Sam y Dean recorrían las carreteras en búsqueda de pistas sobre un nuevo caso. Los hermanos han sospechado de los inesperados "milagros" ocurridos en el norte del Misisipi, debido a la fuerte creencia Cristiana en los habitantes del rio, además de la mezcla religiosa entre santería, brujería y cristianismo, les hacía pensar a los Winchester, en un posible aquelarre "Cristiano"
Aun así, existía "algo" que a los cazadores nos les parecía correcto en estos milagros y aun dudaban sobre que criatura sobrenatural estaban hablando.
- No lo sé Dean, según esto, lo que sea que está provocando estos milagros, lo está haciendo muy bien… es decir, mira esto, la semana pasada curo a todos los niños en el hospital oncológico, todos Dean, bebes con cáncer! Qué clase de Bruja podría tener ese poder, y ya hemos entrevistado a todos los beneficiados de estos milagros y ninguno hiso más que orar, exceptuando el brujo falso, que juraba haber curado a su perra con una pócima mal hecha.
- Fue un milagro que el animal no muriera envenenado – Se rio el mayor, aunque intentara como siempre, de tapar su preocupación con bromas estúpidas, no podía obviar lo visible a los ojos de cualquier idiota, lo que fuera que tuviera esa fascinación por ayudar a los humanos, no dejaba de aterrar el poder que debía tener, para sanar a todo un hospital de niñitos muriendo de cáncer.
El mayor de los hermanos se mantuvo observando el camino por unos segundos, apretando el volante bajo sus fuertes manos, intentando repasar en su memoria cada ser sobrenatural conocido con el poder de causar lo que este ser estaba causando, le asustaba los precedentes en la historia. Su padre y él se habían topado con "milagros" antes y nada bueno salía de eso, ni hablar con lo que han tratado Sam y el en los últimos años, desde una muerte controlada por una fanática religiosa, hasta espíritus y ángeles vengadores, intentando conseguir un sequito de fanáticos que jueguen a su favor, para tomar la venganza que tanto querían.
- Creo que debemos llamar a Bobby, tal vez él tenga idea de lo que se trata todo esto.
- Si, llamemos al viejo a ver que sabe esa enciclopedia andante
- Le diré que dijiste eso – Le bromeo Sam intentando seguirle el juego a su hermano, sabía que Dean estaba tan preocupado como él, como también sabía que ya se le habían acabado las ideas y por eso estaba de acuerdo en pedir ayuda a Bobby, aunque el viejo ha estado un poco retirado de las pistas, su padre putativo los ayudaba cuando los asuntos se les escapaban de las manos y este, definitivamente se les iba de sus conocimientos.
- Son un par de listillos sabe lo todo, Enciclopedia con pies, porque no mejor ya lo llamas – Dean le aventó el teléfono a su hermano, provocando que Sammy saltara a alcanzarlo, antes de que saliera disparado por la ventanilla abierta hasta el camino de asfalto caliente en pleno Misisipi.
- Idiota – Lo reto el menor marcándole a Bobby
- Piensa rápido Sammy – Se burló del él mayor, manteniendo aun en su mente la larga lista, repasándola una y otra vez.
- En que lio se metieron ahora el par de idiotas
- Hola Bobby – Saludaron con desgano ambos cazadores, ya acostumbrados a la amorosa forma de ser del mayor.
- Como los ha tratado el gran rio? Ya encontraron a nuestro salva bebes? –Ambos hermanos se miraron con cara de no, pero no se lo diremos.
- Tenemos algunas pistas, pero nada concreto Bobby – Le respondió medio quitándole importancia y medio serio Dean.
