Antes de que comience la lectura hay una pequeña advertencia:

Advertencia de Trío.
Masoquismo ligero.
Lolicon.
Pérdida de virginidad.

Nota 1:
Mabel tiene 16 años. Bill pues... Más antiguo que el universo mismo ahre.

Nota 2:
No es necesario googlear las palabras marcadas con negritas, ya que al final del capítulo yo las explicaré.

Nota 3:
Bill vive en el sótano de la casa, ayudando a Ford y Dipper en las investigaciones a veces.

Nota 4: Dipper y Mabel viven en Gravity Falls.

Aclarado esto, que lo disfruten

Hacía un clima cálido con aire fresco, una ventisca recorría el pueblo de Gravity Falls, siendo una noche agradable de verano. Era entrada la noche y sólo se podían escuchar el canto de los grillos y las ramas de los pinos bailar al ritmo de la corriente de aire. Las luces de la Cabaña del Misterio estaban apagadas exceptuando por una: la del desván, en donde se encontraban 5 chicas riendo a carcajadas en pijama, envueltas entre cobijas y almohadas, habiendo echado al pobre de Dipper de su alcoba, mandándolo a dormir con su tío Ford a la habitación de experimentos.
Mabel iba vestida con una blusa de tirantes color rosa con estampado de gatitos blancos, con un pantalón a juego; Wendy sólo traía un short oscuro desgastado y una playera negra con la imagen de la luna llena con puntos blancos simulando estrellas; Pacífica vestía un blusón de encaje color lila, haciendo resaltar sus curvas; Candy se sentía cómoda con una playera de manga larga extra enorme de color verde, que le llegaba un par de dedos encima de la rodilla; y por último Grenda, que vestía un pantalón de pijama a cuadros de color rojo y negro, con una playera cualquiera.
Ellas se veían divertidas hablando de sus vidas cotidianas, peinándose, maquillándose y pintando sus uñas entre sí, cuando Wendy alzó la voz entre las risas de las demás.

—¡Muy bien, chicas! Se acabaron los juegos de niñas. - Posó sus ojos de manera asertiva en todas, generando dudas.

Wendy tomó su mochila, sacando de ahí unas cuantas hojas de papel y unos bolígrafos, escribiendo unas cuantas cosas sin mostrarlas a las demás, mostrándose cada vez más intrigadas; pasados algunos minutos Wendy recortó en partes los papeles, los colocó dentro de su gorro y los revolvió.

—Déjate de misterios, Corduroy. —Exclamó Pacífica expectante, con cuidado de no remover su barniz recién colocado - ¿Qué tramas?

Wendy volvió a sonreír para tomar la palabra nuevamente.

—Okay, este es un juego muy "interesante" que creo que levantará la curiosidad de más de una. — Haciendo énfasis en la palabra "interesante".

Mabel, Candy y Grenda que se habían quedado al margen se acercaron al lugar de Wendy, sentándose junto a Pacífica.

—¿De qué se trata el juego? —Indagó Mabel con ojos expectantes.

Es fácil, tomas un papel al azar, lees en voz alta la pregunta escrita en él y tienes que responderla con toda sinceridad. —Explicó la pelirroja.

—Suena simple y aburrido. —Se quejó sorpresivamente la asiática—¿Y qué si no contesto la pregunta?

—Oh vamos, Candy-La animó Grenda— No seas aguafiestas.

—Fácil, recibirás un castigo. —Wendy habló como haciéndolo parecer lo más obvio del mundo.

—Yo quiero jugarlo. —Habló Mabel-Creo que se ve interesante. —Se encogió de hombros.

—Una chica valiente, ¡esa es mi Mabel! — Wendy abrazó a la castaña por el cuello—¿alguien más que tenga pantalones?

Las demás chicas se miraron entre sí, encogiéndose de hombros, restándole importancia al asunto.

—Después de todo son solo absurdas preguntas, ¿qué es lo peor que puede pasar? —Pacífica fue la primera en tomar un papel de la gorra de Wendy, desdoblándolo para después leer la pregunta con tinta rosa, recitándolo en voz alta—¿A qué edad fue tu primer beso? —Soltó un suspiro de fastidio y rodó los ojos—¿En serio, Leñadora? ¿Éstas son las preguntas tan interesantes?

—Oh vamos chicas, ¡confíen en la vieja Wendy! —Ella rió.

—¡Responde la pregunta! ¡Responde la pregunta! —Le animaron todas golpeando el piso con los puños, recibiendo un quejido por parte del tío Stan.

—¡Guarden silencio! ¡Quiero dormir!

Las chicas rieron para después mirar de manera expectante a Pacífica.

—¿Y bien? —Indagó Grenda.

La rubia desvío la mirada, arqueado las cejas, poniéndose ligeramente nerviosa, tardando en responder.

—No me digas que... —Candy abrió de manera lenta los ojos debajo de sus gafas.

—¡No has dado tu primer beso! —Wendy terminó la frase, soltando una carcajada.

Northwest se sonrojó hasta las orejas, negando enérgicamente con la cabeza, moviendo de un lado a otro su larga cabellera rubia.

—¡Claro que ya di mi primer beso! ¿Quién me crees que soy? —Todas rieron al ver su reacción exaltada—¡Fue a los 13! Con un conde tan rico que no podrían imaginarlo.

—Claro. —Exclamaron todas simultáneamente alargando la "a".

—¡Que es cierto!

—Claro que sí, te creemos, pero relaja tus oxigenados cabellos. —Rió Mabel, despeinado su cabellera.

—¿Qué diji... —

-Bueno, bueno, está bien, Pacífica contestó; ahora es el turno de Grenda.

—¡Oh, sí bebé! Qué venga esa pregunta— La castaña rojiza repitió el proceso con el papel, y su risa paró en seco al leer su pregunta mentalmente—¿Qué clase de preguntas son estas? —Gritó con el rostro cual fresa.

—¿A dónde se fue tu valor, Grenda? —Rió Candy arrebatando el papel de las manos de la robusta, leyéndolo también obteniendo el mismo resultado—¿Fingering o Fisting?

—¿Qué son esas cosas?

Todas miraron a Mabel con ojos brillosos, lanzando un "awwwww" al aire, abrazando a la castaña, adorando la inocencia del lienzo en blanco que es ella.

—Mira, bella Mabel... —Habló la mayor con intenciones de explicar aquello, pero tan pronto como abrió la boca las demás chicas le pusieron las manos encima para callarla, puesto que inocencia así ya no quedaba en el mundo.

La ojimiel las miró con las cejas arqueadas en confusión, pero prefirió no indagar. Wendy se libró de las manos, comenzando a respirar apropiadamente de nuevo, lanzando una mirada furiosa a las tres chicas, pero se fue tranquilizando poco a poco. Dirigió su mirada a Grenda, subiendo y bajando las cejas de manera sugerente, lo que hizo que la otra adolescente desviara su mirada para hablar en voz baja.

—Fingering. El Fisting es demasiado rudo para Marius, según su criterio moral. —Cerró sus ojos con vergüenza, tapando sus oídos al escuchar las frases sugerentes y de doble sentido que le decían todas menos Mabel.

—¡Un aplauso para Grenda, Chicas! —La chica pecosa alzó su vaso desechable con refresco en forma de brindis—Porque ha sido la única completamente sincera en este juego hasta ahora. —Mencionó riendo y lanzando una mirada furtiva de sus preciosos ojos verdes a Pacífica, quién sólo se limitó a guardar silencio y alzar su vaso con la cara ruborizada.

Las adolescentes brindaron, hablaron un poco más sobre temas que Mabel no entendía del todo, pero que comenzaba a hacerse una idea, ocasionando en más de una vez que sus mejillas se cubrieran de rojo por la sangre que se le subía a la cara.

—Mabel, es tu turno. —Avisó Candy pasando la gorra.

La castaña tragó saliva de manera incómoda, se había puesto nerviosa, ¿le tocaría una pregunta como la de Pacífica o como la de Grenda?

—Es para hoy, Mabel. —La rubia puso los ojos en blanco, desesperada del titubeo de su amiga.

