Disclaimers: Naruto no me pertenece es propiedad de M. Kishimoto. Solo la historia es de mi autoría.

Espero que disfruten de la lectura.


Plenilunio

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La esfera que ilumina sus caminos –caminos que están completamente separados, en diferente dirección; avanzando cada uno por senderos opuestos– sigue siendo la misma de cada noche. Hoy la misma de aquella tan significativa para ambos jóvenes, la fase lunar que los observó en silencio, vio el recorrido de las lágrimas verdaderas por el rostro de la chica. Al igual que las mentiras y la desesperación contenidas en el chico. Fue quien oyó el amor puro e inocente, que la muchacha gritaba al aire aquella fría velada, intentando vanamente hacer comprender al chico, la inmensidad de tal sentimiento. Fue quien notó el dolor que atravesaba al joven, al alejarse de aquel cuento de felicidad que la chica le ofrecía, obligándose a terminar con la historia de amor, antes de que ésta siquiera comience.

Tres años han transcurrido en las vidas de aquellos jóvenes.

Él nunca regresó a su aldea natal; su ambición de poder, su sed de venganza, fueron más fuertes. Más importantes que su felicidad a la hora de decidir. La semilla de odio, sembrada por su hermano mayor cuando él era muy pequeño, se había transformado en una enorme raíz, que oprimía y teñía de negro su dañado y vulnerable corazón.

Ella dio todo de sí misma para que él se quedara. Comprendió que sus lágrimas y el amor que poseía no bastaban para detener al chico de ojos desolados. Decidió no quedarse de brazos cruzados, no quería seguir siendo la débil que era, mirando siempre la espalda de los demás avanzar por delante de ella. Entrenó cada día con constancia y esfuerzo, teniendo paciencia, y alegrándose por cada paso bien que daba en su entrenamiento. Para la próxima vez que se encontraran cara a cara, se había prometido que no sería la que portara la etiqueta de molestia, ni sería una carga para nadie. Prometió que lo salvaría con su propia fuerza de las garras del sufrimiento.

Tanto el chico de cabellos alborotados de color azabache, como la chica de melena suave y exóticamente rosa, avanzaron por los caminos que escogieron. Fijando sus metas; maduraron en mentalidad, y los sentimientos que albergaban, se intensificaron sin poder hacer nada al respecto.

La luna se hacia presente en lo más alto del oscuro firmamento, llamando la atención con su tamaño y brillante luminosidad. Captando al mismo tiempo las miradas profundas de dos jóvenes.

Una de las miradas provenía desde una amena y tranquila aldea, cubierta por millones de hojas vivazmente verdes. La mirada era jade; destilaba firmeza y esperanza, pero por momentos surcaba la melancolía, dejando matices de su esencia en ella.

Era tarde, el silencio era palpable. La joven estaba sola, reposando su cuerpo en la ventana de su habitación. La cual estaba en penumbras, iluminada sólo por la luz que se colaba de afuera, al igual que el aire fresco que acariciaba su rostro y meneaba sus cortos cabellos en sincronía.

Los recuerdos habían empapado su mente durante todo el día, haciendo que tropiece con una conocida situación, con un cruel silencio que aún la afectaba y demasiadas lágrimas que deseaba borrar, pero que ya había derramado.

—Han pasado tres años y aún no lo superas… Eres patética, Sakura. — Se susurró a sí misma con la voz entrecortada.

Su estado de ánimo no era el mejor de todos, pero valía destacar que cada año sobrellevaba con más valor aquel triste aniversario, aquel –lleno de dolor e impotencia– día.

—Realmente no importa cómo me vea o cómo me sienta, al final si grito, lloro o solo hablo, seré la única en notarlo esta vez. —Volvió a hablar escasos minutos después. —Al principio quise entrenar y hacerme fuerte sólo por ti, pero me di cuenta que también lo hacía por mí, por hallarme y tener el valor de afrontar la vida por mi cuenta. —Declaró a la nada. —No voy a negar que intenté alejarte de mi vida, de en serio que fue como querer cumplir con éxitos y honores una misión de clase S sólo por mi cuenta, algo imposible. —Rió con un deje de ironía. —Me di cuenta que nunca lo lograría, por que era lo que hacía sentirme completa. Amarte me da satisfacción, a pesar de que el sentimiento no es reciproco. El sólo amarte me llena.

