Comenzó inocentemente. Un beso en el dedo, que desde el punto de vista de alguien, es un gesto inocente de afecto. Una mirada, una oportunidad de robo, una mano capturado - eso es todo lo que realmente se necesita. El problema, naturalmente, no está en el mismo beso, pero en el espíritu de la competencia. Porque, por supuesto que se iba a reír y besar sus nudillos antes de intentar alejarse y continuar con sus asuntos.

Un tirón, una captura, se deslizó un brazo alrededor de la cintura, y un mordisco a su brazo - porque no se debe permitir que ella salga con la suya. Hay un grito pequeño - de sorpresa o de protesta, no importa - porque el mordisqueo no se detiene, no hasta que estuvo en el hombro.

Ha hecho un error de cálculo sin embargo. La suya no es una doncella capturada sino un rayo en una botella de espera el momento oportuno para escapar. Un accidente, un comienzo - ella volvió la cabeza y le dio un húmedo beso en el lado de la nariz. Está sorprendido por la descarga, sin poder escapar mientras ella avanza por su mejilla, su firme mandíbula. Las cosas se ven peligrosas ahora.

Pero él ha sobrevivido a golpes mucho peores de los imperdonables cielos. La lesión solo hace que se vuelva más fuerte y se levanta de las cenizas como el ave fénix, rápidamente clavándose para su cuello y atacar allí. Los besos y mordisqueando ocurre se vuelve grave y caliente con cada respiración, cada toque. Seguro que la tiene ahora, su bonita y rendida cautiva. Está seguro de ello ya que ella casi se derrumba como una fortaleza de arena, susurrando en respiraciones callados como el mar. Él la gira alrededor de sus brazos como una araña envuelve a una mosca, y dejar que caiga en sus brazos. Él hará el resto, promete con un suave apretón a su cadera.

Ella no acepta esta propuesta, sin embargo. Tal vez en la oscuridad y seguridad de un entorno más íntimo, pero en este caso bajo la ardiente mirada del Sol, se encuentra con un nuevo poder almacenado en su interior. Ella también se levanta, manos enganchándose en el pecho como garras, labios separándose y manchando su cara. Él se sorprendió una vez más pero esta vez no por mucho, porque ahora están atrapados en una danza furiosa, una batalla - en realidad, hay uno en el mismo. Labios acarician bocas y caras, mentón y mejillas, cuellos y clavículas, cualquier parte que se pueda alcanzar, y las manos por debajo aprietan y acarician y deslizan, en todas partes hay manos y labios y orejas y piernas y –

– ¡K-Kid!

– … ¿Hn?

– Estamos…estamos en el estacionamiento.

–… ¿Y?

– Del supermercado.

Y ahí estaban, entonces las cosas fueron delicadamente, cortésmente puestos en pausa.

Por ahora.