- Ya veo, no tienen idea con lo que están tratando – Al saberse atrapados, ambos chicos gimieron en respuesta al cazador mayor, quien supo de inmediato, que sus chicos se encontraban en problemas. Fuera lo que fuera que les había pasado a sus pequeños o lo que estuvieran tratando, Bobby saltaría al mismo fuego del infierno para salvarlos. – Idiotas –Pero claramente, esas amorosas palabras no eran las que los cazadores escucharían, en cambio el mismo reto que cada vez que puede les suelta el mayor, fue lo que obtuvieron en respuesta a su petición silenciosa de ayuda.
- Que dices Bobby, tienes alguna idea de lo que pueda ser? – El mayor se lo pensó por un momento dejando en silencio a los hermanos Winchester, esperando que el hombre mágicamente los volviera a salvar de esta.
- Para ser sincero, no… pero no quieres decir que no lo averiguare, no como ustedes par de lindos inútiles… voy en camino, espero que a lo menos tengan una buena habitación para mí – Ambos Winchester sonrieron, fuera el viejo gruñón que fuera, Bobby jamás los defraudaría.
- Cuenta con ello viejo – Dean le soltó de sopetón la última palabra, esperado la sarta de insultos que le devolvería Bobby por tratarlo así, Sam se descojonaba de la risa mientras Bobby subía y bajaba a su hermano a insultos y palabrotas dignas de un cazador.
- Dean dice que lo siente Bobby, esperamos que tengas un buen viaje y gracias.
Lo último lo dijo en serio, Bobby era básicamente su última opción, sin el cazador experto en mágicas leyendas antiguas y su repertorio de maleficios, cadenas y sellos mágicos, no podrían salir de esta.
Los hermanos siguieron su camino hasta la alta columna de Concreto en medio de la ciudad, en el edificio se habían visto en varias ocasiones a un ser de luz, según los vecinos, hace alrededor de un mes, en esa calle explotaron todos los focos y reventaron los ventanales a media cuadra a la redonda, pero no hubo ninguna explosión, todo lo contrario, a pesar del desastre, para ellos lo único que recuerdan, es una increíble paz.
Desde ese día, los milagros en Misisipi han sido la tónica, gente de todas partes del país, ha estado viajando con sus enfermos y milagros inesperados pasan a cada segundo.
Ambos hermanos descendieron del impala, vestidos como agentes del FBI, presentaron sus placas a los oficiales que custodiaban una especie de altar improvisado en la entrada del edificio, donde cientos de personas se agrupaban esperando su turno para pedir al ser de luz que según ellos habitaba el edificio, les ayudara.
- Buenas noches soy el agente Smith y él es el agente Bans, del FBI, venimos a ver lo que está pasando aquí. – Dean mostro su placa al igual que Sam, los hermanos observaban a su alrededor como todos allí rogaban de rodillas en el piso, muchos oraban como musulmanes con las manos levantadas, otros sostenían velas y cantaban como si estuvieran en frente de un ser celestial.
- Espero que el gobierno no venga a capturar a este Ángel – Generalmente los oficiales no tienen esa aversión contra los Winchester, ambos hermanos palparon una historia detrás de esa frase y quisieron seguir investigando.
- Al gobierno solo le interesa saber que los milagros de los que está hablando esta gente, no sean otra cosa y que si Dios nos está ayudando, que nadie pueda interferir en eso – La verdad tras las palabras de Dean, era palpable. El oficial, un hombre mayor de unos 60 años, robusto, de piel oscura como el carbón, labios gruesos y unos ojos de bonachón insoportables, les sonrió a ambos Winchester, mostrando una fila de blancos dientes.
- Soy el Comisario Swan, me pueden llamar Henry – Ambos hermanos le estrecharon al enorme mano al comisario, quien ya estaba bajando la guardia.
- Entonces cuénteme Henry, cuando empezaron los "milagros" – Sam saco su libreta atento a cada detalle en la declaración del comisario, pero no extendió ningún detalle que los hermanos ya no supieran.
