La bestia
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La celda era oscura, fría, húmeda y sin vida, a parte claro, del pequeño bulto contra la pared. Sentado en la pared del fondo se encontraba un muchacho joven, sus cabellos rubios estaban alborotados y habían perdido gran parte de su color, su cuerpo se había buleto escuálido y pálido por la falta de alimentos y luz solar. En su posición casi no podía verse su rosto; se encontraba abrazando sus piernas con la cabeza gacha. Toda su ropa era una manta que apenas lo resguardaba del frio por la noche. Y hay estaba, quien fue el mas buscada en la región de Ivalice, líder de un poderoso clan, alabado por las mazas, odiado por el castillo, el único que se rebelo ante un mundo de sueños, y por ello pago las consecuencias.
Marche Radiuju se despertó por sexta ves esa mañana, o noche; en su celda era imposible saber si era día o noche, solo había oscuridad. Nuevamente desde que fue encerrado había vuelto a tener ese sueño: él padre de Mewt encontrando un buen trabajo, Ritz: aceptándose ella misma y apreciando sus cabellos blancos, Doned: haciendo amigos con quienes jugar sin importar su estado, y… él y Mewt devuelta en casa…. ¡Puras mentiras! Ilusiones creadas por su cabeza para sacarlo de esta horrible prisión donde, Doned: su propio hermano, Cid: en quien creyó poder confiar, Mewt y Ritz: sus supuestos "amigos", lo habían tirado justo cuando creyó que iba a terminar con todo.
Esa maldita anti-ley que ayudo a crear para poder derrotar a Llednar anulo todas sus habilidades. "Lo siento", fue todo lo que dijo Cid después de lo que hizo. Cundo se disponía a huir, sintió algo agudo y frio atravesando su espalda, al voltear solo vio a su hermanito pegado a su espalda, "Aquí yo puedo caminar". Con un golpe y una expresión de horror lo hizo a un lado. Quiso alertar a su clan, pero estaban muy ocupados luchando contra el clan de Ritz.
Marche se quedo pasmado. Cuando divisó a Ritz en medio de ese caos, ella ya se acercaba a él. Al llegar, Marche solo pudo decir una cosa, "¿Por qué?" Ritz clavo su estoque aun lado de su pecho y dijo: "No eres nadie para arruinar nuestra felicidad". ¿Felicidad? Un mundo de fantasía no es felicidad. Todo lo que ellos hacían era huir de la realidad. Si lo que querían era la felicidad, podrían haberla buscado en su propio mundo, el que es de verdad.
-Ellos son… los que no tenían derecho… –Su respiración era agitada. El frio lo había despertado y ya no podía dormir.
A Marche no le gustaba dormir. Odiaba las pesadillas llenas de felicidad. En parte porque acababan muy rápido; en parte porque se escapaba hacia un mundo no muy diferente al que se encontraba. No dejaría que sus dulces sueños se lo tragaran. Tenia que mantenerse cuerdo hasta poder escapar.
Escapar. Esa palabra casi no tenia sentido, parte de ella murió el la primera semana o mes de su encierro. Aunque sus ojos ya deberían haberse acostumbrado a la oscuridad; no podía ver más que negro. Estaba seguro de que era una prisión mágica, dentro de la prisión era él lugar de los peores, según escucho una vez.
Con el paso del tiempo, toda su tristeza paso a ser furia, su furia se transformo en rabia y su rabia en odio. Un odio tan negro como su prisión, ese odio se lo estaba comiendo vivo, podía sentir a la bestia en su interior: una criatura echa por el odio puro que sentía por sus antiguos "amigos". Podía sentirla, se acercaba cada vez más a él, deseando salir de la jaula que era su cuerpo.
De nada serviría sacarla de su jaula, solo para meterla en otra. Marche sospechaba que ya se estaba volviendo loco, sino es que lo estaba ya, pero no quería perder lo único que creía le quedaba de cordura sacando a una bestia imaginaria.
Por que eso era: una bestia imaginaria, ¿verdad?
Doned Radiuju, que por coincidencia se encontraba en un bar cercano a la prisión donde su hermano residía, estaba esperando a sus compañeros de clan. Sus pensamientos estaban ya muy lejos de su hermano; en lo que a el respecta, Marche había vuelto a casa. Sintió un poco de tristeza con este pensamiento, pero sobretodo, sintió culpa por como había terminado todo. Los ojos con los que su hermano mayor lo vieron, jamás se borrarían de su cabeza.
