— Di mi verdadero nombre, Kudo —Pidió.

Dejó de caminar y la miró, sus cortos cabellos se movían al compás del viento.

— Di mi verdadero nombre —Repitió, Conan la miró extrañado.

Ella seguía observándolo, esperando que cumpliera con su petición.

— ¿Que te ocurre, Haibara?

— Solo dilo.

— ¿Por qué? —Sin entender a qué venia eso. Ella no contestó su pregunta, aunque pudo vislumbrar una deje de tristeza a través de sus pupilas, si es que no se lo estaba imaginando.

— Dilo —Volvió a pedir sacándolo de sus conclusiones— Con dulzura como si me amaras.

Los ojos del pequeño detective se dilataron, sus mejillas se sentían levemente calientes. Al notar como ella seguía esperando, tragó saliva y decidió cumplir con su petición mientras tanto, ella, observaba su boca, viendo el movimiento de la misma cuando pronuncio su nombre.

"Shiho"

— Horrible —Expresó cuando finalizo.

Mintiendo para aparentar que no había sentido más de lo que espero porque su nombre dicho por él, le envió un sentimiento cálido en su pecho y desde hace mucho tiempo que no oía su nombre pronunciado con dulzura, con amor, que no fuera dicho por su hermana...

— ¿Eh?

— No ha sido dulce —Empezó a criticar— También tu pronunciación fue horrible y carecía de sentimiento.

— Si ibas a ser así, no me lo hubieras pedido —Dijo claramente ofendido, ya sin mirarla.

Ella sonrió, soberbiamente, levantando levemente la comisura de sus labios.

— Bueno, al fin y al cabo, soy Ai Haibara.

Al terminar de hablar. Retomó la marcha, yendo varios pasos más adelante que el detective, sin él sospechar que hace un instante, ella, había dado una despedida a su antigua y verdadera identidad.

"Adiós, Shiho Miyano..."

Dándole un fin, en su mente.