- Además de los milagros, ha habido alguna actividad fuera de lo normal, como incendios, olor a azufre, alguna persona desaparecida' –El oficial Swan hiso sacudir su enorme cuerpo con la gran risotada que les dio al rubio por respuesta, Dean realmente ofendido, le dio una mirada de seriedad al enorme hombrón.
- Lo siento Oficial Smith, es que… personas desaparecidas, ha sido al revés… nuestros desaparecidos han vuelto a casa, no se ha registrado un solo asalto, la ciudad es un lugar de paz y armonía y milagros por todas partes, los vecinos se están ayudando los unos a los otros, no he recibido ni siquiera una denuncia por peleas o riñas en las calles u hogares, oficiales, en serio… Esto! Esto es Dios diciéndonos que ha vuelto y no nos abandonara jamás.- Sam palpo algo tras la emoción en las palabras del comisario
- Dígame Henry, ha habido algún milagro cercano del que nos pueda hablar?- El gran comisario los abrazo a ambos y los guio por los hombros hasta estar enfrente de una linda muchachita con el tono de piel tan obscuro como el del oficial, el parecido era impresionante, la hermosa chica tendría unos 20 años y sostenía una vela en sus manos, con los ojos cerrados orando quien sabe porque razón.
- Ella es Damaris, mi pequeña hija – Un suspiro de amor puro se filtró entre los labios del enorme hombre y su voz se quebró al recitar lo siguiente – La perdimos en un paseo en el lago, ella no debería estar viva, se perdió y una familia la encontró al sur del Rio, la ayudaron y ahora, de la nada, recupero la memoria y ha vuelto a nosotros, ella es mi milagro oficiales. Nada ni nadie me lo quitara, así que díganle a su gobierno, que nuestro pueblo esta bendito por Dios. – Con la enorme mano seco las lágrimas de sinceridad que recorrían sus obscuras mejillas, se despidió de los Winchester dando por acaba la conversación, yendo a abrazar a su milagro personal.
Ambos hermanos se dieron una mirada de desconsuelo, se sentaron en el impala, cabizbajos, sin entender que perseguía el ser capaz de hacer todo esto. Al cabo de unos minutos viendo todas esas velas encender en la obscuridad de una noche sin luna, Sam respiro profundamente, como lo hacía cada vez que estaba a punto de soltar alguna locura a su racional pensar.
- Dean
- No lo digas Sami – el mayor ya le leía los pensamientos a su hermanito y sabía perfectamente que es lo que iba a salir de su sabelotodo cerebrito.
- Vamos Dean, mira esto – Sam abrió ambas manos destacando el cuadro conmovedor que se veía a su alrededor - Escuchaste al comisario, no existe nada de malo en un mes entero, como es posible que todos estos milagros, sean algo malo! Ellos están felices y nosotros tratamos de cazar al ser que los ha estado llenando de milagros. –Dean golpeo el volante con ambas manos creyendo fervientemente que las palabras de su hermano no podían estar más acertadas, aun así, esa sensación de que debía ir detrás de lo que estuviera dentro de ese edificio, no lo dejaba en paz.
El mayor de los Winchester salió del impala camino al edificio, forzó la puerta con Sam alterado detrás de el
- Dean, carajos, detente, Dean!- Pero fue inútil, el mayor entro al edificio, recorrió con su hermano pisándole los talones intentando hacerlo entrar en razón.
Dean podía sentir como si una voz lo llamara desde la azotea, sostenía el paso rápido, sin parar a ver dónde estaba la entrada a las escaleras o al asesor, el simplemente sabia como llegar, abrió una de las puertas de servicios arrancando las llaves de la azotea de donde colgaban en la pared, a esas alturas Sam solo lo seguía intentando no perderle el paso, rezándole a Dios porque los ayudara a la hora de enfrentar básicamente solos y sin armas a los que fuera que buscaba con tanta prisa su hermano.
Siguieron es el rápido corree hasta encontrarse varios pisos sobre el suelo, sobre un helipuerto, con una luz intensa enfocándolos a ellos.
