Disclaimer: Los personajes de Inuyasha no me pertenecen. Son obra de la gran autora y mangaka Rumiko Takahashi. Por lo cual esta historia es totalmente sin fines de lucro y como objeto de recreación y diversión. Hecho por fanáticos para fanáticos.
NOta A: en esta oportunidad les traigo una pequeña historia qcreo que califica como Drabble. Si pueden escuchen la canción de marc anthony que se llama igual que el titulo.
¿Y cómo es él?
La miró con ojos indiferentes. Hacía más de dos años que no la veía. Había cambiado tanto, parecía otra persona completamente diferente.
—Hola —le saludó con voz amable. Sus ojos azules lo miraban con la ternura de antaño, un gesto que no hizo más que arrugarle el corazón—. ¿Cómo estás?
Habría sido sencillo responderle si los recuerdos no se agolparan en su mente atormentándolo. Ella sonrió con cariño sin presionarlo. Lo concia muy bien. Lo dio un suave apretón en el brazo llamando su atención.
—¿Quieres ir a tomar un café? —intentó negarse, pero no podía.
—¿Puedes? Está nevando y en tu condición…—ella río relajándolo. Lo tomó del brazo guiándolo hasta un pequeño café. Era cómoda la conversación, como siempre. Ella tenía esa habilidad, su sonrisa, su cara blanca y sus mejillas encendidas eran lo necesario para llevarlo a aceptar todos sus deseos.
Quiso tomarla de las manos. Hacerle un gesto cariñoso tan impropio en él. Ambos se quedaron serios por un momento, mirándose, detallándose, ella lo leía. Le desvió la mirada y unas pequeñas lágrimas se agolparon en sus ojosa azules.
—No llores pequeña —ella sollozo antes de mirarlo apenada—. Sigues igual de hermosa. ¿Eres feliz?
—Mucho —hipó. Él le secó las lágrimas con ternura y le pidió a la camarera una copa de helado de vainilla y nueces—. No lo has olvidado —aunque no sonrió sus ojos se volvieron más opacos. Podrían pasar milenios pero jamás podría olvidarla. La manera en que Kagome se había colado bajo su piel, derribando sus murallas, o casi todas.
Había elegido el dinero por encima de ella. El trabajo, las noches de gala donde todos le alagaban. Al final no había luchado. Había creído en la permanencia inalterable de las cosas. Pensó egoístamente y la había perdido. Ahora era la esposa de su hermano.
—¡Auch! —Kagome contrajo la cara con dolor.
—¿Estas bien? —preocupado se sentó al lado de ella colocándole las manos sobre el abultado vientre. Las patadas del ser que vivía dentro de ella lo dejaron helado.
—¡Sí! Son muy enérgicos —la frente de ella estaba perlada en sudor.
—Es mejor que dejen de molestar a su madre —ordenó tajante. Para sorpresa de Kagome los bebes dejaron de moverse, asiéndola suspirar aliviada.
—¡Ese es su tío Sesshoumaru! —río Kagome agradeciéndole con la mirada. Sesshoumaru se había alejado al escucharla. Su tío. Pudo haber sido el padre, su esposo, pudo haber sido su mujer para siempre—. Estoy segura te adoraran cuando crezcan —él lo miró tácito.
—Debo irme, Inuyasha me espera —él asintió, pagó la cuenta y la acompaño hasta la puerta de su casa—. Gracias Sesshoumaru. Eres un buen hombre —lo abrazó con fuerza y se bajó del auto diciéndole hasta luego.
N. D. Autora: Espero que les guste.
