Perdidos en el Amor ~

Capítulo 1: ¿Cómo es eso que te extraño?

La mujer que amo es un pedazo de cielo en mis manos, es un rayito caliente de sol que abriga mi alma dormida... La mujer que amo es un minuto de paz en medio de la más sangrienta guerra, es la lluvia mojando el suelo reseco de un campo cultivado...

Aquel día había amanecido muy frío. Todo estaba, allá afuera, estaba cubierto de neblina y si salías de casa se te congelaban hasta los huesos. No había un tonto que estuviera paseándose por ahí en esos momentos, pero era demasiado temprano para que un pelirrojo de 18 años estuviera despierto hace más de una hora, mirando su pequeña ventana como si se pudiera distinguir algo en el exterior. No se veía más que una espesa niebla y su respiración evaporada en el vidrio. Parecía no importarle .Él no miraba la ventana, aunque sus ojos estuvieran posados en ella, tenía la mirada perdida en ella sin importar lo tonto que pareciera, si no que Ron Weasley se perdió en un pensamiento que lo hizo olvidarse de muchas cosas, cosas que habitualmente hacía, y una de ellas era dormir hasta tarde, sin preocuparse de nada ni de nadie, haciendo que su madre se enojara con él, y obligándola a decirle que era un flojo y que debía trabajar. En su mente se posaba una mirada fulminante de ojos café, pelo, la chica tenía pelo enmarañado y su rostro era levemente estricto, pero bello. ¿Qué significaba eso? Su mejor amiga… la que tantas veces lo había salvado de aprietos, la que siempre lo ayudaba en los deberes de Hogwarts por más de que discutiera con él más de una hora, pero igual terminaba haciéndolo, la que se preocupaba por él aunque no lo demostrara, con la que siempre terminaba discutiendo por cualquier cosa.

- ¡Rayos! – Exclamó, golpeando con una patada su antiguo baúl de Hogwarts – No lo entiendo… ¿Por qué? Si nunca había sentido algo así por ti… - Dijo pensando en ella. Y luego se sorprendió al haber dicho eso en voz alta. Eso lo estaba torturando.

De pronto, la puerta del dormitorio se abrió de par en par y un muchacho de cabellos azabache entró. Primero lo miró con el entrecejo fruncido y luego miró a su alrededor.

Ron se encontraba, en ese momento, sentado en su cama y con las dos manos en la sien.

- ¿Qué te sucede? – Le preguntó Harry al verlo así.

Harry Potter había llegado un día antes a la Madriguera. Y eso había sido un consuelo para Ron, ya que se encontraba más solo que nunca. Harry era mucho más independiente que Ron. Él si había encontrado trabajo en el ministerio y se había vuelto un excelente auror, haciendo que Alastor Moody fuera un simple trabajador en comparación con él, tanto así que ya casi lo nombrarían jefe de ese departamento.

- Nada, Harry – Respondió el pelirrojo sin ganas. No quería hablar mucho con su amigo, a decir verdad, no quería hablar con nadie.

Sabía que Ron no iba a decirle nada. Decidió cambiar el tema, pero aún así quedó con sus dudas.

- Pensé que estaría dormido. Es muy temprano aún – Dijo Harry abriendo los ojos.

- No te sorprendas, no estoy enfermo ni nada – Le aclaró Ron algo irritado – Sólo que no podía dormir pensando en… - pero se detuvo abriendo los ojos como platos.

- ¿Pensando en qué? – Dijo Harry intrigado – O… ¿en quién? – Quiso saber lo que pensaba Ron.

De un momento a otro Ron se puso extremadamente nervioso. ¿Sería bueno decirle a su amigo lo que le estaba sucediendo?

'Será mejor que no…No me comprendería, aunque sé que es mi mejor amigo' Pensó

- Nada ni nadie en especial – Mintió rápidamente.