La luz cegadora los freno en seco a ambos hermanos, Dean tapaba sus ojos sin poder mirar, grito de dolor, Sam ya estaba de rodillas pidiéndole perdón a lo que fuera que le daba esa paz en su interior, ese ser, estaba frente a ellos y jamás había sentido tanto miedo.
- Buenos días Winchester´s – Esa era la voz más dulce que jamás habían escuchado, ambos hermanos se atrevieron a mirar muy de reojo la fuente de aquella cantarina voz angelical – Los he estado esperando, he tenido que hacer mucho ruido para llamar su atención, me imaginaba que vendrían a mí por menos, pero ha sido muy trabajoso debo admitir..
- Quien… quien, tu que eres? –Dean apenas si pudo hilar ideas en su cabeza, aun no entendía ese sentimiento tan poderoso al escuchar su voz. Sam por otra parte aun de rodillas en la entrada de la azotea, mantenía una mirada enojada a su hermano… no debía hablarle así a un ser tan poderoso.
- No te molestes Sammy, está bien…sabía que preguntaría. –La luz cegadora fue bajando hasta que al fin pudieron mirar, acostumbrado nuevamente su vista a la escasa luz, de una noche sin luna.
Para la sorpresa de ambos hermanos, aquella voz cantarina tenía como dueña a la figura delgada y delicada de una trigueña de facciones finas, muy parecidas a las de una muñeca de porcelana, ojos intensamente turquesa, casi brillaban en la obscuridad de la noche, envuelta en largos trozos de tela blanco, y una larga cabellera castaña clara como miel, volando hacia atrás en la brisa nocturna.
- Eres hermosa –El mayor no logro sostener el piropo a la mujer tan infantil como despampanante delante de sus asustados ojos.
- Dean! – Sam también lo pensaba, pero no lo verbalizaría jamás, ella estaba completamente fuera de su liga, por decir de la liga de cualquiera.
- Dean! Si, ese... ese es mi nombre, él es mi hermanito menor Sammy, Sam, Samuel – Fiel a su autenticidad, Dean tartamudeaba entre una sonrisa medio torcida bastante cómica, la presentación más patética en la vida de los Winchester.
- Por favor perdone a mi hermano, el no suele ser así, es solo que… usted, es tan… -Sam prefirió callar antes de seguir con su presentación, la dulce sonrisa divertida de la misteriosa figura femenina delante de ellos, los deslumbro.
Ambos hermanos permanecieron en silencio, intentando no romper esa bella sonrisa que ambos
Juraban era la más hermosa que han visto en toda su vida.
- Es un honor conocer a los Winchester – La delicada figura se inclinó en una especie de reverencia, extendiendo los brazos en un fluido movimiento, bajando un poco la cabeza, solo suficiente para levantar la mirada turquesa en un coqueto gesto, mirando entre las espesas pestañas castañas - Mi nombre el Primogénita, Prim, para mis amigos – Esas orbes turquesa iluminaron la vida entera del mayor de los hermanos, susurrando entre dientes mil y un pensamientos sin filtrar por su anonadado cerebro.
- El honor es todo nuestros Primogénita – Sam se Lévano trastrabillando, intento golpear entre las costillas a su hermano, pero Dean aún no era capaz de cerrar la boca intentando hilar un solo pensamiento coherente capaz de darle cancha a conversar por el resto de sus días con aquella hermosa mujer.
- Prim, Sam... dime Prim, no me gusta mucho mi nombre, papá se lo dio a cada uno de los primeros hijos de los humanos, y desde entonces ya no significa lo mismo
- Papa? Te refieres a papá?- Sam apunto al cielo, directo a las estrellas donde Prim dirigió su exótica mirada, para ella era tan ausente la presencia del creador, esa que los humanos juraban sentir allá tan lejos entre las estrellas. Su padre no era para nada omnipotente para ella, fue la pena absoluta lo que la invadió, unió las palmas de sus manos en llevándolas al pecho dedicándole el único pensamiento sincero que le ha dedicado en milenios a su padre, alejando un segundo la silenciosa comunicación astral, sonrió a los Wínchester.