La tristeza se hizo presente en forma corpórea, no había quien impidiera que salgan las gotas, que se deslizaban tranquilamente por las mejillas de Sakura. Poco le importaba eso a la joven a esas instancias; la luna sería nuevamente el único testigo de su dolor, sabía que el secreto estaría bien guardado.

Inhalo aire y lo soltó con serenidad, para continuar con su descarga sentimental. Sería egoísta de su parte fingir que ya no sentía absolutamente nada por él, cuando en realidad, su amor no decayó nunca, sino que se fue incrementando. Sería tremendamente injusto que le diera su amor a otro hombre, cuando era consciente de que eso le haría daño, y no solamente a ella. Estaría escogiendo esa decisión para sacarlo de una vez por todas de su corazón y de su mente, y aún así sabiendo que fracasaría en el intento. No era sano, no era una buena elección ni para ella ni para la otra persona.

—Estaría actuando incorrectamente, no te estaría dañando a ti, estaría rasgando mi propio interior con esa desesperada acción. — Confesó a la noche, secando el rastro de lágrimas de sus mejillas con torpeza. Lo que menos quería era tirarse ella misma al abismo. —No importa si tú nunca llegas a amarme, nunca dejaré de hacerlo yo. Darte mi amor me da alegría, me hace sentir bien a pesar de que tú me sigues rechazando una y otra vez. —Los recuerdos de una niña vociferando su amor a los cuatro vientos pasó por su mente. —Puede sonar irracional pero prefiero darte todo de mí a ti, que entregárselo a una persona incorrecta. Que al sólo mirarlo me produzca una terrible amargura.

Se levantó del sitio donde se encontraba sentada y prosiguió a cerrar las ventanas. Por la mañana le tocaba trabajar en el hospital y a su maestra no le agradaría que llegara tarde por no haber dormido bien. Admiró la belleza de la luna una vez más, contempló la natural luz que destilaba, la magia que le brindaba al cielo con su presencia. Era una vista más que hermosa.

—Que estemos juntos es mi meta, el desafío que tomé, cueste lo que me cueste, aunque sólo estemos unidos como el equipo que fuimos de niños. —Declaró, mirando con profundidad y decisión en sus ojos, al plenilunio que llenaba el espacio negro. —Sasuke-kun voy rescatarte de la maldad que te esta absorbiendo, lo prometo.

ººº

La luna contiene magia, esos pequeños faros que destilan en la más abrasadora oscuridad. Esa luz es provocada por las profundas miradas, que lanzan las personas a la gran roca que se halla en el espacio. Todas esas ventanas del alma, envían sus más fuertes sentimientos a la luna, a aquella que fue acumulando a lo largo de los años, magia en su interior. Ahora ha tomado la fase de plenilunio.

Sabía demasiado bien que fecha era ese día, aunque todos creyeran que era un indiferente, hacia todo lo que no sea su venganza o entrenar para obtener el poder que deseaba. Esos números del calendario habían quedado marcados como fuego sobre la piel en su mente.

Se encontraba a unos kilómetros de la guarida, donde se alojaban por el momento con Orochimaru. Era el mismo lugar donde se encontraba entrenando en la tarde, cansado de estar encerrado en aquellas cuatro paredes, a veces, sinceramente se tornaba una asfixiante cueva. Necesita respirar aire puro y despejar su mente que había estado maquinado durante el trascurso de las horas; a partir desde el alba.

Después de aquellos dos años con diferente apariencia, hoy aparecía nuevamente con aquella fase que fue participe de una declaración y también de una partida como respuesta. Tres años sin deshacerse de la inminente molestia que lo acechaba, aún estando a miles de metros de distancia.

La vida era tan irónica, cuando tuvo las mil y una oportunidades de contemplar su esmeralda mirada y disfrutar de las sonrisas que le regalaba, nunca lo hizo. Por razones que por un tiempo había despojado, guardándolas en el olvido, y resurgiendo con una brutal fuerza en un determinado punto. Tuvo que marcharse, había malgastado su tiempo. Su verdadera meta, su objetivo por el cual vivía, estaba muy lejos de Konoha. Muy lejos de cada uno de ellos, demasiado lejos de ella. Decidió abandonar la aldea para llegar a cumplir su propósito. Eran veces como estas que lamentaba no tener la oportunidad a su alcance; la distancia se lo impedía, y él era el único culpable de no poder perderse en los orbes que le transmitían esperanza, y las sonrisas alegres, que tantas veces lo llenó de un sentimiento inigualable, de una reconfortable sensación de calor.

