Oni-sama, ¿eso es pastel?
Los personajes mencionados en este fic no me pertenecen.
Todos alguna vez en nuestra vida hemos sentido esa necesidad de ser queridos por alguien. Es una necesidad del ser humano. Existe un amor que nunca se podrá remplazar, que incluso puede ser mas fuerte que el famoso amor de pareja. Este tipo de amor es un nivel mas grade que la amistad y si, me refiero al amor de hermanos.
-Fuuuu- dijo el pequeño rubio mientras se levantaba lentamente de su cama y se limpiaba las lágrimas de los ojos.
-Buenos días- se escuchó una voz que provenía de otra habitación.
El pequeño de ojos violetas miró con algo de miedo.
-No. Seguro que el maestro vendrá otra vez a golpearme- pensó el pequeño temblando. Se acercó hacia la puerta arrastrando su pijama roja la cual le quedaba grande y arrastrando su cobija roja también tejida a mano sobre el suelo hecho de madera.
-¿Dónde estoy?- se preguntó el pequeño sintiendo la madera con sus pies mientras caminaba por el pasillo, todo parecía ser tan rustico y sobre todo frio.
-¡Atchiii!-lanzó un estornudo mientras se frotaba la nariz.
-¡Raivis! Otra vez descalzo, vas a pescar un resfriado si sigues así- dijo la melodiosa voz que sonaba detrás de la puerta al final del pasillo.
-Esa voz…- pensó el pequeño mientras intentaba recordar porque estaba allí. Abrió la puerta y aspiro el delicioso aroma a hot cakes con miel por la mañana. La cocina no era diferente al pasillo, parecía ser que estaba en una cabaña muy bonita, con adornos rojizos y un montón de pinturas de dulces y postres. Todo parecía un sueño.
-Al fin te levantaste dormilón, mira, te prepare tu desayune favorito- dijo un joven de ojos verdes, alto y cabello rubio quien vestía unos jeans azules una camisa blanca y unas botas negras muy al estilo invernal -¿te sucede algo?, te veo algo pálido, ¿otra vez dormiste con la puerta abierta, verdad?, que voy a hacer contigo- dijo mientras colocaba un plato frente al pequeño de ojos violetas el cual no parecía entender que estaba sucediendo.
-¿Qué hacemos aquí? ¿Por que estamos aquí?- preguntó el pequeño que se sentaba lentamente en la silla, proponiéndose desayunar.
-¿No lo recuerdas?, tu si que no sabes ni en que día vives- dijo el joven de ojos verdes mientras reía- mira, el señorito Rusia dijo que en estas vacaciones no quería lidiar con nosotros y nuestras boberías así que mandó a Lituania con Polonia, se quedó con Biel y Ucrania y pues… nos mandó a nosotros a esta cabaña.
Los ojos violetas del pequeño presentaban un brillo lleno de felicidad – ya recuerdo, es que esto es muy parecido a un sueño muy hermoso.
El joven de ojos verdes estiró su mano y la colocó encima de la del pequeño y lo miró a los ojos –seguro que nos divertiremos bastante, no me gustaría compartir este viaje con nadie mas que tu- sonrió. El pequeño se enrojeció – yo también, ni…ni…ni-¿chan?- dijo el pequeño muy apenado por no poder pronunciar el apodo de manera correcta –no te preocupes Raivis, no es necesario que me digas así, con hermano me basta- dijo el joven mientras sonreía- bueno, ahora apúrate a desayunar que te tengo una sorpresa. El pequeño comenzó a comer rápidamente –no te apresures tanto, bueno, ignora lo que dije, tu come tranquilo, después de todo tenemos todo el tiempo del mundo, ¿no?-sonrió – luego te tienes que cambiar, no quiero que te vayas a enfermar.
