Disclaimer; los personajes no son míos, ni nada que podáis reconocer pertenece a J.K. Rowling y demás socios comerciales. Esta historia se hace sin lucro alguno.

Advertencias; Supongo que las de siempre SPOILERS, Slash (relaciones entre hombres-magos), un tanto universo alternativo o más bien un "what if", etc. Si por cualquier motivo te parece que este fic te puede ofender o desagradar, por favor no sigas.


1. Tres deseos.

El reloj de pared marcaba la una de la madrugada. Ya era sábado, había comenzado un nuevo día. Aunque él deseaba que el tiempo retrocediese y evitar todo aquello.

El joven gordito tendría que estar en la cama durmiendo. Sin embargo, esperaba pacientemente en la sala común de su casa, no le habrían permitido estar en el pasillo a esas horas. Nunca había tenido tanto miedo, ni siquiera el saber que había una guerra entre magos que estaba fuera de las paredes de Hogwarts, empezando ya a notarse dentro del colegio, como padres de conocidos desaparecían, para luego algunos encontrarlo muertos. Porque aunque ningún adulto lo dijera estaban en una lucha en la que sólo sobreviviría el más fuerte. Pero él no estaba preocupado por eso ahora.

De vez en cuando miraba por la ventana para contemplar la luna redonda e hipnotizante, la culpable de la situación en la que se encontraban. No, el culpable era Sirius y sus estúpidas bromas. ¿Cómo se saldrían de esta los bromistas de Gryffindord? ¿Qué le pasaría a la bestia cuando volviera a ser humana? ¿Cómo será su dolor al saber que ha sido traicionado por la persona que decía amarle? ¿Qué ocurriría con el joven asustado que ahora conocía el secreto? ¿Se lo diría al resto de alumnos? ¿El Director sabría que eran animagos?

Las preguntas venían a su cabeza, pero ninguna respuesta. Caminaba alrededor de la sala frotando sus manos, no porque tuviera frío sino porque de esta manera no le temblaban, como causa del nerviosismo. No podía estar sentado, sin hacer nada, sin saber nada.

Él no estaba implicado en el asunto, pero sí afectado. Sabía que aquello que acababa de acontecer marcaría sus vidas para siempre. Ahora ya no importaba que no saliera su ejercicio de aritmacía, ni que estuviera algo gordo, ni que aún no hubiera obtenido su deseado "extraordinario" en herbología como lo había logrado su madre, ni que hubiera conseguido ninguna cita con la chica de Ravenclaw. Todo aquello carecía de importancia en estos momentos. Es increíble como tus prioridades podía cambiar en un abrir y cerrar de ojos, como las acciones que hacen otras personas pueden afectar tu vida.

Oyó pasos provenientes del otro lado de la puerta. Desde que se había convertido en animago, algunos de sus sentidos se había agudizado en su caso había sido el oído y el olfato. Miró la puerta fijamente, esperando que está se abriera

La puerta se abrió, dos jóvenes entraron en silencio y se sentaron en el sofá, cada uno a un extremo, el chico les miraba sus cabezas, las cuales estaban agachadas. Ninguno de los dos recién llegados decía nada, los nervios del chico bajito no aguantarían más. Temía lo que iban a decirle.

- ¿Qué ha pasado?- se atrevió a preguntar. Su voz no había sonado tan asustada como el creía.

Los chicos sentados no dijeron nada, parecía que estaban perdidos en sus propios pensamientos, en sus miedos. Estaban allí sin moverse, ninguno de los tres. El chico que estaba de pie, esperando una respuesta que no llegaba. Pasaron unos minutos cuando volvió hablar, diciendo lo que le aterraba.

- Remus no irá a Azkaban, ¿verdad?

Esta vez si obtuvo la atención de ambos chicos, quienes le miraron directamente a los ojos, en ellos también se reflejaba el temor.

- No, Moony no va ir a ese maldito lugar, nunca. Ni siquiera lo vuelvas a pensar Wormtail- la voz había temblado un poco al chico de cabello negro y rasgos atractivos.

- ¡Eso tenías que haberlo pensado antes, Sirius!- el chico con gafas lo miraba recriminándole la situación, el orgulloso Sirius Black no pudo hacer otra cosa que rehuir la mirada de su mejor amigo.

- Entonces, ¿que va a pasarle?

- Por suerte a Remus no le va a suceder nada, Peter. Mientras Albus Dumbledore sea el director de Hogwarts, tendremos a nuestro amigo con nosotros.

- ¿Y Snape? ¿Qué ocurre con él?- volvió a preguntar Peter ya no intentaba ocultar su ansiedad por respuestas.

- No lo sé. Se ha quedado con los profesores y el director, el profesor Dumbledore le ha hecho prometer que no diga nada. Cumplirá su palabra.

