NA: No lo voy a negar, cuando empecé a escribir esto estaba puesto de cafeína, pero i'm not sorry.

"Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris.

Nescio, sed fieri sentio et excrucior."

Catulo.

Tobio Kageyama abrió los ojos, le dolía la cabeza y se sentía francamente mal. Se incorporó ligeramente sobre el futón, apoyándose sobre sus propios codos y miró a su alrededor. Continuaba en la habitación del ryokan que el equipo del Karasuno había reservado para los de primero en Tokio. Estaban en lo que se suponía una estada de intercambios deportivos en el instituto Nekoma, pero lo cierto era que además de jugar al voleibol, se habían pasado la semana visitando museos y… Saliendo de fiesta.

No era que Kageyama aquello le entusiasmara, lo cierto era que solía ser el primero que les obligaba a volver al ryokan, pero la noche anterior había sido diferente. Normalmente el moreno insistía en que se fueran a la cama pronto y Daichi, junto con los demás de tercero, solía apoyarle, pero no aquella noche. Por algún motivo Daichi había desaparecido por completo y Asahi, Tanaka y Sugawara habían apostado por divertirse un poco.

El moreno se levantó y caminó hasta el baño, saltando los cuerpos de Hinata, Tsukishima y Yamaguchi con los que compartía cuarto, y meó tratando de recordar qué era lo que había hecho la noche anterior. Por aquel motivo odiaba beber, y de hecho habría jurado que solo había tomado una copa, pero no se sentía como si solo hubiera tomado una copa. Aquello se le hacía sumamente extraño, pues solía tener buen aguante. Su padre a menudo le llenaba hasta arriba el vaso de sake en las comidas familiares y ni siquiera le entraba el sueño.

—Podrías cerrar la puerta mientras meas —dijo de golpe Tsukishima que había entrado en el baño comunitario. No llevaba sus gafas y se apoyó contra el lavabo echándose agua fría en la cara. Seguramente él tenía dolor de cabeza también.

Las mejillas de Tobio se tornaron rojas mientras se levantaba los pantalones. Se habían visto desnudos mil veces en las duchas ¿Qué sentido tenía aquella recriminación? Si además pensaba que estaban dormidos y por eso no la había cerrado. Le hubiera gustado decir que odiaba a Kei Tsukishima, pero lo cierto era que solo le conseguía incomodar.

— ¿Sabes qué pasó ayer?— preguntó con su voz seca el moreno, esperando junto a Kei para lavarse las manos. Tenía el ceño fruncido y trataba de pensar en qué era lo último que tenía en la cabeza, pero no conseguía nada de nada. Desde que habían salido del restaurante una bruma espesa tapaba la gran parte de sus recuerdos, habiendo solo algunas frases entrecortadas y la imagen del capitán diciendo que tenía que irse a arreglar unos asuntos por su cuenta.

—No lo sé, tú sabrás — contestó el rubio poniéndose las gafas y colocándose el pelo.— Tadashi y yo os dejamos después de la cena.

Kageyama tragó saliva y caminó hasta la habitación de nuevo. Miró entre su ropa y examinó sus bolsillos. Un folleto de Karaoke, arrugado cómo si se hubiera mojado, le recordó que habían estado en una de aquellas cabinas de grupos pequeños cantando. Estaba claro que aquel Tsukishima mentía. Le acababa de recordar junto con Yamaguchi cantando en el karaoke. De hecho, la insufrible voz del rubio le atormentaba en los oídos si hacía un esfuerzo… El moreno se sentó con las piernas cruzadas en su futón y miró a Hinata. Seguía dormido, pero tampoco podría explicarle mucho, su tolerancia al alcohol era mínima y se quedaba dormido en cualquier lado tras un sorbo de sake. Pasó la mano por el hombro del pelirrojo y lo zarandeó un poco.

—Cinco minutos más — balbuceó Shôyô ocultando la cabeza bajo la manta.

El moreno dejó escapar un suspiro, le odiaba y le amaba por igual. Pensaba en lo complicados que eran sus sentimientos hacía el pelirrojo cuando alguien golpeó suavemente la puerta de la habitación.

Yamaguchi se estiró haciendo un amplio bostezo y miró a Kageyama mirarle a él recíprocamente, esperando que él se levantara a abrir la puerta, pero no lo hizo. Una sonrisa idiota se dibujó en su cara, lo cierto era que aquel rey de la cancha había revelado demasiadas cosas de él aquella noche y se le hacía raro volver a verlo con su aspecto frío y distante de siempre.

—No vas a levantarte a abrir —sentenció el moreno, que aún agarraba el brazo de Shôyô. Tadashi negó con la cabeza y amplió más su sonrisa.

—Si pienso en ayer, creo que es bonito que le trates con tanto apego— dijo el pecoso para dejarse recostar de nuevo en el futón.

Aquello demostraba que Tsukishima mentía respecto a que habían vuelto después de la cena pero ¿por qué? Y ¿A qué se refería Tadashi? ¿De qué había hablado? ¿Había hablado de Shôyô? Las mejillas de Kageyama se tiñeron ligeramente de rojo, pero al otro lado de la puerta volvieron a llamar. ¿Cómo le había pasado aquello? Él era alguien respetable, de hecho ni siquiera recordaba haber tomado más de una copa ¿cómo podía habérsele borrado todo de la cabeza? Sin dejar de preguntarse todas aquellas cosas, el moreno se levantó, notando el tatami bajo sus pies y abrió la puerta corredera.

—Oh, al fin — dijo Sugawara al ver delante de el al chico de primero.— ¿Cómo estáis?

Kageyama giró la cabeza y miró dentro de la habitación. Tsukihima había entrado primero en la ducha y solía tardar bastante, así que era posible que siguieran en pijama un poco más.

—Tardaremos un poco más de lo normal, creo — dijo volviendo a mirar al chico de tercero y se apartó de la puerta para dejarle pasar.

Sugawara suspiró profundo al ver que Yamaguchi y Hinata aún seguían en la cama.

—Tanaka está fatal, si va hoy a entrenar quizá muera— dijo Kôshi apoyándose contra la pared, obviamente exageraba.—Lo cierto es que soy el único que no se pasó tanto como para no poder levantarse de la cama..

El armador seguía encerrado en sus pensamientos. Necesitaba saber qué era lo que había dicho y lo que no, y no parecía que ninguno de sus compañeros fuera a ayudarle.

—¡Nosotros estamos bien!— gritó Hinata levantándose de un salto del futón, para seguidamente marearse y casi caerse de culo. Lo cierto era que ninguno sabía e dónde sacaba toda aquella energía.— Bueno, bien como para jugar al voleibol.

Tobio negó con la cabeza.

—Tú no estás bien para nada—dijo Kageyama con voz cortante a Shôyô y echándole una mirada fría. Seguidamente miró a Sugawara.— Me quedaré con él hoy, y también les echaré un ojo a los demás.

Lo cierto era que no tenía verdaderos planes de quedarse en la habitación. Si no recordaba mal, y lo comprobaría en cuanto salieran los demás de la habitación, en el panfleto del karaoke anunciaban que grababan en video todo el tiempo que estabas allí. Si veía el video quizá podría ver qué diablos había estado haciendo él, o por lo menos recordar alguna parte de lo que había sucedido aquella noche.