Hola a todos. Sí, voy a hacer la locura de empezar un fic largo. En realidad tengo dos o tres planeados pero... me da miedo ponerme con ellos por si no los acabo. Triste pero cierto.

Pero metiéndonos en materia: este fic es un Rusia/América basado en la famosa Crisis de los Misiles de Cuba ocurrida en la Guerra Fría. En la comunidad de LJ en inglés se les ha ocurrido hacer un evento que dura 15 días, cada día con un prompt. Como no se me da tan bien el inglés como para escribir un fic en inglés, yo me limito a cumplirlo en español. Esto significa que el fic va a tener 15 capítulos y que, con suerte, iré a capítulo por día.

Dado que es un fic histórico iré explicando conforme va avanzando los sucesos históricos que hay tras del fic.

De momento aquí os dejo el comienzo:


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Trece días

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I. Mira al cielo

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A Alfred F. Jones le gustaba volar. Desde que era pequeño alzaba la cabeza hacia el cielo de Abril y trataba de imaginar lo que seria poder surcarlo libre y sin ataduras. Ese sueño nunca había desaparecido, lo contrario: conforme fue creciendo ese sueño crecía con él y por las noches solía volver a asomarse a la ventana para mirar el cielo y preguntarse lo que sería atravesarlo. Con un dedal de aceite[1] o con el más potente cohete. Porque Alfred F. Jones también era ambicioso y cuando conquistó el cielo terrestre quiso saber lo que sería volar más allá de él, hacia las estrellas.

El amanecer rallaba ya el horizonte cuando Alfred tomó su taza de café. Era aún muy temprano pero últimamente debía despertarse muy pronto: tenía muchas cosas que hacer y la mayoría de ellas estaban relacionadas con Rusia.

Rusia. Ese estúpido necio, pensó mientras daba un sorbo al café.

El periódico lo leería en la oficina, se lo traerían, como hacían todas las mañanas, mientras estaba mirando mapas, leyendo informes, etc… Sin duda esa imagen de América sería chocante para muchos, quizás en especial para Inglaterra que estaba más que harto de oírle decir tonterías todo el día: no había comics de por medio en su mesa de trabajo, ni los papeles oficiales acababan siendo aviones de papel, ni se pasaba el día mascando chicle.

Alfred no se daba cuenta de ello. Cuando la situación lo requería era capaz de adoptar, con total naturalidad sin planteárselo, aquel aspecto de seriedad y tenacidad. Y ahora la situación lo necesitaba: estaban en una guerra. Más allá de conflictos como el de Vietnam aquello era una guerra entre él y Rusia y todo el mundo lo sabía.

El mundo necesitaba un superhéroe, y ese iba a ser él. Acabaría con aquel proyecto descabellado de Braginski y devolvería al mundo su estabilidad.

Pero aquella seriedad y aquella voluntad férrea no pudo resistirse al pasar por el hangar. Había allí aterrizado un U-2 o, mejor dicho, un Lady Dragon.

Era una maravilla del morro a la cola. Alargado, esbelto, con dos alas enormes y una cola alzada con seguridad y firmeza, con alerones. La cabina era pequeña pero cómoda, cubierta por una cúpula de cristal. Solo tenía un motor que era como el corazón del dragón y solo admitía un pasajero. Ya lo había pilotado alguna vez y era toda una delicia. Él personalmente le había puesto aquel apodo.

Lady Dragon.

Al verlo ahí, sin que nadie fuese a pilotarlo aquel día, se adelantó hacia el avión.

-¿Eh? –el guardaespaldas se giró y al verle corrió tras él-. ¡Señor! ¿Qué hace? –preguntó. Iban justos de tiempo a la oficina y tenía que asegurarse de que Alfred llegase.

Pero a Alfred siempre le había atraído el cielo. Un imán.

Llámalo corazonada pero… tenía la intuición de que debía volar, aquel día, con aquella belleza.

-Voy a sacar a pasear a esta preciosidad –respondió simplemente.

-¿Qué? –el guardaespaldas tuvo que gastar un segundo en recomponerse-. Pero, ¡no puede hacer eso, señor! Con todos mis respetos hoy le necesitan en…

-No me necesitan en ningún sitio –le cortó Alfred con sequedad. Sus ojos estaban puestos en el avión negro que gobernaba el hangar-. Voy a sacarlo ahora así que más te vale traerme las cosas.

El guardaespaldas se le quedó mirando unos segundos hasta que, finalmente, asintió y dio media vuelta para ir a buscar el traje, el casco y demás cosas que Alfred debía ponerse si quería pilotar. Y avisar de ello. Alguien tenía que hacerlo para que alguien mantuviese contacto con el avión durante el vuelo.

No iban a dejarle volar solo. Como a cualquier piloto o incluso más.


N/A: [General] Aún no hay mucho que decir. Hay un motivo de por qué Alfred coge ese avión en concreto pero aún no voy a decirlo, lo dejo para el siguiente capítulo.

[1] Se refiere al primer vuelo que se hizo, el de los hermanos Wright, que usó como combustible un dedal de aceite. Fue cuestión de segundos pero marcó un hecho.