Sin esperar un segundo más hundió la mano hasta el fondo del gorro, tomando un papelito y leyéndolo en voz alta sin siquiera haberlo leído para ella misma antes.

—Si cualquiera de tus fantasías sexuales pudiera convertirse en realidad, ¿cuál escogerías?

Mabel juró sentir su alma escapar de su cuerpo por su boca y como el humo comenzó a salir de sus orejas, siendo su rostro de la misma gama de rojo que el cabello de Wendy. La habitación quedó en completo silencio, hasta que el alma de la pijamada: Wendy rompió aquella atmósfera tan tensa.

—Chica, todas aquí sabemos que tú y ese maligno monstruo isósceles llevan saliendo un tiempo. Aunque ya no sea un triángulo, si no un muchacho guapísimo. —Murmuró lo último para ella misma—Lo suficiente para que "cositas" hayan pasado entre ustedes.

Todas se quedaron en silencio nuevamente, mientras que la interrogada sólo comenzaba a temblar cada vez más.

—¡Escojo castigo! —Gritó de manera exasperada, buscando una salida para zafarse lo antes posible de aquél terrible interrogatorio.

Sus amigas emitieron quejas en forma de protesta, negando la petición.

—¡No hay escapatoria Mabel Pines! —Wendy se colocó de pie, sentándose atrás de Mabel, sujetando sus hombros suavemente—Anda, cuéntanos acerca de las cosas sucias que hacen tú y Bill.

Mabel comenzaba a ceder, pero no seguía convencida del todo.

—¿Prometen no decirlo a nadie? —Las tres mujeres asintieron, excepto la pelirroja, quien hizo su seña de confidencialidad, provocando un sentimiento de seguridad y confianza en Mabel; respiró hondo y después lo dejó salir, preparándose mentalmente para confesar sus pecados—La verdad jamás hemos hecho "eso".

—¿QUÉ? —Soltaron en un grito simultáneo.

—¡Niñas! ¡Juro que si no se callan en este maldito instante subiré con la escoba! ¡Y no les gustará! —Otra queja del Tío Stan se escuchó, pero nadie le tomó demasiada importancia al asunto.

—Pero ¿cómo es posible? —Habló Pacífica saliendo de su ensimismamiento—¿Cuánto tiempo dices que llevan?

—Un año, ocho meses, ¿es tan malo que no lo hayamos hecho aún? —Mabel sentía su espalda pesar, como si cargara algún horrible pecado.

—Wow, no es eso, Mabel. —Grenda la miró a los ojos-Solo que teniendo en cuenta la actitud de Bill y tu... Eh... "Sumisión",—Agregó con comillas imaginarias con los dedos—imaginábamos que al menos ya habían...

Mabel cerró sus ojos teniendo una imagen mental de Bill y ella desnudos bajo sus sábanas. Movió la cabeza de lado a lado para despejar aquellos pensamientos.

-Bueno, no es como si no hubiésemos tenido intimidad para nada, pero jamás hemos pasado de algunas caricias sobre la ropa o besos de lengua.

Las chicas se miraron sorprendidas, para segundos después intercambiar expresiones de confidencialidad.

Candy tomó su turno de hablar.

—¿Y no tienes ganas de hacerlo con Bill?

La de cabello rizado abrió sus ojos color miel de manera desorbitada, apartando su mirada y rascando su nuca con nerviosismo.

—No es que no quiera hacerlo, o sea, no es que me desagrade la idea de hacer eso con Bill, pero aún no me siento lista, ¡pero es que es tan atractivo son esos músculos marcados y tatuajes en el cuerpo! —Mabel comenzó balbuceando, tropezando con su lengua, dejando para después una revelación que hizo reír a las expectantes.

—¡Así que, sí hay fantasía número uno de Mabel Pines! —Canturreó la rubia jugando con el cabello de Mabel.

—Sí... —Suspiró derrotada, dejando caer sus manos sobre su regazo.

—¡Cuenta, chica! —Le inspiró Wendy trenzando el cabello de la gemela—¡Y que no se te ocurra olvidar detalles!

Todas miraban con ojos brillosos a Mabel, esperando de manera paciente saber el oscuro secreto que escondía en su conciencia. La ojimiel respiraba profundo para después dejarlo salir en suspiro cargado, repitiendo este acto mientras miraba a los alrededores, temiendo que alguien más las estuviera mirando.

—Okay, ¿sabían que Bill puede crear temporalmente clones de sí mismo? —Wendy y Paz negaron con la cabeza.

—¡Oh! Yo sí lo recuerdo, fue una de las técnicas de ataque que utilizó contra nosotros en su raromagedón. —Candy miró a Grenda, viendo que ésta también asentía efusivamente.

—Bueno... Una vez tuve un sueño húmedo, donde dos Bills me tomaban. —Mabel sudaba frío conforme avanzaba en su relato erótico, manteniendo emocionadas a sus amigas-Al principio pensé que él lo había ocasionado, pero al ver que Bill no mostraba ni una señal de perversión o hablaba de temas parecidos tomé por conclusión que se trataba de algo que mi propia mente había hecho.

Las adolescentes tenían las mejillas ligeramente coloreadas de carmín, a excepción de Wendy que la escuchaba como si fuera la clase más importante del semestre. Mabel soltó otro suspiro, limpiando el sudor de su frente con el dorso de su mano, tomó un trago de su bebida azucarada y prosiguió.

—En mi sueño todo pasó tan rápido, tanto que el primer y último recuerdo que tengo es de ellos dos haciéndomelo, uno en mi espalda y otro debajo de mí, susurrando palabras sucias de lo que me estaban haciendo y de lo que me harían después. Amanecí con la ropa interior completamente mojada, y sudaba a montones. Se sentía tan real...

Todas se miraron, esperando a que una dijera algo para romper el incómodo silencio que había apoderado de la habitación.

—Creo que Candy ya no quiere tomar su turno. —Habló Paz con las mejillas coloradas.

—Tienes razón, además es tarde, creo que deberíamos ir a dormir. —Sugirió la pelirroja en tono apacible, mirando a las demás asentir y tomar cada quien su respectivo lugar para dormir.

Después de los deseos de dulces sueños se apagó la lámpara de aceite que había sobre el escrito. Unos minutos después sólo se escuchaban los sonidos del bosque, además de unos pasos alejarse de la puerta que daba con el desván.
Una sonrisa lasciva brilló en la oscuridad junto a un destello de un orbe ambarino.

A la mañana siguiente.

Cada chica había recogido sus pertenencias y ayudado a Mabel con el desastre que habían provocado la noche anterior. La castaña agradeció infinitamente su ayuda, y el que nadie mencionó el tema de su fantasía.
Se dirigieron a sus respectivos hogares, despidiéndose de Mabel y agradeciendo la estadía.
El haberse quedado despierta hasta tarde estaba comenzando a cobrar cuentas, habiéndola sentir con su cuerpo flaqueando ligeramente, exigiéndole más horas de sueño.

—Tío Stan, iré a dormir un poco más de tiempo, estaré arriba.

—Dulces sueños, Calabaza.

La adolescente subió las escaleras a su cuarto, abriendo la puerta y tirándose su cama, disfrutando la suavidad de los peluches y almohadas que la recibieron con todo gusto. Comenzó a divagar un poco acerca de los temas tratados ayer con sus amigas, sintiendo su estómago lleno de mariposas y su mente nublada de los recuerdos de aquel sueño sucio.

—Oh, Bill~—Ronroneó en un suspiro para poco después quedarse dormida con sus eróticos pensamientos a flote de su mente.

En otra parte de la cabaña, en el patio trasero para ser exactos, cierto rubio se encontraba practicando su umbraquinesis, ya que estaba algo oxidado creando clones. Se notaba que requería esfuerzo, pero no era un trabajo exhaustivo, sólo requería de concentración. Los clones actuaban con perfecta naturalidad, siendo perfectamente inconfundibles con él. Bill sonrió con satisfacción al ver cómo es que su plan iba de perlas.