Doned había tomado lo que él creyó era la mejor decisión. En este mundo él podía caminar, jugar, pelear contra monstruos y otros clanes, podía hacer más de lo que soñó que podría hacer en su mundo, pero Marche quería destruirlo todo, Marche quería arrebatarle su nueva vida. En ese momento no le importo la promesa que le hizo, era imposible que la cumpliera; en su mundo solo era un niño común y corriente, incapaz de hacer algo para sanarlo.
Doned levantó la cabeza al techo del bar, a pesar de que ya había pasado un año desde que Marche volvió a casa; a su casa. Noto que, a diferencia de sus compañeros, él no había crecido ni un milímetro desde que llego. Todo su cuerpo continuo estando igual a como era la primera vez que llego a Ivalice.
El que su cuerpo no creciera, era un gran inconveniente. Según las leyes, él no podría pelear hasta que alcanzara la edad y altura reglamentarias para los humanos. El pensamiento de que no crecería, solo por no ser de este mundo, le provocaba escalofríos. Al fin de cuentas ¿Por qué traiciono a su hermano? ¿Para quedarse plantado en un bar, esperando a compañeros que le daban de comer con dinero que sacaban con sangre, sudor, y lagrimas? Abecés realmente se sentía como un paracito.
En su interior, todavía albergaba la esperanza de poder crecer, y poder ayudar a los compañeros que fueron tan amables con él desde que llego. Pero sobre todo, albergaba la esperanza de que Marche llegara a perdonarlo, o que fuera él quien se sintiera culpable por tratar de destruir un mundo como este, y por eso, haber sido expulsado de él.
No tenia idea que en ese mismo momento, Marche Radiuju, estaba perdiendo lo que le quedaba de sentido común, y hundiéndose en un mar de rabia asesina.
A diferencia de Doned, cuales pensamientos estaban con Marche en ese momento. Ritz Malheur trataba de no pensar mucho en Marche.
En efecto, ella lo traiciono y lo apuñalo con su estoque, y aunque le dejo el resto a Llednar, eso no la hacia sentirse especialmente mejor. La razón para traicionar a su amigo era especialmente egoísta, y muchos lo verían como una estupidez, pero ella no. Ella realmente deseaba una cosa, y en este mundo la tenía: su cabello.
Ella siempre había odiado sus cabellos blancos, pese a ser de actitud fuerte, no podía soportar el ver a su madre a punto de llorar cada vez que la veía con el tinte en la mano. Curioso, les avía dado palizas a chicos más grandes y fuertes que ella, pero la imagen de su madre a punto de llorar basto para que le diera una estocada a su amigo y, de ese modo, no tener que volver a enfrentarse a ella.
No basta mencionar que a Shara no le agrado mucho aquello, de hecho, Shara se había negado a participar en el ataque. Ella trato de disuadir a Ritz de apuñalar a Marche por la espalda, pero bien sabia que cuando a su amiga se le mete una idea en la cabeza, no existe nada que pueda hacerla cambiar de parecer. Su relación nunca fue la misma desde ese día…
Ritz se encontraba tomando el té en una cafetería al aire libre, mientras que Marche se preguntaba como es que no había muerto después de no comer ni beber nada desde que lo encerraron.
Y en cuanto al príncipe Mewt, él y su madre, su majestad Remedí, no habían regresado al castillo. Según un mensaje enviado al castillo, ellos habían decidido extender sus vacaciones. Por lo que los jueces, y eso incluye al Don juez Cid, se quedarían a cargo del reino y su seguridad hasta que regresaran.
En cierta forma, nada había cambiado. Las leyes continuaron siendo tan duras como siempre, para evitar cualquier tipo de ataque mientras la Reina no se hallaba en él castillo. Y la guerra de clanes, y lucha por territorios continúo igual.
Para todos, a excepción del pobre Marche, nada había cambiado.
Los gritos y llantos de Marche, pasaron a convertirse en rugidos casi inhumanos. Aun que no podía ver nada en esa terrible oscuridad, noto que su prisión tenia una extraña forma hexagonal. Después de todo, muchas veces se levanto y comenzó a golpear a las paredes, y la mismísima oscuridad, tratando de salir. Era inútil…
Todas sus esperanzas se redujeron a que alguien, aunque fuera uno de sus enemigos, viniera a sacarlo de esté abismo. Cualquier persona bastaría, solo quería salir; solo quería ser libre.