- Sí, yo soy su primera creación, pero no su favorita. – Sam sintió la cabeza invadida con miles de preguntas, pero no se permitió hacer ninguna, por cómo había reaccionado Prim con su primera pregunta, prefirió esperar a otro momento más distendido.
Dean empezó a apreciar de otra forma la delicada figura delante del, esa aniñada nariz respingona llena de pecas, le dio una ternura infinita, se auto prometió proteger con el filo de su cuchllo cada día de su mortal vida esa hermosa sonrisa.
- Tranquilo Sam, no estoy triste, todo lo contrario, para mí, el que ustedes al fin hubieran venido, es un alivio – El menor de los hermanos parecía estar perdido aun en el tono de voz de la hermosa mujer. Prim por su lado le fascinaba la forma en la que ambos hermanos la miraban, generalmente no se deja ver por los humanos, ya que ellos siempre buscan hacerle altares y reconocer su trabajo, lo que los humanos llamaban "milagros" con ofrendas y a veces eso, en vez de traer paz y amor, solo trae furia y guerra.
Ya lo había visto hace milenios, cuando los humanos querían dividirse en facciones, culturas como les llaman ellos, creyendo que cada uno era más poderosa y que al tener su don de su lado, podían destruir a sus enemigos. Muy lejos estaba la real misión de Prim en el mundo.
- Yo no quise ser indiscreto - Sam entendía lo que era tener problemas con su padre, claro que no compararía John Winchester, un simple cazador y ex militar, con el mismo creador del universo.
- Sam, por favor, no fue nada… - Prim les dio una rápida mirada a ambos hermanos, ya parecían estar estabilizados, Dean había dejado de tartamudear incoherencias, Sam se mantenía controlado y en guardia, atento a lo que ella quisiese. Dio un largo suspiro, cerrando en puños sus delicadas manos adornadas de telas blancas bordadas en hilos de plata, susurro para si misma una frase de aliento y tomando la decisión de al fin soltarles su cometido a los Winchester, tomo aire y hablo de una vez – Los he traído hasta aquí, con estos trucos, porque no se me está permitido interferir con ustedes, pero necesito de su ayuda, solo ustedes podían solucionar mi problema –Prim soltó el poco aire de sus pulmones, rogando por una respuesta favorable de parte de los hermanos capaces de parar el fin del mundo, a los Leviatanes, Al purgatorio, el cielo, el infierno, a Lucifer, Lilith y hasta le mismo Armagedón, solo con su voluntad y un empuje digno de un Dios del Olimpo.
- Necesitas de nuestra ayuda?- Dean no salía de su asombro, en todos estos años recibiendo las más absurdas misiones de parte de seres angelicales, demonios, y Chuck. No había sido tan feliz. Aquella hermosa joven pedía su ayuda y el sería capaz de dejar la vida en ello.
- Yo sé, que ustedes conocen a mi padre y que él los considera sus amigos, entiendo si ustedes no están dispuestos a ayudarme, pero les pido, que al menos me escuchen. . Los hermanos se dieron una mirada de preocupación, Chuck era el mismo Dios y para ellos tenerlo de su lado, ha sido la principal razón de aun seguir vivos, debían pensar muy bien la petición de Prim, aunque ella no les ponía facil, el sostenerse de su último segundo de cordura, ayudo a ambos, a no caer en la tentación de entregarse a ella, como un arma contra el mismo Dios.
