Genteee~ un gusto saludar por enecima vez luego de abandonar otros proyectos... obvio que no me recuerdan... soy Moe! la malvada autora. Este fic ya lo había subido, pero hoy por azahares de la vida -ocio- me puse a revisarlo, y tenía errores que odie, so~ corregido, algunas cosas agregadas, otras borradas.. y... tengo la conti de caps, y los voy a ir armando espero con rapidez si no muero pronto.
Disclaimer:Axis Power Hetalia, junto con sus maravillosos personajes no me pertenecen, son obra del gran, fantabuloso, maravilloso ¡Hidekaz Himaruya-sama! *hace reverencia* -gracias sensei por crear algo tan maravilloso-
Disfruten y coman gomitas!
Trataba de acomodarse el cabello tal cual como lo hacía a diario, peinando hacia atrás cada hebra dorada que cubría su cabeza. Quería mantenerse prolijo y sereno, mas, las imágenes del día anterior volvían a su mente, asomándose para no dejarle en paz, atormentándole… - "él es una buena persona, no merecía que le hiciese llorar" - pensaba mientras que una y otra vez la imagen de aquel chico de ojos marrones y cristalinos se aparecía frente a él, con la mirada inundada de tristeza.
-¡Lud! ¿Qué te pasa? ¡Sal del baño! ¡Quiero entrar! – una estruendosa voz irrumpió los pensamientos del rubio haciéndole caer de vuelta a la realidad.
-ya voy… - mencionaba con seriedad mientras abría la puerta mirando a su hermano al otro lado - no molestes… - su ánimo no era muy diferente de otros días, aún así, Gilbert notó el cambio, aunque prefirió callar ante eso – sólo apúrate o llegaremos tarde.
-si… esto de vivir lejos de la escuela es lo peor kesese~ – mencionaba con pesadez el mayor mientras entraba al baño.
|º| En la Escuela |º|
Ya faltaban pocos minutos para que la campana que indicaba la hora de entrada sonara, era notorio por todos los estudiantes que apuraban el paso hacia la entrada de la escuela, entre ellos un par de chicos de cabello castaño, aparentemente muy parecidos.
-¡hermano!, apúrate, llegaremos tarde – mencionaba con una voz bastante dulce para ser que estuviese gritando mientras arrastraba a su hermano que sin más que el ceño fruncido le seguía.
-¡no es mi culpa que te hayas quedado dormido! – enfadado ante las palabras de su juguetón hermano.
Una vez dentro de los pasillos de la escuela, más aliviados caminaron por ellos hacia su salón – no me hubiese quedado dormido si anoche no hubiera tenido que esperarte en la puerta de la pensión, mientras salías con Antonio… no llevaste llave del dormitorio, y no iba a dejar que te quedases afuera – mencionaba con aura de niño bueno mientras sonreía.
-… en primer lugar Feliciano… ¡no salí con Antonio!... sólo salí con un grupo de amigos y daba la casualidad de que él estuviese ahí, idiota… además…. ¡Si llevaba llaves! – Indicándole una llave que llevaba atada al cuello – no soy un idiota como tú que cada vez que sale con ese macho patatas ¡se queda fuera! – regañando histéricamente al menor, el cual inmediatamente luego de esas palabras aceleró el paso dejando a su hermano sólo detrás – y… ¿ahora qué hice? – se cuestionaba el de ojos más claros, no era normal una actitud así por parte de su hermano, normalmente le hubiese contestado con alguna incoherencia sobre lo divertido que era salir con el alemán… pero al parecer ese día era la excepción – ¡oi! ¡Feliciano! – llamaba a su hermano, más aún no veía respuesta favorable, todo lo contrario, pues éste apresuró el paso, corriendo entre los pasillos chocando con algunas personas que por ahí transitaban.
-"no puedo dejar que me vea así… no otra vez" – pensaba el italiano menor mientras que trataba de retener unas cuantas lágrimas que amenazaban con salir. Seguiría corriendo, cuanto antes llegara a los baños mejor para él, ahí podría estar sólo, sin nadie que oyera su lastimero llanto, estaba dispuesto a saltarse el primer periodo de clases para que no le viesen otra vez de esa manera. No necesitaba que nadie más sintiera lástima por él, más cuando su desesperación aumentó, al igual que el ritmo y la cantidad de sus pasos, chocó con algo, cayendo al piso, aquello que lo botó era grande… o más bien, ese alguien…
Ahí tenía de frente otra vez esos bellos ojos marrones mirándole, pero ya no como lo hacían hace dos días atrás, acompañados de una bella y cálida sonrisa, no, ahora esos ojos que en otros días le entregaban felicidad, ahora sólo reflejaban la enorme tristeza de aquel que les poseía.