Nuevamente sintió esa presencia, justo detrás de él. Aun cuando no podía ver absolutamente nada, podía sentir unos horribles ojos centrados en él. A diferencia de la primera ves que los sintió, donde solo se había encogido de miedo. Marche se lanzo rugiendo contra esa presencia, solo para chocar contra la pared. No era la primera vez que sucedía, y gracias a eso consiguió tener una imagen mental, más o menos correcta de su celda. Pero esta ves, su ataque era bestial, cualquier persona que estuviera cerca, lo hubiera confundido con algún animal salvaje. En especial, por la ferocidad con cual atacaba a la nada.
Sus puños estaba se avían deformado por los constantes golpes, y sus uñas estaban destrozadas. El dolor que sentía era indescriptible, pero eso solo aumentaba su rabia. Una rabia que siguió lanzando a ese oscuro abismo llamado prisión.
Su asalto continúo hasta caer rendido, sangrando, y temblando en el piso.
-"Erase una ves un joven con sueños…-Marche se sobresalto un poco – Un muchacho fuerte y valiente… -Por un momento le pareció que alguien estaba hablando –El joven fue transportado con sus amigos y hermano…, a un Mundo de fantasías sin fin… -En definitiva, había oído a alguien –Todos sus amigos encontraron alegría y felicidad…, pero el joven sabia que nada de eso era real… -"Cállate" –El joven luchó contra monstruos y criminales…, junto con su poderoso clan… -"¡Cállate!" –Para de ese modo…, todos poder regresar –"¡Cállateee!" –Pero sus amigos y hermano…, no deseaban despertar…, por lo que una medida… decidieron tomar –"Por favor, solo cállate" –Si él joven negaba al Mundo…; él Mundo negaría al joven… - Unas lagrimas cayeron de la comisura de sus ojos – y entonces todo volvería a se alegría y felicidad…"
Marche lanzó un rugido y se lanzo a la nada absoluta, destrozando lo poco que quedaba de sus manos y cabeza, luchando contra los muros. Podía sentir toda la sangre sobre su cuerpo: cayendo de su cabeza, mano y piernas. Pero todo eso lo sentía ajeno a él, solo deseaba destrozar a lo que sea que estaba con él.
Uso sus manos como garras, destrozándolas contra los muros. Su cabeza golpeo las paredes tantas veces, que le era imposible saber si estaba consiente o inconsciente.
En la prisión, los guardas se encontraban haciendo su ronda nocturna. Pasando desde los infractores pequeños; asta los mas grandes. Pero lo que a nadie le gustaba, era el tener que revisar los sótanos, el lugar de sus residentes "permanentes". Si esa prisión era tan fuerte, nadie veía la necesidad de vigilar a sus criminales. Esta vez le tocaba al pobre de Boj, un bangaa defensor.
Boj continúo bajando por las escaleras, hasta llegar a un enorme pasillo. A derecha e izquierda, solo se veían enormes puertas de metal, con una rendija para poder observar a sus residentes. Boj comenzó a revisar.
Al ir abriendo las rendijas, fácilmente se podía ver los residentes de la prisión mágica, por suerte, ninguno de ellos podía ver o escuchar nada. Los símbolos mágicos en las paredes lo impedían. Boj había olvidado por que era necesaria esta vigilia, cuando era claro que nadie saldría. Muchos ya habían caído en la locura, y los que no hablaban consigo mismo, se la pasaban babeando contra los muros. No fue asta que Boj llegó a la prisión mágica de Marche Radiuju, y lo vio en medio del hexágono, totalmente cubierto de sangre y lagrimas, cuando lo recordó.
En lo personal, a nadie le importaba que alguno de esos prisioneros muriese, pero por ley tenían que vivir lo máximo posible, para sufrir por sus actos.
Boj, después de recuperarse de esa escena, llamo inmediatamente a los otros guardias. Era necesario curar esas heridas, por lo que fue llevado a la enfermería de la prisión.
En la enfermería se encontraban, Eitan: un mago blanco, nu-mou, y Bet: una viera asistente. Los dos se ocupaban de los heridos, ya sean guardias o prisioneros.
Los guardias entraron, sosteniendo por los brazos a Marche, y le encadenaron las muñecas y tobillos a la cama. Eitan nunca aprobaría una acción así, pero como él herido era alguien de los pisos inferiores, no podía protestar.
