Dragon Ball NO me pertenece,
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—Papi —llamó una niña de seis años a su padre.
—¿Qué sucede pequeña?—contestó el hombre quitando la vista un momento de la carretera para mirar a su hija.
—¿Cuál es tu animal preferido?
—Mmm... No lo sé, hay muchos que me gustan. —regresó la vista al camino.
—A mami le gustan las mariposas. —dijo la pequeña simulando con sus manitas a una mariposa.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó curioso el hombre.
—Cada vez que visitamos a mami hay mariposas y nunca se ha quejado. Yo digo que le gustan. —la niña se encogió de hombros.
—Tienes razón. ¿Y cuál es el tuyo?
—Como mami, las mariposas.
—¿Todas?
—Sip. Pero más la que es de color anaranjada, negra y amarillo. ¿Papi verdad que son bonitas?
—Claro, son tan bonitas como tú princesa.
El hombre detuvo el coche, bajo de él y corrió hacia la puerta del copiloto para abrirla extendiendo su mano.
—Llegamos pequeña damita. —dijo caballeroso.
La niña tomó la mano de su padre sin dejar de reír. Le hacía gracia a la pequeña que él actuara tan caballerosamente.
—¿Tienes las flores?
—Sí, ¡Vamos no hagamos esperar a mami! —jaló a su padre dentro del lugar.
—¡Buenos días señora Forutaki! Le traje un tulipán, sabe que son los preferidos de mami pero ella no se molesta si le dejo uno. —la niña se acercó y puso el tulipán en un pequeño florero.
—Vamos princesa. —la llamó nuevamente su padre.
—Si papi. —contestó.
Caminaron un poco más, a él le incomodaban esos lugares, jamás había estado de acuerdo que su esposa estuviera ahí, pero Nanamy insistió tanto que termino doblegándose a ella. Cuando finamente llegaron a su destino, la pequeña corrió gritando feliz:
—¡MAMI! —rodeó con sus bracitos la lápida gris que estaba perfectamente cuidada con varias mariposas de diferentes colores que salieron volando al sentirse invadidas por el pequeño abrazo—. ¡Te extrañe mucho mami! —apretó más fuerte la lápida—. ¡Mira te trajimos tulipanes! Le deje uno a la señora Forutaki. Sé que a ella también le gustan.
—Hola Nanamy. —el hombre se hincó y puso el ramo de tulipanes en el pasto frente a la lápida mientras sonreía triste.
—Papi y yo te extrañamos pero no te preocupes mami, pronto los tres vamos a estar juntos y todo va a ser como antes ¿Verdad papi?
Al hombre se le encogió el corazón al escuchar las inocentes palabras de su pequeña hija, sintió un nudo en la garganta difícil para hablar y solo le asintió.
—¡Lo vez! Oh, cierto, tengo mucho que contarte mami, en la escuela nos pusieron a hacer un cuento y no sabía qué hacer entonces...
Mientras su hija hablaba con su madre, se sintió observado, sin que la niña lo notase se puso de pie mientras buscaba aquella mirada que sentía familiar (demasiado para su gusto). Volteó de izquierda a derecha, de atrás hacia adelante... Y lo vio, observándolos con una sonrisa.
—Gine, vámonos. —sentenció el hombre sin quitar la mirada de aquel sujeto.
—Pero papi, acabamos de llegar. Todavía no le platico a mami cuando fuimos al parque de diversiones. —replicó haciendo pucheros.
—Princesa, hay que irnos tu abuela nos invitó a comer, dijo que hizo bizcochos de chocolate solo para ti. Mañana podremos venir —mintió.
—¡Esta bien! —feliz se levantó, abrazo nuevamente la lápida de su madre y junto a su padre caminaron devuelta al auto.
—Hija, ponte el cinturón.
—Si papi.
El hombre sin esperar más arranco el automóvil con un poco de velocidad. Encendió la radio mientras intentaba calmarse, sabía que esto era malo, muy malo.
