que le habría causado algún daño a su oponente… si hubiera seguido ahí.
"¿Le he dado?"- se preguntó a sí mismo, saliendo por fin de la cortina de polvo que lo ocultaba.
"¿Tú que crees?"- preguntó una voz demasiado familiar desde arriba. Al levantar la cabeza, sólo pudo ver el codo de Freezer a escasos centímetros de su rostro, justo antes de que hiciera impacto. Lo siguiente que supo es que había caído al suelo y tenía la nariz rota, aunque aún no sabe si por el golpe o por la caída. Tampoco es que importara demasiado.
'M-Mierda'- pensó mientras se levantaba lentamente y con dificultades. Pero algo llamó su atención de repente, casi como un rayo de esperanza… y es que si el oído no le había jugado una mala pasada, Elery y Cado acababan de poner en marcha la nave, pero Freezer no parecía haberse dado cuenta. 'La nave aún no ha despegado… tengo que conseguir un poco más más tiempo… aunque lo gracioso será tener que escapar después'
"¿Ya estás cansado? Esperaba… más"- dijo el protagonista de las pesadillas de todos los Saiyans con burla.
"¿Sabes? Para ser tan pequeño, tienes una boca muy grande"- limpiándose la sangre que tenía en la cara.
"Sí. También tengo fuerza más que de sobra para respaldar lo que digo"- manteniendo su imborrable e irritante sonrisa.
"Tarde o temprano aparecerá alguien más fuerte que tú, Freezer, y entonces te arrepentirás de tener unos soldados que sólo te obedecen por miedo"- serio y algo nervioso. 'Un poco más…'
"Oh, venga ya. El único motivo por el que uso a mis soldados es para no mancharme las manos, y hoy no han valido ni para eso"- soltando un suspiro de resignación.
"Nadie puede ganar siempre sin ayuda"- mientras veía de reojo cómo la nave ascendía a espaldas de Freezer.
"Nadie salvo yo. Por eso yo soy el Emperador del Universo y tú eres… lo que quiera que seas"- haciendo un gesto despectivo con la mano.
"¿Quién te crees que eres? ¿Un Dios?"- furioso.
"Un Dios, ¿eh? No suena mal. No sé si cumpliré tus estándares divinos, pero sí sé una cosa… soy mucho más de lo que tú te crees. Por ejemplo, estás completamente seguro de que eres el único que ha oído despegar la nave, y, sin embargo…"- cargando una bola de ki de tamaño considerable y viendo como Aikon palidecía de golpe. "… no es así"- lanzando la bola a sus espaldas, sin ni siquiera mirar. No lo necesitaba para saber que acertaría, y la enorme explosión que inmediatamente se oyó a kilómetros a la redonda no hizo sino confirmar lo que ya sabía: la nave había sido destruida, y con ella las decenas de Saiyans que viajaban dentro.
"N-No…"- murmuró Aikon viendo con lágrimas en los ojos cómo caían los restos de la nave… y de sus pasajeros.
"¡Siempre me han gustado los fuegos artificiales! ¡Jajajajaja!"- se desternillaba Freezer. Por si fuera poco, como una broma cruel del Universo, aterrizó de repente una cabeza frente a Aikon… la cabeza de Kassava. Lo peor de todo era que estaba casi intacta, y se podía ver perfectamente la mueca de terror que puso segundos antes de morir. Hasta aquí llegó el aguante del Saiyan, que cayó sobre sus rodillas y comenzó a llorar como lo que en el fondo era… un niño. "¿¡Creías que podrías engañarme a mí!? ¡Jajajajaja!"- seguía el responsable de la masacre. Pasaron los minutos y al fin logró controlar su risa. Alzó la mirada y comprobó que Aikon seguía llorando desconsolado. "Bueno, chaval. Tengo que reconocer que fuiste valiente, así que te haré un último favor… te mandaré con tus amiguitos"- con una sonrisa siniestra, mientras extendía el brazo derecho hacia él. "Hasta nunca"- dijo justo antes de disparar el Rayo Mortal. Sin embargo, este nunca alcanzó su objetivo, ya que Aikon… desapareció. "¿¡Qué!? ¿¡Cómo es posible!?"- gritó histérico, buscando con la mirada a su oponente.