—Sigo bendiciendo la maldición de estar enamorado de ti… Mi apreciada molestia. —Declaró a la presencia que lo observaba estática desde arriba. —No malinterpretes mis palabras, no odio amarte, lo que detesto es el hecho de no poder dejar de hacerlo. De no poder dejar de dañarte por mantener aún intacto en mi interior este sentimiento, este sentimiento que sé que presientes y por el cual aún creo que sigues peleando. Soy un monstruo por no hacer más que lastimarte con mis acciones, y también con mis palabras cuando estas cerca de mí. Sé que aunque no lo desee, lo volveré hacer. —Suspiró resignado, pronunciándose en su rostro una sonrisa cansada. —De seguro terminarás por olvidarme; todos lo hacen a la larga o a la corta. Es mejor así, tendría que olvidarte también, arrancarte de mi ser para siempre. Cortar este lazo que nos une, que me sigue uniendo a ti. —Removió su cabello y suspiró resignado. —¿A quién engaño? Por más veces que lo intente destruir, no esta en mi poder el hacerlo, me es imposible hallar la manera. —La claridad que emanaba de la luna bañaba el afligido rostro de Sasuke.

En el desolado campo de entrenamiento, soplaba con fuerza la brisa del viento, produciendo un silbido como melodía de fondo. Rompiendo el silencio, al igual que la voz gruesa del joven.

—En estos momentos estaré sonando como un completo idiota. —Rezongó de su actitud. —Aquella noche en que me fui de la aldea… por un momento… pasó por mi mente el aceptar la propuesta… De traerte conmigo. Porque una parte de mi deseaba esa felicidad de la cual hablabas, pero la otra sabía que esa vida no me pertenecía, no era el lugar para un vengador. —Cerró sus ojos por unos instantes, disfrutando del aire que chocaba contra su níveo rostro. — En el interior sé que no te merezco; tu mereces un destino mejor del que yo alguna vez te podría llegar a brindar. Los Uchihas estamos malditos, acarreamos miseria y sangre a cada paso que damos. —Escupió aquellas palabras con verdadero asco. —Es por eso que te deje, porque tú nunca serías feliz al lado de un desertor, de un futuro y detestable asesino. —Manifestó derrotado, recostándose en la hierba donde anteriormente se hallaba sentado. —Aún así, sigo siendo un maldito que bendice la maldición de amarte en silencio, con toda su agrietada alma. Amarte me da esperanza, un escape de toda la desgracia que cargo. Eres esa molestia que impide que me pierda por completo, Sakura. —Expresó serio, sonriendo luego de medio lado y con su innata arrogancia presente.

ººº

La luna en estado de plenilunio seguiría apareciendo, tal vez, cada año en aquella fecha, tal vez, no. Pero lo que sí era seguro, era que ella estaría ahí para presenciar el destino de aquellos dos jóvenes. Sería el fiel testigo de esa historia de amor, estaría allí, en lo más alto del firmamento observando el primer abrazo, el primer beso, su primera vez, su unión al final del cuento, el cual se había comenzado a narrar, a partir de aquel primer doloroso plenilunio de despedida. Aquel no había sido más que el final de un nuevo principio por recorrer.

Una noche hace tres años presenció la desgarradora separación entre ellos; hoy presenciaba una de las más importantes confesiones que uno hace en la vida. E indudablemente, en un futuro estaría ahí, derramando su magia sobre las almas que una vez estuvieron separadas. Las cuales seguían torpemente intentando hallar el camino para encontrarse. Mientras tanto, aquel satélite cargado de amor, brillaría sólo y únicamente, para esos dos jóvenes enamorados cada año y en la misma fecha.

Hasta que el fuego se consuma y las flores se marchiten. Hasta ese entonces brillaría para ellos dos.


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[EDITADO 081818]