- ¿Qué nos garantiza que lo hará?- Sirius había vuelto a mirar a los ojos de James Potter.

- Por una vez creo en la palabra de un slytherin. La palabra dada por Snape- había dicho las palabras con tal convicción que ninguno de ellos se atrevió a rebatir.

El joven Peter Pettigrew se sentó en el sillón al lado de la chimenea. Todos miraban el fuego, nuevamente perdidos en sus propios pensamientos.

- ¿Creéis que Remus me perdone?

- No lo sé Sirius. Has traicionado su confianza- contestó James Potter, quien colocaba sus gafas.

- Yo no quería, Prongs.

- Entonces, ¿por qué lo hiciste Sirius?- dijo levantándose y casi gritando.- Tienes idea hasta que punto has llegado esta vez. De acuerdo que es divertido meterse con los Slytherin, sobretodo burlarse de Snape, él tampoco se queda atrás cuando decide fastidiarnos. Pero de allí a convertir a alguien en un asesino, de hacer que Moony matará.

- Yo sólo quería asustar a Snivellus.

- ¡¿Asustar?! ¡Casi le matas! ¡Casi haces que Remus le convierta en lo que más odias! ¡Ibas a provocar lo que más le aterroriza!- James estaba furioso con su mejor amigo.

- Yo no quería que las cosas llegaran a este extremo. No pensé James- su voz era como una murmuración.

- Ese es el problema. Tú no piensas. Si algo te parece divertido lo haces.

- No eres quien para decirme eso. Te recuerdo que tú nunca te has cortado a la hora de gastar una broma.

- Yo nunca hubiera empleado a la persona de la que digo que estoy enamorado para algo tan peligroso.

El joven atractivo de pelo negro y brillante ocultó su rostro entre las manos, dándose por vencido en la discusión. Su amigo le había dicho la verdad, nunca pensaba en las consecuencias cuando se trataba de hacer una travesura, ni si perjudicaba a alguien con ello. Y ahora estaba a punto de perder a una persona, que cada día quería más. ¿Por qué lo había hecho? Ya no importaba el porqué, dentro de unas horas vería la decepción en unos ojos dorados, una expresión triste en ese rostro que siempre se ocultaba entre sombras o detrás de un libro y que él adoraba.

-¡Maldita sea! ¿Qué he hecho?- se levantó y dio una patada a uno de los cojines que estaban por el suelo.

- No sirve de nada te pongas así ahora. Tranquilízate- decía Peter desde el sillón en el que permanecía sentado.

- ¿Cómo voy a tranquilizarme? Juré que jamás revelaría su secreto. ¿Qué le diré? Mira Remus, quería gastarle una broma pesada a Snivellus y le dije que fuera a la casa de los gritos por el pasadizo secreto, cuando tú estabas transformado. ¡A que es muy divertido!- hubo un silencio tenso que fue roto por una risa maniaca del que acababa de hablar.

Sus dos amigos lo miraron desconcertados, no conocían esta faceta del famoso gryffindord.

- ¡Sirius, despertarás a todo el mundo! ¡Peter silenciadores! - James Potter cazador de gryffindord intentaba hacerle callar, mientras que Peter hechizaba la sala con silenciadores.

- ¡Ya está, Prongs!- exclamó muy nervioso el chico de cabello claro.

Pero Sirius no dejaba de reírse. Nadie podría imaginar que era el mismo chico cuya risa era agradable a los oídos de muchos. Pero esa no era la famosa risa, eran carcajadas de un maniático, de la locura, daba miedo escucharlas. James lo zarandeaba, incluso le había golpeado, pero Sirius no cesaba esa maldita carcajada.

- Sirius Black, escúchame bien, o dejas de reírte como un loco o te lanzó un desmaius.- no dejaba de carcajearse. Entonces James sacó su varita. - ¡Está bien! ¡Desmaius!

El joven cayó sin sentido sobre el sofá. Peter se acercó a comprobar que no se hubiera hecho nada, mientras quien acababa de provocar el silencio se sentó en el sillón completamente fatigado.

- Peter, casi expulsan a Sirius- aquellas palabras hicieron voltear violentamente al joven arrodillado- Snape estaba tan blanco que parecía un cadáver y le temblaban las manos, que intentaba inútilmente esconderlas bajo la túnica. Si antes no nos odiaba ahora si lo hará, sus ojos estaban llenos de rencor, sobretodo a Sirius.

- Pero, por qué lo ha hecho- su voz sonaba más tranquila que hace unos momentos.