—¡Bestia de un sólo ojo! —Lo llamó Dipper sin prestar atención al camino, escribiendo anotaciones sin parar en su propio diario, con un pino en la portada, teniendo el número 2—Mis tíos y yo vamos de exploración, ya sabes tiempo de hombres, ¿vienes con nosotros? —Soltó un gruñido seguido de una pequeña risa, para después ver a los múltiples demonios viéndolo con una mirada que no denotaba expresiones —¿desde cuándo sabes hacer eso?

Bill sonrió de lado, siendo una sonrisa tranquila.

—Hay cosas que aún no conoces de mí, Pino. Y, por cierto, me temo que tengo que declinar tu propuesta de "Día de hombres". —El oji ámbar trató de ocultar su emoción, ¡era más que perfecto! Todo un marchaba a la perfección para poder estar con su Estrella Fugaz, ¡solos! ¡Gracias Axolotl!

—¿Por qué me hablas tan formal, demonio? —Dipper miró inquisitivo a Bill.

-He estado perdiendo mis maravillosos modales juntándome contigo, Seis dedos y Fez. Tengo que recuperarlos a como dé lugar. —Excusa perfecta.

Dipper abrió la boca para reclamar, pero un claxon sonó antes de que él pudiera hablar, seguido de un grito de su Tío Stan. El gemelo se sobó el puente de la nariz, para mirar nuevamente al rubio.

—Quiero la casa entera cuando volvamos, el bosque sin quemar y ningún muerto, ¿capicci? —Bill seguía con su semblante completamente apacible, asintiendo con su cabeza y su mano derecha en el pecho. Dipper se marchaba, pero se detuvo en seco par mirar sobre su hombro a Bill, denotando seriedad máxima—Ah, y lo más importante de todo, Bill. No te atrevas a tocar a mi hermana.

Dicho esto, tomó sus cosas y se fue con sus tíos.

—Es una lástima que Pino no sepa de los deseos carnales de Estrella fugaz, y que tan imaginativos pueden llegar a ser. —Se burló despidiéndose de los Pines con una mano.

Bill chasqueó sus dedos, volviendo sus clones una masa de alquitrán burbujeante en el piso, que se iba desvaneciendo poco a poco, se deshizo de todos excepto de uno, al más exacto a su parecer. Entabló una ligera charla con él mismo, probó algunos movimientos físicos, expresiones y rasgos; puso a prueba su memoria y al final no pudo haber quedado más satisfecho.
El Demonio del sueño se vistió para la ocasión, en un chasquido de dedos tanto él como su clon se vieron envueltos en llamas azules, apareciendo con un pantalón de vestir azul eléctrico, una camiseta de botones blanca, abrochada hasta el codo, también portaba un chaleco del mismo color del pantalón con botones dorados en forma triangular, creando así un conjunto que hacía resaltar sus facciones masculinas y perfiladas, peinó su cabellera rubia ligeramente larga hacia atrás, dejando andar algunos mechones rebeldes; quedando en así con una apariencia formal, pero no demasiado. Miró sus zapatos, observando su pulcreza.

—Ah, casi lo olvidaba. —De sus manos hizo aparecer su sombrero de copa, revestido del mismo color que del traje, dando así el gran toque final.

Por último, miró al cielo, entre cerrando su ojo al ver al Sol burlarse en su cara. Bill frunció el ceño, ¡esa no era una hora para nada conveniente! No daba la ambientación suficiente para seducir a su florecilla.

—¿Qué más da? —Él movió su dedo índice en círculos, acelerando un poco el tiempo, transformando el ardiente Sol de medio día a un agradable atardecer, con un cielo naranjado con tintes de rosa y lila. Bill sonrió de medio lado, mirando a su otro yo e intercambiando miradas cómplices—Ella aguarda por nosotros, no queremos hacerla esperar, ¿cierto?

—Cierto. —Ambos invocaron su bastón en un haz de luz, caminando con el porte y elegancia que eran característicos de cada uno.

Entraron a la cabaña, a paso tranquilo y suave, sin prisa, pero con un semblante ansioso.
Los ojos de ambos brillaron entre la oscuridad que comenzaba a tomar terreno en la cabaña, siendo también su pupila más alargada y ligeramente dilatada. Subieron por las escaleras al desván, escuchando los chirridos de la madera al ser pisada.
Bill sintió un sonrojo amenazante cubrir su cara repentinamente y lo mismo para su clon, que a pesar de tener voluntad propia compartían las mismas emociones e inquietudes. En el camino de las escaleras a la puerta de la habitación de su novia se trató de tranquilizar, algo en vano, puesto que podía sentir su líbido a su máximo.

Abrió la puerta, comenzando así con maléfico plan. Sonrió al verla acostada en su cama, respirando de manera apacible. Volvió su mirada a su clon, quien se encontraba de pie junto al marco de la puerta, asintiendo con su cabeza. La réplica del rubio cerró la puerta, al tiempo que recitaba unas palabras en un lenguaje antiguo, provocando que los tatuajes de ambos brillaran con luz dorada tenue. Runas comenzaron a cubrir las paredes, el techo y el piso de la habitación, ésta se iluminó de una luz lívida, cambiando a una recámara de techo alto, con luces artificiales que desprendían un brillo agradable, haciendo notar los detalles de dorado en las paredes blancas, contrastando así con el oscuro piso de azulejo negro. La cama también había cambiado, siendo ahora el triple de grande, con edredones amarillos opacos esponjosos, con almohadas increíblemente mullidas. A cada lado de la cama se encontraban candeleros hechos de oro, sosteniendo velas aromáticas que soltaban un perfume dulzón. Como toque final, habían dos grandes ventanas, dando una hermosa vista al atardecer.

Cada uno se sentó a los bordes de la cama, mirando la paz con la que dormía su amada: se veía tan preciosa con sus largas pestañas haciendo una pequeña sombra sobre sus pómulos rosados cubiertos por una que otra peca; su nariz pequeña y redonda, como la de un conejito y por último sus labios regordetes y carnosos color rosado, que invitaban a devorarlos sin piedad. Los hombres se miraron una última vez para después posar nuevamente su mirada en ella, palpando la suave piel que se asomaba por debajo de su ropa, cambiando ésta por un conjunto de lencería rosada de encaje, con bordes dorados; a continuación descendieron suavemente por sus piernas, envolviendo éstas con unas medias de red hasta el muslo, del mismo color que su conjunto de ropa interior.
Ambos sonrieron satisfechos, retirando sus parches para así mostrar un ojo de esclerótica completamente negra, como un cielo de noche sin estrellas ni luna, con la misma pupila afelinada de color ámbar, sintiéndose liberados al instante.

—Oh, Estrellita. —Murmuró Bill tomándola del mentón de manera suave entre el pulgar y su índice—¿Tienes una idea de lo que te haré?... ¿De lo que te haremos? —Él rozó sus labios, en un juego de deseo tortuoso.

El Clon de las sombras no se quedó atrás con sus caricias, siendo apenas un leve contacto de la suave piel de Mabel con sus yemas. La chica comenzó a removerse en sueños, disfrutando del contacto, pensado que aún se trataba de uno. Gimió de manera suave al sentir manos pasearse por todo su cuerpo.

"Ah... Bill... Quiero que me tomes."

Los rubios pudieron escuchar ese pensamiento y muchos otros que acompañaron al anterior, provocando que sus sentidos carnales se elevaran cada vez más. Mabel soñaba con tener sexo con él, ella soltaba suspiros pesados y entrecortados de sus labios, sin parar de gemir un solo momento.
El demonio de los Sueños decidió que era suficiente de que ella estuviese dormida fantaseando con él, si despierta podría obtener algo el doble de mejor.
Ambos se acercaron a su cuello, dejando lengüetadas húmedas en el camino recorrido, intercalando con besos y mordidas suaves, acariciando sus pechos redondos con lujuria ahogada.

—Despierta, Estrella Fugaz. —Musitaron a la vez.

La castaña abrió los ojos de golpe, lanzando un grito ahogado para después erguirse en su lugar.