- Bien… - Dijo Harry un poco confundido - Si tienes hambre, baja a desayunar, o te quedarás con las sobras – Rió para si, tratando de hacer una broma y para asegurarse de que el pelirrojo no estaba tan mal como su familia le había mencionado.

Ron sólo asintió sin ánimos y Harry, sin entender nada, salió de la habitación, comprobando los rumores de la Madriguera.

Y cuando finalmente quedó, nuevamente, solo, se hizo muchas preguntas: ¿Qué haría? ¿Cómo es que la extrañaba tanto? ¿Cómo es que no dejaba de pensarla? ¿Qué le ocurría? Se estaba volviendo loco.

Y no era para menos. ¿Desde cuando pensaba tanto en ella? Lo cierto era que ella era muy hermosa para sus ojos, y también era cierto que no la veía desde que salieron de Hogwarts, después de la última guerra… última guerra en donde la besó por primera vez. Pero ¿Y qué?... Está bien, ¡la había besado! Pero nada entre ellos volvió a pasar. Nunca más se volvieron a ver o tuvieron otro especial momento y no había razón para sentir cosas extrañas en su estómago al recordar que llegaría en cualquier momento.

- No tengo hambre… - Dijo algo confundido de si mismo, por lo que no bajó a desayunar.

Prefirió arreglarse un poco para cuando se encontrara con su amiga.

- Espera, Ron – Se dijo a si mismo - ¿Por qué debes arreglarte para verla? No eres una chica. Además ella es tu mejor amiga y te ha visto en las peores condiciones… - Pero luego de dos segundos reflexionó y dijo:- Aunque peinarme un poco no me vendría mal.

Luego de una hora ya estaba perfumado, peinado, arreglado y hasta bien vestido. Se había bañado y había buscado su mejor vestimenta. Y luego no entendía porque lo hacía. Sólo quería volver a impresionarla como antes, sólo quería ver que ella también sentía lo mismo por él. Se imaginaba lo lindo que pudiera haber sido si ellos hubieran sido algo más después de todo lo sucedido… y pensar que todo hubiera sido diferente.

- ¿Estaré bien así? – Se preguntó mirándose al pequeño espejo situado cerca de su mesita de noche, donde una fotografía se situaba ahí. La tomó delicadamente y la miró. En ella estaban Harry, él y ella… su mejor amiga de toda la vida. Salían los tres abrazados y muy felices. Quería volver a revivir todos esos momentos ya.

Miró nuevamente hacia la ventana. Aún la niebla cubría todo y recién eran las 8:00 de la mañana. ¿A qué hora llegaría?

Aunque no lo reconociera, solo quería verla de nuevo. Estaba ansioso de pasar unas semanas junto a ella y obviamente poder recordar viejos tiempos con Harry. Pero lo que más extrañaba era tener esas extrañas discusiones que lo ponían malhumorado siempre, que lo hacían sentir mal después de gritarle en la cara y que ella se desquitara haciendo lo mismo, pero hiriéndolo hasta la piel… Ojala llegara pronto.

- ¡Me estoy volviendo loco! ¡Eres un demente!… - Volvió a decirse pero esta vez alguien le respondió.

- Quizás si.

Ron se sobresaltó al ver a Harry parado en el borde de la puerta. Él estaba mirándolo de forma muy extraña.

- ¿Con quién hablabas? – Le preguntó - ¿Y por qué estás tan perfumado? ¿Y…?

- Por que iré a desayunar… - Se excusó, fue lo único que pudo ocurrírsele - ya sabes, a mamá nunca le ha gustado que estemos impresentables en la mesa – Respondió Ron.

- ¿Y desde cuando le haces caso? – Preguntó Harry. ¿Por qué Ron se estaba comportando de esa manera?

- Desde hoy – Dijo Ron. .

Pero la verdad pensó que no tenía hambre por primera vez en su vida. ¿Por qué sería? ¿Se estaba volviendo un enfermo que debería darse un paseo por San Mungo? - Si que estoy loco…– Dijo Ron en forma de susurro.