A 100 metros de ahí
Cabba volaba a toda velocidad con su hijo en brazos. No por nada era uno de los seres más rápidos del Universo. Había aparecido en el último segundo para salvarlo del ataque de Freezer, y ahora buscaba poner tierra de por medio lo más rápido posible. Minutos después, aterrizó sobre una plaza, obviamente desierta, pero parcialmente libre de escombros. "Aquí valdrá"- murmuró, dejando a Aikon sobre el suelo. "Aikon"- llamó, viendo que seguía llorando mucho. "Aikon, no te imaginas cuánto me gustaría dejarte sacarlo todo, pero ahora no hay tiempo. Necesito que te calmes. Hazlo por mami, ¿vale?"- pidió, tratando de tranquilizarlo, lo que aparentemente funcionó. "Buen chico. Ahora escúchame, ¿de acuerdo?"
"S-Sí"- sollozando ligeramente.
"Muy bien. ¿Recuerdas que cuando eras pequeño, yo hacía un truco de magia con el que transportaba cosas de un lugar a otro sin tocarlas?"- preguntó. Al verlo asentir levemente, continuó. "Pues estoy a punto de hacer eso mismo… contigo"
"¿C-Cómo?"- confuso.
"Voy a mandarte al planeta en el que aprendí a hacer eso. Se llama Tierra y está lo bastante lejos como para que, con un poco de suerte, Freezer no te encuentre jamás"- informó lo más calmada que pudo.
"P-Pero… ¿y tú qué?"- preguntó mirándola a los ojos.
Como respuesta, Cabba se limitó a abrazarlo… y la verdad es que no hacían falta palabras. "Aikon, quiero que siempre tengas presente que nada de lo que ha pasado hoy es culpa tuya, absolutamente nada. Eres un orgullo y una inspiración para mí, y no dudes que tu padre te diría exactamente lo mismo"- soltándolo al fin. Cuando se oyó el sonido de ligeras explosiones cerca, ambos supieron que su tiempo juntos se acababa. "Ponte en el centro de la plaza"- ordenó. Al verlo colocado, empezó a formular el hechizo, aunque a Aikon todo lo que decía le sonaba a chino. Cuando terminó, un gran círculo blanco con extraños símbolos en su interior se formó bajo los pies del pequeño, y comenzó a brillar con cada vez más fuerza. "Hijo mío… te quiero"- murmuró mientras lágrimas caían de sus ojos. "Por favor, vive y sé feliz. Mientras lo hagas, nuestra raza no morirá"- escuchando cómo Freezer, y con él su muerte, se acercaban a pasos agigantados.
"Mamá…"- con un nudo en la garganta. "… te quiero con la fuerza de diez Súper Saiyans"- fue lo último que logró decir antes de que la luz lo consumiese por completo.
Y así, Aikon llegó a la Tierra, donde le esperaban innumerables aventuras por vivir. Lo que pasó después en Vejovis, como se suele decir, es historia.
Fin del prólogo
Y, sin más, aquí está la nueva historia. La idea del crossover entre DBZ y Fairy Tail me gustaba demasiado como para dejarla pasar, y espero que vosotros opinéis lo mismo. Eso sí, debéis tener una cosa clara: las batallas entre personajes de Dragon Ball y Fairy Tail serán igualadas (siempre que el nivel de los combatientes sea parecido, claro). No habrá nada de "te gano sin sudar porque soy un saiyan y tú un simple humano". Creo que es lo mejor para el desarrollo de la historia y para que no se haga repetitiva enseguida.
Para mis lectores habituales: sé que llevo MUCHÍSIMO tiempo sin subir nada, y no pienso poner excusas. Han habido circunstancias que podían retrasarme, pero no tantísimo tiempo. Para compensarlo, en menos de una semana habrá nuevo capítulo. De "El prodigio de Akatsuki" para ser más exactos, y desde entonces intentaré actualizar al menos una historia al mes. Sé que no es mucho, pero desde luego es mejor que estar tres meses sin subir nada.
Recordad que siempre espero vuestras opiniones acerca del capítulo o de mí como escritor.
Muchas gracias por darle una oportunidad a mi historia.
Adiós.