Respiró agitadamente, llevándose una mano al pecho, intentado tranquilizarse. Alzó la mirada, curvando sus cejas en confusión, preguntándose en dónde rayos se encontraba, apreciando de reojo bellísima decoración de la recámara.

—Buenos días, cariño. —Habló el demonio hecho de sombras.

—¿Disfrutaste del sueño? —Continuó el Bill original.

Mabel volteó repentinamente hacia donde se escucharon las voces, quedando con la mandíbula desencajada al ver a Bill y a... Bill acostados en la mullida cama, esperando a que ella regresara para continuar con sus caricias.

—¡Bill! ¡Bill! —Gritó mirándolos a ambos, llevando una mano a su pecho, sintiendo la tela de la corsetería, teniendo una nueva duda en su mente—¿¡PERO QUÉ RAYOS!?

Los chicos rieron extendiendo una mano cada uno, a lo que ella temerosa aceptó, siendo inmediatamente aplastada contra el colchón.
Ellos le sonrieron de manera lasciva, no pudiendo esperar un momento más para reanudar sus caricias.
El estómago de Mabel se revolvió, y su mente se nubló dejándose llenar de esas sensaciones nuevas, disfrutando de cada escalofrío y cosquilleo que recorría su cuerpo, ¿estaba soñando de nuevo?

—B-Bill... —Gimió acariciando las hebras rubias de los muchachos que la complacían—¿Estoy soñando? Ah... Tengo tantas dudas, ¿por qué no me contestas? Oh...

Las grandes manos masculinas de ambos se paseaban de arriba hacia abajo por sus curvas, erizando por completo la piel de la menor, quién protestaba por la ausencia de información, pero gustosa de recibir aquel placer que había deseado desde hace tanto.

—No llevan su parche. —Mabel acarició la cara de ambos, mirando directamente a sus ojos, siendo completamente lo contrario al ojo que ella veía habitualmente, sintiendo una extraña sensación recorrer su cuerpo, observando hipnotizada sus ojos, palpando en la atmósfera la atracción hacia lo desconocido que ocultaban esos preciosos ojos negros-Sólo quiero saber si esto se trata de otro sueño.

La réplica de Bill se limitó a besarla de manera acalorada, moviendo sus lenguas en un compás erótico, trayendo como consiguiente que los pechos de ambos subieran y bajaran de manera acelerada.
Él mismo se acostó sobre el colchón con la castaña encima, sin parar de besarla en ningún momento.
El Dios del caos original se acercó a la pareja, deteniéndose lo suficientemente cerca del cuello de la menor para comenzar a repartir besos húmedos por el camino de sus hombros, de su cuello, arrebatando suspiros arrastrados de parte de la fémina; llegó a su lóbulo, mordiendo con delicadeza con sus colmillos, dispuesto a hablar por fin.

—Deja de hacer preguntas tontas. —Sus manos juguetearon en sus glúteos levemente levantados, estirando el elástico de su ropa interior—Todas las dudas que tienes se resolverán cuando todo esto termine, así que sé una buena niña y disfruta.

La voz de Bill era ronca, revelando el éxtasis que cargaba en su interior. Mabel obedeció sin rechistar, comenzando a menear sus caderas de manera errática y lenta puesto que era nueva en este tipo de experiencias, provocando roces tortuosos sobre la ropa de ambos muchachos. Se sonrojó furiosamente al sentir la longitud de éstos, indagando mentalmente la medida de sus miembros, temiendo quedar rota si llegaban a introducirse en ella.

Bill comenzó a bajar la ropa interior de Mabel, deslizándola con suma lentitud y paciencia, besando cada centímetro de piel descubierta. Por otro lado, el clon no se quedó atrás, apretando sus esponjosos senos por sobre la copa del sujetador, chupeteando la piel que no alcanzaba a cubrir la prenda, dirigiendo sus manos al broche, para separarlo de su propietaria, dejando a la vista aquellos montecitos de carne con un par de pezones rosados descaradamente erectos. La única prenda que vestía la chica eran sus medias. Ella se sentía expuesta y avergonzada, estaba suspirando profundamente, quería cubrirse, pero ambos hombres la detuvieron, uno sosteniéndola de sus brazos, y el contrario de sus piernas, separándolas, tomándola de sus muslos, exhibiendo los rosados y húmedos pliegues de su vagina. Mabel ahogó nuevamente un grito, escondiendo su cara entre su cabello.

—No me miren, por favor... —La adolescente no podía parar de gemir, bendiciendo los oídos que la escuchaban.

—Pero si te encanta que te miremos, admítelo, Estrella. —El clon plantó un beso en medio de los senos de la fémina, arrebatando un gemido que se quedó atorado en su garganta—No contengas tu preciosa voz, gime todo lo que quieras, después de todo, sólo estamos nosotros tres aquí.

El anterior continuó descendiendo de manera lenta y sensual, pasando por su ombligo, jugueteando con él por unos breves instantes, delineando con su lengua el contorno de éste; no pudiendo aguantar más dejó salir su voz, teniendo la sensación de una corriente eléctrica correr a toda prisa por su espina dorsal. El demonio de los sueños que la tenía sostenida de sus brazos comenzó a masajear sus pechos, pellizcando sus pezones, jadeando en su oído, hablando de manera sucia, provocando mayor humedad en el centro de la chica.

—¿Lo sientes, Mabel? ¿Sientes como mis manos te hacen sentir tan bien? —Bill hizo girar sus pezones entre sus dedos, invitándola a gemir, mordiendo al mismo tiempo su labio inferior, gritando de manera provocativa al sentir la lengua del otro Bill pasearse por su monte de venus, ocasionando que Mabel hundiera su rostro en el pecho del Demonio del sueño original—Adoras sentir su lengua paseándose por tu pequeña vagina, sé que amas la húmeda sensación recorrer tu florecilla virginal, admítelo, pequeña...

—Ahh... —La gemela Pines no podía parar de morder su labio, sólo soltándolo para gemir, teniendo espasmos en todo su cuerpo-Me encanta...

Bill sonrió de manera perversa, enterrando sus uñas en la piel lechosa de su novia, obteniendo como respuesta un quejido de dolor.

—Basta de jugar con ella, muéstrale lo que el placer es. —Ordenó el mayor a su creación.

El anterior llamado no tuvo que pensarlo, cuando hundió su larga lengua en el estrecho agujero húmedo de la ojimiel, teniendo como recompensa un agudo gemido de satisfacción, aliviando la sensación de calor que comenzaba a acumularse.

—No te detengas. —Ordenó Bill soltando el agarre de sus brazos, dirigiendo sus caricias al clítoris hinchado de Mabel, haciendo movimientos circulares, presionándolo como si de un botón se tratara, generando sonidos lascivos de chapoteo en el sexo de la niña.

—¡Tan bueno! —Gritó en medio de su propio placer, cerrando con fuerza sus ojos, oblicuando sus cejas al mismo tiempo—¡Ah! Esto es tan bueno...

El demonio hecho de sombras se deleitaba del sabor agridulce de los fluidos que desbordaba la vagina de la castaña, no desperdiciando ni una sola gota. Movía su lengua de lado a lado, de arriba a abajo y en remolinos, escuchando a su dulce ángel gemir, rogando por más del contacto prohibido le concedía. Su nombre era llamado cual plegaria bendita, suscitando a mordidas en los hombros, regalo del Bill contrario.
Ella detuvo el flujo de sus pensamientos, sólo dejándose llevar por el constante hormigueo que pasaba por todos lados de su cuerpo, yendo desde la punta de sus pies hasta las de sus manos y las raíces de su cabello, dando una vuelta de regreso y juntarse nuevamente en su vientre.
Como ambos muchachos compartían conexión mental solo bastaba una mirada para poder entenderse entre sí.

"Quiero probarla también, apresúrate y hazla terminar. Después de eso será mi turno."

Él se limitó a retirar los dedos de Bill, remplazándolos inmediatamente por su lengua, jugando con su hinchada perla rosada oculta entre pliegues de piel húmeda de su propia saliva. Succionó ligeramente, rozando con sus afilados dientes la bolita de carne.

