Primero que nada quiero decir que los personajes de Yu-Gi-Oh no me pertenecen.
Es la primera vez que publico en esta plataforma, espero les guste el primer capítulo, estaré esperando con ansias sus comentarios, acepto criticas constructivas, opiniones, recomendaciones, o que le gustaría que pasará, etc.
Capítulo I
Corazones Rotos
Después de que Atem perdiera el duelo contra Yugi pasó lo esperado, el gran faraón podría descansar en paz después de mucho tiempo. Al ver esto sus amigos y todos los presentes quedaron en silencio por unos minutos.
Al ver que nadie reaccionaba, Tea intento ir hacia el faraón sin embargo Joey la tomo de un brazo mientras este mantenía la cabeza agachada. Un fuerte nudo se hizo en la garganta de la castaña quien observaba como Atem atravesaba aquella puerta sin mirar atrás y sin titubear. La puerta se cerró…
Después de unos minutos, Solomon, el abuelo de Yugi, se dirigió a su nieto quien aún se encontraba en el suelo dejando caer sus lágrimas.
– Yugi…– susurro – esto estaba destinado a suceder, piensa que ahora él está en un lugar mejor – dijo de manera consoladora.
Yugi se levantó y miro a sus amigos, todos tenían la misma cara, hasta Seto Kaiba mostraba desconcierto. Por su parte, los Ishtar sabían que eso era lo "correcto", entre sollozos todos salieron de aquel lugar despidiéndose unos de otros.
Casi era de noche cuando llegaron a ciudad Domino, cada uno se dirigió a sus respectivas casas; Joey y Serenity volvieron al departamento donde su hermano vivía con su padre acompañados de Tristán, al final solo quedaron Yugi, Tea y el abuelo.
– Yugi me iré adelantando tengo unas cosas que comprar, te veo en casa, no tardes mucho – dijo Solomon mientras se alejaba. El tricolor y la castaña se quedaron solos, comenzaron a caminar en silencio hasta que el pequeño ojivioleta comenzó a hablar.
– Lo voy a extrañar mucho…– sus lágrimas comenzaron a caer – daría lo que fuera por repetir ese duelo y ser yo quien lo perdiera – sacando así a la castaña de sus pensamientos.
– Yo también Yugi… – susurro.
– ¿Qué haremos ahora? – pregunto mientras observaba a Tea limpiar sus lágrimas.
– Supongo que seguir adelante Yugi – respondió mostrándose más serena – no podemos quedarnos estancados y ver como nuestras vida se va en ello. Ya casi nos graduamos… – espero unos segundos antes de continuar – tendremos que aprender a vivir sin su presencia y cumplir nuestros objetivos.
Yugi solo asintió con su cabeza y le dedico una leve sonrisa. Después de un rato llegaron a casa de la castaña, se despidieron y Yugi continúo su camino.
La chica entro a su casa, dejo sus cosas en el sofá y sin ganas subió las escaleras hasta llegar a su habitación, una vez allí abrió las puertas de su balcón dejando entrar el aire fresco, se dirigió a su cajonera y saco su pijama, entro al baño y se dio una ducha con agua caliente. Al salir del baño observo su cama, esta se veía cubierta por la luz de la luna que entraba a través del balcón. Se cambió y se acostó en el centro de esta para llorar en silencio, la noche transcurrió hasta que se quedó profundamente dormida.
La luz del amanecer comenzaba a asomarse por el balcón iluminando la figura de la chica mientras empezaba a despertar. Talló sus ojos y se quedó sentada sobre la cama tratando de asimilar lo ocurrido el día anterior, sin ánimos se puso de pie y bajo hasta la cocina, abrió el refrigerador y al ver que no había nada se dispuso a ir de compras.
Una vez lista, salió de casa, era un día nublado tal y como a ella le gustaban, sin embargo en ese momento no lo disfrutaba, sus pensamientos estaban totalmente concentrados es una persona: Atem. Aun no podía creer que él ya no estaba y que ya no lo volvería a ver, las lágrimas se hicieron presentes y comenzaron a caer por sus mejillas. Después de un rato, sin darse cuenta acabo en Kaiba Corps, Seto y Mokuba bajan de su auto cuando a lo lejos lograron visualizar a una chica castaña de cabello corto, de inmediato el más joven de los Kaiba la reconoció y corrió hacia ella.
– ¡Tea! – gritó el pequeño.
En ese momento la castaña reacciono y volteó para ver a Mokuba dirigirse a ella, Tea le dedico una sutil sonrisa.
– Hola Mokuba, ¿Cómo estás?
– Mucho mejor que tú, por lo que veo – respondió el pequeño mientras se arrepentía de haber dicho lo anterior – ¿Qué haces aquí? – pregunto inmediatamente.
– ¿La verdad? – Se quedó en silencio mientras Mokuba asentía con la cabeza – No lo sé, salí a comprar algunas cosas y termine aquí.
– ¿Es por el Faraón? ¿Aún no asumes lo que sucedió?
– Todo paso tan rápido… – susurro la castaña.
– Lo sé… Seto esta igual aunque no quiera admitirlo.
Se quedaron en silencio sin saber que decir, Seto se aproximó a ellos sin que estos se dieran cuenta.
– ¿Qué haces en mi compañía niña? – pregunto con la frialdad que lo caracteriza.
– Ya me voy – respondió Tea secamente.
La chica se alejó de ellos mientras que Mokuba le lanzaba una mirada asesina a su hermano.
– ¿Por qué me miras así?
– No debiste hablarle de esa manera, deberías tomar un curso sobre cómo tratar a las personas en especial a las chicas lindas como Tea.
Seto puso los ojos en blanco y ambos entraron a la compañía.