Miró por el retrovisor, una camioneta gris venia tras ellos con el maldito que estaba en el cementerio. Sin pensarlo aceleró el auto.
—¿Por qué vamos rápido? —preguntó la niña pero él no contestó—. ¿Papi estas bien?-
No la escuchaba, su corazón estaba muy acelerado no quitaba los ojos del retrovisor, solo veía como la camioneta se acercaba cada vez más.
—¿PAPI? —preguntaba una y otra vez asustada sujetando el cinturón a su pecho—. ¿PA...
—¡MIERDA, CÁLLATE GINE! —gritó frustrado.
Gine derramo pequeñas lágrimas, su padre jamás le había gritado. El automóvil cada vez iba más y más rápido.
—¡Maldición! —exclamó.
En esos momentos su celular sonó.
«Número desconocido»
Indicaba la pantalla. Sabía que era él.
—¿Qué quieres? —preguntó brusco cuando contestó.
—Sabes muy bien lo quiero Hayato. Te advirtieron sobre lo que podía pasar si no pagas lo que debes. Tal vez tuviste suerte la primera vez al salvar a tu bastarda pero tu puta no corrió con la misma suerte. No te preocupes, pronto los tres estarán de nuevo juntos. —dio una carcajada.
—¡Eres un maldito hijo de perra Sorbet!
—¡PAAPI! —el gritó con llanto desesperado de su hija lo hizo mirarla aún con el teléfono en el oído.
La niña tenía los ojos cerrados y temblaba con miedo, lágrimas resbalaban sin parar por sus mejillas mientras sollozaba fuertemente.
Entonces miró hacia la carretera.
Un camión de carga venia hacia ellos al parecer había perdido el control, Hayato giró el volante para esquivarlo pero no vio venir la zanja a la que se aproximaban. Trató de frenar pero le fue inútil al sentir como algo impactaba en la parte trasera del auto y este caía dentro de aquella zanja.
Todo lo siguiente transcurrió en cámara lenta; el auto daba vueltas y vueltas, impactándose en piedras y Gine gritaba completamente aterrada dentro del auto.
—¡Te amo hija! —susurró su padre—. Gine... mira, una mariposa.
Y todo fue obscuro después de eso.
Sus pequeñitos ojos comenzaban a abrirse con cansancio, al hacerlo se vio en una habitación completamente blanca y con un olor a medicamento que le desagradaba. Quiso levantarse pero sintió una punzada en su cabeza.
—¿Papi? —su pequeña voz infantil salió ronca—. ¡auch!, mi cabeza.
La puerta del lugar se abrió entrando una mujer y un hombre de vestimenta blanca.
—Ve doctor, estaba comenzando a despertar. —dijo la mujer.
—¿Cómo te sientes pequeña? —le preguntó el hombre de bata blanca acercándosele pero la niña se pego más a la camilla.
—¿Dónde está mi papi? —preguntó.
—Tranquila, todo está bien. —el doctor ignoró su pregunta.
—No, ¿Dónde está mi papi? —volvió a preguntar.
—No te preocupes ahora debes descansar pequeña. —esta vez habló la enfermera.
—¡NO, DIGANME EN DÓNDE ESTA MI PAPI! —gritó exasperada.
—Muerto. —le respondió una voz desde la puerta.
—¿Eh? —la niña no comprendió.
—¡¿QUIÉN ES USTED PARA ENTRAR AQUÍ Y DECIRLE ALGO HACÍ A UNA PEQUEÑA NIÑA? —gritó el doctor escandalizado.
—Cálmese, tal parece que no me entendió. Soy Sorbet, su tío. Su padre era mi hermano menor.
—Oh, lo... lo sentimos señor.
—No importa.
—¿Tío? Mi papi jamás me dijo que tenía un tío. —la pequeña lo miró dudosa.
—Iba a ser una sorpresa nena, hoy cuando llegaras a comer con la abuela te lo diríamos. —le dijo Sorbet.
—Tío ¿En dónde está mi papi?
—Podrían dejarnos solos. —pidió al doctor y a la enfermera—. No se preocupe Doc., esta vez seré más frágil.