- Prim. - Dean abrió ambas palmas hacia la muchacha que al escuchar su nombre pronunciado con ese tono condescendiente y lleno de precaución, ya estaba decayendo, incluso antes de escuchar al mayor – No me pongas esa carita – Suplico el pobre humano, embelesado en la belleza de esa pequeña figura tan humana y delicada, poseedora de tanto poder, pero aun así, incapaz de enfrentar a su padre – Necesitamos más información, yo – Dean debió parar de hablar y tomar nuevamente ese poquito de cordura, para lograr entregar la idea completa, tras su obvia aprensión – Nosotros somos humanos, tu padre es Dios y Chuck junto a nosotros ya tenemos una historia, debes entender – Sam bajo la mirada asintiendo en afirmación de la declaración de su hermano.
- Está bien, ustedes tienen razón, pero no aquí, mi presencia es demasiado poderosa, necesitamos un lugar más privado
Prim los transporto hasta el bunquer, donde Castiel los esperaba preocupado, dando vueltas en círculos, tomado del teléfono sin saber porque extraña razón no podía salir del bunquer, hablar, escribir, nada! El Ángel, sin un solo poder sobre sus acciones, le entro un ataque de felicidad al ver a ambos hermanos en medio del gran salón, pero pronto toda esa alegría desapareció al ver a una conocida figura junto a ellos.
- Buenas noches Castiel, también es un gusto verte, no aun no puedes hablar y por favor mantente al margen de esto, hasta que pueda conversar con ellos – Le amenazo mentalmente Prim. Castiel al borde un colapso nervioso, alzo ambos brazos al cielo, como si llamara a Dios en una súplica, que bien sabia no llegaría a ninguna parte y se dejó caer desplomado sobre una de las butacas de madera. Dean y Sam los saludaron, ignorando por lo que estaba pasando el Ángel, Castiel solo alzo una mano en un saludo silencioso, derrotado se dedicó a girar su silla y tomar un grueso libro con el que distraer sus ideas.
- He puesto varios cellos mágicos en el bunquer, de esta manera nadie nos escuchara – La bella voz inundo el lugar, revotando en las paredes de plomo y regresando a los oídos de los hermanos, ambos la escucharían hasta el final de los días. Sonriendo como dos bobos adolecentes, se sentaron junto a Castiel, quien aún hojeaba el pesado libro, sin prestarles atención a los dos encantados Winchester, no importaba lo que hiciera el Ángel, esos hermanos ya habían caído en las manos de Prim.
- Que ser más poderoso que tu existe? – Sam podía estar embobado, pero no idiota, como le diría Bobby. El menor entendía en el peligro en el que estaban, se trataban de ligas mayores, no deseaba meter más de la cuenta a su hermano a Castiel o hasta le mismo Bobby.
- Solo mi padre y la Muerte, pero a esa, ustedes… ya la han asesinado – Dean, sonrió con satisfacción al sentir su virilidad enaltecida, su record era perfecto, podía pasar a la otra vida como el asesino de la misma muerte.
- Quieres que asesinemos a Chuck!- Sam en cambio parecía estar saliendo del encanto femenino de su interlocutora, estaba alterado, matar a la muerte fue una cosa y no había sido él, precisamente… pero asesinar a Dios, ya habían estado en ese bote y no le gusto.
- No! – Prim arrugo el ceño ofendida por los hermanos, aunque no podía culparlos, ellos debían tener esa impresión - Quiero que deshagan la sucesión – Les termino de soltar indignada con ambos hermanos
- La… la sucesión? Tu serias Dios! Chuck está bien? Porque deberías sucederlo… donde esta él ahora? – Sam había salido por completo del encanto de la joven Diosa, mientras que Dean asustado pronuncio en voz alta, el nombre de quien la joven temía más que a la misma sucesión, de la que tanto querida escapar.
- Así, que aquí estabas? Te has divertido lo suficiente jovencita? – Chuck susurro en el oído de la niña, Prim se sacudió en su puesto, rogando porque alguno de los dos Winchester la protegieran del creador.
- Padre…- Lo saludo viéndose atrapada con las manos en la masa.