-Cúrelo lo suficiente para poder arrastrarse, y después llámenos para devolver a esta escoria a donde pertenece –El guardia se aseguro de escupir la palabra "escoria", antes de irse. Lo que dejo solos a Eitan y Bet, con un moribundo prisionero.
En las profundidades de la mente de Marche, algo muy diferente estaba pasando.
Marche no sabia donde se encontraba, pero no era su prisión. El parecía ser el centro de un muy oscuro bosque, podía ver los arboles; podía sentir la tierra en sus pies desnudos, y sobre todo, podía ver el cielo. Era de noche, pero podía ver la luna y las estrellas.
Estuvo a punto de caer de rodillas y llorar de alegría, cuando sintió algo que lo observaba. Una criatura lo asechaba en algún lugar de ese profundo bosque. Marche no lo pensó dos veces, y se echo a correr. De algún modo había salido de la prisión, y no tenia intenciones de morir en un lugar como ese. Por lo menos no quería morir sin poder ver el sol.
Continuo corriendo, y corriendo, no le importaba el daño que su cuerpo recibía. Solo sabia una cosa, si volteaba estaba acabado. No podía dar frente a lo que sea que seguía sus pasos, seria su sentencia final.
Una parte de él pensó que de esta forma era como acabaría, lo arrastraron a una oscura para que se pudriera, y luego lo liberan en un oscuro bosque para ser devorado por alguna criatura extraña. Eso solo lo enfado más. Tener que soportar esa prisión, y ahora morir. Todo por querer volver a casa.
Podía sentir que se encendía la chispa de la rabia, curiosamente, entre más rabia sentía; más se acercaba la criatura.
Concentro roda su furia en un mortal rugido, lo cual le permitió correr todavía más rápido. Al horizonte, pudo ver él final del bosque. Eso hubiera sido grandioso, de no ser porque al final del bosque se encontraba un enorme precipicio. En el fondo, se podía ver una horrible corriente de agua.
Marche no tenia salida. Estaba obligado a dar frente a ese monstruo.
Algo lo estaba observando. Podía sentirlo aproximarse.
-"El joven que fue negado por él Mundo… -Esa vos otra ves –Tomo su decisión… -Era la misma que escucho en prisión; la misma que trato de callar –Si su familia y amigos estaban dispuestos a negarlo…, por un mundo imaginario –Esa era su voz; su propia voz –Entonces solo tenia que devorarlos… -"¿Devorarlos?"-El joven destruiría y devoraría cada parte de esta farsa…, y así regresaría a casa…"-"Regresar a casa…"
Del bosque salió una enorme criatura, era semejante a un lobo negro, pero media por lo menos tres metros, y un aura negra lo envolvía. Se acercó lentamente a Marche, marcando el piso de tierra con sus enormes garras.
-"Ese mundo era falso al fin de cuentas… -Era como si Marche podía escuchar la voz de la bestia; su propia voz en su cabeza –Este mundo que lo rechazo y atormento…, pagaría con su propia y falsa existencia… -"Pagar…" –Su familia y amigos, sentirían las consecuencias de sus propios actos…; de su egoísmo…, con sus cuerpos y sueños…, todo seria destruido; todo seria devorado…" –"Todos deben pagar".
-Eitan, no deberías esforzarte tanto. No olvide de quien se trata –Susurro Bet. Ella sabía perfectamente que tipo de personas se encerraban en ese lugar.
Eitan también sabía que tipo de personas habitaban en ese lugar, pero ese chico era prácticamente un niño. No podía soportar el ver a un simple niño siendo tratado como al peor de los criminales. En ese estado, se sorprendió de que siguiese con vida, no era como si todos allí estuviesen protegidos por las leyes.
-Eitan… ¿me estas escuchando? Sabes que odio cuando me ignoras –Gruño indignada. Odiaba que Eitan se centrara tanto en su trabajo, asta el punto que ignorara todo lo que lo rodea –Como quieras. Iré a avisar a los guardias que ya pueden regresarlo a donde pertenece –Escupió. Ella odiaba a los criminales. Los consideraba un desperdicio de humanidad, que no merecían ni pisar la tierra.
Lentamente, Marche abrió sus ojos. Estaba desorientado, le dolía la cabeza y él cuerpo. Sus ojos tardaron en acostumbrarse a la luz, pero al hacerlo noto al nu-mou que todavía seguía curándolo, totalmente inconsciente de que ya estaba despierto. Cuando trato de hablarle, su voz no salió. Estaba mudo.