El doctor simplemente asintió y junto a la enfermera salieron dejando solos a la niña y su "Tío".
—Bien niña, seré claro. Tu padre murió, ¿sí? ya no está y no lo verás nunca más.
—¿Co-Como mami? —sus pequeños ojos comenzaron a aguadarse.
Sorbet suspiró hastiado.
—Sí, quizá esta con tu madre... ahora yo me haré cargo de ti.
—¿Y viviremos con la abuela?
—No. Nos iremos a vivir a Japón.
—¿Japón? ¿dónde mis papis nacieron y se conocieron? Pero, ya no veré a la abuela —dijo triste.
—No. Nos iremos en una semana. —sentenció saliendo de la habitación dejándola sola.
—Maldita sea ahora tengo que ser la niñera de una bastarda.
Sorbet estaba más que furioso él fácilmente podría matar a la pequeña y terminar con el trabajo... pero una orden era una orden.
•Horas antes•
—Mi Señor, hay un problema.
—¿Y cuál es ese problema Sorbet? —habló una voz tranquila.
—Bueno, Hayato está muerto como lo ordeno, pero tal parece que su bastarda es más resistente de lo que creí... sigue viva aún después de haber caído dentro de una zanja de 20 metros de altura. En estos momentos está hospitalizada, lleva dos días sin despertar. Estoy fuera del hospital en el que se encuentra, ¿Quiere que termine con la bastarda? —sonrió.
Un silencio inundo la comunicación telefónica poniendo a Sorbet un poco nervioso.
—¿Mi Señor?
—¿Alguien sabe que la niña está ahí? —la voz seguía con la misma tranquilidad.
—¡Eh! N-no mi Señor. Tal parece que la madre de Hayato no ha sabido nada. —su nerviosismo aumentaba un poco más.
—Exelente... No la mates, puede pagar todo lo que Hayato nos debía de otra forma. Quédate con ella, inventa que eres un familiar o que se yo, y cuando se recupere tráela a Japón y llévala con Mika. ¿Entendido?
—S-Si Señor Cooler.
•Una Semana y media después•
—¡Wooow! Japón es muy bonito tío Sorbet —la niña veía todo con ojitos brillantes.
—Sí, sí, sí. —Sorbet bajaba unas maletas de un taxi que habían tomado en el aeropuerto—. ¿Gine, traes tu medicamento?
—Sipi. ¿A dónde vamos?
—Te llevare a una casa hogar donde solo hay niñas como tú. Y no, no me quedare contigo, pero te visitare. —acarició su pequeña cabeza.
—Entiendo... —suspiró.
—Vamos. —Sorbet estiró su mano hacia la niña quien no dudo en tomarla.
Caminaron varias manzanas (Calles/Avenidas xd) hasta que las casas dejaron de apreciarse.
Gine tarareaba una pequeña cancioncita que se le había pegado mientras estaban en el avión. Ya un poco más a lo lejos ella divisó un gran portón negro rodeando y protegiendo algo en su interior.
—¿Ahí es a donde vamos tío Sorbet? —preguntó la pequeña.
Sorbet asintió.
Estando ya frente al portón, Sorbet tocó el timbre del lado posterior. Una pequeña rejilla se abrió dejando ver un par de ojos.
—¿Sorbet? Creí que llegarías mañana —habló una voz masculina del otro lado.
—Pues te quería dar una sorpresa... ¡Sorpresa! —exclamó con alegría fingida—. Ahora abre. —cambió su tono a irritado.
El portón se abrió dejando ver a un hombre de unos veintitantos años aproximadamente, delgado y musculoso.
—Valla, no cambias nunca. —su mirada se desvío a la pequeña y una sonrisa algo tétrica se formó en sus labios—. Oh, no sabía que venias acompañado. Hola nena, soy Tagoma ¿Cómo te llamas?
—Uh, me llamo Gine. —la pequeña le sonrió dulcemente.
Para Sorbet no pasó desapercibida la sonrisa que Tagoma le dio a la niña, así que la puso detrás de él.