- Conoces muy bien cuáles son mis deseos Primogénita – Chuck la regaño sin darle mayor tiempo a desaparecer. Dean, reacciono prácticamente por completo, saliendo del hechizo de amor a esa hermosa trigueñas de ojos de fiera, mirando a su viejo y poderoso padre
- Por favor Chuck, nosotros nos retiraremos antes de estar en medio de una discusión familiar – El mayor de los hermanos estaba a punto de salir junto a Sam, seguidos de cerca por Castiel, quien ya podía hablar, liberado por su padre.
- Gracias Dean, pero tenemos problemas más serios que esta jovencita haciendo pataletas, por no querer tomar su lugar en esta creación – Chuck fue aumentando su tono de voz en un verdadero rugido, visiblemente enfurecido, por la trampa de su pequeña
- Solo porque tú lo quieres! – Prim, por otro lado, no lo hacía nada de mal a la hora de ser una adolescente de eones de años
- Soy tu padre y tu obedecerás mis órdenes –Le dejo cerrado el tema con un fuerte golpe a la mesa, con lo que logro hacer saltar del susto a Prim quien aguanto las lágrimas lo mejor que pudo, aun así algunas lograron salir de ella, liberándose una sensación de angustia en el aire, percibida por ambos cazadores. Dean sintió la aguda necesidad de detener a Chuck y acurrucarla contra sus brazos, alejando todo dolor de ella, pero demonios" ese era el maldito Dios – En este momento tenemos problemas más importantes que una niñita malcriada y consentida, buscando traicionar a su propio padre – Mas lagrimas salieron de Prim, la chica sabía que no importaba todo lo que hiciese, nada podría convencer a su padre, él ya había tomado su decisión, no existía forma de detenerlo… por más que ella se negara.
- Por supuesto que debe existir algo más importante que yo en todo esto, no soy nada más que tu plan de jubilación! Tu enviada a los actos cívicos, la encargada de mantener la flama de la Fe ardiendo, soy la maldita Primogénita padre y a ti te interesa un puto carajo lo que piense o desee hacer con mi existencia! - No se lo diría, pero sus palabras le dolieron, todo lo que concernía a Prim le dolía, porque ella no ha estado de acuerdo con ser su sucesora jamás, ni porque fuese creada con ese propósito, para Chuck, su hija era parte esencial de el mismo, por supuesto que era demasiado importante, todo lo que le ha encomendado ha sido parte de su entrenamiento, uno que el no tuvo.
- Te lo advertiré una sola vez Primogénita
- Prim! Maldita sea!
- Hija ya basta! Que no es este el momento en el que debes estar en contra de tu destino, lo que deberías estar haciendo es ayudar a contener la nueva muerte – El silencio fue absoluto, todos en esa habitación sabían de la leyenda, cuando una Muerte deja de existir, que al parecer no era la primera vez. Una aún más poderosa, cargada con los recuerdos de su sucesor reaparece en algún lugar de del universo, listo para entregar a quienes destruyeron a su sucesor, la furia de la venganza. Esta muerte no venía solo por Dean, o Sam… ni siquiera por parte del clan causante de la desgracia, aparecería a asesinar a lo más valioso para todos ellos. Dios.
- La muerte…- Prim fue incapaz de seguir con su frase, simplemente se tapó el rostro con ambas manos, Dean, sin lograr detener su instinto de héroe súper protector rodeo a Prim por los hombros, sujetándola contra su enorme pecho, donde la delicada figura lucia aún más pequeña.
- Nada, ni nadie te dañara Prim, nos has buscado intentando detener al cabeza dura de tu padre… Sin ofender Chuck – El aludido lo observo de pies a cabeza, con su pequeña entre los brazos de aquel cazador al que le debía tanto, medio ofendido, medio agradecido – Ya nos encargamos de una muerte una vez, no nos detendremos frente a esta.