Preocupado por su estado, marche trato de moverse, entonces noto las cadenas en sus mulecas y tobillos. Estaba encadenado en una cama, totalmente desnudo. Su respiración se hizo más pesada. Este no era un bosque, pero tampoco era su prisión, eso era algo bueno.
Crack
La puerta se abrió, dando paso a Bet y dos guardias; un humano y un bangaa.
-Ya esta, llévenselo a su celda, antes de que Eitan acabe de curarlo –Bet cruzo sus brazos y le mando a Marche una mirada que reflejaba desprecio.
Marche no tenia que ser un genio para saber lo que significaba. Iba a volver, iba a volver a esa celda; ese abismo de oscuridad.
Todos sus músculos se tensaron, podía sentir que su sangre hervía, mientras esos guardias se acercaban. Eitan fue echo aun lado, con un poco de brusquedad.
-¡Le dijimos que lo curara lo suficiente para arrastrarse! ¿Qué haremos si ahora trata de escapar? –Grito el bangaa.
-Tranquilo Marko. Esto se soluciona fácilmente –El humano le puso una mano en el hombro, y ambos compartieron una sonrisa de complicidad.
Antes de que marche pudiera saber a que se referían, sintió un fuerte golpe en el estomago, que le quito todo el aire. Ambos guardias comenzaron a golpearlo, lo utilizaban como una maldita bolsa de arena. Lo golpeaban en piernas, torso, pecho, brazos y cabeza. Marche podía ver a como los guardias disfrutaban golpearlo sin piedad, también noto la sonrisa de esa viera y, el rostro preocupado del nu-mou.
-"El joven comería… -Marche comenzó a sentir esa rabia –El joven devoraría… -Podía sentir a la bestia –Cada parte de este sueño…"
Marche decidió que era hora de liberar a la bestia.
Un rugido inhumano broto de lo más profundo de sus entrañas, fue tanto el impacto, que sus golpeadores se detuvieron, y tanto Eitan como Bet, retrocedieron.
Antes de que alguien tuviera tiempo de hacer o decir algo, Marche destrozo las cadenas de sus muñecas, y lanzo un rápido y horrible zarpazo a la cara del bangaa. Toda la parte delantera que era su cara, término estampada contrala pared. Un nuevo rugido broto de él, y con un movimiento de sus piernas, destrozo las cadenas de sus tobillos. Se lanzo hacia el otro guardia, que ya había retrocedido lo suficiente para sacar su espada, y cuando trato de atacar a Marche, este detuvo su espada, tomándolo de la muñeca. Comenzó a aplicar más presión, y utilizando su otra mano para sostener el brazo de su victima, Marche Radiuju tiro de él, con una fuerza tan inhumana, que le arranco el brazo. El guardia comenzó a revolcarse por el piso, gritando de dolor. Marche levantó su pierna derecha, y con un poderoso pisotón aplasto su cabeza.
Eitan y Bet, estaban totalmente horrorizado. Acababan de ver a un moribundo que se supone tenían que curar, matar a dos guardias. Bet trato de contener inútilmente el vomito que estaba tratando de salir de ella, pero Eitan, extrañamente solo sintió tristeza y lastima por él joven.
Marche tomo la espada del brazo que acababa de arrancar, y también la sabana de la cama, para tapar un poco su desnudes. Miro por un segundo a los dos testigos, algo en la mirada de ese un-mou lo molesto bastante, pero no es como si fuese a matarlo, al fin de cuentas sano parte de sus heridas. Solo salió por la puerta. Sabía que tendría que enfrentarse a muchos guardias antes de salir, y como ya no tenía un clan, ningún juez aparecería para evitar una "muerte permanente", no le importaba.
Cuando llego a un enorme salón, todos los guardia que se encontraban hay votaron a verlo, no necesitaban ver la sangre, o su curiosa "ropa" para saber que ese chico era un peligro. Con un fuerte rugido, Marche se abalanzo a ellos, cortando y destrozándolo todo con su espada, y sus manos.
Afuera de la prisión se encontraba lloviendo, era de noche, y no había ni un alma en las calles.
Un poderoso estruendo resonó.