—Ni se te ocurra pendejo o te matare. —le amenazó en voz baja y fría.
Tagoma abrió levemente los ojos sorprendido.
—Ahora, cuídala mientras habló con Mika y los demás. —Sorbet dio la vuelta y se dirigió a la gran y hermosa casa de color blanco.
Tagoma seguía en confusión, ¿Por qué Sorbet se había comportado tan protectoramente con la niña?
francamente no comprendía, nunca antes lo había amenazado con que no tocara a alguna niña; de hecho, una semana antes él había llamado para decir que tenía carne nueva, una bastarda de seis años con la que se podía divertir. Y ahora, le había advertido que si la llegaba a tocar lo mataría. ¿En qué carajo pensaba Sorbet? Tal vez él ya la había utilizado. Descartó la idea. La niña le tenía confianza y no mostraba miedo. ¿Pero entonces? Sería posible que...
—¿Señor Tagoma puede oírme?
La voz de la pequeña lo saco de sus pensamientos. Volteó a verla, estaba extendiendo un oso de felpa con un sombrero ridículo (a su parecer) frente a él.
—¿Qué? —le pregunto él.
—Dije, que él es Jack, es muy amigable. Dice que le caes bien aunque no te conoce. —Gine hizo un pequeño gesto con su mano indicándole que se acercara.
Tagoma se arrodillo e inclino su cabeza hacia delante, Gine se acercó y le susurro en tono bajo alejando al oso de ellos como si pudiera oír lo que ella diría.
—Pero aquí entre usted y yo, Jack es muy mentiroso y llorón, así que no le haga tanto caso.
—Okey...
—Bien. Oiga señor Tagoma ¿Cuántos años tiene?
—Veintisiete. —contestó aun arrodillado.
-Ooh, pensé que tenía cuarenta años. —dijo la pelinegra inocente.
Tagoma arrugo el ceño.
—¿Me veo viejo? —susurró más para sí y toco su rostro en busca de arrugas en la piel.
Gine soltó una risita ante la acción del hombre.
—¡Gine! —gritó Sorbet en la entrada de la hermosa casa.
—¿Uh? me voy, luego lo veo señor Tagoma! —se despidió y corrió hacia su "Tío".
—Gine, ella es Mika es la encargada del orfanato, algo hací como una directora. —Sorbet presento a una mujer algo joven, tenía el cabello de color verde, tez bronceada, alta y atractiva.
—Hola Gine. —saludó la mujer dulcemente.
—Hola señorita Mika —Gine le sonrió.
—Bien Gine, tengo que irme, me ha llamado mi jefe, sabes que me quedaría todo el día contigo pero trabajo es trabajo.
—Entiendo... —bajo la mirada—. ¿Prometes que no me dejaras? —preguntó ella abrazando la pierna derecha de Sorbet.
Sorbet la alzo para abrazarla mientras contestaba a su pregunta.
—Jamás lo haré. Jamás, Gine. Tú eres lo más importante en mi vida pequeña. Te quiero.
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¡Hola! soy nueva publicando aquí en Fanfiction, así que por favor disculpen si no lo hago bien como otras escritoras. Este Fic es de mi segunda pareja favorita de DBZ, BxG. Espero de verdad y sea de su agrado.
La verdad quería ver algo diferente entre esta parejita, así que me dije: ¿Y por qué no hacer una historia en Universo Alterno?. Será un UA de ellos siendo humanos, personas normales, sin súper fuerza y eso...
Use a "Sorbet" y "Tagoma" de DBZ Fukkatsu no F, Me quebré la cabeza pensando en quien sería su... amm... ¿Tutor?, y pues bueno, me decidí por ponerlo a Sorbet. Como también habrán notado, puse a Cooler en vez de la Freesita afeminada XDD (Frezeer). Francamente no sabía con cuál título los subordinados de Cooler lo trataban, así que puse "Mi Señor" XDD
Disculpen la mala redacción y/o los errores ortográficos. :'v
¡Gracias por leerme!
LEMONALE