- Maldita sea Chuck! Podrías tener un mínimo de delicadeza al transportar a este viejo costal de huesos desde el Misisipi hasta aquí! –La ronca voz de Bobby inundo el salón, donde los ánimos no eran los mejores, pronto reparo en la nueva invitada de sus chicos y de que Chuck lo había traído de vuelta con un propósito claro, ayudar a sus muchachos a vencer lo que fuera que estuviesen cazando.
- Lo siento Bobby, pero necesitamos de toda la ayuda que podamos tener – No era un secreto que el ego de Bobby era muy sencillo de enlatar y por allí, endulzando el oído al viejo cazador, se podían conseguir muchas cosas. El experto en historia de lo sobrenatural, encuadro los hombros inflando el pecho como un pavo real, mostrando una sonrisa bastante esquiva al mismo Dios.
- Para eso somos buenos o no chicos? – El par de jóvenes asintieron al que consideraban su padre, recibiendo una muestra muy poco común de orgullo de parte de Bobby.
Por su parte Castiel observaba algo confundido la situación, ya que para él, Prim podría ser por si sola una solución a este gran problema.
La Primogénita de Dios era un secreto muy bien guardado entre los ángeles, para ellos estaba completamente prohibido hablar de la joven Diosa, solo se les permitía estar con la hija de Dios si así lo pedía expresamente ella misma y solo Dios daría el ultimo visto bueno al encuentro celestial. Para Castiel, la única vez que trabajo con Prim, fue memorable y casi alucinante. En un milagroso estado de pura paz, así se sintió el Ángel por varias décadas de solo pensar en aquel encuentro.
La principal razón de este secretismo entorno a la sucesora de Dios, era su encanto celestial guardado en esos ojos turquesa, cualquier ser, sin importar su raza, sexo o procedencia, caía perdidamente encantado. Hombres dieron sus almas por el solo hecho de que se los pidiera en una aparición majestuosa, en la batalla contra el Olimpo. El mismo Zeus bajo piedras preciosas hasta los altares en conmemoración al breve segundo que estuvo frente a los ojos más hermosos del universo entero.
Dios le dio aquel Don, con el propósito de que su hija encontrara en los humanos fe y esperanza, así cuando lo sucediera, seria llamada como su padre y el sol, la luz, el equilibrio en el universo, se mantendría intacto. Pero ese momento irreversible debía ser planeado cuidadosamente y algo que Prim no sabría hasta que fuera necesario, sin su consentimiento Dios no podría otorgar sus dones.
La noche en el bunquer se sintió pesada, Chuck otorgo a los chicos inmunidad, al igual que para Bobby, de esa forma podrían encontrar la forma de solucionar su gran problema, sin tener que deshacerse de la nueva muerte, ya que esto solo sería un circulo sin fin, donde Dean y Sam estarían atrapados eternamente.
El plan en si fue bastante sencillo, los chicos Bobby y el Ángel rebelde tendrían todo el tiempo que Chuck pudiera darles con su protección, para encontrar la forma de detener la venganza de la nueva muerte, mientras eso sucedía Prim se quedaría con ellos, de esa forma, no existirían problemas con otros seres sobrenaturales que quisieran rondar a los Winchester, por otro lado Chuck intentaría también averiguar algún detalle que se le escapara de las manos, todos unidos en una sola misión, tomaron posiciones en su labor.
Castiel junto a Bobby irían por Alejandría a buscar entre las bibliotecas algún párrafo perdido donde encontrar la solución a la venganza incompleta de la nueva muerte.
Prim como un soldado respaldaría a los Winchester mientras los hermanos investigaban por todos los medios.
Con todos los roles y detalles ultimados, los humanos se retiraron a descansar, Prim y Chuck tomaron asiento junto a Castiel en su propia búsqueda ancestral. Esperando que en las cuatro horas requeridas por los muchachos, transcurrieran pronto y así seguir con el tiempo a su favor.