- Vete a saber, pero hoy no nos lo dirá. Lo peor será mañana, cuando vea a Remus. Cuando he sacado a Snape de allí, he oído los aullidos y gruñidos más terribles de toda mi vida. Moony debe estar haciéndose heridas terribles. Debe estar rabioso después de haber olido a humanos, a nosotros, y no poder cazarnos.

El joven se sentó en el suelo quería llorar, no sabía si de rabia o de impotencia, todo aquello no podía estar pasando, en su mente lo estaba repitiendo una y otra vez, pero era inútil, la realidad era esta.

- Por suerte, dentro de la gravedad de la situación todo quedará en un castigo que aún no se ha decidido, durante lo que queda de año para Sirius y se acabaron las visitas Hogsmeade para él. Yo solo tendré que limpiar la plata una vez, y Snape otra- James miró al cuerpo inerte de su mejor amigo.- Sería mejor que le despertara, supongo que ya no oiremos esa horrible risa.

- Parecía la de un demente- dijo Peter levantándose del suelo y apartándose del sofá.

- ¡Ennervate!- exclamó James apuntando su varita al cuerpo inconsciente de su amigo.

A los pocos segundos, Sirius Black se levantó sobresaltado, mirando a su alrededor con cara asustada. Sonrió al ver a sus amigos, sonrisa que se esfumó tras ver sus semblantes.

- Acabó de tener una pesadilla ¿Qué hago aquí?

- Siento haberte echado la maldición, pero no parabas de reírte de forma espantosa.

- Entonces no ha sido un sueño. Ha pasado, ¿no?- se encontraba un poco desconcertado.

- Si te refieres a la "broma" a Snape, ha ocurrido.

El joven de ojos grises volvió a sentarse en el sofá, su expresión era angustiosa, deseaba que aquello fuera una pesadilla, un mal sueño de esos que se desvanecen cuando abres los ojos. Por desgracia eso era la realidad.

Los tres estaban en ello, en cierta manera los tres eran responsables de lo sucedido. Uno por realizarla, otro por aplaudir siempre las travesuras de sus amigos y el último por haber fomentado la situación. Y los tres por no hacer caso a la mirada desaprobatoria cada

- Desearía que esto no hubiera ocurrido nunca, pero recordarlo todo para que no se produjera jamás- dijo Sirius rompiendo el tenso silencio.

- Desearía poder volver al pasado para impedir que le dijeras a Snape como llegar hasta la Casa de los gritos- añadió James con la mirada fija.

- Desearía que Remus jamás se hubiera marchado de Londres, porque nunca se hubiera convertido en un licántropo. Y así dejaría de sufrir - completó Peter.

Los otros dos le miraron sonrientes, ellos también lo habían pensado. Si Remus no fuera un licántropo, ya no tendría que sufrir por cada horrenda transformación, que no tendría que ocultarse de los demás y sería más feliz.

- Nuestros deseos son imposibles. Pero...

- ¡Desearía que se hicieran realidad!- dijeron al unísono los tres.

De repente un leve temblor se sintió en la sala, haciendo que todos se levantaran sobresaltados. Miraron a su alrededor desconcertados, todo seguía más o menos en su sitio, por lo que recordaban, las cosas estaban movidas un poco de su lugar.

- ¿Qué ha sido eso?- preguntó un confundido Peter. Y mirando a la repisa de la chimenea añadió. - ¿Dónde está el regalo de Frank?

- No lo sé. Da igual.- se limitó a decir James, despeinándose todavía más el cabello.- Deberíamos ir al dormitorio antes de que regrese la profesora Mcgonagall- miró a Sirius.- Todos.

El chico de ojos grises sólo miró a su amigo no muy convencido. Pero se vio obligado a seguirles, cuando ambos amigos le cogieron de los brazos para llevarle al cuarto. Al llegar a este, no encendieron la luz. Todos se acostaron sin cambiarse la ropa si quiera, en unas pocas horas la luna desaparecería y la bestia volvería a ser humana. Querían estar en la enfermería lo más pronto posible, querían estar junto a su amigo cuando despertara. Todos querían decirle que lo sentían, sobretodo Sirius Black se podría de rodillas y le suplicaría que le perdonara, que no le odiara por lo que había dicho, porque no podría soportarlo.

Sin embargo, esa noche se durmieron ajenos a lo que acababa de suceder. Nadie se dio cuenta que algunas cosas no estaban en su sitio y que faltaban otras que a la mañana encontrarían en falta.

Pero ninguno de los tres sabía que sus deseos habían sido escuchados, por algo y estos habían sido concedidos de alguna forma. Y uno de estos traído consecuencias tan drásticas en sus vidas, y en especial aquella de la persona que quisieron ayudar. Dentro de unas horas se enfrentaría a las consecuencias


Notas: La inspiración es caprichosa. Muchas gracias por leer, si les ha gustado pueden dejar un comentario.