CHICAS! PERDÓNENME LA VIDA, NOTÉ QUE HABÍA VARIOS ERRORES EN EL CAPÍTULO Y POR ESO DECIDÍ SUBIRLO DE NUEVO JUNTO CON LA ACTUALIZACIÓN. GRACIAS POR LA COMPRESIÓN.
Summary: Edward Cullen, un solitario werewolf, poderoso Antiguo y sanador empático, nunca había deseado tanto a una presa, como hasta ahora.
Como un cazarrecompensas paranormal, su deber es capturar a Bella Swan.
Bella es una Darklighter, mitad demonio y mitad ángel, sus poderes letales están manifestándose y solo busca venganza contra el cazador que mató a sus padres.
Edward desea hacerla suya y conseguir que su parte angelical calme su dolor. El anhelo de un vínculo con Bella, es tan poderoso como el deseo que siente por ella.
Por eso su nueva misión consistirá en absorber sus poderes malignos y domarla, convirtiéndola en su compañera, antes de que ella se convierta totalmente en un demonio…
Apareada con el lobo
Advertencias
Este Libro pertenece a la Bonnie Vanak, solo lo adapto a los personajes de Twilight. Twilight pertenece a S. Meyer, por tanto el nombre de los personajes en esta adaptación también. NADA DE ESTO ME PERTENECE y cambiando el conducto regular, como podrán ver, esta vez es un libro algo un poco más largo a lo que he realizado alguna vez y hace parte de una serie de cinco libros llamada Serie Los Antiguos, no sé si los adaptaré todos… Haré lo que pueda.
(Si alguien más lleva o llevo la adaptación de este libro, le pido encarecidamente que no arme una trifulca y mejor me envíe un correo)
[Si no les gusta, no es mi problema no armen líos, me estreso fácil]
{Contenido adulto, ¡es M de por dios!, si no son lo suficiente maduras como para llevar algo así, no lean, no es de mi interés su madurez mental y no estoy para soportar dramas}
La cuenta de GN, las reglas de GN…
-Sean bienvenidas, espero hayan leído lo anterior-
¡Enjoy it!
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Capítulo 1
El tentador olor de su presa alcanzó su nariz, tan dulce como el aroma de las violetas.
Edward Cullen nunca había deseado tanto a una presa. El deber era lo primero. Pero el delicioso aroma le ponía duro de necesidad. Evocó una imagen de ella desnuda a cuatro patas, con una mirada sensual en sus ojos, mientras él agarraba sus caderas y se hundía profundamente en su interior.
¡Olvídate de eso! Se advirtió tajantemente. Ella es un demonio letal.
Bajo las luces del bar, el licor ámbar de su copa brillaba mientras bebía. Edward dio la bienvenida al ardiente whisky. Bajó su maltratado Stetson blanco hasta su frente y miró alrededor del casi vacío bar de mala muerte llamado Colorado, con la excepción de un vaquero borracho escuchando a la cantante del escenario, un grupo de seis ruidosos werewolves... y su presa.
Bella Swan, se corrigió. Con su cabello marrón, tan abundante y sedoso que asemeja chocolate derretido, cayendo en cascada por sus delgados hombros. Tenía el rostro de un ángel, en forma de corazón, y una boca creada para el pecado.
Una cara de ángel, pero el alma de un demonio. Bella era una Darklighter inusual.
Mitad demonio, mitad ángel, era una de las hermanas trillizas que habían celebrado su vigésimo primer cumpleaños, consiguiendo por fin sus poderes. Edward la había seguido desde su casa en Kansas hasta este bar. La Sociedad para la Eliminación de la Magia Maligna había ofrecido una recompensa por ella, justo después de que Bella cortara las alas de una Fae, unas seis semanas atrás.
Unos asientos más allá, Bella tomaba un sorbo de cerveza. Su boca se posó en el borde, provocando en Edward un pensamiento perverso, al imaginársela deslizando sus rojos y húmedos labios sobre su pene, mientras sus grandes ojos marrón chocolate lo miraban. Volvió a olfatear su aroma a violetas silvestres y a gotas de lluvia. Una presa nunca lo había excitado antes. Pero ahora, Edward la deseaba desnuda debajo de él, con su flexible suavidad y sus firmes muslos bien abiertos.