Observándole tirado en el piso, desde lo alto Ludwig extendió su mano para ayudarle a levantarse, más Feliciano tenía otros planes. Levantándose de donde se encontraba, emprendió nuevamente su ahora maratónica carrera, pues ya era tarde para intentar disimular, las lagrimas caían sin escrúpulo alguno sobre su rostro, empapando sus sonrojadas mejillas, que junto a su respiración jadeante, dejaban en evidencia que se encontraba cansado.
Todo sitio le parecía inadecuado, no podía dejarse ver, no podía ir a cualquier lugar. Recorrió todo el colegio con paso veloz, sin dar rumbo fijo en su dirección.
Cuando logró detenerse no veía a nadie más, todos habían entrado a sus salones, pero ahí se encontraba él… Al otro lado del campus, buscando el lugar donde pertenecía.
-¿qué pasó ayer? - preguntaba insistentemente Gilbert a su fornido hermano luego de la fugaz aparición y desaparición del italiano menor.
-no es algo que quisiera contarte – mencionaba de manera cortante Ludwig, aún sorprendido por ver de esa manera a Feliciano.
~Racconto~
En un parque cerca de la casa del alemán, a punto de anochecer.
-ve~ éste lugar es muy tranquilo, es lindo estar aquí contigo – arrimándose al hombro de Ludwig –
-s…si – algo nervioso por el contacto, pues si bien Feliciano acostumbraba demostrarle su cariño a cada momento del día, esta vez era diferente, muchas personas pasaban por la calle a esa hora y definitivamente no sería "lindo", como decía su compañero, si alguien del instituto les viese de esa manera, menos si se lo contasen a su hermano, o peor aún, al mafioso hermano del italiano.
-¿qué pasa? – notando la incomodidad del otro, sintiéndose algo mal por ello, dejándole algo de espacio – ¿no te gusta estar conmigo Ludwig? ¿no te gusto? – mirando de manera inquisidora a aquellos ojos celestes que tanto adoraba.
-no hagas preguntas como esa… por supuesto que me gusta estar contigo, eres mi mejor amigo además de Kiku – su mirada seria en el italiano de pronto se ablando mientras notaba como un aura de tristeza de pronto le envolvía.
-si… mejores amigos…. – el castaño intentaba sonreír, seguro lo intentaba- pero… - buscaba la mano del más alto, sujetándola con delicadeza- ¿yo te gusto? – entrelazaba cuidadosamente sus dedos con los del alemán, el momento era el indicado, o al menos eso pensó…
Pasaron los segundos como si de años se tratase… La tarde rápidamente se volvía noche, y el sol se ocultaba en un momento que parecía no acabar, la mirada sorprendida del rubio, chocaba con los castaños ojos del otro, que de una dulce manera denotaban mucho más que la sinceridad y el afecto que antes regalaba sin pudor.
-lo lamento Feliciano, debo irme – con solo esas palabras, soltó la delicada unión que había formado el más pequeño, recogió sus cosas y emprendió camino hacia su casa. Intentaba escapar.
-… - perplejo por la repentina acción del de ojos color cielo, Feliciano vio como se alejaba a paso rápido y firme - Espera, ¡Ludwig! – gritó para que el otro le oyera - ¡Ludwig! – ya desesperado por la distancia que les separaba, caminando, trotando y al final corriendo desesperado por alcanzarle – Ludwig – gritaba ya a muy pocos pasos de él, haciendo que éste se voltease.
-Feliciano… - miró aturdido al que pensaba era su fiel amigo, parado frente a él, cansado, pero aún así conservando su alegría característica – no puedo quedarme, debería haber llegado hace mucho a casa… - la mentira no era un don que le acompañase.
-está bien, pero… antes de que te vayas quiero que contestes mi pregunta… ¿podrías?
-Y...yo… - sabía el sentido en el que iba aquella pregunta que resonaba en su cabeza, la repasaba una y otra vez – no – respondió de manera firme, aunque lastimera, a la vez que evitaba mirar lo que por unos pocos segundos le había atravesado el alma, haciéndole sentir la peor persona del mundo. Aquel hermoso rostro que reflejaba tristeza como nunca antes lo había hecho. La culpa le colmaba, le había hecho llorar – Lo lamento – mencionaba antes de emprender nuevamente el camino, tratando de mantener la compostura.
~Fin del Racconto~
La campana le había salvado de los demás, los pasillos ya vacíos, permitían al italiano caminar en aparente calma, de seguro como pensaba, ya nadie le encontraría en esa situación tan miserable, por lo que ya más aliviado, subía las escaleras que daban a la azotea, sin otra intención que la de recostarse en el piso y observar las nubes y quizás dormir para olvidar todo lo que le había ocurrido.
Este fue el cap uno de Floreciendo, subiré el 2 de inmediato i think... y el 3 en cuanto le corrija esos problemas horribles que suelo tener porque soy un monstruo hecho de errores... Besosososo~ Gracias por leer.. plz.. review? -hace ojitos de Hanatamago-
*Mi editora Lehi recibe todo el crédito por aguantarme porque soy insoportable y ella es un marshmallow de amorsh..
