Las cortinas se abrieron y dejaron entrar una leve luz que inundaba la habitación haciendo que las pequeñas abrieran los ojos levemente. La más pequeña se revolvió en la cama y se tapó la cabeza con la sabana soltando un leve quejido.
- Es hora de levantarse y desayunar pequeñas – su madre se acercó a la pequeña y destapó la sabana poco a poco con dificultad. Le sonrió y dejo un beso en su frente – vamos, cielo. Abre los ojos –acaricia su tripa haciendo que la pequeña se riera y empezara a patalear.
La mayor negó y se levantó sin decir nada. Como siempre su hermana pequeña se llevaba toda la atención. No era justo. Caminó hacia el armario y lo abrió empezando a elegir la ropa.
La mujer suspiró y dejo de hacerle cosquillas a la pequeña, se acercó a la mayor y la abrazó por detrás dejando un beso en su pelo.
- No estés celosa, sabes qué sino no hay manera de que se levante –sonrió leve y beso su mejilla. Miró de reojo a su otra hija y susurró en su oído – he pedido que hicieran tu pastel favorito –sonrió y alzo la voz aunque ya sabía que la pequeña lo había oído con sus orejas de gato - No tardéis –acarició su pelo con cariño y bajó hacia el gran salón.
Wendy se levantó y corrió hacia su hermana tirándola al suelo. Se puso sobre ella y empezó a llenarle la cara de besos. Joanna empezó a removerse tratando de quitársela de encima sin éxito. Ambas se estaban riendo a carcajadas cuando llamaron a la puerta. Las dos alzaron la cabeza y se levantaron con rapidez.
- Adelante –dijo la mayor seriamente, sabía que habían tardado demasiado. Su padre estaría bastante molesto probablemente las castigaría sin desayunar.
Un joven entro lentamente con miedo. Tendría apenas unos nueve años, casi la misma edad que Joanna.
- Hola… -el chico las miró un poco nervioso a las dos. Se pasó una mano por el pelo – deberíais bajar en cuanto os sea posible. El rey está empezando a impacientarse… parece enfadado.
La pequeña lo miró de arriba abajo pensando que era guapo, después poso su mirada en su hermana y comenzó a reírse. La verdad es que ambos harían una buena pareja.
- En seguida bajamos, gracias por avisarnos… -la mayor dio un paso al frente y le tendió la mano esperando que le dijera su nombre.
El niño lo miró demasiado nervioso, se puso rojo sin saber demasiado bien que debía hacer. Cogió su mano y la besó lo que hizo que la niña se sonrojara bastante.
- Víctor, me llamo Víctor – el pequeño hizo una pequeña reverencia y salió corriendo de allí antes de que a las dos les diera tiempo a reaccionar.