—¡AHH! —Mabel abrió los ojos de manera desorbitada, teniéndolos cristalizados por las lágrimas de placer que amenazaban con salir—¿Qué estás haciendo? —Él sonrió de manera descarada, mirándola fijamente a los ojos sin parar de hacer su trabajo—Bill...~ Voy a acabar... —Ronroneó tirando de sus mechones rubios, obligándolo a tener aún más cercanía con su sexo caliente.

Sacudió sus caderas de arriba hacia abajo de manera lenta, buscando terminar lo antes posible, jadeando desesperada por sentir de una vez un orgasmo provocado por su amante.
El clon agarró con fuerza su trasero, penetrando sin piedad su cavidad con su lengua, sintiéndola cada vez más apretada siendo así el aviso previo del delicioso clímax que estaba a punto de tener la joven.

—Sólo... Un poco más... ¡Me vengo! —Gritó Mabel aferrada a la nuca del Bill original, al tiempo que envolvía con sus piernas la cabeza del contrario llegando así a tocar el cielo con las puntas de sus dedos.

Mabel jadeaba con le lengua de fuera, con sus ojos derramando pequeñas lágrimas perladas, mirando borrosamente al techo de la habitación.

—Mi turno.

Bill la tiró boca abajo sin cuidado alguno, posándola encima de su creación, dejando así su intimidad completamente expuesta a su vista, chorreante de saliva y fluidos vaginales que viajaban como pequeñas gotas por sus muslos. Él sonrió macabramente, acariciando por fuera de sus pliegues rosados, arrancando un suspiro bajito de sus dulces labios. Ella hundió su cabeza en el pecho del contrario, mientras éste le daba caricias suaves por toda su espalda tratando de relajarla para lo que iba a venir. Bill acarició con ambas manos su esponjoso culo, apretándolo cuál pelota antiestrés, deleitándose con la preciosa vista de los músculos de la chica contraerse de placer.
Terminando esa área volvió a bajar a su condición de mujer, pasando la yema de su dedo índice por toda la longitud de la abertura, desde su monte de venus, bajando hasta su clítoris que palpitaba dolorosamente, llegando al final a su estrecho hueco.

Cipher hundió un dedo de manera lenta y desesperante, después lo sacó y volvió a meter, creando así un lento frenesí al que Mabel recibía con todo el gusto del mundo sollozando como respuesta. Las uñas de la adolescente se enterraron en el pecho de la imitación de las sombras, aguantando el goce que se extendía nuevamente por todos los nervios de su ser. El rubio satisfecho por la respuesta de su amante acompañó al primer dedo con un segundo, siendo éste el anular. Dio comienzo a movimientos de dentro hacia afuera, dejándolos dentro y moviendo las puntas de sus falanges arriba y abajo de forma acelerada, sin dar un descanso a la chica que lloriqueaba en el pecho de su contra parte.

—Mi Estrellita, mi Mabel... —Susurró él enternecido con la escena, pasando su mano libre por los largos rizos de la niña, otorgando caricias suaves, juntando todo en una coleta que después capturó para tirar de ella hacia atrás, alzando a la fémina como si de un cachorro con correa se tratara - No sabes cuánto deseo clavarme en tu interior, hasta lo más hondo. — Bill aumentó los movimientos de su mano al tiempo que acercaba su boca a los hombros de la chica —Muero porque clames mi nombre como el único Dios que hay en tu vida. Ansío con hacerte completamente mía.

Mabel había perdido su mente totalmente, quedando ensimismada en su propio deleite, agitando sus caderas al compás de la mano que la masturbaba de forma deliciosa.
Sus jugos de amor se derramaban sobre sus muslos y pantalón de la copia.
Las palabras sucias de su novio no paraban, suscitando que la humedad entre sus piernas aumentara de manera acelerada, creando así un río que salía de su vagina.

—Bill... No te detengas... —La castaña suplicó en voz febril; sentía como su vientre se calentaba y contraía al igual que el resto de su cuerpo, advirtiendo la venida de su segundo orgasmo.

Ambos chicos podían escuchar cada vez con más claridad los pervertidos pensamientos y peticiones que la ojimiel gritaba en su cabeza, pensamientos que se ahogaban es su pudor y vergüenza.

—¿Qué quieres que ponga mi pene en dónde? —Jugó el rubio que la masturbaba, obteniendo un sonrojo aún más violento de su acompañante.

— ¿Los dos en ese agujerito? ¡Eres una sucia, Estrella Fugaz! —Se burló el otro chico, sacado una risa de su contra parte.

La chica no podía estar más avergonzada, pero de repente dejó de pensar en todas aquellas cosas, quedando su mente en blanco, rodando los ojos y chillando de manera terriblemente adorable.
Bill retiró sus dedos, escurriendo más aquellos fluidos transparentes, que después pasó por su boca, deleitándose de su sabor.

—Demasiado rápido, —Protestó el demonio sin dejar rastro de los fluidos en sus dedos—supongo que quedaste sensible por el sexo oral.

Mabel trataba de tranquilizar su corazón, puesto que sentía que de no hacerlo se le saldría por su boca. Su cuerpo temblaba después de sus anteriores orgasmos, y se podía apreciar una delgada capa de sudor apenas notoria en su espalda y frente.

"Tan adorable."

Pensaron el par de chicos.

El demonio de los sueños original comenzó a retirar su ropa, comenzando por su chaleco y camisa. Los ojos de Mabel titilaban al ver el marcado abdomen pálido de su acompañante, apreciando que en el borde se su pantalón hasta su ombligo le recorría una fina línea de vello rubio, cosa que le pareció extremadamente sexy; observaba cada movimiento que hacía, tensado sus músculos; veía con atención cada tatuaje que llevaba en su cuerpo, preguntándose su significado mientras podía contemplar cómo empezaba a brillar con un tinte dorado que emitía una luz ligera. El Dios del caos pasó sus ásperas manos por la delicada piel de porcelana de su chica, jugando con la tela de sus medias rosas, que daban un toque tierno, pero que también lo invitaban a jugar con ella. Se detuvo en sus tobillos, los tomó con sus manos y los juntó; la castaña se preguntaba qué hacía cuando el chico empezó a hablar en un idioma desconocido para ella, pero cuando se dio cuenta el ojiámbar tenía una soga, con la cuál empezó a rodear sus tobillos de manera habilidosa.

—¿Qué estás haciendo? —Reprochó Mabel con el entrecejo fruncido al tiempo que el otro chico tomaba sus muñecas e invocaba otra cuerda para atarla de forma rápida a ellas, dejándola así completamente inmóvil —¿Qué rayos?

El clon imitó a Bill, quedando desnudo de la cintura hacia arriba. Aunque Mabel tratara de zafarse de sus ataduras sólo conseguía que las cuerdas rozaran de manera dolorosa contra su delgada piel. Se sentía ligeramente humillada por ni siquiera haberse opuesto a todo esto, pero debía de admitir que la mantenía completamente expectante de averiguar si aún se trataba de una fantasía nada más.

Los mismos chicos se pusieron de pie, tomándola de las muñecas y tobillos, acomodando el cuerpo de la fémina de manera horizontal en la cama, obteniendo como respuesta más reclamos de la chica.
Bill levantó las piernas de Mabel, mientras bajaba el zipper de su pantalón y liberaba de su apretada prisión a su pene completamente erecto. Él se hincó a la abertura chorreante de la joven en dónde hundió su larga lengua, probando directamente su sabor dulzón. Ella soltó un berrido de regocijo al advertir la lengua de su acompañante pasearse en su vulva con libertad total mientras el rubio se masturbaba. La réplica imitó nuevamente a Bill liberando su erección latente; se acercó a la cara de la niña, quién al ver tal enormidad abrió sus ojos en impacto.

"Sabía que era enorme, pero eso es demasiado, ¡me va a partir en dos!"

Ambos rieron ante tal pensamiento.

—No te preocupes, querida mía, que sé que entraré perfectamente en tu delicioso interior. —Habló la imitación —Ahora sé amable y di "ahhh".

