Ha, finalmente, había llegado el día.

El día en que me encontraría con Alice una vez más, después de un año interminable.

Alice había sido elegida la única heredera de la familia Baskerville hace un tiempo, así que fue llevada en un tipo de viaje informativo. Supuestamente esto era para que ella se informara de los principios y reglas de la familia.

De todos modos, un año pasó, y las cartas que escribía, junto con las noticias sobre su proceso de "admisión" a los Baskervilles comenzó a cesar. En realidad, no llegaban tan a diario como antes. Sentía que algo andaba mal. Y sin embargo, preferí confiarme en que todo estaba bien, y que tarde o temprano su viaje habría terminado y podríamos volver a vernos.

Cada vez que uno de sus manuscritos llegaba a la mansión, podía sentir ansiedad por abrirlo, y leer las palabras que ella había escrito. Estaba ansioso de noticias, pero más ansioso aun por saber si era el anuncio de su llegada.

Cada vez que sentía desilusión al saber que no llegaría todavía, me arrepentía más de no haberla detenido ese día. Podría haber tomado su mano, y evitar que subiera a ese carruaje.

Flashback


—Todavía no comprendo porqué es necesario que me vaya— Dijo en un tono molesto mientras sus ojos miraban en dirección al sol.

Suspiré. Realmente, pensaba lo mismo.

—Supongo que es una clase de orientación, Alice— La miré. — Además, tu aceptaste ir— Dicho esto, agregué una pequeña risa al final, para romper un poco la tensión en el ambiente.

Me devolvió la mirada rápidamente, claramente tratando de defenderse con una de sus brillantes excusas.

—¡Eso fue porque pensé que al menos tú me acompañarías! ¡No sabía que debía ir sola!— Bufó —Sharon dijo que es de mala educación no hacer algo que se prometió. Si no voy, esa extraña me torturará por el resto de mi vida.

— Sharon-chan no es tan mala, Alice, solo quiere que cumplas con tu deber de heredera.

—Como sea— Se quejó.

Las puertas del balcón se abrieron, revelando a Break.

Eso podía significar sólo una cosa. Y mi pecho se contrajo con dolorosa anticipación.

—Oz-kun.— Se dirigió principalmente a mí, por algún motivo. —Lamento interrumpir; temo que es hora.

Eso era lo que menos quería escuchar. Era la hora, el momento en que Alice debía irse.

La observé, y noté que estaba tensa. Aun así, se puso en marcha y nos dirigimos a la salida de la mansión. Allí, Gil, Sharon y Liam estaban esperándonos. Las maletas estaban preparadas, y el carruaje listo para que Alice subiera y emprendiera viaje. Se despidió de cada uno de ellos, y para sorpresa general, no evitó saludar a Break.

Supe entonces lo mucho que ella quería quedarse.

—Cuídate, coneja— Gil apenas desvió unos centímetros la mirada, palmando la cabeza de Alice con la soltura que siempre evitaba dejar salir. Y es que él lo sabía, y todos por igual, que ni él deseaba verla partir lejos de nuestra compañía. Ya no sería lo mismo. Simplemente no.

Ella se me acercó luego, y me dedicó sus orbes con una mirada entre tristeza y enojo, abrazándome. Supuse que la rabia se debía a esta obligación que debía cumplir, ese mandamiento al que debía asistir como miembro ya importante de la renombrada y caótica familia... Me lo había pensado millones de veces, convenciéndome de que ya no sería así. Al menos, debía estar seguro para estar en paz al estar ella en dicho paradero.

Le correspondí al abrazo con tristeza. No habían aclarado con exactitud por cuánto tiempo se iría, así que ninguno de nosotros estaba seguro del tiempo que le tomaría a ella regresar.

—Alice-kun, lo siento. Será mejor que te vayas ya; el viaje será largo.- Dijo Break. Ante esto, Alice y yo apretamos el abrazo.

Diablos, sería difícil verla partir.

Nos separamos, y ella se dirigió a la puerta del carruaje. Volteó y nos miró.

Ese era el momento perfecto, el momento en el cual debería haber tomado su mano y evitar que se fuera. Sin embargo, me quede ahí, quieto, observando sus ojos por última vez.

—¡Alice-san! ¡Escríbenos a diario! Tu onee-sama te extrañará mucho. ¿De acuerdo?— Sharon sonrió como siempre lo haría, pero demostrando el mismo sentir alojado en el pecho de todos los presentes.

Alice lentamente asintió, dedicándonos una mirada que dejaba bien en claro que no quería dejarnos atrás. Supongo que trató de ignorar los impulsos del llanto antes de voltear el rostro y no volver a observarnos.

Subió al carruaje y cerró la puerta tras ella.

Y así, ella se fue. Y lo único… lo único que hice fue observar como el carruaje se alejaba más y más, hasta que se perdió de mi vista.

Gil se me acercó, y posó su mano sobre mi hombro en un intento de reconfortarme. Sonreí. Claro, no era una sonrisa del todo honesta, y es que...

Alice se había ido.


Una última carta había llegado a mis manos, una especial y más alentadora que todas las demás.

