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Cap. 1
Srta. Lindsay Walters,
Con nuestras más sinceras disculpas, debemos informarle que su solicitud de empleo en nuestro periódico ha sido rechazada debido a que ya tenemos nuevos trabajadores y queremos evitar discordias e incomodidades entre nuestro personal.
Le agradecemos profundamente su preferencia y la felicitamos por los grandes logros conseguidos en sus estudios.
Que tenga mucho éxito.
Sinceramente;
JAMES CARTER, Recursos Humanos
The New York Times
-¡Demonios! No otra vez. –dijo Lindsay, al ver otra carta de "no muchas gracias".
No estaba acostumbrada a ser rechazada, no por lo menos 2 veces seguidas, ¡y por el mismo diario!
Esto ya es demasiado, debo hacer algo al respecto. –pensó ella.
Se dirigió al armario para coger su bufanda de la suerte y su abrigo de invierno para enfrentarse al fuerte frio de las calles de New York. Debía hacerle frente a las adversidades, por lo menos eso era lo que su padre siempre le decía: Si la vida te da la espalda, podrías hacer 2 cosas. Puedes escoger rodearla y encararla de nuevo, o darle una buena patada en el trasero. Es tu decisión.
Era gracioso el hecho de que no dijera algo más delicado como: Si la vida te da limones, has limonada, pero así era su padre. Siempre diciendo lo descortésmente correcto.
Después de su muerte, nada fue lo mismo. Su madre cayó en una depresión tal, que la llevó a una sobredosis mortal de pastillas para dormir. Su pequeña hermana simplemente no estaba en casa. Se podría decir que vivía con ella, pero desde que sus padres murieron, no se dirigen la palabra a menos que sea estrictamente necesario. Tenía 15 años y no podía pedirle demasiado, sólo que se dedicara a sus estudios y que buscara un buen hombre para compartir su vida.
-¿Qué frio hace allá fuera, no lo cree? –le dijo su vecino de enfrente. A pesar de vivir en un edificio no muy digno, sus vecinos eran bastante educados.
-Tiene razón Sr. Mathews.
-¿Cómo va lo del empleo? ¿Tuviste suerte esta vez? –le preguntó- Disculpa mi curiosidad. Es que me pareció ver una carta del New York Times para ti en la recepción.
-Sí, la había; y no, no tuve suerte. ¡Pero voy a darles una buena patada en el trasero esta vez!
-¡Así se habla! –dijo, y acto seguido se despidió de ella con la mano mientras entraba a su apartamento.
Al salir del edificio, se vio reflejada en un charco que se había formado en la acera debido a la nieve que se derretía. Tenía buen aspecto, no muy formal, no muy informal.
Pudo haber tomado un taxi, pero no lo hizo debido a que no le hubiera dado el tiempo suficiente para repasar su estrategia.
Está bien. Entras, no saludas a nadie, vas directo a Recursos Humanos y encaras al tal James. Debes hacerlo rápido antes de que llamen a seguridad. Lo convences de tus dotes de escritora y le pides que te de una oportunidad, a la cual no se puede rehusar. –se veía bien mientras lo dramatizaba en su mente, pero las cosas nunca salían tan bien como su imaginación se lo hacía creer.
Al llegar al edificio, no hubo nadie quien la detuviera al entrar al ascensor. No había guardias, y al parecer la recepcionista no estaba en su puesto. Justo antes de que las puertas se cerraran un hombre entró en el ascensor. Lindsay no puedo evitar notar que era un muchacho bastante alto y guapo. Tenía una pequeña cicatriz en su labio inferior, del lado izquierdo.
¿Mordida? No, no lo creo. A pesar de ser joven, se ve bastante serio como para andar con juegos. –pensó, al no darse cuenta de que lo miraba fijamente.
El joven la miró de vuelta y mostró una sonrisa macabra que dejó a relucir sus dientes blancos y perfectos.
Bien, no le falta un diente; por lo que dudo que haya sido en una pelea –aun pensaba en aquella cicatriz, hasta que rompió el silencio.
-Creo que tengo que demandar a mi estilista –dijo él- ¿el corte no es bueno, verdad?
No se hubiera dado cuenta de que le hablaba a ella de no ser porque eran los únicos en el ascensor y que definitivamente no tenía uno de esos audífonos bluetooth que tenían los ejecutivos. No entendía el punto de esos aparatos, quizá esos eran los causantes de tantas familias destruidas. Atender llamadas, una tras otra, sobre asuntos laborales incluso cuando manejas, no es nada saludable y es muy peligroso.
-¿Perdón? –dijo Lindsay. No sabía que más decir, porque aunque supo que había dicho algo, no pudo procesar la información hasta que dejó de mirarlo- Ah, no. No es tu corte. Es decir, si lo es, pero no el de tu cabello. A lo que me refiero es… -Está bien, mejor cállate, pensó.
Supo que había hecho el ridículo ya que aquel joven soltó una carcajada y la miró fijamente.
-Tienes sentido del humor. Me agradan las personas con sentido del humor. –pensó un instante- ¿Trabajas aquí? ¿Cuál es tu nombre?
