LOCO
…Impulso, inocencia…
Los rayos del sol inclemente le incitaban a abrir los ojos, casi al mismo tiempo que una mano le asía por el hombro moviéndolo con violencia, sin compasión, se abrazó a sí mismo negándose a moverse ni un ápice, le arrancaron las cobijas y el agua fría le escurrió por el rostro, abrió los ojos color turquesa de inmediato.
-Arggggh… está helada…-
-¡Párate ya! No sé como es que tengo un pupilo tan perezoso, partimos en una hora.- Ordenó Quiron autoritario como siempre mientras le dedicaba una sonrisa cínica al joven de melena rebelde.
-¡Una hora!.-
Corrió por la habitación para sacar ropa limpia mientras hecho un torbellino entró al cuarto de baño a darse una ducha rápida, agua fría… odiaba el agua fría al bañarse, pero Quiron le tenía prohibida el agua caliente, considerándola una vanidad innecesaria.
Por fin al Santuario, después de tanto tiempo por fin al Santuario.
Se dijo a sí mismo Milo mientras salía de la ducha escurriendo. Dejaba su natal Milos para dirigirse al lugar del que siempre le habían hablado y del que había leído tantas cosas. El Santuario, el lugar escondido de los ojos humanos comunes, ahí donde estaban los que poseían poder como el de él y el de su propio maestro. También sabía que al igual que su maestro había 11 caballeros más, tantos como signos zodiacales y a su vez los pupilos de estos, o al menos eso imaginaba. Dolía dejar la tierra que había sido su hogar, no recordaba a sus padres… tal vez solo por pedazos de memoria se daba la idea de que si tenía padre.
*Flashback*
-Llévalo contigo… solo así podré estar seguro que tendrá un futuro y que no será corrupto por el mal que se está devorando la isla…- Imploró el hombre que llevaba ropas sencillas y gastadas, un hombre humilde con el pequeño de la mano.
-No puedo… ¿Qué voy a hacer con un niño tan pequeño?.- Respondió cortante el joven caballero del escorpión celeste.
-Por favor Quiron, llévatelo, entrénalo para que sea un hombre recto y justo.-
Quiron miraba detenidamente al niño de ojos turquesa, veía la chispa en ellos, veía fuerza, pero aún así, ¿Qué podía hacer él?. Aquel hombre era muy bueno, lo había conocido el día que lo enviaron a la isla de Milos a terminar con un renegado del Santuario que se había dedicado a exterminar a la población, entre las víctimas estaba la madre de Milo. Le partía el corazón ver las lágrimas escurriendo de aquel rostro cansado y eternamente triste.
-Está bien… lo llevaré conmigo, pero haz de saber que jamás le volverás a ver y él te olvidará para siempre por su propio bien.- Contestó frío como era su costumbre.
El hombre se puso de rodillas y dio un suave beso en la frente del pequeño Milo, quitó los cabellos rebeldes de la frente.
-Milo, ahora debes irte… serás un gran caballero un día… nunca olvides tus raíces y nunca te alejes del camino recto.- Susurró algunas palabras en griego y le soltó de la mano. –Ahora ve con Quiron.-
-No quiero dejarte…-
-Milo no hagas las cosas más difíciles, obedece.-
-Este chico va a necesitar mucha disciplina… - Comentó con crueldad Quiron mientras observaba con ojos felinos al pequeño que a su vez le devolvía la mirada, tomó su mano y tiró de él sin esperar si quiera que se despidiese de su padre que se quedó de rodillas, las lágrimas le resbalaban en un doloroso torrente mientras veía a su hijo partir para siempre…
Milo comenzó a berrear con todas su fuerzas, Quiron se detuvo malhumorado a mitad del camino, con una rodilla en el piso frente a Milo le dedicó una mirada severa y fría que le hizo callar de inmediato.
-¡Escúchame bien Milo! De hoy en adelante tú no tienes familiares ni lazos familiares, de hoy en adelante solo somos tú y yo, y yo no seré tu nana si no tu maestro, ¿Me oyes?.-
-Si…- Murmuró entre dientes.
-Te enseñaré cosas que nunca imaginaste pero para ello necesitas disciplina y dejarte de niñerías ¿Entiendes? Así que tienes que deshacerte de tus recuerdos para ello.-
*Fin del Flashback*
Con la toalla enredada en torno a la cintura abrió los cajones de la cómoda para sacar sus pocas pertenencias y apilarlas en la maleta. Una voz lo sobresaltó haciendo que dejara caer un elefante tallado en madera, el único recuerdo de su niñez.
-No sabía que seguías aferrándote a los viejos recuerdos Milo, creí haberte dicho que eso no te llevaría a nada bueno.-
Milo le dedicó una mirada de pocos amigos mientras se apresuraba a recoger del piso la figurilla tallada y la guardaba en la maleta, no contestó nada y siguió guardando la ropa.
-Tampoco es necesario que lleves todo, estaremos entrenando la mayor parte del tiempo y llevarás el uniforme de los aprendices, por sí planeabas llevar ropa inapropiada.-
-No creo que haya nada interesante para que me fugue por la noche.-
-Y más te vale que no lo vuelvas a hacer por que donde te descubra te echaré. Tienes 15 minutos para terminar de empacar.-
-¿Quiron?.-
-¿Si?.-
-¿Cómo es el Patriarca?.-
Sonrió ante su discípulo, la clase de sonrisas divertidas que muy rara vez solía poner el escorpión, casi siempre serio a pesar de la belleza que poseía, parecía no estar consciente de ella.
-Jajaja no te preocupes Milo ya lo verás tú mismo, solo ten cuidado de no querer tomarle el pelo o hacer algún comentario inoportuno como sueles hacer.-
Frunció el ceño pues le había parecido una burla directa hacia su persona.
Cualquier cosa con tal de un día poseer la armadura por la que he entrenado con tanto ahínco.