Marche había saltado por la ventana, afortunadamente era él primer piso, por lo que no hubo mucho daño. Comenzó a correr. Parte de él agradeció que fuese de noche, y que lloviera, de ese modo podría ocultarse mejor. Una persona desnuda, con una espada manchada con más sangre que la sabana que lo cubría, no hubiera sido la mejor forma de pasar desapercibido.
Podía sentir a los guardias pisándole los talones. Sabia que algún juez seria informado de esto, por lo que aun sin un clan, podría tener que vérselas con alguno. Sabía que solo había un lugar en el que podría estar a salvo. Tenia que llegar a algún Jads.
A la mañana siguiente. El mismo Don juez Cid fue al lugar de los hechos.
El informe que recibió no era nada comparado con esto. Todos los cuerpos ya habían sido retirados, pero la sangre estaba por doquier, y la destrucción causada era enorme. Cid pensó que era imposible que un humano hubiera causado todo esto.
-Esto es… horrible –Murmuro él templario a su derecha.
-¡Quiero que me digan inmediatamente quien fue el responsable de esto! –Grito. Todas las muertes no quedarían impunes.
-Fue uno de los reclusos del sótano, señor –Un guardia cercano le informo.
Los reclusos del sótano, los peores entre los peores, solo ellos serian capases de una matanza como esta.
-¡Denme su nombre y descripción! –Ordeno. Pero nadie parecía contestarle.
-Señor juez, nosotros…, quiero decir, nadie sabe quien era –Fue la única respuesta del guardia.
-¡¿Qué?! ¿No tienen un informe detallado de cada uno de ellos? –Gruño con disgusto. Lo ultimo que necesitaba era que un monstruo como ese se escapara impune, solo por un holgazán que no quiso hacer su trabajo.
Todos los guardias se miraron, como si esperaran que alguien más contestara.
-Llenar lo trajo hace un año…
Una voz detrás de él lo sobresalto. Al voltear se encontró con uno de los sobrevivientes de la matanza. Aunque más lo sobresalto lo que dijo.
-¿Qué?
-Hase un año Llenar lo trajo, herido e inconsciente. No nos dijo nada, solo que lo encerráramos en lo más profundo de la prisión mágica y tiráramos la llave –Dijo tranquilamente, mientras se tocaba él muñón donde solía estar su mano.
Llenar, hace un año. Cid tendría que ser bastante estúpido para no relacionar las cosas, pero no quería creerlo, especialmente después de ver este desastre.
-Se quien era. Todos lo sabíamos, es el precio de la fama, señor –Pudo notar como Cid palidecía ante estas palabras.
Cid tenía miedo de preguntar. Era imposible que fuese él, después de todo, él regreso a casa; a su mundo. Él jamás haría algo como esto.
-Él... –"No" –Su nombre era… -"No lo digas" –MARCHE RADIUJU.
Todo él mundo del Don juez Cid se hizo pedazos con la simple mención de ese nombre. Todos en la habitación enmudecieron, los que no sabían como era, conocían ese nombre.
-¿Qué deberíamos hacer ahora, Señor? –Pregunto uno de los templarios.
Él juez cid, por primera vez se encontró totalmente mudo. Marche tendría que haber regresado a casa, ese fue él trato. Y sobre todo, ese joven que conoció hace un año… jamás mataría ni a una mosca. El no podía ser el culpable, de eso estaba seguro.
-Tráiganme a Llenar. Antes que nada, tenemos que averiguar quien era él prisionero –Su orden sonó más como a una petición. Su ánimo estaba por el piso.
-Pero señor, ya sabemos quien…
-¡YA! –Ese grito basto para cortar cualquier pregunta, o argumento.
Marche Radiuju continuo corriendo, no le importaba el cansancio o el daño a sus pies. No paro hasta darse cuenta de algo, ya había amanecido. Se quedo contemplando la luz del sol, el cielo, las nubes. Era totalmente libre…
Cuando comenzó a inspeccionar el área en la que se encontraba, noto el aspecto muerto de ese sitio, y esa sensación tan familiar. No supo como, pero había conseguido lo que quería, llego a un Jad.
-Miren nada más que tenemos aquí, una alimaña humana –Ese comentario fue seguido de una ola de rizas.
Cuando Marche dio media buelta, lo primero que vio fue a un clan pequeño. Eran dos bangaa, una viera, y un nu-mou. Él aparente caballero dragón parecía ser él líder. Marche solo pudo pensar en una cosa en ese instante. Necesitaba ropa…
Otro fic por capricho.