Susurro que Harry escuchó perfectamente. Miró a su amigo con el ceño fruncido tratando de buscarle una respuesta al rostro de Ron, pero como no lo encontró, quiso preguntarle directamente.

- ¿Loco? ¿Qué te sucede?

- No lo sé… ni yo puedo entenderlo.

- ¿Quieres contarme algo? – Le propuso su amigo para su bien. Pero Ron no le respondió. – Tus hermanos me han dicho que incluso antes de que yo llegara haz estado muy extraño…

- ¿Extraño? – Preguntó el pelirrojo como si no supiera de que estaba hablando – No estoy extraño. Sabes que siempre inventan cosas, Harry.

- ¿Seguro? – Le preguntó Harry – Es que…de verdad lo estás. ¿No será porque hoy llega…? – comenzó a decir, pero el pelirrojo lo interrumpió inmediatamente.

- ¡Claro que no! – Se defendió – No es por eso, Harry, de verdad…

- ¡Pero si ni siquiera me haz dejado terminar! – Dijo Harry muy sorprendido, viendo a su mejor amigo - Vamos, Ron, siempre dije que podías confiar en mi…

- Si, Harry, pero…- Dijo Ron, pero luego se arrepintió – pero no creo que sea bueno… Creo que lo sabes, nos viste besarnos.

Y ahí fue cuando Harry entendió de lo que el pelirrojo hablaba. Su mejor amigo aún quería a su amiga. No podía culparlo… él había visto besarse a los dos, y se dio cuenta de que en verdad se querían.

- Entonces… ¿eso es lo que te afecta? – Preguntó tímidamente sin sabes que hacer ni decir.

- En cierta parte si, aún no estoy muy claro, o quizá si, no… pero no quiero hablar de eso – Contestó Ron cabizbajo.

Harry no sabía como se sentía Ron en ese momento, aunque sólo lo imaginaba, estaba muy confundido.

Y antes de que Ron pudiera contestar, Harry lo tomó del brazo y se lo llevó a la cocina, donde la señora Weasley se encontraba limpiándola con su varita mágica.

- Buenos días, mamá – saludó Ron a la señora Weasley que lo miró muy sorprendida.

- ¿Qué te ha pasado hoy? Estás muy guapo, Ronnie – Le dijo dándole un beso en la mejilla a su hijo.

- ¡Ya, mamá, déjame! Sólo es que… como tú dices que… ¡Ah, olvídalo! ...- Dijo el pelirrojo tratando de sacarse de encima a su madre - ¿Ha quedado algo para mi del desayuno? – Preguntó sin ganas. Se sentó en la mesa y esperó a que su madre le respondiera.

- Claro que si, Ron. Aquí tienes – La señora Weasley hizo levitar el desayuno del pelirrojo y él comenzó a comer sin ganas las tostadas con mermelada y un café hirviendo – No sé que te ha sucedido hoy, ¡hasta te levantaste temprano! – Comentó la señora Weasley llena de asombro y complicidad. Se veía muy contenta ese día, más de lo normal.

- Si… - Fue lo único que dijo Ron. ¿Acaso él no podía levantarse temprano de vez en cuando? ¿Era muy extraño eso para que todos se lo recalcaran? Como si fuera algo nunca antes visto… bueno, puede que si. Pero ahora eso no le importaba en lo absoluto.

¡Su amiga vendría para poder acompañarlos a uno de los mundiales de quidditch! Eso, verdaderamente, era mucho más importante para él que cualquier otra cosa. ¿Qué le estaba ocurriendo? ¿Acaso cuando ella llegara a la Madriguera se comportaría como un estúpido sólo porque la tendrá cerca durante dos semanas? Hacía un gran esfuerzo ya que a ella no le gustaba ese deporte, para nada. Pero agradecía que ella viniera a visitarlo. La extrañaba, si, pero no era para tanto. Pero es que ella es tan linda – Pensó. Pero luego se sobresaltó al haber dicho eso.

