Disclaimer: Quiero aclarar que este fic esta basado integramante en un extra del Manga "Koi suru boukun" de Hinako Takanaga. Si alguien lo conoce debe saber a que extra me refiero pero si quieren saber mas no duden en preguntarme que les mando el link para que lo vean. Cambie muchas cosas pero la estructura es la misma. Es un fic cortito que escribi hace mucho(el año pasado?)y lo encontre mientras buscaba unas cosas, espero lo disfruten porque me divirtió hacerlo, aunque no salió tan gracioso como quisiera. Tampoco lo arregle mucho porque el tiempo es oro XDD asi que tiene todos los errores del mundo.
Johnicienta
"Una historia de amor, vestidos y puños"
Había una vez dos hermanos que vivían bajo las garras de su padrastro Jim Moriarty. Él era malvado y los trataba como esclavos. Sus nombres eran John y Harriet Watson. Aunque John era el único que hacia todo los deberes mientras Harry se la pasaba bebiendo licor.
En fin, Moriarty los maltrataba y se había quedado con todo el dinero su difunta madre. Ambos hermanos debían hacer lo que su joven padrastro les ordenaba o los castigaba con su fusta. Pobres, vivían sufriendo.
Un día llego una invitación del palacio real, anunciando que el príncipe Sherlock Holmes iba a escoger esposa. Todas las jovencitas del reino debían presentarse con sus mejores atuendos. Esto puso a Jim furioso puesto que solo escogerían chicas. Aunque por ser rico lo dejaban entrar como amigo noble del príncipe.
Cuando Harriet vió la invitación reboso en alegría, la oportunidad de su vida había llegado.
— ¡Por fin podre tener al amor de mi vida!—exclamó, saltando con la invitación en sus manos.
John la observo mientras fregaba el piso.
—Si mal no recuerdo Harriet, eres lesbiana—estableció con un tono cansino.
—Por eso. Habrá muchas chicas ahí. Todas las mujeres solteras del reino— dijo la chica con mucha emoción. John la miró escéptico. Su hermana parecia un conejo con sus brincos.
— No iras —sentenció luego de un momento.
— ¿Qué? ¿Por qué no? —preguntó su hermana quejumbrosa.
— Acaso no recuerdas que ahí estará Jim Moriarty ¿Qué pasa si te ve?
— Usare un vestido tan bonito que no sabrá que soy yo—musitó Harry con un tono orgulloso—ya verás.
—No lo harás y punto. No pienso dejarte hacer esa locura.
Harriet lo miro enojada. Se fue a su cuarto con un puchero en su cara y pisoteando las escaleras.
John suspiro cansado.
Llegada la noche Jim se vistió con su mejor traje. Les ordenó a sus dos hijastros dejar el lugar limpio para cuando el regresara. Y le advirtió a Harry ni atreverse a aparecer por el palacio. Ambos asistieron obedientemente.
Ni bien se alejó el carruaje de su malvado padrastro, Harriet corrió a su habitación a toda prisa. John la miro extrañado solo poco despues se dió cuenta de lo que su hermana haria y fue tras ella. Golpeo la puerta de su habitación pero no hubo respuesta. Entonces le ordenó abrir la puerta pero Harriet seguía sin responder. Enojado empujó la puerta con fuerza hasta abrirla pero no encontró a su hermana. Había varios vestidos tirados en su cama y cuando miro por la ventana abierta, Harriet Watson montaba sobre un caballo directo hacia el palacio.
— ¡Lo siento hermanito, pero debo hacerlo! —gritó mientras se alejaba.
John se agarró la cabeza y descubrió a donde habían ido a parar sus ahorros. No podía hacer nada, se quedo ahí mirando por la ventana mientras una vena se formaba en su frente.
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—Maldita Harry, la pagarás muy caro. Este mes serás tu quien se encargue de los chanchos—maldijó mientras barría la cocina. Sin embargo esa no era su mayor preocupación. Si su padrastro la encontraba ahí todo acabaría para su hermana.
Dejo la escoba y empezó a caminar en círculos, nervioso y lleno de angustia.
Entonces algo empezó a zumbar. Cuando busco qué era vio una especie de insecto con alas. ¿O un hombrecito con alas?
—Hola querido John, yo soy tu...— intento decir la cosa pero un golpe con la escoba lo hizo callar.
—Dios mío, estos insectos son cada vez más grandes—se quejó John mientras trataba de aplastarlo.
El hada padrino se agrando rápidamente quedando en medio de la sala totalmente sucio. John pego un salto del susto.
—Como dije... soy tu hada padrino y he venido a concederte cualquier deseo—dijo el hada mientras trataba de pararse.
— ¿Qué cosa eres tú?—preguntó el rubio mientras trataba de golpear a el hada nuevamente.
—Espera, espera…!—trato de detenerlo el hada—soy tu hada padrino, Mike. Vengo a concederte un deseo.
— ¿Tú?