Motas de polvo se arremolinaron en el aire lleno de humo, cuando la cantante de música country acabó de cantar una canción de amor y se marchó por una puerta que había en el fondo, seguida por el camarero. El maltrecho vaquero, se levantó tambaleante de su silla, en una de las mesas, con el estómago sobresaliendo por encima de su cinturón, y se dirigió hacia Bella. Negando con la cabeza en respuesta a su petición de un baile, ella se inclinó sobre la barra como si tratara de hacerse invisible. Edward sintió una punzada de simpatía indeseada. Él sabía lo que era tener que esconderse del mundo.
— Puedo ser muy divertido. Ven a mi casa, cariño. Estás caliente y si me enseñas esos bonitos pechos, haré que merezca la pena. — El borracho pasó un brazo alrededor de la cintura de Bella.
Edward se puso rígido. ¡No hagas eso, imbécil!
Un olor venenoso a azufre caliente, empujó a un lado el perfume de violetas silvestres y gotas de lluvia. Bella levantó la vista con los ojos brillantes.
— ¿Crees que soy sexy? Tú también estás caliente.
Se escuchó un fuerte aullido de dolor cuando el hombre de repente se encorvó.
— ¡Me estoy quemando!
El fuego se extendía por la entrepierna del hombre. Fuego demoníaco. Edward maldijo listo para intervenir, pero las llamas se apagaron en ese instante. El aullido del hombre desapareció con un gemido y la sórdida sonrisa de Bella se desvaneció, mientras lo miraba horrorizada.
— Lo siento… — Susurró. — No quise hacerte daño.
La luz blanca se derramó de sus dedos cuando tocó los chamuscados pantalones del vaquero. El alivio del hombre se convirtió en confusión cuando ella retiró la mano.
— ¿Qué diablos eres?
— ¡Por favor, vete ahora! — Le dijo Bella.
Sin necesidad de que se lo volvieran a repetir, el vaquero huyó. Una nube de luz dorada envolvía a Bella, acentuando su belleza y reflejando su piel con un brillo saludable. Cielos. ¡Ahora parecía tan hermosa y sexy! Su mitad angelical e inocente había aplacado toda su furia demoníaca. Edward deseaba tocarla, y absorber su luz blanca para poder aliviar su dolor. La necesidad sexual se mezclaba con un profundo deseo de vinculación.
Pero él no era el único que la miraba. Estrechó los ojos, los werewolves que estaban allí también se fijaban en ella. Edward olía en ellos la lujuria y la agresividad masculina. Uno de los lobos comenzó a levantarse de su silla. Él leyó los pensamientos de los hombres.
Seis contra una, la pondremos de espaldas y nadie podrá oír sus gritos.
Sus instintos protectores se alzaron. Edward les mandó un despiadado pensamiento.
Quietos. Dejadla en paz o tendré que patear vuestras bolas.
Haciendo una mueca los werewolves regresaron a sus cervezas. Edward hizo a un lado la lujuria que sentía. El trabajo era lo primero. Porque a pesar de toda la pureza y bondad que mostraba, Bella todavía podía rasgar la garganta de un cazador descuidado en cuestión de segundos.
Edward se tensó al empezar a moverse, cuando uno de los cambiantes lo llamó.
— ¡Hey, lobo solitario!
El sudor le corría por la espalda. Mierda, ahora no, no llames la atención sobre mí.
— Un lobo solitario es un lobo del que no te puedes fiar.
— Apuesto a que la manada te echó por ser deforme.
La cicatriz en su cara le mortificaba. Edward trató de invocar sus poderes, pero los insultos volaron como balas. Se quedó paralizado y miró a Bella. Su mirada marrón y asustada se encontró con la suya, y él sintió como si le estuvieran pateando el estómago. Sabía lo que ella estaba mirando. Lo había visto suficientes veces en el espejo.
Maldiciendo en voz baja, se inclinó sobre su whisky. Los tacones de sus botas se apoyaban en el taburete del bar. Él era un poderoso Antiguo. Podía romper el cuello de cualquiera con un solo pensamiento.
Era escoria. Un paria.
Una vez Edward había corrido con su gente, protegido por la manada. Fue totalmente leal a su líder.
Un dolor sordo se instaló en su pecho. ¡Que se fueran a la mierda! Nada importaba. Sólo su presa y el deber.
La puerta se abrió, dejando entrar un viento frío además de un olor familiar. Su tensión aumentó. ¡Maldita sea! Se había olvidado de lo cerca que esta ciudad estaba del territorio de su manada.