La carta que declaraba el regreso de mi preciada Alice.

Recuerdo la felicidad que sentí al leerla. Mis manos casi temblaban y mi pecho sentía fuertes golpes, latidos queriendo romperme las costillas.

-"Oz. Las cosas aquí son un tanto extrañas todavía, hay gente muy rara. Creo que te he contado de ellos. ¿Sabías que no dejan de usar esas capuchas endemoniadas todo el tiempo? Se ven ridículos. Aquí no sirven carne, ni siquiera comida con sabor. ¡Es insulso! Cada día que pasa sigo convenciéndome de que extraño la comida del Cabeza de Algas. Incluso extraño al payaso estúpido..."-

Reí ante esto, seguía siendo la misma de siempre.

– "…No tengo mucho tiempo para escribir, se supone que debo irme a no sé donde en un par de minutos. El punto es que probablemente pueda volver en un par de días. Tal vez una semana."-

¿Eh?

¿Era eso posible?

Esa frase no podía dejar de rebotar en mi mente.

"Tal vez una semana." "..Una semana."

Recuerdo salir corriendo en dirección al salón para avisar a los demás sobre la noticia.

Ahora algo para esperar había llegado a mi. Día tras día y noche tras noche, impaciente y a la vez persistente por ella. La ansiedad me retorcía de a momentos y otros, simplemente me quedaba en blanco y perdido en algún recoveco de mi interior.

Luego de la semana más interminable de mi corta vida, ese día llegó. Con él, una carta más. Sin embargo, ésta no era de Alice. El autor era alguien más. La citación comunicaba que habían habido complicaciones, y que deberíamos ir a buscar a Alice a la mansión Baskerville.

Nos estarían esperando.

Lo creí extraño, poco común tal vez. ¿Qué clase de complicaciones? ¿Algo le había pasado a ella? Si ese era el caso, entonces no podría posponer mi impaciencia y ansiedad por mucho más.

Partimos en dirección al lugar. Estaba emocionado.

La vería otra vez, finalmente.

Había pasado un año, un año. Y por fin volvería a encontrarme con ella.

—¡No puedo creer que seamos capaces de ver a Alice-san!— Exclamó Sharon. Su sonrisa se ampliaba de oreja a oreja y, aunque denotara la elegancia que como Dama Rainsworth le era habitual, las pizcas de alegría mayor traspasaban todo aquello. —¡Seguramente debe de haber crecido! ¡Ya debe haberse convertido en una dama! ¿No es así, Oz-sama?

Me sonrojé. No podía concordar completamente, siquiera lograba imaginar a la Alice actual para compararla con la que nos había dejado. ¿Pero sería una posibilidad?

Gracias al cielo, Break se adelantó a cualquier respuesta torpe que yo pudiese haber otorgado.

—Otou-san, sólo ha pasado un año.

—¡Muchas cosas pueden pasar en 365 días, Break!— Ella contestó entusiasmada.

Mientras ellos seguían debatiendo el tema, yo desvié mi mirada por la ventanilla del carruaje. Tal vez era cierto, tal vez Alice habría crecido. Bueno, todos nosotros lo habíamos hecho. ¿No es así?

Sin darme cuenta, comencé a imaginar el encuentro. Y es que ya estaba impaciente por llegar y… verla. Tal vez estaría un tanto más alta, o su cabello estaría aún más largo, o… ¿Qué tan diferente podría estar? Era cierto, era sólo un año…

Seguí sumergido en mis pensamientos, y no me percaté del momento en que llegamos a destino. Gil palmó mi espalda, sacándome de mi trance. Así, bajamos del carruaje y caminamos hacia la entrada del lugar. Unos guardias abrieron las puertas de éste, dándonos libre acceso al interior donde un hombre nos recibió.

—¿Qué se les ofrece?

Iba a contestar, pero una vez más, Break me interrumpió.

—Venimos a buscar a la Señorita Alice, quien ha estado en un viaje de orientación. Nos han comunicado que debíamos retirarla en éste lugar.

—¿Alice? ¿La heredera?— Pregunto incrédulo el hombre.

—Así es.

—Lo siento, pero como sabrán, no será posible.

¿No sería posible? ¿A qué se refería? Ésta vez, yo fui el que articuló la pregunta.

—¿Cómo que no es posible? Se supone que ella estaría aquí—Le mostré la carta que nos había llegado, en la cual nos comunicaban que debíamos buscar a Alice en el lugar.

—Debe haber un error— Dijo él, haciendo su ronca voz y honda entonación golpear en eco ante nosotros.

—Pero ustedes han escrito esto— Le insistí.

Él me miró, y suspiró. Se acomodó las gafas y esbozó una expresión llena de seriedad.

—No, ustedes no entienden...— Volvió a suspirar.

Sus ojos ocultos entre los cristales de esos anteojos mostraban aquella serenidad mortificadora que pocas veces había visto a lo largo de mis días. ¿Qué? ¿Qué era eso que tardaba tanto en comunicarnos?

Finalmente, sus labios dejaron salir las palabras que, ni la primera vez, pude resguardar como verídicas.

—Alice Baskerville ha fallecido.