-Lin… Lindsay.
-¿Lindsay…?
-Lindsay Walters.
-Lindsay Walters –repitió, mostrando una sonrisa que la dejó con la mente en blanco.
-Pero… -trató de pensar bien lo que iba a decir para no hacer el ridículo dos veces, aunque eso fuera imposible- no trabajo aquí. De hecho, recibí una carta de "gracias, pero no gracias" por parte del idiota de Recursos Humanos. Estoy aquí para saber cuál es su problema. ¿De casualidad lo conoces?
No supo si su amplia sonrisa era un sí o un no, pero luego de un momento de reflexión, no pudo evitar dirigir su mirada al ID que llevaba colgando del bolsillo de su traje: JAMES CARTER, Recursos Humanos. The New York Times.
¡Yo y mi mala suerte! –se dijo a sí misma luego de haberse dado cuenta de que acaba de insultar al hombre que le pudo haber dado una oportunidad de trabajo.
-Idiota, hmmm… -dijo James, que a decir verdad no se veía molesto- ¡No me llamaban así desde la secundaria! ¿Y cuál es mi problema? –lo pensó un momento y la miró de arriba hacia abajo, con una expresión de satisfacción- Eso también me lo pregunto yo ahora… ¿De casualidad pusiste tu foto en el curriculum?
-No, creo que lo olvidé. –ya no servía de nada disculparse, su mirada le decía que no era necesario. Él se estaba divirtiendo con la situación- ¿Eso hace alguna diferencia?
-¡Sí, mucha! –le dijo, sorprendido por su pregunta.
Como si eso no fuera obvio –pensó ella. Con sólo verlo se podría decir que, de no ser el New York Times un periódico serio y prestigioso, sería una revista de modelaje; y James Carter de recursos humanos encabezaría la lista de los más guapos.
Reinó el silencio en el ascensor, que cada vez parecía hacerse más pequeño para Lindsay. Las puertas se abrieron al llegar al 5to piso, y ella no se atrevió a moverse. El Plan-A se había ido a la basura, y no había Plan-B. Estaba a punto de detenerlo y pedirle disculpas hasta que él se adelantó.
-Mis más sinceras disculpas, Srta. Walters. De haber sabido que era usted tan… -la miró de arriba hacia abajo mientras sonreía- enérgica, nada de esto hubiera pasado. ¿Podría acercarse a mi oficina a eso de las 4 de la tarde? Estoy dispuesto a… reconsiderar su solicitud.
Lindsay no podía creer lo que oía. Esta era, quizá, la primera vez que la suerte jugaba a su favor. Estoy dispuesto a reconsiderar su solicitud -había dicho, y aún no lo podía creer.
Mientras la puerta del elevador se cerraba, ella vio por última vez esa sonrisa que le quitaba el aliento. Las cosas iban relativamente bien. Excelentemente bien de hecho.
Al regresar a su apartamento, se sentó en el filo de su cama y se preguntó por qué las cosas estaban saliendo tan bien. Ella se caracterizaba por ser una persona decidida y responsable, pero con muy poca suerte.
Bien, no desaprovecharé esta oportunidad –se dijo.
Al momento en que se recostó en su cama, escuchó el sonido de unas llaves y cómo la puerta principal del apartamento se abría. Eran las 10 de la mañana y nadie tenía las llaves excepto su hermana y ella misma.
Lindsay no pudo evitar asomarse y ver a su hermana dejar su mochila encima del sofá.
-¿Jess? ¿Qué haces aquí a esta hora? ¡Deberías estar en clase! –normalmente no estaba en casa a esta hora porque estaba buscando trabajo, pero al parece Jessica estaba más que acostumbrada a llegar a esa hora.
Jessica pareció sorprendida de escuchar la voz de su hermana y, resignada, se acercó a su habitación.
-Jess, ¿Qué sucede? ¡Háblame!
-¡Y qué quieres que te diga! ¿Que me escapo de clases todos los días y regreso a casa cuando sé que no estás? ¡SÍ, lo hago!
No podía creer lo que su hermana le decía.
-¿Que te escapas de clase? ¡No sabes el esfuerzo que tengo que hacer para que tengas una educación decente y así es como me pagas!
-¿Ahora me lo sacas en cara? ¡Já! No tengo tiempo para esto –y acto seguido salió de la habitación y entró en la suya dando un portazo.
No puedo hacer todo yo sola –se dijo a sí misma dejándose caer sobre la cama. Criar a una jovencita de 15 años era bastante complicado. Aunque alguna vez tuvo esa edad, no recuerda haber sido tan rebelde, aunque hay que tener en cuenta que para ese tiempo sus padres aún vivían.
Debía hablar con ella, preguntarle cuál es el problema. Necesitaban tener una mejor relación, sobre todo si vivirían juntas por algunos años más o por lo menos hasta que Jessica acabara la secundaria.
Hola holaa :) este es el primer caítulo de mi segundo fic :O
Espero que les guste, sé que al principio no parece muy interesante, pero se va poniendo mejor ;) dejen reviews... Gracias :D