Corrección. De su antigua manada.
— ¡Edward! — La satisfacción se notaba en la profunda voz que habló. — Tu pellejo es mío, bastardo. Mío y de la manada.
— Mi pellejo es mío y no pertenece a ninguna manada.
Edward se frotó el pecho, intentando aliviar el dolor causado por esas palabras.
— Nos lo debes, desgraciado. He venido a buscarte. — Riley, uno de los ejecutores de su anterior manada, se acercó a la barra. Saludó a los cambiantes, que observaban la escena, como lobos que estuvieran acosando a un ciervo herido. — Gracias chicos, por informarme de que esta escoria estaba por aquí. ¿Cómo te sientes, Edward? Un cazarrecompensas, cazado por uno de los suyos.
Tensándose, Edward buscó una reacción en su presa. Olía a cautela. El miedo y la adrenalina corrían por sus delicadas venas azules. Bella estaba preparándose para huir.
Edward mantuvo sus sentidos enfocados en la mujer, mientras bebía su whisky con una fingida indiferencia.
— Te equivocas de hombre. Vete a cazar a otro tipo, perro.
Bella se bajó del taburete y se dirigió a la puerta.
Edward tiró algunos billetes sobre el mostrador y se levantó para seguirla. Riley se interpuso en su camino, empujándolo con un dedo.
— ¿Adónde vas deforme?
Edward le dio un puñetazo. El ejecutor cayó sobre una mesa. Riley se recuperó en seguida y se volvió hacia él con un gruñido. El siguiente golpe de Edward lo dejó fuera de combate. El Antiguo le lanzó un billete de veinte dólares al cauteloso camarero.
— Para que saques la basura.
Cuando salió fuera, el cortante viento de noviembre le mordió la cara. Esos preciosos segundos que había perdido al enfrentarse a Riley, le habían dado a Bella el tiempo suficiente para escapar. Sin embargo, el olor permanecía en el aire. Edward se agachó y puso la mano en el camino de grava, para ver la señal de calor de sus huellas.
Podría seguirla a través de una cegadora tormenta de nieve.
Sacudiéndose el deseo de encima, Edward se concentró olfateando cuidadosamente el helador aire para recoger su olor. Bella estaba cansada, asustada y debilitada por el hambre. Eso la volvía más peligrosa. Le envió zarcillos de magia que la envolvieron como la niebla. Rodeándola tiró de ella con suavidad.
De pronto se escuchó un grito y como si Bella se hubiera caído. Edward se dirigió hacia el contenedor de basura.
Unos enormes ojos marrones lo miraban enfadados. Su cabello marrón estaba enmarañado y manchado de barro. El jersey rojo de punto y los pantalones de pana de color marrón que llevaba, estaban rasgados.
Bella se estremeció violentamente. Él se quitó la chaqueta de piel y se la puso encima.
Ella todavía luchaba contra su poder con la barbilla levantada con orgullo. Esa valiente acción le llegó muy dentro a Edward. Él sabía todo sobre no mostrar el miedo que sentías, cuando alguien estaba retorciéndote las entrañas.
— Libérame, cazador, antes de que te arranque los ojos.
— En el momento apropiado. — Dijo él arrastrando las palabras.
Edward metió la mano en su bolsillo para sacar unas esposas hechas con una aleación de plata mezclada con magia poderosa. Podrían contener incluso a un Antiguo, como él.
De repente sintió un golpe en la cara. Mientras él estaba buscando las esposas, ella le había golpeado con fuerza en la cabeza. Bella se liberó del hechizo y corrió.
Hija de una...
Frotándose la frente magullada, Edward empezó a perseguirla. Maldita sea, no había visto venir el ataque. La fuerza del golpe lo había pillado por sorpresa. Ella había fingido de forma deliberada su debilidad, como si supiera que él iba a subestimarla.
No volvería a pasar. Edward sonrió, su lobo se mostraba excitado con la persecución, mientras que el frío viento atravesaba su fina camisa, revigorizándolo. Disminuyendo la velocidad, la rodeó intentando derribarla.
Bella se desvió hacia la izquierda y Edward fue tras ella. Podía oír la sangre corriendo por sus delicadas venas y escuchar el rápido latido de su corazón. Como un ciervo exhausto, ella jadeaba casi a punto de caer.