La ojimiel abrió de manera tímida su boca, dando paso al glande del mayor, que se mantenía apoyado al colchón y que tenía una postura inclinada para poder penetrar la boca de su amante. Los ojos de Mabel se cerraron fuertemente al hallar el miembro de la copia hecha de sombras hundirse poco a poco en su boca, saboreando cada centímetro que iba asentándose.
El placer de tener al demonio de los sueños haciéndole sexo oral no era opacado por la sensación de opresión que tenía en la garganta al no poder respirar de manera adecuada.
El chico sacó un poco de su longitud, sólo para arremeter con otra embestida suave, jadeando de satisfacción pero al mismo tiempo de dolor al sentir un roce con los dientes de la muchacha.

—Mabel... Cuidado con los dientes.

La anterior mencionada abrió un poco más su boca y cubrió sus dientes inferiores con su lengua, evitando nuevamente los roces dolorosos y aumentando el placer del ente de las sombras.

—Estrella, tu sabor es tan dulce... —Jadeó Bill mientras su mano se movía a cada vez más rápido sobre su pene, pero sólo la escuchó ahogarse con su propia saliva y el pene de su igual, rió completamente extasiado al verla entre lágrimas, saliva y fluido preseminal que hacían un largo hilo desde su boca hasta el miembro del chico —Hazme espacio, también quiero eso.

Ambos rubios ayudaron a la chica a hincarse sobre sus piernas para después limpiar su cara. Le ordenaron colocarse a gatas de manera severa, a lo que la chica acató sin respingar, lográndolo con trabajo. Abrió su boca nuevamente, para recibir la punta de ambos en su lengua, cabiendo de manera estrecha, mientras ella trataba de tomarlo todo con su boca; turnándose cada uno a violar de manera frenética los labios de Mabel, llegando hasta el fondo de su garganta. La niña no paraba de gemir y de llorar, sentía que le faltaba el oxígeno y estaba asustada, pero de ninguna manera deseaba parar. Sus miradas se cruzaron mientras ella volvía a hacerles una felación al mismo tiempo, escuchando sus quejidos de placer.

—¿Cómo es que una chica virgen es tan buena en esto? ¡Carajo, Mabel! ¡Harás que me corra! —Jadeó Bill tomándola suavemente del cabello, controlando sus ganas de hacerlo más fuerte.

—Maldita sea... Yo también...

Ambos hombres se concentraron en poder disfrutar al mismo tiempo de la pequeña boquita de su compañera, quién los miraba con brillo en los ojos y saliva chorreante de las comisuras de sus labios hinchados, llegando hasta su mandíbula.
Los movimientos comenzaron a hacerse cada vez más erráticos y sus penes palpitaban cada vez más.

—¡Trágate mi semen! —Ordenaron ambos al unísono.

Mabel abrió la boca tanto como se le permitió, recibiendo una enorme carga de líquido blanquecino y viscoso. Trató de beberlo todo, pero era demasiado y terminó por escurrir de su boca, manchando sus mejillas. Hizo una ligera muestra de disgusto al probar la semilla de los demonios, pues sabía completamente amarga.

"¡Esas novelas me mintieron! ¡El semen no sabe para nada delicioso!"

Afortunadamente ellos estaban tan sumidos en su propio clímax que no se dieron cuenta de aquello.
Los dos le ayudaron a limpiarse, chasqueando los dedos y dejándola impecable.
Se miraron, sabiendo que era hora.

Bill se acostó nuevamente en la cama, quitándose sus pantalones y todo lo restante, quedando completamente desnudo, al igual que su creación. Tiró de las ataduras de la castaña, liberando aquellas dolorosas sujeciones, dejando como resultado una piel rojiza e hinchada de manera leve; ella suspiró de alivio al poder mover sus manos de nuevo; pidió permiso para quitarse las de los tobillos, obteniendo la aprobación de los demonios. Mabel se sentía tan cómoda de moverse tan libremente otra vez, pero su atención fue llamada por el Cipher que estaba acostado en la cama, de piernas abiertas, dejando una vista totalmente expuesta de su miembro viril aún erecto por completo, como si no se hubiera corrido en absoluto; Mabel se sonrojó completamente al verlo directamente, no podía evitar sentirse avergonzada de disfrutar la vista. Bill le hizo una seña de que se acercara, a lo que ella cumplió pero se veía que tenía miedo de hacerlo. Ella llegó gateando a donde se encontraba su amante, subiéndose encima de él, pudiendo apreciar su valor agradable.

—Mabel, mírame. — Ordenó firmemente.

Ella lo hizo, siendo recibida por un apasionado beso francés que la hizo gemir. Bill masajeaba todo su cuerpo, mojándola nuevamente y haciendo que su pene chocara con su entrada, a lo que ella respondió separándose del beso, hundiendo su cara otra vez en el pecho del hombre.

—Bill... ¿me lo van a hacer? ¿Nosotros tres lo haremos? —Mabel no quería admitirlo en voz alta, pero estaba esperando esto desde que vio a aquéllos dos ángeles caídos en la cama junto a ella.

Bill besó su frente asintiendo con la cabeza, riendo en grave voz, susurrando más guarradas en la oreja de la de cabello rizado, mientras le hacía una seña al demonio hecho de sombras para que se acercara a darle amor a la chica que gemía su nombre con desesperación. Él se hincó sobre la espalda de Mabel, repartiendo besos suaves y mordidas sobre toda su piel, marcando a la adolescente como suya.
Ambos comenzaron a masturbarla de manera suave, preparándola para el acto.
La copia deslizó sus dedos mojados al ano de la fémina, acariciando de manera delicada aquel anillo color rosa, dilatándolo lo suficiente para que su pene pudiera entrar sin que a ella le doliera. La menor sólo se dejaba hacer, sabiendo lo que venía justo ahora, tomando una mejor postura, facilitando el trabajo de los muchachos. Su voz no tardó en salir en altos tonos agudos cuando tanto su vagina como su trasero eran penetrados por los largos dedos de los rubios. Sollozo en voz quebrada que iba a llegar a su tercer orgasmo si ellos no paraban, así que se detuvieron, puesto que pensaban que ella necesitaba conocer el verdadero placer.

Tomaron sus respectivos miembros y acomodaron la punta de éstos en el agujero correspondiente. Mabel apretó los ojos y mordió su labio, completamente feliz de por fin experimentar el sexo. Ambos fueron lentos, pacientes, percibiendo el ardiente calor con el que los recibía la niña.
La fémina ahogaba los gritos de dolor que comenzaban a nacer en su garganta, intentando ocultar también sus lágrimas ya que no quería preocupar a sus acompañantes; cosa que fue hecha en vano, puesto que no podía dejar de gritar sus pensamientos.
Bill besó su cara mientras acariciaba su cabello, tratando de relajarla, pero ella abrió sus ojos repentinamente al sentir una enorme punzada de dolor superior a las anteriores cuando el rubio tocó su delgado himen. Él gruñó suavemente, tomando sus caderas y rogando por el perdón de la joven cuando se insertó hasta el fondo, llevándose su inocencia, al mismo tiempo que el contrario había terminado de entrar a su culo.
Los tres lanzaron un sonido gutural desde el fondo de su garganta al estar completamente adentro de la ojimiel.

No se movieron, se quedaron quietos para dejar acostumbrarse a su tamaño al mismo tiempo que daban caricias suaves a su piel y sollozando palabras de amor, jurando su lealtad eterna y gentileza a continuación.
Cuando el cuerpo de Mabel se hubo relajado dieron inicio a las embestidas, saliendo pausadamente, para volver a entrar con la misma intensidad. La adolescente suspiraba en voz baja, de manera que sólo ella podía escuchar. Bill siguió con esos movimientos hasta que en un momento tocó cierto lugar allá adentro que hizo que la joven gritara sonoramente de placer; al darse cuenta de la manera en que su voz había salido se llevó sus manos inmediatamente a su boca, siendo retiradas inmediatamente por el demonio de los sueños.

—No calles tu preciosa voz, déjanos escucharte.