Tenía mil preguntas en su mente y él no podía responderla, además dudaba mucho de que alguien de su familia o Harry pudiera sacarlo de dudas, de seguro que pondrían a reír hasta que terminara el año. Entonces… ¿Quién podía explicarle lo que le sucedía?

- Aunque no tan temprano, ya que todos nos levantamos antes para dejar todo listo para mañana. No quiero que nada les falte en estas semanas. Además hoy llega…- Pero antes de que la señora Weasley pudiera terminar Ron la interrumpió.

- ¡AH! –gritó con desesperación. Sentía un dolor muy fuerte en la lengua, y ahora la sentía completamente extraña, se había quemado con su café ya que se encontraba demasiado caliente para él. Abrió la boca y comenzó lanzarse aire con la mano.

Lo que le faltaba, ¿Podría haber otra cosa que alterara mucho más sus nervios?

La señora Weasley sólo negó con la cabeza y salió inmediatamente de la cocina, cuando Ginny la llamaba desde la sala.

Todo le estaba saliendo mal, pero eso no era el final. Aún había más.

Ron notó, de pronto, por la ventana de la cocina, que una sombra se deslizaba lentamente por su jardín. Apenas podía distinguirla, pero se trataba de una mujer, no había duda. ¿Quién podría ser allá afuera con todo ese frío que hacia?, fuera quien fuera, esperaba que no quedara congelada. Y luego de un segundo a otro, como si todo hubiera pasado muy rápido, golpearon la puerta.

Se escucharon pasos apresuras desde la sala, y la señora Weasley abrió la puerta rápidamente antes de gritar:

- ¡Hermione! ¡Que gusto verte nuevamente! ¡Pasa, pasa! Mira el frío que hace.

Eso fue la gota que renvalsó el vaso. ¡Ya había llegado la visita más esperada de ese último tiempo! Ron abrió los ojos como platos y tragó con dificultad el sorbo de café que un segundo antes se había echado a la boca. Un momento… ya se había puesto a sudar. Se había puesto inmediatamente nervioso, sus orejas se volvieron rojas, al igual que su rostro. No había estado tan nervioso desde su equipo favorito de quidditch, los chudley cannons, estaban en la final de los mundiales y sólo tenían oportunidad de ganas con penales. Pero repentinamente su taza de café se le deslizó entre sus dedos, haciendo que esta tuviera contacto con el suelo y se partiera en mil pedazos.

- ¡Por Dios! – Escuchó lejanamente la voz de su madre algo exaltada.

De pronto volvió a la normalidad. Lo había olvidado en ese segundo. ¿Cómo había podido hacerlo si en lo que único que había pensado durante semanas era en su llegada? ¡En lo único que había pensado era en ella! ¡En lo único que había imaginado era su llegada y en verla por primera vez después de unos largos meses.

Su madre entró corriendo a la cocina con cara de preocupación, seguida de todos los demás pegadas a sus talones. Todos estaban ahí mirándolo con el ceño fruncido sin entender lo que había pasado, pero querían saber lo sucedido. Pero con una fugaz mirada se fijó casualmente en una cosa: en ella, en un rincón con cara de preocupada estaba de pie apartada a los demás. No podía creer que por fin su mejor amiga, Hermione Granger, había llegado a la Madriguera. Que por fin había llegado para calmar sus ansias. Por fin había llegado a su hogar para que nuevamente tuviera que mirarla embelesado.

Pensó que ella estaba mucho más hermosa de lo que la había visto en la última guerra y eso ya era decir mucho. Ahora su cabello era hermosamente liso y cuidado, y poseía algo de maquillaje en el rostro. Se fijó en aquello porque ella lo miraba directamente a los ojos en ese momento. Encontró sus ojos color café, con los suyos. Ahora si iba a volverse más loco de lo que estaba.