Algo dentro de él, tal vez la piedra que tenía por corazón, se agitó. Saltó hacia adelante para poner fin a la persecución antes de que ella llegara al límite de sus fuerzas. La arrojó al suelo y poniéndose encima a horcajadas, sujetó sus muñecas en el suelo fangoso.
Ella le intrigaba. Los recuerdos llegaron mientras miraba a Bella. La noche oscura... los gritos de terror... los atormentados ojos.
Sin piedad, empujó esos recuerdos al olvido y se centró en su presa. Nunca había tratado directamente con una poderosa Darklighter y ya hacia demasiados años desde que una mujer había llamado su atención.
No tenía tiempo para estudiar a su presa. Sentía el cuerpo que tenía debajo, muy suave y femenino. El amplio jersey no podía disimular las exuberantes curvas, ni los contornos de sus pechos. Edward sintió de repente el impulso de tocarla y sentir la suavidad de seda de su piel bajo sus dedos.
De lamerla con su lengua.
La cresta de su erección estaba situada en el vértice de sus largas piernas. Ella se movió de nuevo, endureciéndole como una roca.
— ¡Estate quieta!
El miedo la envolvía completamente.
Tenía que controlarse, apaciguar sus emociones para poder llevarla a su camioneta. Con una mano, Edward levantó sus muñecas por encima de su cabeza, percibiendo que eso aumentaba su terror.
Quitándose el guante con los dientes, Edward descubrió su mano derecha.
Los ojos de Bella se agrandaron y luchó con más fuerza.
— ¡Tranquila! — La calmó él. — Sólo relájate.
Una luz blanca salió de sus dedos. Edward le puso la mano en la frente, extrayendo su miedo y calmándola.
Ahora Bella respiraba con más facilidad. Ella observó el resplandor luminoso que rodeaba su cuerpo.
— No puedes ser un cazador. Los cazadores son crueles, como el que mató a mis padres. ¿Qué eres tú? ¿Un ángel?
Una amarga carcajada retumbó en el pecho de Edward.
— No hay ni una maldita posibilidad de que sea eso, cariño. Me llamo Edward Cullen, y soy un Antiguo sanador psíquico. Mi toque elimina las emociones negativas como el miedo.
Y también eliminaba el mal. Pero no había necesidad de decírselo.
— ¿Ah, sí? A mí me gusta el miedo. Me mantiene viva, y no tengo ninguna intención de que desaparezca. Especialmente delante de un cazador.
Una nube negra surgió de su respiración, girando alrededor de la curativa luz blanca. La nube se acercó al brazo del cazador y lo apretó con fuerza. Edward se tragó una ofensiva maldición. Eso dolía como el infierno, como si una anaconda lo estuviera apretando. Dejó escapar un gemido.
— ¡Jódete, cazador! — Bella se libró de su sujeción y echó a correr de nuevo.
Edward levantó la mano y disparó un rayo de energía en su dirección. Bella se desplomó en el suelo como un ángel cayendo del cielo.
Se acercó a ella, observando la inocencia de su rostro y las largas pestañas rubias que se cernían sobre sus sonrosadas mejillas. El deseo y un feroz sentimiento de protección se estrellaron contra él.
— La curación no es mi único talento. — Susurró. — La primera regla de la caza, dulzura, es asegurarte siempre de que la presa no conoce todas tus municiones, especialmente este pequeño truco para dejarte completamente inconsciente.
Cogiéndola en brazos, Edward la acunó con fuerza contra su pecho. Solo tenía que dejarla en la sede de la Sociedad, cobrar su recompensa y marcharse. Edward apartó la punzada de arrepentimiento que sintió. Bella ya no era su problema.
Eso era lo mejor. Para todos los interesados.
Tres horas más tarde, Edward estaba en Denver, Colorado, mirando al otro lado de una brillante mesa de caoba, hacia Aro Vulturi, el director de la Sociedad para la Eliminación de la Magia Maligna.
— ¡Me estás tomando el pelo!
Aro se alisó el pelo hacia atrás entre los dos cuernos verdes que brotaban de su cabeza.
— ¡Por supuesto que no! Tu nueva misión es aparearte con Bella y absorber sus poderes malignos. Emmett McCarty ya lo hizo con su hermana mayor, Rosalie. Jasper Whitlock ha sido designado a la más joven de las tres hermanas. Tú eres el otro poderoso, y único, Antiguo que puede domarla antes de que se convierta en un demonio. Cuento contigo para que la salves.
