Cap.1 Sin salida

-Es mejor que se vaya o haré que le saquen de aquí-La fría voz de Isabella Cullen resonó en el lugar.

-¿Va a traer policias, Señorita Swan?- le dijo irónicamente el hombre de impecable traje que miraba con cierto desdén el lugar .

-Piénselo bien Isabella. El trato que le ofrezco es único y no hay segundas oportunidades-le dijo suavemente mientras le deslizaba una tarjeta en el bolsillo del delantal mientras ella se quedaba helada de la impresión cuando el habló a su oído.

-Ni una palabra de esto a nadie o me encargaré que hoy mismo duerma en la cárcel y que su padre quede totalmente desamparado. Llame por la tarde, y recuerde que la oferta caduca hoy en la noche. Salió con elegancia del misero lugar, mientras la poca gente que había ahí lo miraba embobada. En Forks era muy raro ver gente nueva, y mucho menos elegante.

-¿Qué pasó con mi comida? ni sueñes que te de propina!- el camionero que esperaba la comida estaba muy molesto, mientras Bella le ponía su comida en la mesa, el la miró lascivo. Bella estaba tan distraida que tiró la bandeja de la salsa en la camisa del hombre que la miró primero furico.

-¡Eres una tonta! ¡Ahora tendrás que pagarme la tintorería!-ella se disculpaba de mil maneras, el dueño del restaurante le dirigió una helada mirada, mientras Bella trataba de llegar a un acuerdo con el tipo.

-Por favor señor, fue un accidente, disculpeme-intentando limpiar la camisa, pero solo logró embarrar mas salsa, el tipo la miró con una sonrisa siniestra.-Te perdono a cambio de una hora en mi camión, sé que te va a gustar-su mirada perversa y la sonrisa ladina, terminó por convencerla de la desición que habia pensado pero que no quería tomar.

-¡Vayase al diablo!- y le terminó de tirar la comida en la cara, y se fue hacia la barra mientras el dueño no creía lo que estaba viendo.

-Isabella Swan, ¡estás despedida! Y quiero que me pagues lo que me debes o te meteré a la cárcel.

Ella con los ojos ardiendo por las lagrimas pero sin derramar una, le dijo:

-Prefiero la cárcel que aceptar sus sucios tratos, todos son iguales, ¡váyanse al demonio!- Y salió corriendo del lugar sin importarle dejar su bolso, de todos modos no había nada de valor que pudieran quitarle.

Caminó un buen rato antes de decidirse a llegar a su casa. Sin embargo había cosas que hacer y muy importantes como para dejarlas pasar. Llevaba en su puño, apretado por la ira y la decepción, la tarjeta de ese hombre. Minutos después colgaba el teléfono público, caminó de nuevo a su casa y comenzó a hacer su maleta. Pocas cosas iban en ella, no tenia casi nada, esa era su vida, no tenia casi nada, excepto una foto de sus padres con ella de pequeña, un poco de ropa de lo más gastada y vieja, y su padre. Charlie Swan era o había sido el sheriff de Forks, pero una bala en un asalto lo dejó cuadriplejico. Todo era caro, los medicamentos, los cuidados, ya que tenia que contratar una enfermera para que lo cuidara mientras iba a trabajar y las deudas que al principio no había, se fueron acumulando, hasta llegar a un punto en que le debía a muchas personas.

Estaba encadenada casi de por vida a ese lugar, mientras había que trabajar de lo que fuera. Y el pequeño poblado de Forks no ofrecía muchas alternativas.

Un elegante auto llegó hasta la vieja cabaña, seguida de una ambulancia que se llevó a Charlie a un lugar de reposo, lejos de ahí seguido por el auto donde iba Isabella, fue un largo recorrido para llegar a una muy lujosa clínica donde fue atendido inmediatamente, dándole los medicamentos necesarios y todas las comodidades posibles, eso alegró a Isabella. Al poco rato, su padre dormía completamente tranquilo y relajado.

En cambio la despedida de padre e hija fue muy dolorosa, pero Charlie agradeció lo ocurrido, no soportaba ver como su hija se desesperaba cada día mas por falta de dinero y ayuda, y menos podía soportar haberse convertido en una carga para ella, él soñaba con un futuro mejor para su hija, haber perdido a su esposa años atrás lo había sumido en la tristeza, pero esta tragedia lo había sumido en la mas absoluta angustia. Él incluso llegó a pedir la muerte para librar a su hija de tanto sufrimiento.

-Te veré muy pronto Charlie-le dio un beso que su padre agradeció y deseó poder abrazarla y decirle que lo dejara, que hiciera su vida y que no volviera a verlo, pero sabía que no lo haría, ella no era así. Fue como se despidieron, para verse tiempo después, en otras circunstancias y otro tiempo.

Ella abordó el elegante auto mientras el chofer arrancaba y salían del lugar. Poco tiempo después, las deudas de Isabella quedaron pagadas, para sorpresa de todos y disgusto de unos pocos.

Cuando el auto por fin se detuvo, dentro de la enorme mansión, ella se bajó cohibida.

-Ya verá qué excelente decisión tomó Señorita Swan- comentó con voz complacida el hombre de traje elegante, cuyo nombre era Walter Smith. Ella sabia que estaba mal lo que iba a hacer, pero no tenia ninguna otra salida, ninguna otra alternativa.

-Sabe muy bien que no tenia otra opción.-él asintió y le dijo al chofer que le llevara la maleta a su recamara.

-Pasa Bella, tenemos mucho de qué hablar.-ella lo siguió y pronto llegaron a una imponente biblioteca, donde una vez estuvieron solos, él le dijo:

-Excelente decisión Bella, ahora hay que detallar lo que seguirá.