Él arremetió otra vez aquel punto que la había hecho gritar así, obtenido siempre el mismo resultado hasta que ella cayó rendida ante sus tentaciones, moviendo sus caderas al compás de los demonios. Su cuerpo sentía quemarse, ardía por completo y podía sentir un cosquilleo correr a toda prisa por sus nervios. Su voz se elevaba cada vez más, jadeando con la lengua de fuera, dando una vista deleitante a los rubios que comenzaban a golpear con sensibilidad contra sus genitales cada vez más brusco, dejando atrás su delicadeza al ver que la niña lo disfrutaba tanto como ellos. El ardiente calor que se alojaba en la parte baja de Mabel se extendía por sus miembros palpitantes. Los fluidos de los tres se mezclaban, resbalando entre ellos, mejorando los roces.

—¡Bill! ¡Bill! — Mabel tomó del cabello a ambos, acercándolos a su rostro.

La gemela Pines no podía parar de gemir el nombre de los demonios; en su interior crecía cada vez más el calor, y sentía su vagina palpitar a cada embestida que sentía en su interior. Era un delicioso sentimiento que iba creciendo cada vez más, haciéndola desearlo tener todo.

- Más... Por favor, quiero más... -Berreó con vergüenza.

Una luz verde se encendió en la cabeza de los muchachos, quitando un seguro de su mente y cuerpo. Tanto el Dios del caos original como su réplica hecha por umbraquinesis se carcajearon macabramente, mientras hablaron de manera sincronizada, yendo uno después del otro.

—Desearás no haberlo pedido. — Anunció Bill enterrando sus afiladas uñas en sus glúteos, provocando que escasa sangre se escapara de su piel.

—Te cogeremos tan fuerte que te volverás adicta a que te follen así. — Anunció el otro chasqueando los dedos, atando su cabello en dos coletas, tirando de ellas.

—¡E-Ey! ¡N-No m-me refería...! —Mabel abrió sus ojos de forma desorbitada y apretó su barbilla, dejando escurrir su saliva.

El par de dioses aumentaron el ritmo de sus caderas, intercalando las embestidas en cada hueco, no dejando de estar llena en ningún momento. Mabel sentía el pene de los dos golpear en puntos sensibles, sentía todo su cuerpo temblar en nervios que ni siquiera sabía que tenía. Podía percibir su garganta cerrada a pesar de todos los gritos que lanzaba cada vez que los rubios la penetraban sin piedad, generando una sensación de hormigueo en su útero, creando contracciones deliciosas que apretaban sus miembros. El calor que emanaba del cuerpo de los tres se mezclaba siendo uno solo al final, juntando sus jadeos, convirtiendo su esencia en una sola en ese momento de deseo desesperado. La ojimiel mantenía los ojos cerrados, solo disfrutando de cada cosquilleo, cada espasmo y cada corriente eléctrica que viajaba sin fin por todo su cuerpo. La voz de la fémina salía como un gemido celestial desde el fondo de su garganta, creando una armoniosa melodía angelical.

Bill pensaba en cada momento que volvía a clavarse en el interior de la pequeña en cuanto tiempo había deseado haberla tomado, de forma brutal y sin compasión, sin importarle si a ella le gustaba o no; pero el verla así, gimiendo en su pecho, haciéndole el amor con una copia del él mismo, tan sumisa, tan suya... Le hacía sentir una calidez indescriptible en el pecho, ¿sería eso lo que los humanos llaman "amor"? Cipher le tomo de la cara, acercando sus labios en un ligero roce, probando un poco de su piel sudada por el esfuerzo de acto, advirtiendo que las paredes de la menor se apretaron una última vez, corriéndose por primera vez teniendo sexo. Los rubios pensaron que el rostro de Mabel fue todo un poema, apreciando su ceño fruncido, su frente perlada en sudor con algunos cabellos rebeldes adheridos a esta; sus preciosos ojos color miel brillaban de júbilo y de algunas lágrimas de placer (y tal vez de dolor) que se quedaron retenidas ahí; sus carnosos labios se encontraban hinchados de tanto morderlos, y quizá de la brutalidad con la que fue besada.

—¿Podrías explicarme quien te dio permiso de venirte antes que nosotros? —Reprendió el Dios del caos con molestia fingida, pero que no asusto a la joven, puesto que se encontraba todavía en el limbo de su éxtasis.

Las piernas de la adolescente se sentían débiles, como si sus huesos estuviesen hechos con gelatina. Sin embargo, ella aún no estaba satisfecha; el sentimiento de querer ser llenada una y otra vez comenzó a invadirla, por lo que solo le sonrió con la mirada perdida, moviendo sus caderas reanudando el salvaje frenesí entre los tres. Ella hacia movimientos con los que ascendía, para bajar nuevamente, exprimiendo los penes erectos que se encontraban dentro suyo. Los demonios gruñeron al tacto, temblando ligeramente; Mabel comenzó a hacer todo el trabajo por su cuenta, enterrando los miembros de los muchachos en su interior, sollozando en voz baja mientras daba pequeños saltitos sobre sus virilidades. Sus senos de adolescente rebotaban en cada estocada que hacía, riéndose un poco por lo divertido que le parecía al tiempo que perdía su pudor entre todo el placer y la lujuria.

—¡Joder! ¡Maldita chica virgen! —Maldijo la réplica— ¡Te rellenaré por completo de mi semen!

—Maldita sea... Estrella... —Se quejó el otro rubio- Tu útero quedará tan repleto de mí...

Los hombres chocaron sus pelvis contra las de la muchacha, rebotando de forma deliciosa contra su trasero e ingle, siendo movimientos cada vez más rápidos y menos precisos. Ahora era el turno de los muchachos de ojos color ámbar hacer expresiones de placer, juntando las cejas y apretando todo lo que era posible su mandíbula masculina.

—¡Carajo, Mabel!

El demonio hecho de sombras fue el primero en correrse, enterró su cabeza en el hombro izquierdo de la anterior nombrada para plantar una profunda mordida, mezclando el placer del mutuo orgasmo de la fémina con el dolor de su marca. El último en correrse fue Bill, uniéndose al paraíso del fruto prohibido un par de segundos después, chocando con la entrada del útero de la menor, soltando cada gota adentro de ella, mordiendo también su hombro derecho, saboreando el metálico sabor de su sangre.

El demonio de los sueños aún podía contemplar el largo orgasmo de su novia al percibir las contracciones sobre su pene, lo que no tardó en darle una erección casi al momento. Aprovechó la viscosidad de sus fluidos mezclados para dar un empujón más fuerte que los anteriores para meter su glande a su útero. Él tomó la cabeza de la joven para hundirla en su pecho antes de que ella escapara, escuchando sus gemidos tanto de placer como de reproche, pero él los ignoraba completamente, dejando caer su cabeza contra la almohada, disfrutando del paraíso que Mabel se cargaba entre las piernas.

—¡Bill! ¡Déjame ir! — La niña se retorcía bajo los brazos de su captor, dudando de pronunciar aquellas palabras, porque la verdad a su parecer era demasiado placentero, pero dolía un poco si se movía.

Cipher hizo caso omiso a las peticiones de ella, mirando como podía a su cómplice, intercambiando miradas por un fugaz momento.

"Veamos cuanta capacidad tiene este agujerito."

Volvieron a intercambiar sonrisas cómplices mientras el otro sacaba su falo del culo de la castaña, haciendo que sonara un sonido de "pop" y que derramara un poco de semen sobre las sabanas, a lo que nadie le tomó importancia. Bill sujetó los glúteos de la chica, dando paso a su vagina manchada de fluidos de los tres, pero eso no le importó en absoluto, ya que acomodó la cabeza rosada de su pene en la ya ocupada entrada de la fémina, a lo que ella inmediatamente reaccionó irguiendo su espalda.

—¿Qué rayos? ¡Bill!