— ¿Salvarla? ¡Ya lo he hecho! — El sudor le corría por la columna vertebral, mojando la cinturilla de sus vaqueros desteñidos. — ¡No necesito una
compañera!
No con su pasado. Y menos con ella.
— Bella tiene una gran capacidad para el bien. Su luz blanca disminuye cuando aparece su demonio, pero sigue estando en su interior. — Los ojos de
Aro se oscurecieron, y juntó sus dedos. — Casi mata a una inocente la semana pasada, la ayudante de un cazador. Afortunadamente, la mujer era una Fae sanadora. Pero Bella cortó sus alas, hasta que la mujer le dijo que Laurent Da Revin había sido visto por última vez en Colorado.
Edward se quedó inmóvil. Sintió que sus manos se volvían frías y pegajosas.
— ¿Laurent Da Revin?
Aro asintió y abrió una carpeta. — El cazador que asesinó a sus padres. Ella juró que lo mataría.
Maldiciendo, Edward golpeó su sombrero contra el muslo.
— No estoy interesado en esta misión.
— Me habían dicho que el deber y la lealtad a la Sociedad eran todo para ti, Edward. — El hombre suspiró. — Si no la ayudas, tendré que dar la orden de matarla. Ya le hemos implantado un detonador térmico en su interior, programado para que se active mañana.
— ¡No!
El corazón le dio un vuelco cuando pensó en esos grandes ojos marrones, mientras otros cazadores la perseguían, dispuestos a rasgarla en pedazos. Ella moriría lenta y dolorosamente.
El director se inclinó hacia delante, con la boca apretada en una estrecha línea.
— Ahora mismo, Bella es mucho más peligrosa que sus hermanas. Ha desatado a su demonio y casi mata a alguien. Cada día sus poderes oscuros se hacen más fuertes. La Fae a la que atacó, dijo que Bella tiene veneno en sus garras, lo que causa un dolor insoportable. Ella no tenía ese talento... en particular... antes de atacar a la Fae. Sinceramente, no creo que Bella quiera hacer daño a los demás, sino que actúa a causa de la rabia y el miedo.
El corazón de Edward se hundió.
— ¿Y si a ella le gustó torturar a la Fae?
— Ya sabes la respuesta. Una legión de cazadores serían liberados para destruirla. Por lo tanto, ¿vas a aceptar esta tarea?
— ¡Vete a la mierda!
— ¿Tomo eso como un sí?
Edward apretó los dientes.
— ¡Dioses! ¡Maldita sea! ¡Sí, desgraciado cornudo!
— Ya me lo imaginaba. —El rostro del director se ensombreció. — Ten cuidado, Edward. Eres el mejor cazador que tenemos, y ella casi ha cruzado la línea. No me gustaría verte herido.
— Soy un Antiguo. Nada puede abollar mi duro pellejo, ¿recuerdas?
— No estaba hablando de tu piel. — Murmuró Aro.
La puerta se cerró detrás de él con tanta fuerza, que las bisagras se cayeron. Varios de los trabajadores de la oficina lo miraron, pero el ver como Edward les fruncía el ceño, volvieron a bajar sus cabezas hacia los ordenadores. Podía oler su miedo. Estaba acostumbrado a eso, exactamente como se había acostumbrado a estar solo y a que nadie le importara una mierda.
Nunca nadie había conocido su interior. Bella nunca podría llegar a su alma y a su corazón, ya que los tenía muy bien protegidos.
Pero que los dioses le ayudaran si Bella se enteraba de su sucio secreto.
Él pasaría de ser el cazador, a ser la presa.
CHICAS! PERDÓNENME LA VIDA, NOTE QUE HABÍA VARIOS ERRORES EN EL CAPÍTULO Y POR ESO DECIDÍ SUBIRLO DE NUEVO JUNTO CON LA ACTUALIZACIÓN. GRACIAS POR LA COMPRESIÓN.
Bueno chicas, como pueden ver aquí estoy de nuevo con el siguiente libro... Bella es ahora la siguiente trilliza, para aclararlo por si hay confusiones en Mordida por el vampiro ella es la mayor de las trillizas, ahora lo es Rosalie. Aro sigue siendo Aro y... los nuevos son... los nuevos.
Gracias a todas las chicas que me apoyan y espero les guste esta nueva adaptación.
Seguiremos con el mismo modelo de actualización 50 visitas = Actualización, así que ya saben! Difundan!
Las quiere,
GN
Ps. Besos!
