Buenas buenas ;). Aquí les traigo la continuación de Tortura y venganza y espero que les guste la idea tanto como a mí. Estoy muy feliz de volver a escribirles sobre ésta bonita pareja y les dejo mis besos y mis mejores deseos para todos.

Tres pequeños giros.

Obviamente el pairing es Snape y Minerva, junto a sus dos hijos y contiene viajes en el tiempo.

Resumen: Severus y Minerva, después de la guerra, viven felizmente en una pequeña cabaña con sus dos hijos. A punto de ingresar a Hogwarts, Minerva decide contarles la historia de cómo sus padres se conocieron. Y jugando por accidente, con curiosidad por los objetos mágicos, ambos viajan en el tiempo con el gira tiempos de Minerva. Poniendo en peligro la relación de sus padres.

Disclaimer: Nada es de mi autoría, excepto los OC y el fan fic. Snape, Minerva y otros personajes son de JK Rowling y Harry Potter.


Prólogo:

El deseo de Luce se había hecho realidad y por partida doble, tomándolo completamente por sorpresa. Luego de un par de meses después de su matrimonio con Minerva, la mujer no tardó en sorprenderlo con la noticia de que esperaban un hijo y su expresión simplemente fue de puro escepticismo. Se preguntaba si podía resultar ser un buen padre, pero Minerva insistía en que no había uno mejor que él. Si ya era tan buen esposo, ¿qué tan difícil podía ser?

Olivia no tardó en nacer y jamás creyó tener la dicha de ver a Minerva embarazada. Ella no era la típica mujer y tampoco se trató de un típico embarazo, con los típicos antojos y los típicos achaques. Su estado, mientras compartía su magia con su bebé, la debilitó considerablemente. Se sentía igual que conjurar un protego máxima y cada hechizo por más pequeño que fuese, la dejaba completamente exhausta.

Cuando Luce pasaba de visita, Minerva ni siquiera podía explicarlo pero Snape parecía saber todo lo que quería sin siquiera decirlo. No dejaba de consentirla en cada minúscula cosa y su tía parecía muy contenta de que al final pudieran formar una familia. Sabía que Severus trataba de aparentar que no escuchaba, pero no olvidaba las miradas de dulzura que de vez en cuando cruzaban su serio e inexpresivo rostro, al mirar a la bebé en su cuna.

El segundo embarazo sucedió un par de meses después y Minerva sintió una gran alegría al darse cuenta de que se trataba de un niño. El linaje se perpetuaría con el tiempo y soñaba con que su hijo se pareciera en todo lo posible a su padre o al menos en la mayor parte. Rowan era menor que su hermana Olivia por un par de meses y nada podía resultar más perfecto. El hombre que amaba y dos hermosos hijos.

- ¡Mamá! - exclamó Olivia mientras Minerva cepillaba su largo cabello negro frente al espejo de su cómoda en su habitación.

- Lo siento... lo siento... - sonrió ella, besando la parte posterior de su cabeza. - es que tienes muchos nudos, quizá debería cortarte el cabello.

- ¡No... jamás! - dijo la pequeña niña de once años, dándose la vuelta en la silla y sosteniendo su cabello como si Minerva fuese a cortarlo sin su consentimiento. - así me gusta y papá dice que es lindo, que me parezco mucho a ti.

- Claro que te pareces a mí, en todo. - le sonrió, acariciando su rostro con una de sus manos. - hablas como yo, tienes mis ojos... prácticamente me veo en un espejo rejuvenecedor.

La niña no tardó en reírse junto a ella y las risas atrajeron la atención de Snape, que no tardó en asomarse en el marco de la puerta de la habitación. Minerva soltó el cepillo sobre la cómoda y Olivia se bajó de la silla de un salto, corriendo en dirección a su padre.

- Papá, ¡qué bueno que ya volviste! ¿Trajiste alguna cosa? - preguntó, dando brincos de felicidad y mirando a su padre con mucha ilusión.

- Olivia... una no saluda a sus padres, sólo para preguntar si trajeron alguna cosa.

- Ya lo sé mamá, pero es que papá dijo que iría a una tienda mágica y yo quería algún regalo. ¡No todos los días, papá va a una tienda como esa! Siempre va a la tienda de pociones o al herbolario y a mí esas cosas no me gustan. ¡Yo prefiero convertir cosas en otras cosas!

- Muy pronto podremos visitar las tiendas que te gusten. Mañana, cuando vayamos de compras para el semestre de Hogwarts. Precisamente pensaba preguntarte y preguntarle a tu hermano, qué tipo de mascota prefieren. - dijo Severus con una sonrisa y su hija volvió a brincar, emocionada.

- Un gato... ¡Quiero un gato! ¿Puedo tener uno?

- Por supuesto, cariño. - le dijo Minerva, poniéndose en pie y deteniéndose tras ella, colocando sus manos sobre sus hombros y mirando a Snape, sonriendo también. - puedes tener la mascota que quieras.

- Genial... ¡le diré a Rowan!

La miraron correr en dirección a la habitación de su hermano y Minerva caminó hasta rodear a su esposo con sus brazos, apoyando su cabeza sobre su pecho y cerrando los ojos, contenta.

- Ahora sé lo que todas esas madres de mis estudiantes, sienten al tener hijos. Realmente voy a extrañarlos cuando sea el momento de partir.

- Yo no. - murmuró Snape cerca de sus oídos, haciéndola temblar por su cálido aliento. - siempre tengo que recoger sus juguetes y detener sus peleas. Un poco de paz, con mi esposa y mis plantas, suena tan tentador.

Quiso reírse, pero era una marejada de sentimientos. Qué se suponía que haría sin sus hijos. No estaba preparada para desprenderse de ellos, luego de haberlos criado por tantos años y haberse conectado a ellos, de tantas maneras. Sabía que Severus mentía y que también los extrañaría tanto como ella.

- Los extrañarás, estoy completamente segura. Y desde el primer día en el que se marchen.

- Por supuesto, son mis hijos. Claro que los extrañaré. Pero no permitas que lo sepan, no demasiado.

- Me pregunto, Severus, qué mascota tuviste cuando eras niño...

- Un gato. - le susurró con picardía, posando sus manos en la parte baja de su espalda y apretando uno de sus glúteos con diversión, apegándola todo lo posible a él. - pero dicho gato, no sabía que era mío.

- Oh... - le sonrió ella, mordiendo su labio inferior de forma seductora.

Realmente amaba su nueva vida.