Ella intentó huir desesperadamente de ahí, pero el fuerte agarre de los demonios se lo impedía. Se maldijo a ella misma, en el momento que deseó el tener un trío con el mismísimo demonio de los sueños: Bill Cipher, junto a una réplica suya, ¡solo ella tenía deseos así de masoquistas! Sus pensamientos se callaron cuando pudo reparar la presencia de un segundo miembro masculino abriéndose paso en su feminidad. La fémina cerró los ojos cuando la intrusión en su sexo fue tomando terreno; dejó salir su voz en dolorosos quejidos, sabía que sus protestas no serían escuchadas, por lo que ni siquiera se molestó en abrir la boca. Relajó su cuerpo, en un intento final por disfrutar de aquella nueva experiencia tan intrépida. Su técnica al parecer había funcionado, puesto que la copia del demonio pudo recorrer hasta el fondo del recorrido. Los tres soltaron un suspiro entrecortado, quedándose quietos por unos segundos para que la acostumbrara nuevamente a la intrusión de sus falos. Sorpresa fue lo que sintieron los rubios cuando vieron a su amante comenzar a marcar el ritmo que se llevaría a cabo.

—A-Ahhh... Bill. — Soltó la ojimiel en un ronroneo— ¿Qué fue lo que me hicieron?

Complacidos por la iniciativa que tuvo la pequeña, penetrando su interior sin piedad alguna, siendo llevados al límite de su libido, tomándola de las piernas, arrasando con la tela rosada de las únicas prendas que llevaba puestas junto con una capa delgada de su piel, reventando algunos vasos sanguíneos. La escucharon suplicar que pararan, pero no les importo, ya que podían escuchar sus pensamientos con toda claridad, en donde ella pedía que siguieran así con ella, descubriendo que la pequeña gemela Pines es una masoquista de clóset.

"Tan apretado, tan caliente, tan dulce y delicioso martirio prohibido... Y es mío, completamente mío..."

Pensó el demonio de los sueños original llegando a tocar el útero cada vez que entraba y salía de la vagina de su novia.
Bill salió de ella, haciendo que su réplica saliera también, acción que robó un quejido de todos. El Dios del caos tomó a la menor en brazos, haciendo una seña a su creación para que se pusiera de pie igualmente, hizo que la cargara, ordenando a Mabel abrazarlo del cuello y que enredara sus piernas en su cintura, clavando su falo nuevamente hasta el fondo, mientras que Bill la abrazaba por la parte de atrás, tomando su turno para entrar al trasero de la niña, devolviendo el éxtasis a todos. En la habitación sólo resonaban los sexos de los tres chocar entre sí, creando un sonido indecente pero morboso para los presentes ahí; los sonidos de sus pieles sin embargo eran opacados por los chillidos agudos de la adolescente, que no se molestaba en dejar salir su voz, mostrando el tremendo goce que recorría su cuerpo. Unos empujones bruscos más fueron suficientes para que ambos jóvenes liberaran una tercera carga de su blanca semilla en el interior de la jovencita, quien al sentir de nuevo el calor del semen en si interior tuvo su ultimo orgasmo de la noche, soltando un gemido, que a los oídos que estaban presentes fue más que bellísimo.

El par de demonios salieron del interior de la chica, y aunque ellos aún podían continuar, se notaba que para Mabel había sido demasiado para su primera vez. Ambos muchachos le ayudaron a recostarse en la cama, quitando sus pantimedias sudadas y rotas por la acción que hubo. La taparon hasta el cuello, acostándose a cada lado de la chica, abrazándola cada uno, por un lado. Ella se quedó dormida con una sonrisa en la cara, sintiéndose completamente amada, quedando así el recuerdo de ella cometiendo el más delicioso pecado a flote de su mente.

S.

Mabel se despertó por el zumbido de un infernal mosquito, trató de ahuyentarlo, pero solo consiguió montones de nada, arruinando por completo su comodidad en su cama. Con pesar abrió los ojos, viendo el techo mohoso de la cabaña, sintiéndose completamente estafada.

"Al parecer volvió a ser un sueño. Debí imaginarlo, todo era demasiado bueno para ser verdad."

La joven soltó un suspiro de decepción. Se sentó en su cama y miró a la contraria, observando entre la penumbra que se encontraba vacía, extrañada de dos cosas: ¡había dormido demasiado tiempo!, y que al parecer se encontraba sola en casa. De repente sintió una corriente fría correr por su espalda, tomando la sabana de inmediato y cubrir su... ¿desnudez?

—¿Pero qué demonios?

Unos ronquidos en la habitación le hicieron respingar del susto, provocando que ésta se tapara hasta la cabeza con su sábana, temblando de frío y de miedo, pensando que alguien extraño se había colado a la cabaña, hasta que unos murmuros entre sueños le hicieron escapar de su ensimismamiento. Mabel tomó el valor suficiente para sacar la cabeza de sus sabanas y asomarse por uno de los extremos de la cama, desencajando la mandíbula al ver a Bill tirado en el piso de la habitación, completamente dormido en un profundo sueño, y lo peor de todo a criterio de la joven Pines, ¡completamente desnudo! La castaña gritó sonoramente, sintiendo la cara caliente por la sangre que se había subido de repente. El grito fue lo suficientemente fuerte como para que el demonio se levantara de golpe, mirando hacia todos lados, asustado por el ruido que irrumpió en sus sueños, desencadenando un segundo grito masculino, que emergió del otro extremo de la cama, encontrando a otro Bill desnudo.

La chica gritó nuevamente, tapándose hasta la cabeza otra vez, repitiéndose mentalmente que todo era parte de otro sueño. Su seguridad bajo la sabana se terminó cuando esta le fue arrebatada de las manos, encontrándose a dos demonios rubios terriblemente guapos y completamente desnudos frente a ella.

"¡POR AXOLOTL! ¡POR AXOLOTL!"

Mabel sintió su corazón dar un vuelco cuando ambos chicos se sentaron a su lado a tratar de tranquilizarla, siendo en vano.

—Tranquila, Estrellita, soy yo, Bill. —Habló uno de los chicos acariciando la cara de la fémina.

—¿Bill? —Mabel trataba de asimilar todo—¿Entonces... todo fue real? —Preguntó ella con la cara roja cual cereza.

Ambos muchachos rieron.

—Si no te pareció lo suficientemente real podemos repetirlo... — Susurraron ambos comenzando a acariciar su cintura, robando un gemido por parte de ella.

Mientras ellos reanudaban su fiesta en la habitación, había algo que los tres ignoraban por completo: la llegada de un auto clásico rojo. Dipper fue el primero en bajar, puesto que sentía que sus fuerzas lo habían abandonado por completo, subió con pesar las escaleras deseando con añoro dormir de una buena vez, giró la manija de su cuarto para quedar completamente traumatizado.

—¡BILL, ENORME HIJO DE PUTA! ¡VOY A MATARTE!

Fisting o fist-fucking es un término con el que se designa la práctica de la inserción braquioproctal o vaginal. Un acto consistente en la introducción parcial o total de la mano en el ano o la vagina de la pareja. Es una práctica considerada como extrema, y se suele recomendar que no se lleve a cabo sin los necesarios cuidados previos (desinfección, limpieza, guantes de látex, etc.) y posteriores (dilatación paulatina).

Fingering, dedillo o dedeo es la manipulación manual (genital) del clítoris, la vulva, la vagina o el ano con el fin de la excitación sexual y estimulación sexual. Puede constituir el encuentro sexual completo o puede ser parte de la masturbación mutua, con juegos previos u otras actividades sexuales.

Sumisión se refiere a la actitud que toman los individuos que se someten a la autoridad o voluntad de otras personas si hacer cuestionamientos.

La umbraquinesis (también escrito umbrakinesis) es una hipotética capacidad psíquica que consistiría en la manipulación mental de las sombras.

Bueno personas bellas, hasta aquí el primer One-Shot de este repertorio ggg, me esforcé demasiado en esto, ya que es la primera vez que escribo un trío, además, ya estaba algo oxidada con el lemon :C Me tardé DEMASIADO, LO SE. Pero en ratos la inspiración se me iba y no quería tráeles un trabajo deplorable. NO TIENEN IDEA DE CUANTOS DESVELOS COSTO.

Pero todo por escribir marranadas 7u7

Gracias por todo su amors y apoyo, significa mucho para mí y me inspira a seguir con esto 3

Besoooos 3

PD:
Esta parte fue editada.