—Así es.
—Con esa bata de hospital.
—Bueno, está bien soy el hada de los dientes pero como te vi tan angustiado decidí ayudarte.
John lo miró dudoso.
—Vamos hombre, solo soy un amigo. Necesitas ayuda con tu hermana ¿verdad?
—Mi hermana, es cierto, debo hacer algo para ayudarla.
—Por eso estoy aquí John, voy a ayudarte, dime que deseas y te lo concederé.
—Necesito entrar en el palacio para poder traerla de vuelta—dijo entusiasmado.
—Muy bien—el hada revoleo su barita sobre John y unas luces rodearon al rubio creando una especie de capullo mágico sobre él. Y entonces con un ¡Plop! John tenía un hermoso vestido rojo sobre él.
Mike sonrió orgulloso ante su creación mientras John se volvía blanco.
—¿Qué mierdas tratas de hacer?—cuestionó John enervado, mientras tomaba al hada de las solapas de su bata.
— Cal…Cálmate John, ¿acaso no querías entrar en el palacio?. Solo pueden ir mujeres a la fiesta.
—Pensé que me vestirías de mozo, o me darías algo para hacerme invisible ¡No esto!
—Lo siento—dijo Mike arrepentido—me parecía la mejor opción.
—Sácame esta cosa y dame algo que pueda usar para entrar ahí.
—Lo siento John mis poderes son limitados, use todas mis energías en ese vestido...
John quedo de piedra. Mientras Mike trataba de sonreír arrepentido.
—Déjalo. Iré así—renegó John dejando a Mike, no podía perder más tiempo. Su hermana estaba en peligro y la vestimenta era lo de menos. Montó sobre un caballo con las faldas por el aire rumbo al castillo— ¡Gracias!
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Mientras tanto en el castillo.
—Deja de quejarte y quédate quieto Sherlock—Ordenó Mycroft cansado.
— ¿Por qué tengo que sentarme en el trono? —se quejó Sherlock.
—Es para que puedas ver mejor a las chicas.
—Estoy casado con mi trabajo, no necesito esposa Mycroft—protestó el príncipe a su hermano.
—Eres un príncipe soltero, sin vida social, antipático y malcriado. Tu deber es ayudarme a administrar este reinado, no ir a sus aventuritas.
— Has lo que quieras, pero al final de este baile no escogeré a —sentenció el príncipe —Todos son aburridos.
Sherlock se levantó y empezó caminar entre las mujeres que lo miraban encantadas. Mycroft se agarró la cabeza sabiendo lo que su hermano iba hacer. Mami reina no estaría muy contenta.
Así, el joven Sherlock comenzó a hablar con cada una de las chicas presentes sacando a la luz sus secretos y mentiras, luego de unos minutos las misma salían corriendo, llorosas, gritando o despavoridas.
Perfecto pensó Sherlock, al menos echarle en cara las cosas a los demás lo ayudaría a no aburrirse. Y mejor aún repelería a cualquier niña tonta. A lo lejos sus muy pocos amigos (si es que se les podía llamar así, a un grupo adinerado de nobles, interesados solo en su posición) entre ellos Jim miraba orgullosos el accionar del príncipe.
— ¿Harriet? ¿Harriet?—John buscaba en medio de las chicas que parecían abultadas mirando algo. Al parecer el príncipe estaba hablando con cada una de ellas. Le restó importancia, tenía que encontrar a Harriet. Su vestido largo y tonto no lo dejaba caminar. Las mujeres con las que chocaba lo miraban tildándolo de machona, sin educación, sin modales. ¿Qué esperaban? ¿No se daban cuenta que era un hombre?
Entonces chocó contra una mujer alta. Era la duquesa Kitty, era vecina y buena amiga de Jim. Por un momento la sangre se fue de la cara, era una mujer malvada y altanera. Si lo veía ahí seguramente lo delataría. Pero para su suerte la mujer no giró, estaba pendiente de algo más. John miro sobre su hombro, el príncipe se estaba dirigiendo hacia ella.
— Joven príncipe, es un honor estar en su fiesta. Tenga en cuenta a esta humilde sirvienta que tiene experiencia y madurez—dijo melosa. El Príncipe se acercó a ella y la miro por un buen rato. John miró con curiosidad pero quería salir de ahí sin embargo el cumulo de chicas era demasiado abultado.
— ¿Humilde? de humilde no veo nada, más que joyas caras y demasiado extravagantes. Por el maquillaje en su cara solo puedo deducir que es más vieja de lo que muestra. El pelo teñido, primero de rojo y luego de rubio. Debería taparse mejor esas raíces. Además enviudo recientemente, se nota por la marca de anillo en su dedo. Y al parecer le gusta enviudar mucho, ya que hay marcas diferentes. Por sus uñas no creo que haga nada casero, debe tener algún esclavo que le hace sus cosas.
La mujer quedo estupefacta. Mientras todas las chicas murmuraban y se reían.
