Fairy Tail es propiedad de Hiro Mashima.
Contaminación
Prólogo.
'Paradero desconocido.'
Leyó y se desesperó más que nunca, la cual podría notarse a kilómetros de distancia gracias a su palidez, y también, como se arrancaba los pelos rubios.
"Tenía miedo… mucho miedo."
—Deja de juguetear, Michelle…—masculló mordiendo su labios inferior—, sabes que estas bromas nunca fueron de mi gusto…
"Michelle, menuda idiota…"
Convencerse.
Sí, eso era lo que tenía que hacer. Convencerse de que Michelle le hacía una de esas bromas crueles.
Recordó de nueva cuenta cuando paso eso. Un gemido de dolor salió de tus labios y los ojos se cristalizaron. Bien, según como estaba sintiéndose, todavía podía confirmar que estaba viva.
—Virgo… Virgo…—llamaste con tus piernas flaqueadas y cayendo de trasero—. Michelle es muy cruel para hacer estas bromas… ¿Verdad?
Por primera vez, Lucy Heartfilia, pudo ver una mueca formarse en la cara de Virgo.
Y eso la desesperó.
—¡DEJEN DE HACER ESTO, JODER! —gritó.
Y sintió el mundo desmoronarse.
¿Cómo alguien de 14 años podría estar soportando todo esto sin suicidarse? Siempre se preguntaban, y allí estaba la respuesta, frente a sus ojos.
Lucy ya se había vuelto loca, esa es la respuesta. Tan loca que no podía suicidarse.
—¡MICHELLE, ABRE LOS OJOS, MALDITA SEA! —una cascada de lágrimas salía de sus ojos, nublándole la vista.
Una muchacha desconocida. Eso parecía Lucy desde el punto de vista de todas sus personas cercanas.
'Lucy Heartfilia murió.'
La rubia siguió insistiendo. Ya impacientada, agarró el cuerpo frío y pálido de la otra joven, y agarró las cadenas que estaban atadas al cuerpo. Las rascuñó.
Todo lo que pudo. Lastimó sus preciadas uñas, aquellas que su madre adoraba, adoraba.
Oh, cruel vida, ¿por qué quieres hacer sufrir tanto? ¿Para qué aprender sobre la vida, si algunos se quedan a mitad de camino? Pobres almas ingenuas…
Un alma tan ingenua como la de Lucy.
Sin embargo, la ingenuidad podía ya irse a la mierda. Lucy ya no lo necesitaba.
Y gritó. Lucy gritó con todas sus fuerzas.
También cayó.
—La dejé ir… —susurró en el piso, arriba de Michelle—. Te dejé ir… de mis manos. —lloró de nuevo. —Soy una maldita escoria que no cumple con promesas…
"—¡Lo juro, por la vida de mi mamá! —con una sonrisa la niña entrelazó su meñique con la otra.
Ella rió. —Claro, Lucy."
—Lo siento. —hipó, una y otra vez.
Una y otra vez.
Te apuñalaron una y otra vez, Michelle.
Levantó su mirada todavía hipando, y para su horror, vio todos los lagrimones que salían de los ojos de la finada. Todo el maltrato.
El rostro era un asco.
Merezco morir, Michelle.
—Perdón.
La desesperación me atrapó, Michelle.
Sonrió. Lloró. Rió. Gritó. Pataleó. Vomitó. Rió. Lloró.
Vomitó.
Rió de nuevo.
Rió una y otra vez.
"La locura espera en un asiento pacientemente… esperando tu ingenua distracción para arrancar tu cabeza."
Y ella fue una víctima.
Oh, pobre alma ingenua…
Pobre que se ha dejado atrapar por la desesperación…
Quien no sobrevivió y cayó en la locura.
Descansa, querida, descansa. Cierra tus ojos, y has cuenta.
Has cuenta que nada pasó.
Que no caíste en la locura, sonrié.
Oh, pobre alma ingenua…
—Oh, pobre de mí… —hiperventiló y rió como loca. Todos la miraron, ella los miró. Siguió riendo. Hiperventiló nuevamente. —Pobre de mi alma ingenua…
Espero que les haya interesado(?).
Well, desapareceré, nos leemos luego~.
De pie, reverencia, ¡AYE SIR!