—¡Eso fue increíble!—Dijo John con entusiasmo. El príncipe tenía razón. Todo lo que había dicho era cierto y lo había sabido solo mirando a la mujer. Tarde se dio cuenta que todas lo estaban mirando. Incluso el príncipe que parecía sorprendido. Se sintió perdido ante el silencio de todos. Trato de taparse la cara y empezó a escabullirse por la muchedumbre. Dio gracias a Dios que la duquesa no lo había reconocido. Al final Harry tuvo razón, un vestido bonito hacia la diferencia.
Siguió empujando como pudo. Sin embargo una mano lo agarró del brazo. Su corazón se aceleró a mil. Los peores pensamientos invadieron su mente. Seguramente la duquesa se percato de su presencia. Inmediatamente trató de zafarse, pero fue en vano, entonces giró para empujar a la mujer. Debía enfrentar su destino. Sin embargo para sorpresa suya no era otro que el príncipe Sherlock.
— Eh...?—John no sabía que decir o que hacer.
— ¿Es en serio? —el tono de voz del príncipe era dubitativo. Su semblante confundido.
—El... qué—preguntó desconfiado el rubio, mientras trataba de retroceder hacia atrás.
— ¿De verdad crees que fue increíble?
— ¿Qué...? —John lo miro aturdido— ¿Lo que dijiste de esa mujer?
—Claro, por qué más iba a preguntar.
—Bueno…—el rubio dudó un instante pero tomo coraje—sí, fue increíble...brillante.
El príncipe lo miro con unos ojos grandes, fascinados, como si hubiera hecho el descubriendo más grande de todos. John empezó a sentirse incomodo.
—Lo siento, pero tengo que ir a buscar a mi hermana.
— Si quieres puedo mandar a alguien más a buscarla— ofreció rápidamente el príncipe.
—No, lo siento… ¿Qué haces? — preguntó John más asustado que nunca. Sherlock se había acercado para mirarlo más de cerca.
— Cásate conmigo—sentenció el moreno luego de unos segundos.
—¿¡EH!? —John trato de zafarse nuevamente pero el príncipe lo sostuvo con fuerza.
—Cásate conmigo—volvió a decir, sus ojos brillaban con una resplandor que a John no le gustaba.
—No.
— ¿Por qué no?
—No me interesas—sentenció.
—Tienes que casarte conmigo.
—No quiero.
—No seas idiota, soy el príncipe, todas quieren casarse conmigo.
—Pero yo no—antes de que pudiera darse cuenta, estaba acorralado en la pared por los brazos del príncipe. Eso se estaba poniendo feo.
—Muy bien, entonces tendré que besarte como dicen los libros y así te enamoraras de mí.
— !¿Tú, qué…?¡—Protestó el rubio. Sherlock agarró la cabeza de John y lo posicionó para besarlo, el rubio lo miro estupefacto pero reaccionó rápidamente—¡Ni en tus sueños!— exclamó con un derechazo que noqueo al joven príncipe, quien cayó al piso de espaldas.
Todas las chicas miraron en su dirección. El silencio fue absoluto en el salón.
— ¿John? ¿Hermano que haces aquí?— Harry salió de la muchedumbre—… ¿y ese atuendo? ¡Ooooh! Así que tú quería conquistar al príncipe—rió escandalosamente su hermana.
—¿Conquis-…?— John no podía creer lo que escuchaba— conquistar mis pelotas, salgamos de aquí.
John tomo a Harry de su mano y la arrastro hacia la salida. Mientras, ella se despedía con la mano de una jovencita que la miraba suspirando. Más tarde John se enteraría que su nombre era Clara.
Cuando llegaron a casa su padrastro no había vuelto. John le agradeció y prometió a Dios que iría a misa todos los domingos. Cuando Jim llegó estaba furioso y despertó a sus dos hijastros. El rubio temió por sus vidas un momento pero mientras Jim se desquitaba con la casa entendió que su padrastro no había descubierto su salida. Jim gritaba a los cuatro vientos y maldecía a la estúpida que había conquistado el corazón de Sherlock Holmes. John sintió escalofríos en la espalda pero se le paso rápido.
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No paso ni una semana cuando Lestrade, el vocero oficial del reino, vino a dar un anunció importante al pueblo.
—Nuestro joven príncipe ha encontrado el amor verdadero, regocíjense—clamó
John estaba con su hermana mientras escuchaban el anuncio.
—Pero ella es muy tímida. Abandonó el palacio sin decir su nombre. Por eso nuestro joven príncipe ira a visitar a cada una de las señoritas del pueblo para que le den un puñetazo y él pueda deducir quién es su amada—finalizó.
Todos empezaron a murmurar.
—Escuchaste eso hermanito, se enamoró de ti—dijo Harry riéndose a carcajadas y le dio unas palmaditas en la espalda.
John se froto la cara con la mano. El príncipe era un verdadero idiota.
Fin.
